su colección, sus escamas llenas de monedas y objetos valiosos incrustadas segaban cuando el sol golpeaba en ellos. El dragón no había atacado en ningún momento, pero su sola presencia atemorizaba a las personas.
Un habitante algo respetado conocido por sus habilidades arqueológicas se llenó de valentía y se acercó para intervenir por el pueblo.
—Gran dragón, en este pueblo he cavado cada una de las minas y cuevas, sus tierras no son tan ricas en oro u otros minerales preciosos los cuales coleccionas —. El dragón dejo salir fuego por sus fosas nasales en una respiración, el fuego no llegó hasta el arqueólogo, pero su solo calor lo atemorizó.
—Puedo tratar de reunir todo lo que encuentre, pero no obtendrás mucho, puedo llevarte a un lugar donde obtendrás más, tan solo deja a este pequeño pueblo en paz —. El arqueólogo hablaba con fuerza y vigor, pero se aseguraba que su tono no irrespetara a aquella entidad voluptuosa, el dragón aceptó su propuesta y dejó que el arqueólogo junto a su equipo excavara las cuevas de aquel pueblo en busca de lo que el deseaba.
La tecnología no era tan avanzada para excavar todo en unos pocos días, el dragón lo sabía, fue paciente y cada cierto tiempo visitaba el pueblo para ver el avance de la obra, tanto tiempo paso que el dragón y el arqueólogo comenzaban a formar una amistad. Todos en la cercanía sabían que había un dragón que visitaba con frecuencia aquel pueblo, aunque no era el único pueblo al que exigía tributos, era el pueblo donde había pasado tanto tiempo que nadie se atrevía a ir allí más que sus propios habitantes.
—Es hora, llévame a ese lugar que me prometiste, sabes que yo no olvido —. Dijo el dragón cobrizo, el dragón imaginaba a donde el arqueólogo lo llevaría; en un principio no pensaba exigir que el arqueólogo cumpliera con llevarlo ya que con querer ir a ese lugar lo haría por su propio poder, pero más que el oro, deseaba la aventura con su nuevo amigo el humano.
El dragón fue guiado hasta la ciudadela del reino de Aqare, dirigiéndose directamente hacia el castillo, la presencia de un dragón cobrizo en el reino nunca se había esperado, se había escuchado rumores, pero nunca se creyó ni se pensó que este arremetería contra el castillo. El dragón derribo la pared del salón del trono, este se encontraba en el segundo piso del castillo, los guardias quedaron paralizados por unos nano segundos atemorizados por la presencia del dragón, su mentalidad de guerrero los hizo entrar en razón, los guardias de vestimentas marrones se adelantaron en tomar la primera línea defensiva mientras que los de vestimentas azules rodearon al rey como muros humanos, todos con espadas en manos listo para una batalla a muerte.
El arqueólogo bajó del lomo del dragón, el dragón no habló y se limitó a observar así que el arqueólogo con voz de victima expresó.
—Este dragón anda en búsqueda de joyas preciosas, ha exigido a mi pueblo conseguirle, pero mi pueblo no tiene para suplirle, sino le suplimos seremos destruidos, por esa razón lo he guiado a hacia usted majestad, en busca de su ayuda lo he traído hacia aquí, aunque parezca lo contrario he venido en son de paz —. El rey hizo un ademan con las manos, los soldados bajaron las armas, pero no su guardia, el rey se creyó la actuación del arqueólogo y le respondió positivamente.
—Si es oro lo que el dragón necesita oro se le dará, sé que no se conformará con una pequeña cantidad así que le sedere una de mis minas —. El dragón soplo fuego por sus fosas nasales y luego con voz aguda bufó.
—No deseo una de tus minas, deseo todo el oro que poseas —. El rey suspiro tratando de no mostrar miedo ante el dragón y racionalizar con él.
—Debes entender gran dragón que si hago eso mi pueblo perecerá, la economía del reino caería y no podría sustentarse, ya es demasiado con ofrecer una de las minas del reino —. El dragón abrió sus mandíbulas, generando fuego en el centro de su boca quiso atacar, pero el arqueólogo meneó su cabeza de izquierda a derecha insinuando negación, el fuego desapareció, era como si el dragón entendiera al humano sin necesidad de decir nada. El dragón volvió a hablar.
