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Chapter 6 - Capítulo 5: Influenciados

Aquel día parecía ser uno como cualquier otro, de esa manera suelen empezar los días más extraños, ni siquiera los días que crees que será el peor o mejor de tus días termina tan mal o tan bien como esos días que crees que terminara como todos los anteriores.

Los granjeros se encargaban de cosechar sus plantaciones, los ganaderos cuidaban sus animales y los arqueólogos se preparaban para continuar sus investigaciones, en ese entonces tenían una investigación en progreso en aquel pequeño pueblo.

Una gran sombra cubrió el pueblo, el sol estaba en su punto más alto, no es que se haya hecho de noche, algo impedía que el sol siguiera alumbrando el lugar, hubiera sido excelente si ese algo fuera una nube, pero no era el caso, en el momento que esa sombra apareció toda actividad se detuvo, la sombra no duro mucho, enseguida bajo y se detuvo en el área más amplia del pueblo, aquella sombra era un dragón, un enorme dragón cobrizo de unos 45.9 pie lo que equivaldría a unos 14 metros aproximadamente. Sus escamas eran de un tono rojo-anaranjado dándole ese color honor a su nombre. Este dragón llego con algo que parecía ser una sonrisa y parecía estar algo inquieto algo que nadie noto, intentaba controlarse para no lanzar una bobada ni comenzar a juguetear.

Los Cobrizos son conocidos entre los dragones y conocedores de estos por ser los payasos o bromistas de esta raza, no suelen ser nada hostiles y muy rara vez cambian sus patrones.

En algunas de sus escamas había incrustadas monedas y objetos lo suficientemente finos como para quedar atrapado entre ellas. "Debo parecer un estúpido con todas estas joyas encima, intente sacudirlas todas, pero es difícil sacárselas y si las forzó las romperé", pensaba el dragón mientras aun no decía nada. Nadie se atrevía a acercarse al área de aterrizaje, al ver esto el cobrizo pensó que sería bueno exigir la presencia de un representante, pero no fue necesario, así que se mantuvo en silencio esperando el momento oportuno para hablar.

De su boca salían lo que parecían ser pequeños relámpagos producidos por los pequeños rayos que dejaba escapar cada ver que abría mínimamente la boca, aquello le divertía, la cara de los habitantes pensando que en cualquier momento el dragón podría mandar una descarga eléctrica contra el pueblo, pálidos, esperando lo peor.

—Gran dragón rojo, en este pueblo he cavado cada una de las minas y cuevas, sus tierras no son tan ricas en oro u otros minerales preciosos los cuales coleccionas.

El Cobrizo que se divertía tan solo observando la situación dejo escapar una respiración de fuego desde sus fosas nasales, el tamaño del vector curvo que iba desde las fosas del dragón hasta aquel valiente hombre que se había atrevido a ir hasta el dragón para negociar, era de por lo menos de 9 metros. Al cobrizo aquel hombre le pareció inteligente, no había dicho la razón de su visita, pero ya había deducido porque estaba ahí, pero al parecer aquel hombre no conocía también a los dragones como él creía. "Como se atreve a confundirme como un mero dragón rojo", pensó enojado, por dicha razón dejo escapar aquella respiración, como una advertencia. Obviamente aquel hombre pensó que su enojo era por la falta de oro o piedras preciosas o porque pensó que le mentía, así que intentaría remediar su error.

—Gran dragón yo…

—Cuidado con lo que dices, me vuelves a llamar rojo y te destruyo a ti y a tú casa —. Aunque estaba enojado, la verdad es que no lo decía enserio, pero no le importaba, sabía que tenía la influencia, si entraba en una batalla con aquel pueblo no podrían hacer nada contra él, ninguna arma humana hasta la actualidad puede, sin embargo, a ellos, cualquier cosa los mata. "Es una maldición vivir en un cuerpo tan débil", y, en definitiva, todo humano sabe que fue una maldición enviada por Dios.

—No volverá a pasar o gran dragón —dijo con miedo, la voz le temblaba y su mente se nublaba, pero intentaba mantener la compostura, el cobrizo ya estaba pensando abandonar el lugar cuando el valiente hombrecillo comenzó a hablar nuevamente —Mi nombre es Anashi y tengo bastante influencia por aquí, puedo tratar de reunir todo lo que encuentre, pero no obtendrás mucho, por eso te proponga llevarte aun lugar donde obtendrás más, tan solo deja a este pequeño pueblo en paz.

Aquella fue una tentadora propuesta, el dragón estaba bastante seguro de donde tenía que ir para conseguir algunas piezas, pero no le interesaba meterse en los grandes reinos, de por si tenía más oro de lo que ellos podrían conseguir en años, pero le dio mucha curiosidad, hacía tiempo que no tenía aventuras.

—Que divertido –dijo de manera tranquila, pero su voz tranquila a parecía un millar de truenos —Bien, acepto, está rondando estos lugares, estas haciendo un pacto y yo los pactos los cumplo, pero no tengo que cumplir si la otra parte rompe el pacto.

—No romperé mi pacto.

—Mi nombre es Co-Ir mucho gusto ANASHI.

Co-ir abrió sus alas y dejando escapar un aliento de rayo dirigido hacia el cielo se alejó en un vuelo apresurado, desapareciendo de la viste de todos, Anashi cayó al suelo, sus piernas perdieron fuerza, no se desmayó ni nada, pero su respiración era acelerada, toda aquella tención estaba saliendo toda de golpe, parecía que iba a hiperventilar, un grupo de personas se acercó a socorrerlo hasta que se calmó. El jefe del pueblo estaba allí cerca, Anashi se acercó a él.

