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Chapter 41 - cap 41

El aire en la torre era denso con la mezcla de tensión y curiosidad. La escalera se alzaba ante nosotros como un camino hacia lo desconocido, y mientras subíamos, no podía evitar sentir una extraña mezcla de emoción y temor. Miré a mis compañeros, cada uno con sus propias inquietudes, pero al final del día, todos compartíamos el mismo objetivo: descubrir qué secretos guardaba esta torre.

"¿Así que el maestro se llama Fluye?", pregunté, recordando la afirmación de Chawla con orgullo. Esa revelación resonaba en mi mente, un eco de historias de un pasado que apenas comenzábamos a desentrañar. Si Fluye había plantado el gran árbol que nos ayudó a vencer a la ballena, entonces él debía ser alguien realmente notable.

"¿En serio existe un árbol tan grande? ¡Quiero verlo!", exclamó Mail, su voz llena de entusiasmo. Sin embargo, mis palabras lo desanimaron rápidamente.

"Lo lamento, pero lo corté en dos", respondí, sintiendo la necesidad de ser sincero. Mail frunció el ceño, claramente molesta, pero sabía que era mejor no ocultar la verdad.

Nuestra conversación pronto giró hacia la función de la torre. Chawla nos explicó los pisos y sus respectivas funciones, su voz era clara y decidida. Ella mencionó que vivía en el cuarto piso y que desde allí había recibido la orden de atacar a cualquiera que se acercara a la torre. "¿Así que eres como una herramienta?", inquirió Beatriz, su tono un tanto desafiante.

"Soy la herramienta del maestro", respondió Chawla sin titubear, lo que me hizo sentir un ligero escalofrío. La forma en que se refería a sí misma era inquietante, y no pude evitar pensar en lo desgastante que era lidiar con su lógica.

"Esto se está volviendo muy cansado", murmuré, un suspiro escapándose de mis labios. Chawla simplemente sonrió, recordándome que había sido así desde el principio, incluso siglos atrás.

La conversación se tornó más profunda cuando le pregunté qué había en el piso superior. "Allí está el salón de examinación, donde se encuentra la biblioteca de tarjetas. Ahí tomarán la prueba para decidir si son dignos de entrar", explicó. Era un concepto fascinante: una biblioteca que se abría solo a aquellos que demostraban ser dignos.

Mientras ascendíamos, la torre se tornaba cada vez más amenazante. Las paredes eran simples franjas de roca, y la idea de caer desde allí era aterradora. Intenté mantenerme optimista, pero la realidad era innegable. "Si te parece difícil, puedo cargarte", ofreció Emilia, su voz llena de confianza.

"No, en serio, no permitiré que eso suceda", respondí con firmeza. Sabía que Emilia tenía una fuerza superior, pero no quería ser una carga. La verdad era que, en esta situación, la fuerza física no era lo único que necesitábamos.

Beatriz y yo intercambiamos miradas, ambos preocupados por la posible reacción de Chawla al enterarse de que no era su maestro. Pero en mi corazón, sabía que ella no era una amenaza. Recordaba nuestros enfrentamientos previos, pero había algo en ella que había cambiado. Quizás, solo quizás, había una oportunidad de encontrar un terreno común.

"Si deseas, puedo cargarlo, maestro, aunque mi espalda está ocupada por esta niña que actúa como una princesa", comentó Chawla, con un tono burlón que aligeró un poco la atmósfera.

Decidí preguntar sobre los ataques que había lanzado en las dunas de arena. "¿Qué fue eso que usaste para atacarnos?", inquirí. "Ah, eso fue el Gelest Night", contestó, utilizando un término que resonaba en mi mente como un eco de otra realidad.

"¿Gelest Night? ¿Qué significa eso?", pregunté, confundido. Sin embargo, la conversación avanzó rápidamente, y antes de darme cuenta, me encontré inmerso en un vocabulario que se escurría entre mis dedos como arena.