—Te daré un tiempo para que analices, si vuelves a rechazarme no correrás la misma suerte que hoy —. El dragón miro al arqueólogo
—Tú, sube antes de que te deje varado —. El arqueólogo rápidamente subió al lomo del dragón y con rapidez este abandonó la ciudadela, dejando un amargo sabor a los presentes.
El tiempo transcurrió y el rey se impacientó, tenía miedo de aquel dragón y con razón, pero debía velar por sus recursos.
—Ya han pasado varios meses, ¿No han sabido nada del dragón cobrizo y aquel hombre? —preguntó el rey, todos esos meses había estado inquieto y no podía analizar bien la situación, ¿Qué podrían hacer sus armas normales contra un dragón impenetrable y que si fuera poco produce fuego con su simple aliento?
—Para ser exacto han pasado cuatro meses y no se le he avistado ni una sola vez —. El rey movía sus pies con rapidez por el nerviosismo y aquel nerviosismo era transmitido a sus sirvientes.
—¡Mi lord! —. Gritó uno de los soldados.
—Se ha visto al cobrizo a unos tres kilómetros de la ciudadela, es solo cuestión de minutos para que llegue aquí —. El rey se exaltó dejando su trono y observando a la distancia como aquel dragón se acercaba, le pareció inoportuno reclamar e interrogar la razón de porque no había sido avistado antes, tres kilómetros de vuelo no eran suficiente para hacer una preparación para pelear contra aquel reptil de catorce metros.
La pared ya había sido reparada, aunque el rey le parecía innecesario repararla considerando que ese dragón volvería a destruirla y así fue, el dragón volvió a arremeter contra la pared del salón real y sin perder tiempo habló el arqueólogo, bajó del lomo como vocero del dragón.
—Yo el arqueólogo Anashi he venido esta vez para saber la respuesta del Rey Daket Lybe, el dragón se impacienta.
—Creo que ya ha sido tiempo suficiente para que lo analicen —. Bufó el dragón
—Es cierto y mi propuesta sigue siendo la misma, puedo mejorarla, pero no puedo ceder a tu petición —. El dragón esta vez no espero ni miro hacia ningún lado, generó fuego en el centro de su boca y con su aliento lo impulsó fuera de ella dirigido hacia la posición donde se encontraba el rey con sus soldados marrones y azules.
La reacción de estos fue inmediata, con las fuerzas de ambas divisiones crearon un escudo de plasma que permitió proteger al rey y a ellos mismos, pero no podrían hacer eso por siempre.
—Deje de ser tan obstinado rey Daket, si no sede a la petición del dragón mi pueblo y su reino perecerá, acaso tiene usted la fuerza para pelear con un dragón —. Gritó Anashi cuando el ataque del cobrizo cesó.
—¿Quién sabe? —contesto el rey recordando a uno de sus hombres, pero aun así se encontraba nervioso, esta vez quien arremetió fue el arqueólogo, aunque todo aquello era un simple juego para el dragón y Anashi, la obstinación del rey frente aún peligro tan grande le asqueaba, saco sus dos espadas, esta las llevaba una a cada lado de sus cintura, su objetivo era llegar hasta el rey, su destreza con las armas eran sorpresivamente al nivel de un caballero, ya que algo que muy pocos sabían es que antes de ser arqueólogo ya era un gran guerrero.
Con un poco de dificultad frente a tantos guerreros llegó hasta el rey, pero en cuanto levantó su espada ante el rey una llamarada de fuego impacto a todos los presentes excepto a Anashi, el rey y sus hombres quedaron calcinados, una magia de protección en forma de esfera había protegido su existencia, vio como la espada del rey solo estaba a unos pocos centímetros de su pecho y si no fuera por aquel fuego que había lanzado el dragón ya estaría muerto, ya que la magia de protección que tenía aquel objeto que colgaba su cuerpo no era tan poderosa y solo se activa ante situaciones verdaderamente críticas.
—Gracias —. Se le oyó decir a Anashi mientras subía al lomo del dragón y este mostraba sus colmillos en forma de sonrisa.
—Larguémonos de aquí, tendremos tiempo para divertirnos más adelante.
