En mi campo de visión ligeramente obstruido por los polígonos brillantes de color azul que desaparecían lentamente ya podía contemplarse una imponente figura de un molino de viento que era característico del pequeño pueblo de Horunka. Sus NPC que eran mayormente aldeanos humildes laboraban con tranquilidad y calma sin ninguna preocupación aparente. Fue para mi totalmente visible el contraste de la pacífica vida de los NPC mientras que todos los jugadores en este momento estaban tan alterados que me atrevería a pensar que serían capaz de matar a otra persona solo por la impulsividad de sus sentimientos desbordándose en una inmensa nube negativa. Mientras avanzaba continuaban mis pensamientos traicionando mi decisión, haciéndome dudar si era lo mejor haber abandonado a mi primer amigo hecho en este mundo, pero, ante cada problemática de ello yo mismo me daba una retroalimentación. Es la mejor decisión para mí. Ya lo había intentado explicar antes a mi compañero, pero no estaba de más volverlo a repasar para disipar todas las dudas que mi mente pudiera seguir desarrollando. Los MMORPG tienden a usar sistemas de regeneración de monstruos cada cierto tiempo en ciertos lugares, significa que, si hay un grupo considerablemente grande de jugadores vaciando esa zona todo el tiempo, la tasa de regeneración se haría más lenta hasta que se volvería imposible farmear experiencia y subir de nivel eficientemente. En este caso era un problema mucho más grande que consideré apenas había comenzado todo el caos en la Ciudad de los Inicios; los jugadores eufóricos eran diez mil y las zonas de caza cercanas era lo que sería vaciado con desesperación. Lo vi muchas veces antes en la realidad ante ciertas crisis cuando la gente salía a vaciar sus bolsillos con las compras de pánico, en este caso sería la caza de pánico, sin embargo, había un problema fundamentalmente mayor a ese aún, y es que la posibilidad de una batalla campal entre jugadores que estaban desesperados por subir de nivel podría ser inminente. En este mundo no había nada ni nadie que pudiera detenerte, no existían policías ni leyes ni personas responables de cuidar que hagas las cosas bien. Lo único que podría evitar una colisión así sería la consciencia moral y la ética de los jugadores, pero, ¿quién conserva esa consciencia en una situación de crisis? Resguardarse las zonas de cacería y la experiencia de determinada zona, luchar para sobrevivir eran solo unas cuantas cosas que podrían verse próximamente. Cada vez que lo pensaba el sentimiento de culpa me recorría el cuerpo entero como un escalofrío angustiante y un sentimiento de presión en el pecho que quería obligarme a volver a ayudar a Klein, pero nada de eso sería ventajoso para mí.
Otro detalle es que además de mí, hay otros 999 beta testers que también conocían el juego, los diversos pasadizos ocultos y algunas misiones secretas que llegaron tan alto como yo en los pisos y podían usar eso a su favor para ubicar rápidamente las zonas más altamente eficientes de farmeo y subir de nivel con facilidad, por lo tanto, tendría que competir en experiencia contra ellos y si la situación lo requería debería ser capaz de poder protegerme a mi mismo de los ataques de jugadores hostiles. En el mundo de los MMORPG los jugadores de mayor nivel e ítems siempre serán los que ganen una batalla; no hay y nunca existen ni han existido factores externos capaces de alterar el sistema para que alguien más débil decante la batalla a su favor, tendría que existir un milagro para que eso ocurriera, por ello si tenía que sobrevivir tenía que buscar ser el más fuerte posible dentro del juego usando a mi favor ese sistema injusto de niveles y experiencia. Lo que además me daba otra preocupación. En particular, no soy un jugador excepcional con un índice de suerte alto, aunque no lo parezca hay en MMORPG's probabilidades y suerte, algo que beneficia a muchos jugadores que pueden obtener mejores equipamientos y/o habilidades… yo no pertenezco a ese grupo de personas privilegiadas, sino más bien que pertenecía al otro grupo promedio de jugadores que para obtener ítems raros debía hacer la misión una y otra vez, y en estos momentos debía aprovechar toda la ventaja que me otorgó ser parte de la beta del juego tanto como pudiera con respecto a la información, los peligros, patrones de ataque y áreas de farmeo más eficientes.
