La historia de la bruja de la gula resonaba en mi mente como un eco lejano mientras me encontraba en la sala del examinador. La imagen de aquella mujer, atrapada en su propia locura y desesperación, se entrelazaba con la realidad que vivía en ese momento. Una mujer que había sido despojada de su humanidad por el hambre y la ambición desmedida de un hombre que había hecho sacrificios inhumanos. Era una narrativa de dolor, de una existencia marcada por la privación y la insaciabilidad, y aunque sabía que era solo un cuento, sentía que había una lección que debía aprender de ella.
El examinador, conocido como Schwinsteiger, o el "movedor de palillos", estaba frente a nosotros con su cabellera roja y una sonrisa burlona. El ambiente era tenso, y la derrota de mis compañeros aún resonaba en el aire. Me preguntaba cómo había llegado hasta aquí, y la historia de la bruja parecía tener un eco en la lucha que enfrentábamos. ¿Qué sacrificios habíamos hecho? ¿Qué parte de nosotros habíamos dejado atrás en nuestra búsqueda por pasar esta prueba?
De repente, el silencio se rompió. Julius, lleno de determinación, se lanzó hacia Reid, desarmado pero audaz. "¡Voy con todo lo que tengo!" exclamó, mientras la espada en su mano brillaba con la luz del maná. Sin embargo, tan pronto como su ataque fue lanzado, Reid lo detuvo con dos simples palillos. Observé la escena con incredulidad; era como si la historia de la bruja cobrara vida en un nuevo contexto. Aquí, los sacrificios eran diferentes, pero el dolor y la lucha eran iguales.
—¡Imposible! —gritó Julius, claramente sorprendido. La lucha continuó, y cada ataque de Julius fue desviado con una facilidad inquietante. Reid, con su actitud despreocupada, parecía disfrutar del desafío. La precisión con la que manejaba sus palillos era asombrosa, y mientras observaba, me sentía impotente. Quería ayudar, pero sabía que en este tipo de enfrentamientos, cualquier movimiento en falso podría ser fatal.
Mientras Julius volaba por los aires tras un golpe brutal, el siguiente en la línea fue Anastasia, que lanzó hechizos con una energía desbordante. Sin embargo, incluso sus ataques mágicos fueron anulados por la destreza de Reid. Era un espectáculo desconcertante. El poder que emanaba de Reid era palpable, y cada intento de mis compañeros por derrotarlo parecía ser en vano.
—Esto es todo lo que tienes —dijo Reid, con una sonrisa burlona. En ese instante, me di cuenta de que la lucha no solo era física; era también un juego psicológico. Reid estaba jugando con nuestras esperanzas, alimentando la inseguridad que había crecido en el corazón de cada uno de nosotros.
No podía quedarme de brazos cruzados. Miré hacia Julius y Anastasia, que yacían en el suelo, exhaustos. Era un recordatorio de lo que estaba en juego. No solo se trataba de pasar una prueba; se trataba de nuestras vidas y de lo que significaba ser humanos en un mundo lleno de desafíos y sacrificios.
De repente, Emilia hizo su movimiento. Con determinación, conjuró armas de hielo y se lanzó al ataque. "¡Por favor, danos una forma de ganar!" exclamó, y su valentía me inspiró. Me sentí un poco esperanzado. Si ella podía encontrar la manera de desafiar a Reid, tal vez todos podríamos hacerlo.
Observé cómo Emilia luchaba, cada intento de golpear a Reid era una mezcla de habilidad y coraje. Sin embargo, incluso ella enfrentaba dificultades. Reid seguía siendo un muro casi infranqueable, y yo sabía que necesitábamos más que fuerza bruta para superar esto. Necesitábamos estrategia.
Mientras la batalla se desarrollaba, mis pensamientos regresaron a la bruja de la gula. Ella también había estado atrapada en su propia lucha, pero había encontrado una forma de liberarse, aunque fuera a un alto costo. La clave estaba en no dejarse consumir por la desesperación, en encontrar la manera de convertir el dolor en fuerza.
Finalmente, Emilia logró golpear a Reid, un pequeño triunfo en medio de la tormenta. Había un destello de esperanza en su rostro, y eso me hizo reflexionar sobre la naturaleza de nuestro propio viaje. No se trataba solo de ganar; se trataba de aprender, de crecer y de apoyarnos mutuamente, incluso cuando la adversidad parecía insuperable.
A medida que la pelea avanzaba, me di cuenta de que la lucha no sería solo contra Reid, sino también contra nuestros propios temores e inseguridades. La historia de la bruja de la gula era un recordatorio de que a veces, los peores monstruos que enfrentamos no son aquellos que están frente a nosotros, sino los que llevamos dentro.