En el transcurso de dos años pasaron dos generaciones de reyes después de la muerte de Daket Lybe, algo que nunca había sucedido en toda la historia del reinado de Aqare, luego de la muerte de Daket, Arale Lybe tomo el trono a la edad de setenta años, solo duro un año en el poder y su hijo Daket II tomo el poder a la edad de cincuenta años, ambos sufrieron el mismo destino durando aproximadamente el mismo tiempo en el poder, tomando entonces el poder ilegítimamente Danqer Lybe hijo segundo de Daket II, se llegó a un consenso que en esta situación desesperada Danqer debería tomar el poder a pesar de su corta edad, Xarel Lybe, primera hija de Daket II Lybe y la única con el derecho al trono actualmente, no fue considerada para tomar el poder ya que su marido no estaba dispuesto a reinar y esta respeto su decisión cediendo su derecho al trono a su hermano menor.
—Todo el mundo sabe que ese maldito reptil va a volver, dile a la guardia que fortifique el castillo, quiero que tomen todas las precauciones necesarias, ¿Cuáles? No lo sé, ustedes son los guardias busquen una manera, pero urgente, este reino no puede terminar conmigo, no pienso caer como mi padre o mi abuelo, derribaremos ese maldito dragón —. Danqer daba órdenes a sus soldados, en este momento la guardia no se encontraba en sus mejores condiciones, los soldados de elites eran soldados con solo algunos años de experiencia, todos los soldados capacitados habían sido eliminados en aquel juego del dragón, el comportamiento de aquel dragón era totalmente irracional, no actuaba con inteligencia, ya no buscaba el oro, era como si deseara erradicar al reino de Aqare, pero Aqare nunca se había enemistado con ningún dragón en la actualidad, ni siquiera el rey primo se había enemistado con ningún dragón u otra raza siendo el conquistador más grande de la historia.
Una silueta voladora, roja como la sangre se acercaba a gran velocidad, el cuerno fue sonado y el rey fue avisado, corrió rápido a vestirse con su armadura, no tenía tanta experiencia en combate como sus soldados, pero era inevitable que no se dirigiera a la batalla.
—Acaso el actual rey en verdad piensa que tiene alguna posibilidad contra aquella bestia, es la cúspide del poder absoluto —. Dijo en voz alta un soldado mientras se preparaba para la batalla.
—Deja de hablar estupideces Esneik, sino quieres ser el primero en caer y ve y dirige a los soldados, has que preparen las catapultas, sino podemos matar a ese maldito reptil por lo menos debemos intentar detenerlo.
—Sí mi general Rayzar —. Esneik se dirigió inmediatamente hacia los soldados e hizo que prepararan las catapultas, el cobrizo se acercaba y debían detenerlo cuanto antes.
Por otro lado, en alguna sala del castillo.
—¡Hermano, dime qué pasa! —exigió la princesa Xarel al rey, cuyos rasgos, con ojos color marrón oscuro, pelo castaño claro y piel oliva, reflejaban la calma de la noche en la habitación.
—No pasa nada hermana —. Respondió con aparente calma, un ápice de ira se mostró en el rostro de Xarel y con voz bastante elevada Bufó.
—No me digas que nada Danqer, el cuerno fue sonado, los guardias corren de un lado a otro, el sonido de la agitación de la división real puede escucharse hasta aquí.
Danqer suspiró, giró hacia ella, que hasta el momento no le había prestado atención y cedió a responder su pregunta, podía ser el rey en aquel momento, pero aún seguía siendo su hermana mayor y se le había enseñado a respetarla.
—Él ha vuelto.
—¿Quién?
—El cobrizo.
Los ojos de Xarel se abrieron como platos, pero no de miedo, su rostro se ensombreció, sus puños los apretó con tanta fuerza que pudo lastimarse y abrió sus labios, pero antes de que pudiera decir una sola palabra, Danqer habló.
—¡No! Se lo que vas a solicitar y mi respuesta es no, no vas a pelear —. Xarel dejo caer su rostro en manera de decepción, pero en sus ojos seguía encendido el fuego de la ira.
—Si no me vas a permitir pelear, por lo menos permíteme que sea yo quien dé el golpe final.
—Como desees, pero por el momento mantente en tu aposento. Guardia llévala, escóltala y no permita que salga, asegúrense que tenga todo lo que necesite y desee, pero por ningún motivo existente la dejen salir, exceptuando que corra peligro —. Un grupo de guardias se acercó a ella y la escoltó hasta su aposento, aunque no lo parecía, Xarel tenía la capacidad de escapársele a la División halo. Mientras estuvo en su aposento en todo momento estuvo planeando en cómo salir de ahí, aunque salir le sería sencillo lo que le preocupaba era como hacerle frente al cobrizo, tenía una vaga idea, pero eso le llevaría tiempo prepararlo y debía pedir los ingredientes a los guardias sin que sospecharán de ella.