"¿Qué estás diciendo, Chawla? ¡No hay forma de que el maestro muera ante un ataque como ese!", replicó Mail, pero la respuesta de Chawla fue seria. "El maestro siempre ha sido alguien de quien nunca puedes decir si está vivo o muerto".

Esas palabras me dejaron pensativo. ¿Qué clase de persona era Fluye? ¿Qué había hecho en su vida que lo hacía tan enigmático? La conversación continuó, revelando que había peligros en esta torre que no podíamos ignorar. Chawla nos advirtió sobre las criaturas que acechaban en el subterráneo, los sangre horse skins, bestias que no conocían la piedad.

"Es mejor que no lo intenten", nos advirtió, y no pude evitar sentir un escalofrío. La idea de enfrentar a esos seres me ponía nervioso, pero sabía que no podía darme por vencido.

Luego, hice una petición: "No nos ataques a mí ni a mis amigos. Ya estamos en la torre, así que no es necesario". Chawla se detuvo, y por un breve momento, el silencio llenó el aire. Finalmente, asintió. "Lo he memorizado como una nueva orden del maestro".

Mi corazón se sintió un poco más ligero. Aunque no sabía cuánto duraría esta tregua, era un paso en la dirección correcta.

"Por cierto, ¿dónde está Merope?", pregunté, recordando los nombres de los pisos que Chawla había mencionado. Su sorpresa fue evidente, y por un momento, estuve a punto de preguntarle más sobre el piso cero. Sin embargo, decidí que era mejor no presionar.

"Entiendo, no te molestaré más", dije, esbozando una sonrisa. La conversación había sido intensa, pero había momentos de ligereza también. Chawla, con su peculiar sentido del humor, había hecho que la situación fuera un poco más llevadera.

Mientras continuábamos subiendo, no podía evitar preguntarme qué pasaría una vez que llegáramos a la cima. ¿Qué secretos nos aguardaban en la biblioteca? ¿Qué pruebas tendríamos que enfrentar? Pero, sobre todo, ¿quién era realmente Fluye?

Finalmente, Chawla se acercó a mí, su expresión era diferente. "Bienvenido a casa, maestro", dijo, y en sus ojos vi algo que no había notado antes: una mezcla de respeto y lealtad.

Ese simple saludo resonó en mi mente, y aunque sabía que el camino por delante estaba lleno de incertidumbres, también era un recordatorio de que no estaba solo. Había amigos a mi lado, dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se presentara. Y eso, en medio de todo, era lo que más contaba.

La luz que envolvía a Naegi y su grupo se desvaneció lentamente, revelando un espacio vasto y sorprendente. Ante ellos se extendía una biblioteca monumental, con estanterías que alcanzaban alturas imposibles, llenas de libros de cubiertas desgastadas y títulos desconocidos. La atmósfera estaba impregnada de un aroma a papel envejecido y tinta, un olor que evocaba nostalgia y aventuras pasadas. Naegi, con su característico optimismo, sintió un escalofrío de emoción al imaginar las historias y los conocimientos que podrían encontrarse en aquellos libros.

"Esto es increíble", murmuró, mientras su mirada se perdía entre las estanterías. "Es como un sueño hecho realidad."

Chaula, que aún se mostraba un tanto escéptica sobre el entorno, cruzó los brazos y observó con desdén. "¿Y qué se supone que hacemos aquí? No hay monolitos a la vista."

"Quizás esta biblioteca tenga alguna pista sobre la prueba", sugirió Emilia, con su habitual curiosidad. "Los libros pueden contener información sobre el héroe o incluso sobre la propia Chaula."

Naegi asintió, recordando las palabras que resonaron en su mente antes de llegar a este lugar. "Toca a la más brillante del héroe destruido por Chaula…" Ahora, ese héroe parecía más importante que nunca, y el conocimiento encerrado en esta biblioteca podría ser clave para entender lo que sucedía.

"De acuerdo, entonces empecemos a buscar", dijo Julius, su rostro aún serio. "Necesitamos encontrar algo que nos ayude a resolver esta prueba. No podemos quedarnos aquí para siempre."

