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Chapter 12 - Intruso invitado

ALEJANDRO SCOTT

Mi Beta y mi Delta estaban en mi oficina. Ellos habían sentido un olor que no pertenecía a la manada. Mi preocupación era Alana, ella aún está débil y el dato importante es que es una loba blanca.

—Puede que sean los chupasangres quien esté merodeando por aquí. No les había dicho, pero Alana es una loba blanca que acaba de despertar.

—¿Esa manada de lobos extintos? No sabía que había aún lobos vivos.

— Si esa misma. Hay que reforzar y redoblar la guardia.

Ellos salieron de mi casa. Subí de inmediato al cuarto. Alana estaba en la ventana.

— Alejandro, quiero salir. Creo que me siento un poco mejor.

— Está bien, iremos a dar una vuelta, pero estás segura de que podrás con la caminata.

— Si.

Salimos a caminar por la ciudad de mi manada.

— Quiero dulces, ahí hay.

Ella parecía una niña escogiendo dulces tras dulces.

— Sabes que cuando era niña, nunca probé los dulces, porque tenía que trabajar y llevarle ese dinero a mi padre, y aunque moría por comprarme uno, no lo hacía porque desajustaba la cuota que tenía que entregar.

— Puedes tomar cuánto te guste, solo que come de uno a uno, porque te puede dar dolor de estómago.

Ella sonrió de felicidad. Me abrazó y eso me puso feliz.

Una semana después del despertar de la loba de Alana, hice la presentación de ella como la luna de la manada. El desagradable olor que había sentido aquella vez, no lo volví a sentir, pero fue suficiente para estar más alerta y preparado.

— Demos un pequeño paseo por el bosque, te quiero mostrar un río que está junto a un claro, es hermoso.

Salía con Alana muy seguido para mostrarle la manada, para que fuera conociendo su territorio y a su gente.

— Okay. Alejandro— ella pausó— quiero que me entrenes, quiero ser fuerte, quiero ser de ayuda a esta manada, hasta el momento no sé que es ser la Luna de una manada y las responsabilidades que está conlleva.

—Todo a su tiempo. Por hoy solo el paseo, mañana haremos un poco de ejercicio para ir entrenando cuerpo y mente.

Llegamos al claro, ahí nos encontramos a Priscila, que al verme huyó.

— No te preocupes por ella— Alana me sonrió— ella también pertenece a la manada.

— Alana, Alana, Alana... Dejemos que ella se vaya, disfrutemos de este momento.

— Cuéntame de tu amistad con ella. Priscila te debe querer mucho para estar muy molesta conmigo y ahora contigo.

— Dejemos eso en el pasado.

— No me voy a molestar. Te lo prometo.

— Segura.

— Claro.

— Estoy inseguro de si debo, Pero bueno. Creo que ya te he dicho algo de ella, ¿no?

Alana me miró con esos ojos, esperando que le soltará el cuento, mientras sacaba de su bolsa un caramelo.

—Crecimos juntos, desde niños siempre jugábamos, explorábamos juntos, todo lo hacíamos juntos. Era como si un imán nos atrajese, creo que ambos creíamos que nuestros destinos era estar juntos, en algún momento llegué a creer que ella podría ser mi mate, y cuando me volví en alfa y asumí mis responsabilidades como jefe tenía que vivir cierto tiempo en la gran ciudad. Pero cuando despertaron nuestros lobos, no hubo ese clic. Aun así nuestro apego era grande, ella decidió seguirme, así que la dejé como una sirvienta en la casa, porque mi Nana es difícil de carácter y me sobreprotegía a pesar de ser adulto, y ahí empecé un romance con ella. Espero que no te enojes mi amor.

— Eso fue antes de que me conocieras, así ya no importa, Aun así si quería saber esa historia completa.

— Está bien amor. Pero ahora todo es distinto, yo te amo muchísimo y eres mi vida entera. No existe nadie mejor que tú para mí.

— En serio.

— Claro mi vida. Te parece que caminemos un poco más, este lugar es bello. Es mi lugar favorito. Tiene algo mágico.

— Es bonito el lugar.

Tomé de la cintura a Alana. Miré sus hermosos ojos, me acerqué a esos labios que para mí eran mi perdición, y la besé tan intenso y tan pasional.

