—Se que no aceptaras tomar el poder del reino, pero no puedes negar a tu hijo tomar el poder, después de todo es Lybe —. Decía una señora aparentemente en sus cincuentas, se encontraba sentada un sitio elevado rodeado de otros personajes aparentemente de la misma edad, seis personas además de ella para ser específicos, el área, era oscura, no ingresaba mucha luz; estando dentro de aquella edificación parado en el centro podías percibir que era un área circular, pero al levantar la vista se notaba que toda la edificación era un enorme cilindro.
Rayzar estaba justo en el centro del edificio, como si fuera el eje del área mientras que, frente a él, se encontraba el consejo a unos dos metros sobre su cabeza, pero gracias a los pocos muebles que se encontraban en el espacio no se necesitaba usar ningún amplificador de voz.
—Es cierto que es un Lybe, pero solo de segunda sangre, mi hijo es un Adara y vivirá conforme las leyes de los Adara —. Los miembros del consejo sonrieron al ver su expresión de insatisfacción en el rostro de Rayzar, la señora que se encontraba en el centro de los miembros del consejo y que aparentemente servía como líder, fue la única que no demostró expresión de satisfacción y mantenía su mirada fija en los ojos de Rayzar mientras este le desafiaba con la mirada.
—Rayzar, tu hijo es hijo de la princesa Xarel, primera en la línea de sucesión y aunque por decisión unánime a ella no se le permitió gobernar, ya que no conto con las capacidades necesarias se llegó al consenso de que su descendencia como es debido tomará la corona, tu hijo quieras o no es el heredero al trono —. Rayzar estaba impotente frente a sus declaraciones, sabía que algo como esto podía pasar y aun así se arriesgó a casarse con una princesa, y no con cualquier princesa, "Mi padre me lo reprochó" se dijo a sí mismo.
—Y que si no lo dejo subir al poder —. Siguió desafiando Rayzar.
—Se que a ti no te podemos hacer nada, pero tenemos métodos y lo sabes. —«Sé que sí» Pensó, en este momento no era una cuestión de poder físico o mágico, era una cuestión de poder político y en ese sentido él era solo un subalterno, su hijo, príncipe heredero designado por la línea de sangre y por el consejo, pero al mismo tiempo era un Adara, quienes se supone tienen el juramento de no tomar ningún poder político.
—Tengo trecientos años siendo Adalid del consejo y de sobremanera sé que los Adara hacen juramentos individuales y tu hijo ni cerca está de la edad para hacer el juramento, Nemirs aún lo tiene en evaluación no se encuentra atado por sangre.
—Eres de la familia, ¿cómo no vas a saber? —. Dijo para sí mismo, no tan fuerte para que su voz no llegara a los oídos del consejo.
—Bien, ustedes ganan, pero que sepan que solo conseguirán el nombre de los Adara, papá no dará los beneficios de la familia a mi hijo —. El rostro de Rayzar estaba endurecido, sentía terror de solo pensarlo, definitivamente el viviría para siempre, por otra parte, tendría que ver a su hijo morir solo por haber accedido a tomar aquella maldita corona.
—Nemirs seguro le dará el visto bueno a su nieto, después de todo, es tu hijo —. Rayzar abandonó el centro del salón sin esperar el permiso del consejo para retirarse, la salida se encontraba del otro lado de la sala contrario a donde se encontraba sentada la suprema corte.
—Me avergüenzo de ser tu hijo. —Susurró antes de salir, dando una mirada de desaprobación al adalid de la corte —. Había pasado más de doce horas desde que el ataque del cobrizo había cesado, Xarel había descansado bastante, el joven Zaykar había insistido quedarse al lado de su madre hasta que esta despertara, pero el sueño lo venció quedando dormido al lado de su cama, aprovechando las sirvientas para llamar aun Halo para que lo llevarán a descansar a sus aposentos.
Xarel estaba sentada en su cama, observando como la luz del sol atravesaba los ventanales, había sido transportada a su aposento personal luego que los médicos habían determinado que se encontraba en condiciones, aunque todo el mundo consideraba que era innecesario ya que había sido Nemirs quien había tratado a la princesa. Rayzar atravesó las puertas del aposento, apenas ingresó, camino hasta la orilla de la cama donde se encontraba su esposa y la besó como si fuera la primera vez. Rayzar no se había permitido visitar a su mujer luego de que había despertado, había estado atendiendo algunos asuntos que habían requerido de su atención, como era organizar exhaustivamente la seguridad del castillo, aunque hubo algunos asuntos que no requerían su atención que fue arrastrado en contra de su voluntad a participar en ellos, pero en cuanto observó la mínima oportunidad se escabulló para ver el semblante recuperado de su mujer; nunca se había sentido más orgulloso de ser hijo de Nemirs Adara.