—Reúne al pueblo.

Aquel hombre solo asintió y mando a reunir al pueblo en la gran plaza, aquel lugar era donde se daban los informes y se discutían aspectos importante del pueblo y hoy parecía ser el día más importante.

—Todos escucharon al dragón Co-ir, ha hecho un pacto de paz con Anashi —decía el jefe al pueblo —no podemos incumplir ese pacto, todo hombre mayor de 16 años con capacidad de trabajar se turnará para cavar, yo incluido, en este plazo, toda mujer que allá aprendido el oficio de su marido tendrá que reemplazarlo en ese plazo de tiempo, sea en cosecha, peletería o ganadería, los niños con capacidad deberán ayudar a sus madres para que los trabajos del pueblo no se atrasen, esto es una cuestión que concierne a todo el pueblo —. El jefe termino de hablar y mando a todo el mundo a organizarse para comenzar el día próximo, nadie puso objeción.

Paso un mes y las excavaciones iban bastante avanzadas, con todos los hombres del pueblo trabajando ello, aun así, buscar en todos los puntos estratégicos dentro y fuera del pueblo no era tarea fácil.

Co-ir volvió, el pueblo entero se estremeció, temían de que no estuviera satisfecho, con todo el trabajo que habían hecho, solo habían encontrado algunas libras. Esta vez no estaba cubierto de monedas ni nade eso, al parecer pudo asearse bien esta vez, por su gran tamaño no podía ingresar al pueblo así que solo se quedaba a las afuera y observaba de manera curiosa, no veía ningún hombre, solo mujeres y niños. "¿Una emboscada?", pensó. Pero abandono esa idea al ver como un hombre de manera apresurada se dirigía a él.

—Gran Co-ir, no lo esperábamos ¿Viene a ver los avances? —Co-ir asintió y espero pacientemente hasta que un grupo de hombres incluyendo a Anashi salía con un cofre con algunas libras de oro y otras pocas cosas que podían aparecer en menor cantidad. El hombre que lo había recibido era el jefe, lo hizo solo porque era quien esta vas cerca y no deseaba que la ausencia de tantos hombres confundiera al reptil.

A Co-ir le agrado el entuciasmo que estaban poniendo los hombres de aquel pueblo sonrió y esta vez su sonrisa difícil de percibir el pueblo la percibió dando alivio a sus corazones, Co-ir sin decir nada decidió quedarse por eso lugares así que sus visitas se hicieron cada vez más frecuentes, pero eso no significaba que aunque tuvieran acostumbrado a sus visitas, el miedo disminuiría, de esa manera, quien termino siendo intermediario del pueblo y el dragón fue Anashi, aunque eso no era necesario, porque no era como si el dejará mensajes para ellos, el solo estaba, observaba el show y se iba, sin embargo, sin darse cuenta termino teniendo largas conversaciones con Anashi hasta el punto que Anashi dejo de temerle.

Cuando el dragón visitaba, Anashi salía a su encuentro, daba informes de como estaban avanzando y de cuando creía que terminarían, Co-Ir daba un comentario de indiferencia y observaba los alrededores, era como si nunca se cansaba de observar lo mismo, y la verdad era que no, era como si el pueblo ahora era su nueva colección.

—¿Por qué buscas tanto las riquezas? —Pregunta Anashi en su momento a Co-Ir.

—Soy un coleccionista pequeño arqueólogo, tu coleccionas lo antiguo y lo histórico, yo lo brillante.

Cuando el dragón estaba a las afuera del pueblo Anashi no visitaba las excavaciones y pasaba todo el tiempo con aquel dragón, el dragón comenzó a dejar de ir por observar y comenzó a ir para conversar, el oro del pueblo no le importaba, en todo ese tiempo que han tenido excavando él ya había conseguido siente veces siete lo que ellos habían excavado.

Co-Ir le había tomado cariño aquel valiente humano, comenzó a llevárselo en sus lomo y darle algunos paseos, una vez hasta le enseño su cueva, comenzó a dormir de vez en cuando a las afuera del pueblo, en algunas ocasiones habían sido atacados por bandidos, pero Co-Ir los ahuyento, aquel pueblo comenzó a ser llamado "La morada del cobrizo".

El pueblo poco a poco le perdió el temor y llego a sentirse cómodo con su presencia.

—Ese lugar que dices que está lleno de oro ¿Dónde es? —Pregunta Co-Ir

—En la capital real de Aqare, ellos tienen tesoros para siete reinos juntos, pero solo lo guardan para sí mismo —. La voz de Anashi denotaba algo de enojo

—Pareces que le tienes resentimientos —dice Co-Ir con en tono amigable.

—Así es —Se sincera Anashi —este pueblo está en la limitaciones del reino, se podría considerar parte del reino, pero su rey nunca nos ha puesto el ojo, tal vez nos ven como una carga o simplemente su consejo determino que "La morada del cobrizo" no sería parte de sus tierras.

Co-Ir se quedó un rato en silencio, Anashi estaba recostado de su vientre y Co-Ir estaba tendido en el suelo, su cabeza estaba sobre sus patas delanteras y al mismo tiempo sobre la tierra. Co-Ir levanto la cabeza y miro a Anashi quien le devolvió la mirada, confundido por la sonrisa que este le mostraba.

—Kudishi, no crees que es tiempo de que me lleves a ese lugar.