— Nos pueden ver.

— Te aseguro que nadie vendrá— le sonreí un poco pícaro.

Le hice el amor en aquel lugar. Ella es mía y yo soy de ella.

— Te amo mi reina hermosa. Te juro que te amaré toda mi vida.

Se escuchó como unas ramas se quebraban.

— Te dije que nos podían ver.

— Tranquila, al parecer es alguien que simuló huir. Así se dará cuenta que te amo a ti.

Nuevamente, ese olor, ese maldito olor, que no estaba seguro de que o quien era.

— Es hora de regresar.

Llevé a Alana de regreso a casa.

ALANA QUANT

Un par de meses han pasado y creo que me he acostumbrado a esta manada, ellos me quieren por lo que soy. Hace poco empecé a entrenar junto con Alejandro. Siendo un poco honesta no me gusta mucho hacer ejercicios, prefiero comer dulces o caminar mientras observo la naturaleza.

— Alana un poco más abajo, hay que fortalecer esas piernas.

— Estoy sin aliento. Espera un poco.

— Mmm.

— Amor, Alejandro, mi vida ya no más por hoy— Sentí unas arcadas que venían.

Vomité.

— Terminamos por hoy. Vamos te llevo a casa— me tomó en sus brazos y me llevó cargando hasta el cuarto.

Fui corriendo al baño a vomitar de nuevo. Cuando salí, Alejandro me miraba de pies a cabeza tratando de decirme algo, o mejor dicho descifrando algo.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué me ves así?

— No sé por qué no me había dado cuenta, soy un alfa muy tonto, quizás o mejor dicho inexperto a veces. Acércate.

Caminé hasta donde él estaba. Subió mi camisa y puso su frente en mi vientre.

— Siento apenas un olor distinto al tuyo, y sabes que significa eso, ese olor es de nuestro cachorro, de nuestro hijo.

¿Un cachorro? ¿Nuestro hijo? Mis pensamientos se tumbaron.

— ¿Qué quieres decir?

— Qué estás embarazada y yo matándote con el ejercicio. Date una ducha, voy a llamar al doctor para que te revise.

Obedientemente, me metí al baño. Me di la ducha, tenía un enredo en mi cabeza. Nunca había pensado en tener hijos, tenía miedo de ser como esos padres que tuve que si bien, no son mis verdaderos padres, pero viví esa crianza que me ha dejado traumatizada.

Salí y me puse ropa cómoda. Alejandro me miró subiendo la ceja.

— Voy a ser un papá orgulloso.

— Ale, sabes que me siento un poco confundida.

— Lo sé, yo siento tus emociones. Pero sabes, lo vamos a lograr. Seremos unos excelentes padres.

—Eso espero.

Llegó el doctor y me revisó.

— Evidentemente, estás embarazada. Nuestra Luna está embarazada. Esto merece una celebración mi señor Alfa.

— La tendremos hoy en la tarde.

— Ale, amor.

— No te preocupes por nada. Sabes lo importante que es para la manada que tengamos un hijo y más aún para ti, un descendiente de la manada de lobos blancos.

— Aun así, quiero adaptarme a la idea de esta nueva faceta que no sé si pueda con ella.

En la tarde, en la plaza de aquella manada, Alejandro dio la noticia de que estábamos esperando un bebé y que yo soy sobreviviente de la manada blanca, por lo tanto, este bebé es sumamente valioso para todos.

Esa noche se hizo una gran fiesta, había asados de todo tipo de carnes, cervezas, platillos exóticos, refresco y muchos dulces en honor a mi y al bebé.

— Nunca pensé que por un bebé así se celebra.

— No es cualquier bebé, es el hijo del alfa y de la Luna.

— Quisiera ir a dormir, estoy cansada.

— Vámonos.

Alejandro se dirigió a su beta y delta.

Llegamos a casa. Me acosté.

— Ale, si quieres seguir en el festejo deberías ir, ellos celebran por nosotros. Ve un rato más y luego regresas.

— No quiero dejarte sola.

— No pasará nada.

Alejandro se fue un rato más y yo caí profundamente dormida después de sentir un aroma a flores de gardenias.

Abrí mis ojos. No reconocía el lugar. Mis manos estaban atadas y mi boca estaba amordazada.