Xarel correspondió a aquel beso rodeando el cuello de su marido con sus brazos provocando que perdiera el equilibrio y cayera en la cama sobre ella. Sus labios permanecieron unidos el uno con el otro hasta que la reserva de aire fue agotada, Rayzar la abrazó como si quisiera decirle que no lo abandonase.
—¿Sabes? En mis casi ciento cincuenta años nunca había tomado mujer para mí ¿Sabes por qué? —Xarel negó con la cabeza mientras hacia un sonido de negación, era obvio que, si sabía, pero deseaba que siguiera expresándose, aunque Rayzar fuera cariñoso y amoroso, no era muy expresivos con sus sentimientos y ella aprovechaba cualquier momento para escucharlo abrirse.
Adalid: Guía y cabeza de algún partido, corporación o escuela.
—Porque sé que nadie puede matarme, porque sé que no envejezco, porque sé que al menos que me case con alguna de mis hermanas ninguna mujer del mundo podrá permanecer a mi lado y aun así tome el riesgo de estar a tu lado y… tengo miedo —. Ella lo abrazó con más fuerza, aunque no conocía lo que era vivir tantos años, conocía el dolor de perder a alguien y no se podía imaginar lo que era vivir eternamente y ver morir tantas personas cada siglo, tal vez él no tuviera tantos años como su padre o alguno de sus hermanos, pero solo el hecho de llegar a imaginárselo hacía que el corazón se volviera trizas.
Xarel no iba dejar que su hombre se esté afligiendo con esos pensamientos, debía desviar la conversación por otro camino así que dijo lo primero que se le vino a la mente.
—Amor, las doncellas me han dicho que fue tu padre quien trato mis lesiones, pero nadie me dice como ese viejo renuente apareció en el castillo en el momento justo —. Rayzar separo su cuerpo de ella y la miro a los ojos, en ese momento ella entendío que lo que sea que Rayzar fuera a decir no le iba a gustar, él respiró profundo y por fin se decidió a hablar.
—En resumen, cuando Zaykar te vio enferma, despistó a Linfa, utilizó el caos para escapársele a los guardias y fue en busca de ayuda para que alguien te despertara y se encontró con su abuelo —. Xarel no daba crédito a lo que escuchaba, casi, y vuelve a quedar sin conciencia, separo sus labios como queriendo responder, pero no articulaba palabra alguna ¿Qué podía responder? Ella estaba fuera de servicio, Rayzar como general estaba al frente de sus hombres a la única que debía reclamar era a su niñera y Xarel aseguraba que ya Rayzar se había hecho cargo de todo, de todas formas, sería la primera queja que tendría de la niñera.
—¿Como respondió Linfa a esto? —Dijo por fin
—Quería lanzarse del más alto piso del reino en cuanto me vio —. Xarel no pudo evitar lanzar una carcajada ante la respuesta de su esposo, pero ya se imaginaba la situación.
—Linfa tenía mucha carga en ese momento, no pude reclamarle más de lo que es debido, Rayzar de por si es escurridizo, pero no le paso nada así que no hay que llevarlo más lejos —. Xarel miraba a su esposo con ojos de orgullo y admiración «Yo hubiese encarcelado a todo el involucrado» pensó, mientras escuchaba a su esposo hablar, «Pero él, es tan lógico, comprensivo y justo», el susto y la intranquilidad se habían esfumado mientras escuchaba las palabras que de los labios de Rayzar salían.
—Por cierto, existe un tema de suma importancia que necesito discutir contigo —. Xarel se mantuvo en silencio mientras esperaba que Rayzar abordará el tema, ansiosa por saber en que su marido necesitaba su opinión —. Nemirs se desplazaba por los pasillos del castillo, había pasado la noche en uno de los aposentos que había sido mandado a preparar por su hijo, se detuvo en un salón que estaba siendo ocupado por la doncella Linfa quien ocupaba el cargo de niñera a tiempo completo de Zaykar y Zea y en algunos horarios como era este el caso, tomaba el papel de su maestra. Linfa enseñaba a los pequeños a escribir, como rutina le enseñaba la pronunciación de las letras, algunos trazos y como ejercicio le hacía
Nemirs ingreso en silencio al salón, tomo asiento en una de las sillas que se encontraban desocupaba y observo el entusiasmo con el que enseñaba la doncella a sus nietos., solo observó, no interrumpió la sesión. Noto que Zaykar tenía cierto nivel de dificultad para recordar ciertas pronunciaciones y trazos, en su rostro denotaba vergüenza cada vez que olvidaba algo, pero no se notaba presionado, la manera en que Linfa le enseñaba y lo motivaba a continuar, aunque este se equivocara, era admirable, era un verdadero docente. Por otro lado, Zea solo tenía 4 años que no recordará ciertos trazos era normal, ya era bueno que recordará las letras con la que se escribía su propio nombre.