Mis primeros pasos en el pueblo humilde pero hogareño de Horunka me guiaron hacia una tienda NPC donde se desplegó una lista de los ítems que podría encontrar en ese momento y vi los precios; eran considerablemente más baratos que los del a Ciudad de los Inicios como suponía.
— Incluso la economía es afectada, ¿eh?
El NPC me miró extrañado como si fuera lo más obvio del mundo, juzgándome con la mirada mientras yo repasaba la lista de precios, aunque realmente no me interesaba en lo más mínimo; era solo un NPC sin sentimientos ni opciones múltiples, nada que pudiera interesarme particularmente. A un lado de aquella tienda había un espejo para poder ver mi apariencia completa… y real. Tragué saliva al verme, fue casi un shock. Indudablemente podría decir que todavía no asimilaba bien la idea, pero Kayaba nos había entregado un ítem que nos hacía tomar la apariencia real de nuestros cuerpos y ahí estaba la mia. Un niño de catorce años con un equipamiento básico de aventurero espadachín, botas y pantalones café, una playera de manga larga abultada de color azul y una pechera de cuero para nada resistente que parecía más un chaleco del mismo color opaco y café. Ojos oscuros, grises que se reflejaban perfectamente con el cielo oscureciéndose, en compañía de mi larga cabellera que caía sobre los costados de mi cabeza; mechones de cabello azabache distribuidos cubriendo parte de mis orejas.
— Este… soy yo.
Musité de nuevo para mi mismo y el NPC de nuevo tuvo una expresión bastante confundida al respecto. Yo seguí ignorando aquello mientras visualizaba mi ser bajo una armadura de metal, pero antes de poder concretar la idea la rechacé totalmente. No podría usar equipamientos pesados para un arma tan pesada como la que aspiraba a obtener. Los inventarios, el equipamiento, todo tenía un cierto peso y si se excedía, seria imposible para mi caminar, es por ello que determinaría que usaría únicamente armaduras de piel. Compré una chaqueta, marrón que hacia juego con el resto de mi vestimenta y gasté todo el dinero sobrante en pociones que me servirían por si las dudas… No, eventualmente si que me iban a servir y empecé a beber de una de ellas para reabastecer mi salud principiante de 250 de HP. Era demasiado bajo aún. Con una mueca abandoné la tienda en búsqueda de mi principal objetivo, la misión que me entregaría el arma de la que me enamoré perdidamente durante la prueba de la beta y que era tan útil y podría ayudarme a resistir batallas intensas por lo menos hasta el piso cuatro, quizás hasta el quinto piso con mejoras apropiadas de herrería. Y mientras deambulaba por el pueblo encontré finalmente el caldero de una señora a fuego lento, había algo hirviendo dentro y probablemente así estaría para siempre. La vida de los NPC era tan aburrida. La mujer tenía un ícono dorado que flotaba sobre su cabeza en forma de "!". Sonreí un poco al verla, de alguna manera necesitaba ver un rostro familiar y ella a pesar de ser un NPC cualquiera y aburrido era algo familiar con lo que podría orientarme. La mujer parecía preocupada y soltó un suspiro hasta que me vio por fin mientras me acercaba.
— Oh, espadachín. —Me habló, claramente angustiada. — Espero no interrumpirlo… ¿Tiene un momento? Será rápido.