Mientras se dispersaban por la biblioteca, Naegi no pudo evitar sentirse un poco perdido. La inmensidad del lugar era abrumadora, pero su determinación por ayudar a Rem y a sus amigos lo mantenía enfocado. Se acercó a una estantería y comenzó a revisar los títulos, algunos de los cuales eran extraños incluso para él. "La leyenda de la luna plateada", "Los secretos de los dragones antiguos", "El legado de los héroes caídos"… Cada libro parecía contar una historia que esperaba ser descubierta.

Fue entonces cuando su mirada se detuvo en un libro en particular, que brillaba con un resplandor dorado. "¿Qué es esto?" se preguntó en voz alta, acercándose. Al abrirlo, una luz suave emanó de sus páginas, y Naegi sintió un tirón en su corazón. Era como si el libro estuviera llamándolo.

"¿Qué tienes ahí?" preguntó Beatrice, acercándose con curiosidad.

"No estoy seguro, pero parece… especial", respondió Naegi, hojeando las páginas. Las palabras danzaban ante sus ojos, formando imágenes vívidas de combates épicos y héroes legendarios. "Habla de Orion, el héroe que fue destruido por Chaula. ¡Esto podría ser lo que necesitamos!"

"Déjame ver eso", dijo Emilia, inclinándose para mirar. "Si podemos entender cómo se llevó a cabo su derrota, tal vez podamos encontrar una forma de ayudar a Rem."

Mientras Emilia y Beatrice se acercaban al libro, Chaula se acercó también, aunque con un aire de desconfianza. "No me gusta que estén hablando de mí. A veces, los recuerdos pueden ser peligrosos."

Naegi levantó la vista del libro, sintiendo una necesidad de tranquilizarla. "No estamos aquí para juzgarte, Chaula. Solo queremos entender lo que pasó para poder avanzar. Todos hemos enfrentado momentos oscuros en el pasado."

Chaula lo miró, sorprendida por su amabilidad. "No sueles ser como los demás, ¿verdad? La mayoría solo buscan venganza o poder."

"Solo creo que todos merecemos una segunda oportunidad", respondió Naegi, con su sonrisa característica. "Así como tú, Chaula. Todos tenemos nuestras batallas internas."

La atmósfera se tornó un poco más ligera, y Chaula pareció relajarse. Juntos, comenzaron a leer el libro, y las historias de Orion comenzaron a fluir. Aprendieron sobre su valentía, su arrogancia y, finalmente, su caída a manos de aquellos que había despreciado. A medida que leían, Naegi sintió que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar.

"Parece que Orion no solo fue derrotado por su enemigo, sino también por sus propios errores", dijo Emilia, reflexionando. "Tal vez eso es lo que la prueba está tratando de enseñarnos. No solo se trata de enfrentar a Chaula, sino de entender las lecciones del pasado."

"Exactamente", afirmo Naegi, cerrando el libro con determinación. "Esto no es solo un desafío físico. Es un reto emocional y mental. Debemos aprender de los errores de Orion para no repetirlos."

"Entonces, ¿cuál es nuestro siguiente paso?" preguntó Julius, su mirada aguda fija en Naegi.

"Debemos encontrar la forma de aplicar lo que hemos aprendido", propuso Naegi. "Quizás haya más libros aquí que puedan guiarnos en esa dirección. Si podemos encontrar la forma de reconciliar el pasado de Chaula y el legado de Orion, tal vez podamos superar esta prueba."

Mientras se dispersaban nuevamente por la biblioteca, Naegi sintió una renovada determinación. Sabía que el camino sería difícil, pero con amigos a su lado y el conocimiento que estaban a punto de adquirir, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

La búsqueda en la biblioteca apenas comenzaba, y cada página que pasaban era un paso más hacia la verdad y la redención. Con su característica mala suerte a cuestas, pero con una fe inquebrantable en sus amigos, Naegi se adentró en el laberinto de libros, listo para descubrir los secretos que el pasado había escondido.