—Esto será todo por hoy —. Decía Linfa recogiendo los utensilios de estudio que se habían utilizados.
—Recuerden que pueden practicar cuando deseen, no solo en las horas de estudio —. Nemirs dejó su asiento y se dirigió a saludar a los niños. Zea saltó en sus brazos en cuanto él se acercó, como si estuviera esperando ese instante. Obviamente, había visto cuando este había entrado, pero Linfa le había hecho un gesto indicándole que prestara atención a las lecciones cuando Zea tuvo la intención de saludar a su abuelo. Zea, al igual que su hermano, tenía ojos color marrón ámbar, que brillaban con curiosidad y vitalidad, pelo negro que resplandecía bajo la luz de la sala, y una piel morena avellana, cálida como el sol de la tarde.
—¿Por qué nunca visitas? Ya te extrañaba mucho —. Decía Zea colgada del cuello de su abuelo, Nemirs la abrazo con sus dos brazos y la levantó, como símbolo de afecto y al mismo tiempo impidiendo que se cayera al suelo, Zea había sido imprudente y aquel salto pudo terminar en caída si Nemirs no hubiese intervenido con sus brazos.
—No le presto mucha atención al tiempo y entre tantas cosas que a veces planeo hacer siempre termino llegando tardes a las visitas —. Respondió con una risa no muy estruendosa, pero algo exagerada. —Pero trataré de visitar un poco más a menudo, lo prometo, de todas maneras, dile a tu papi que te deje ir de vacaciones para que no estes todo el día encerrada aquí —. Zea se emocionó, se notaba que le encantaba pasar tiempo con su abuelo, por obvias razones, el hombre era enérgico, aguantaba su alto nivel de azúcar y siempre que veía a su abuelo o por lo menos la mayor parte de las veces, estaba disponible para jugar.
—¿Puedo, puedo, puedo? —grito en cuanto escucho la palabra vacaciones, era algo que en verdad no existía para los habitantes del castillo, pero era un sueño que se le vendía en bandeja de diamante a los niños.
—Claro, siempre y cuando tus padres te den el permiso. Ahora, abajo —. Nemirs bajo a Zea, miro a Zaykar que veía el espectáculo con una gran sonrisa, el cual se acercó y abrazo a su abuelo con toda la fuerza que podía aplicar.
—¿Puedo llevármelo un tiempo? —pregunto Nemirs a Linfa, la cual respondió con asertividad de inmediato «¿Cómo decirle que no al señor Nemirs?» pensó.
—Puede, solo que no está permitido salir por el momento —. Fueron las palabras pronunciadas por Linfa luego de haber movido su cabeza apresuradamente luego de haber escuchado a Nemirs.
—No se preocupe, no iré más allá de los jardines con el niño —. Nemirs se hinco ante Zea, con su rodilla izquierda apoyada en el suelo y la derecha levantada sirviendo como reposabrazos.
—Luego vendré a jugar contigo, ahora tengo algo que hablar con tu hermano mayor, ¿Bien? —Zea asintió, Nemirs se levantó tomando de la mano a Zaykar que lo siguió sin titubeo.
—Es una promesa —grito Zea.
Nemirs se sentó en un banco situado en el patio trasero del castillo, estaba colocado estratégicamente para que no importase a qué hora del día te sentases en él, el sol no molestase. El viento soplaba de manera leve como en cualquier día normal que no hubiese ni signos de lluvia, pero el soplido del viento era constate gracias a la cantidad de árboles que había alrededor. Estaban en silencio ninguno hablaba, Nemirs disfrutaba de la bendición del silencio que en aquel lugar había, mientras que Zaykar estaba bastante inquieto, movía los pies de atrás adelante con un poco de velocidad y sincronización, cuando el derecho estaba delante el izquierdo estaba atrás y cuando izquierdo estaba al frente el derecho estaba detrás, así una y otra vez con las manos apoyadas en el banco Zaykar no dejaba de moverse. Nemirs noto su inquietud y como de todas formas estaba en aquel lugar para hablar con él, pensó que era el momento adecuado.
—Se que aun eres pequeño y casi no te informan nada, pero ¿Estás al tanto de tu posición aquí? —preguntó.
Zaykar negó con la cabeza, se notaba su confusión, Nemirs solo suspiró, sabía que a Rayzar no le gustaba en la situación que se encontraba su pequeño, pero de todas formas no era como para que lo tuviera en ignorancia. «Tendrá que asumir su papel de todas formas». Pensó Nemirs.