—¡Fuego! —. Gritó Rayzar mientras observaba con sus ojos color avellana como el cobrizo ingresaba en los límites de la ciudadela, los peñones esféricos en llamas impactaron de lleno al cobrizo de diversas direcciones deteniendo su avance por un efímero tiempo, mientras se preparaba otra arremetida ya había otro equipo listo para disparar.
—¡Fuego! —. Volvió a gritar Rayzar, pero esta vez el dragón contraatacó con poderoso aliento de fuego que arrasó con la línea delantera de catapultas, una poderosa magia de protección había protegido a los hombres que se apresuraban a abandonar esa línea y dirigirse a la siguiente para apoyar, solo el general Rayzar permanecía en pie, su imponente presencia irradiaba determinación y coraje mientras observaba al dragón con ojos penetrantes. Con su cabello castaño claro ondeando ligeramente y una tez de piel oliva que destacaba bajó la luz de la luna, Rayzar demostraba la grandeza que se esperaba de un líder militar en tiempos de crisis. Tras unos segundos de observación y análisis de las posibilidades, se apresuró a abandonar la línea y seguir a sus hombres.
—¿Qué debemos hacer general? —pregunto unos de los soldados a Rayzar, parecía listo para aceptar cualquier orden, aunque también parecía asustado de lo que pudiera suceder, al mismo tiempo, Rayzar no deseaba mandar a sus hombres a morir sin razón.
—No estoy seguro, desde el principio sabía que no puedes atacar un cobrizo con fuego, pero los hombres de hoy en día no conocen mucha variedad de magia que puedan combatir a un dragón, "Los hombres pelean entre hombres" —. El dragón siguió avanzando sin prestar atención a la avanzadilla. Rayzar sintió impotencia en aquel momento, pero sus ojos abandonaron toda impotencia al ver a una mujer aparecer en el cielo y caer sobre el dragón con una espada de celebración.
Xarel había pedido muchos ingredientes de cocina, le parecía una suerte que lo que deseaba preparar se pudiera realizar con ingredientes comunes alimenticios, solo necesitabas tener la suficiente capacidad para prepararlo y no necesitabas estar frente a una hoya gigantesca llena de agua hirviendo, tomo un frasco de perfume y cambiando su ropa habitual por la única ropa cómoda que podía permitirse para esa situación, su ropa de montar, tomo una espada que colgaba al lado de su cama como decoración, roció la espada con lo que había preparado la cual destelló. Recitó un hechizo, visualizó al cobrizo y en un destello desapareció de la habitación apareciendo justo sobre él.
—¡Furia tempestuosa! —. Una ráfaga de fuerte aire salió de sus manos impulsándola levemente hacia arriba y al mismo tiempo atrás la cual impacto a Anashi, eso no lo mataría, pero sí o sí debería matarlo la caída, el dragón reacciono a su presencia, levantó la cabeza para enviarle unos de sus poderosos alientos, pero Xarel paso sobre su aliento luego de volver a usar su ráfaga de aire impulsándose hasta sus ojos y clavando su espada de celebración en su ojo derecho.
El dragón tomo a Xarel con su pata derecha delantera y la arrojo al vacío y se apresuraba a intentar sacar la espada que yacía incrustada en su ojo, había perdido parte de su equilibrio por dicho ataque, aun así, no abandonaba a Anashi a quien tenía sostenido con su pata izquierda delantera sin soltarlo en ningún segundo.
—¿Como están los niños? —pregunta Danqer a una de las sirvientas que lo acompañaba mientras se desarrollaban estos sucesos.
—Se encuentran a salvo en el sótano del castillo, junto con los demás niños, Zaykar está tranquilo y Zea, bueno —ella rió —Zea esta hambrienta —. Danqer la acompañó en aquella risa efímera.
—¿Cuándo Zea no está hambrienta?
—No se preocupe señor, están con Linfa, estarán bien.
Rayzar corrió al ver que Xarel caía, no podía dejar caer a la princesa al vacío, se impulsó y dio un salto atrapándola en el aire luego calló y rodó con ella.