— Si, claro. ¿Qué sucede? —Sabía exactamente que quería, pero aún si lo supiera tenia que quedarme a escuchar su larga explicación de como su hija contrajo una determinada y específica enfermedad que no tuve la decencia siquiera de recordar, solo me interesaba el arma. La mala noticia y desgracia para los MMORPG, es que tienes que quedarte hasta el final de toda la historia que los NPC cuentan para obtener los datos de misión y poder realizarla, es entonces que me quedé esperando a que sus últimas palabras culminarán.
— . . . Por favor, no he visto a nadie por aquí a quien pueda hacerle este encargo. Mi hija depende de esta medicina. —Como tal, su lamento era tan real como su voz, me preguntaba por quienes serían los responsables de dar sus voces para estos personajes, o si los actores fueron capturados como datos realmente en SAO antes de que quedaran los jugadores atrapados. De cualquier manera, era interesante pensar en eso.
— No se preocupe, yo me encargaré.
Ahora que dije eso, el sistema lo registro en automático como la misión aceptada y era llamada
— Si esto no fuera de vida o muerte pudiera experimentar con muchas habilidades…
Me quejé, pero ahora debería priorizar que habilidades tendría que usar para garantizar mis posibilidades de supervivencia con respecto a la misión… Contemplé
Como estaba oscureciendo, la habilidad me permitía observar un poco mejor en la oscuridad mientras se rastreaban enemigos potenciales a mi alrededor, lo cual era una excelente ventaja en estos momentos.
— Agradezco mil veces haber sido beta tester.
Dije para mi mismo mientras avanzaba recorriendo el oscuro bosque, con cuidado de no tropezar con ninguna de las ramas en el suelo, al poco tiempo de estar sumergiendo mi caminata a lo largo del bosque, algo me detuvo. Un cursor apareció en mi campo de visión metros más adelante, no era rojo como el que solía estar acostumbrado a ver, sino que era un color más oscuro, un color magenta. Los colores en los cursores enemigos podrían cambiar dependiendo de la diferencia de niveles existentes, mientras más oscuro sea el color rojo la criatura será de mayor nivel, sin embargo, si presenta un color más claro… ¿No debo explicar eso verdad?
Antes de pensar en atacar, revisé con cautela si había más Little Nepents por la zona. Sería peligroso lidiar con una de ellas de alto nivel y peor sería si hubiera más, para mi sorprendente fortuna en ese momento esa Nepent estaba sola, por lo que solo debía ser cuidadoso. Respiré hondo, aunque supiera los patrones de ataque de la Nepent que yacía delante mío, yo seguía siendo nivel uno, además de eso, era quizá de nivel cuatro o cinco. Eso me ponía nervioso, pero debía mantener la calma. Empuñé una vez más la que estaba en mi espalda, luciendo su imponente brillo en la oscuridad lanzándome al ataque en contra de aquel monstruo, el impacto rindió efecto cuando aquel se retorció de un dolor agónico por la colisión de mi arma y retrocedí unos pasos. A continuación, lo que la Nepent debería de hacer era el clásico movimiento de su escupitajo venenoso. Siempre lo lanzaba de cara hacia el jugador y no había forma de evadirlo antes, pues la cabeza de tremendo animal seguía el movimiento del mismo, en este caso, seguía mis pasos, debía ser en el momento preciso o de lo contrario terminaría muy mal para mí. Eso era lo que se supone que una Little Nepent debía hacer, pero hizo algo totalmente distinto.
Mis ojos se abrieron resultantes de una explosión de sorpresa cuando la Nepent realizó una finta con el escupitajo y en lugar de ello me propinó un brutal golpe directo en el rostro con sus afiladas lianas, estaba preparado para eludir el primer ataque y no el segundo, el impacto me derribó en el suelo. Sentía dolor, en la beta no había dolor, ahora sí. Me quejé, pero no tuve tiempo de lamentarme en el suelo; un segundo ataque consecutivo venía directo a mi y era el escupitajo tan peligroso que buscaba evitar. En el suelo y con un nulo apoyo para esquivar iba a recibir el impacto si o si, pero algo se atravesó en mi campo de visión.