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Chapter 13 - El duque

ALANA QUANT

Abrí mis ojos. No reconocía el lugar. Mis manos estaban atadas y mi boca estaba amordazada.

Sentí ese miedo, un miedo que me dejaba sorda, como cuando mi padre me vendió a aquel burdel. Mis piernas me temblaban. A pesar de ser una loba, de reconocer que soy fuerte, soy una cobarde y en momentos así me pierdo en pánico.

Traté de calmarme. Observé a mi alrededor buscando una salida mientras trataba de soltarme. Mis manos estaban atadas con fuerza.

ALEJANDRO SCOTT

Me despedí de Alana y regresé a la fiesta. Del cual no duré ni quince minutos.

— Gracias a todos por su presencia. Yo me retiro Pero ustedes pueden seguir disfrutando de todo lo que se ha preparado— me despedí de la manada y regresé a casa.

Subí al cuarto, pero Alana no estaba acostada. La ventana del cuarto estaba abierta y un olor embriagador a gardenias invadía la habitación. Sentí una angustia en mi corazón.

Me convertí en Max y empecé a seguir ese rastro de olor. El olor iba mermando. Llegué a la frontera de las casas de las brujas de Neonarde. Si pasaba sin permiso, era como declararle la guerra.

— ¿Qué te trae por aquí perro aullador?

— Cuida tus palabras, no soy un perro aullador. Ya sabes quién soy.

— Si. Todos te conocen como Lobo Alfa. ¿Qué quieres?

—Hablar con tu jefa.

— Quieres hablar conmigo— Apareció una mujer de apariencia muy guapa y muy egocéntrica.

— ¿Tú eres la líder de este lugar?

— Si.

— Quiero hablar contigo, Pero en otro sitio a solas.

— ¿Me estás seduciendo?

— No— gruñi.

— Lo que quieras decirme, dilo.

—¿Dónde está mi Luna?

— Y que se yo, dónde está. Tu mujer se te escapó y vienes a ver si está aquí. Eres un demente. Sabes muy bien que aquí no está, nuestros padres hicieron un acuerdo de paz, así que no rompas su esfuerzo. Somos un grupo tranquilo.

— El olor a gardenia termina aquí.

— ¿Gardenia? Voy a investigar, si encuentro algo, te diré. Okey.

Me retiré del lugar.

No sé si creer en sus palabras, pero si ella tiene a mi Luna, juro que los mataré a todas.

Anduve por todo el bosque de un lado a otro buscando algún rastro, pero fue imposible.

Prácticamente ya amaneció. Regresé a la manada, algo exhausto.

Hice mi enlace con mi beta y mi delta. Ellos acudieron rápidamente.

— Prepara a un buen grupo de lobos fuertes. Anoche mi Luna desapareció. Pasé toda la noche buscándola.

— Perdón Alejandro, bajamos la guardia. Es nuestra culpa.

— Y mi culpa también, por dejarla sola un momento. El cuarto estaba invadido de un olor a gardenias. Seguí el rastro hasta que desapareció fronteras con las brujas, pero ellas dicen no saber de Alana

— Alfa, vamos a empezar la búsqueda.

Mi beta y delta organizaron a casi toda la manada, si algo tenía mi manada es que eran muy fuertes y unidos. Empezó el rastreo de Alana.

ALANA QUANT

Entró a la habitación donde estaba, Priscila.

Mi corazón se agitó tanto. Estaba furiosa.

— Maldita sabandija— me gritó.

Se acercó y de un jalón me quitó la amordaza de la boca, lastimándome la mandíbula.

— Eres una cobarde en hacer esto. Sabes que llevo al hijo de Alejandro en mi vientre.

— No y no me interesa maldita prostituta. No puedo creer que la luna de la manada sea un puta barata de un burdel de mala muerte. La Luna debo ser yo.

— Eso díselo a la diosa Luna, porque yo no decido eso.

—Muriendo tú, podré ser la nueva Luna.

— Una persona tan egoísta no merece a Alejandro.

Entró al cuarto un hombre alto, de muy buen porte, sus ojos eran de un color carmesí.

— ¿Priscila que has hecho? — le grité.

— Yo. Nada... Solo te vendí al duque.

— ¿Él es un vampiro?— el miedo recorría mis piernas y un dolor agudo invadió mis vértebras.

Una visión o un recuerdo o algo así lleno mi mente. Pasaron varias escenas frente a mis ojos. Ese mismo hombre, matando a mi manada. Succionaba desde sus gargantas toda la sangre, mi madre en un acto de amor, usó toda su fuerza y me llevó donde una mujer que ató a mi pequeña loba. Luego, me puso en una casa y se fue al bosque a ayudar a la manada, porque al fin y al cabo ella era una Luna. Mi familia y toda la manada estaban muertas, y la última en morir fue mi madre.

—Fuiste tú quien mató a mi manada, por tu culpa he crecido sola— Empecé a llorar y gritar.

Él tenía una sonrisa en sus labios. Priscila sonrió de oreja a oreja.

—Te maldigo Priscila y no te doy permiso de acercarte a mi Alejandro, menos de ser la Luna de la manada.

Sentí una fuerza que venía desde adentro a afuera, rompiendo la soga de mis manos. Me fui encima a Priscila, tomándola del cuello.

El duque aplaudió y entraron una media docena de hombres que me doblegaron en el piso. Priscila se levantó tosiendo.

— Maldita perra— Ella salió.

Está vez no me amarraron con soga, sino que usaron unas esposas muy pesadas por su grueso, en mis manos, pies y cuello.

— No te enojes mi lobita blanca. No vas a morir rápidamente. Quiero degustar tu sangre de a poco. Eres la última loba exquisita. Así que iré lentamente devorándote.

— Maldito. Alejandro no dejará pasar esto. Tu muerte está asegurada.

Se acercó a mi cuello y lo lamió. Suspiró tan fuerte.

— Que olor mas exquisito.

— Aléjate maldito cerdo.

Aunque revolotee hasta lastimarme manos, pies y cuello, me fue imposible soltarme. El duque salió de la habitación.