—¡Xarel! de por Dios, en que rayos estabas pensando.
—Esposo mío, perdona mi imprudencia, pero debo matar a este cobrizo con mis propias manos.
—¿Al costo de qué? —Xarel apretó los dientes hasta al punto que parecía que se iban a romper, Rayzar llamo a uno de los guardias de la división real y pidió que fuera asegurada.
—¿Esto es capaz de dañarlo? —pregunto viendo el frasco de perfume.
—No podrás atravesar sus escamas con eso, pero por lo menos su cráneo debería ser posible —. Rayzar tomo el frasco y roció su espada con su contenido, la espada destelló, subió a una catapulta y ordenó que fuera catapultado.
—Pero señor, eso es una locura.
—Hazlo inmediatamente —. La catapulta fue redirigida a la nueva dirección del dragón que luchaba por sacar la espada de su ojo, Rayzar fue catapultado y al acercarse a la cabeza usó el mismo truco de Xarel para no seguir hacia delante y caer en su cabeza; inmediatamente el cobrizo intento quitarlo de su rostro, pero Rayzar se posiciono en un punto muerto y clavo su espada en su ojo izquierdo, esta vez fue a molestar la herida ya abierta en su ojo derecho, tomo la espada de celebración con ambas manos y sacándola inmediatamente volvió apuñalar al dragón que a causa del dolor había quedado prácticamente paralizado y comenzó a descender, Rayzar se agarró con todas sus fuerzas de las espada que había dejado incrustada en los ojo del dragón, ambas espadas habían perforado el cráneo, pero no habían llegado más profundo , el dragón, estaba ciego. Rayzar saco ambas espadas, no las iba a dejar dentro de esa asquerosa criatura, se disponía a volver apuñalar el ojo para intentar llegar más profundo, pero en ese instante el dragón que se creía inconsciente dejo salir un poderoso aliento, el dragón se paró en tres patas y con el poco equilibrio que le quedaba comenzó a escupir fuego constante, Xarel que se encontraba con los demás guardias de la división real vio la escena con horror.
—¡Levanten una barrera de plasma! —. Gritó Rayzar mientras corría hacia la división para proteger a su amada. El dragón daba vuelta en un mismo circuló quemando todo lo que podía, los guardias que mantenían la barrera se comenzaban a cansar y el dragón parecía no detenerse nunca.
La barrera se rompió y el fuego llegó hasta la división, Rayzar con horror se posó frente a Xarel recibiendo todo el impacto, aun así, el calor producido por el fuego la alcanzó, y después de unos minutos de soportar aquella llamarada de calor cayo desmayada. Rayzar, que no había sido afectado por el calor del fuego empuño su espada con fuerza y corriendo hacia el dragón que intentaba ubicar su posición para escapar del lugar dio un salto para alcanzar a Anashi, quien yacía inconsciente en la pata del cobrizo, el cobrizo elevo vuelo al mismo tiempo que la espada de Rayzar cortaba la garganta de Anashi.
—De aquí no te vas sin repercusiones.
—Vamos lleven a los niños y mujeres al área segura y llamen a un médico rápido, la princesa necesita atención urgente —. Gritaba un guardia de la división real. Zaykar era obligado a moverse, el pequeño niño de ojos marrón ámbar, pelo negro y piel morena avellana quería acercarse a ver cómo estaba su madre inconsciente. Sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y preocupación, reflejando la angustia que sentía por la situación de su madre. Su cabello negro caía desordenadamente sobre su frente, y su piel morena avellana parecía tener un brillo natural, destacando su tono cálido incluso en la penumbra de aquel lugar.
—Zaykar, ven por favor —. Lo llamo Linfa, con su piel marfil, ojos azules como el cielo y cabello rubio platino. El niño, con su instinto y algo de inteligencia desarrollada, sabía que su madre no estaba bien o algo peor, nadie dejaba que se acercara a ella. Al parecer el niño tenía la misma tendencia que su madre, en situaciones como esa, nunca captaba órdenes. Por el momento siguió a su niñera Linfa y se unió a los otros niños, pero en el momento mínimo de conmoción, corrió para salir de ahí, debía encontrar ayuda para su madre, tal vez esos incompetentes médicos del palacio no servirían, tal vez ya era tarde para su madre.
—¡El príncipe! —. Gritó Linfa.
—Atrapen al príncipe.