Finalmente, Reid admitió su derrota. "Está bien, has pasado", dijo, y aunque la victoria era nuestra, sabía que la batalla real apenas comenzaba. La prueba había sido superada, pero el viaje hacia nuestra humanidad y la aceptación de nuestros sacrificios estaba lejos de concluir. Mientras observaba a mis compañeros, comprendí que cada uno de nosotros había crecido de alguna manera, y que juntos, podríamos enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.
El eco de la bruja de la gula resonaba en mi mente, no como una historia de desesperación, sino como un canto a la resistencia y la esperanza. Mientras avanzábamos hacia la siguiente etapa de nuestra prueba, sabía que no solo estábamos luchando por nosotros mismos, sino por todos aquellos que habían sido devorados por la insaciabilidad de la vida. El viaje continuaba y, con él, la promesa de un nuevo amanecer.
La atmósfera en la torre era tensa, marcada por la reciente derrota de sus compañeros. Naegi, con el corazón pesado, se encontraba rodeado por su grupo, cada uno lidiando con sus propias emociones y preocupaciones. Habían logrado que Emilia pasara la prueba, pero eso no era suficiente. Naegi sabía que, para avanzar, todos debían enfrentarse al formidable Reid Astrea, un enemigo que, tras su encuentro, se revelaba casi imposible de vencer.
Naegi miró a sus amigos, recordando cómo Emilia había superado la prueba solo por un descuido de Reid, una suerte que, aunque a veces parecía sonreírle, no podía ser la base de su estrategia. No podían confiar en la mala suerte. Tenían que encontrar una forma de enfrentarse a Reid y, para ello, era vital entender la historia de la bruja que había precedido a esta prueba.
"Quiero contarles sobre Carmela", dijo Naegi, rompiendo el silencio. "Ella es una de las brujas, y su historia es... complicada".
Carmela nació en un pueblo pequeño, un lugar donde la normalidad era la norma. Era una niña común, amada por sus padres y hermanos, con un prometido que representaba el futuro que muchos deseaban. Sin embargo, la vida de Carmela cambió drásticamente cuando hombres poderosos llegaron a su aldea. Eran hombres que buscaban lo que consideraban su derecho, y Carmela, con su belleza inocente, se convirtió en el objeto de su deseo.
Naegi relató cómo la vida de Carmela se convirtió en un ciclo de sufrimiento. A pesar de ser amada por su familia y su prometido, el peso de las expectativas externas y la codicia de los hombres la llevaron al límite. "Era una mujer que solo deseaba ser feliz", continuó Naegi, "pero todo lo que la rodeaba se volvió en su contra. La ira de su pueblo estalló, y en un intento de liberarse, comenzaron una guerra contra aquellos hombres".
La historia de Carmela se tornó oscura. La aldea, en su afán por protegerla, se organizó y luchó valiéndose de la furia colectiva, arrasando con los opresores. Pero el costo fue alto. En la guerra, Carmela se encontró atrapada entre el amor de su pueblo y el abrumador deseo que despertaba en ellos. "El fuego consumió todo a su paso", dijo Naegi, "y aunque Carmela fue vista como una heroína, nadie se dio cuenta de su dolor. Nadie la miraba realmente".
A medida que la historia avanzaba, Naegi explicó cómo Carmela, a pesar de haber traído esperanza a su pueblo, terminó sola. "El amor que la rodeaba no era verdadero. Era un eco de la lujuria, una ilusión que la consumía por dentro", reflexionó. "Se convirtió en la bruja de la lujuria, atrapada en un ciclo de deseos que nunca podría satisfacer".
El grupo permaneció en silencio, asimilando las palabras de Naegi. La historia de Carmela resonaba en ellos, especialmente en Emilia, quien había luchado por demostrar su valía. Naegi sabía que la historia de la bruja era un recordatorio de que el verdadero amor no se basa en la superficialidad, sino en entender y aceptar la esencia del otro.
La conversación fue interrumpida por la llegada de Beatriz, quien pareció más preocupada que de costumbre. "Lo que enfrentan es mucho más que un simple desafío. Reid Astrea no es alguien a quien puedan subestimar", advirtió. "Su poder es tal que podría acabar con ustedes en un abrir y cerrar de ojos".
Naegi asintió, sintiendo la presión sobre sus hombros. "Debemos confiar en nuestras fortalezas, en lo que tenemos como equipo", dijo con determinación. "Si Carmela pudo enfrentarse a su destino, nosotros también podemos encontrar una manera de derrotar a Reid".
El grupo comenzó a discutir estrategias, analizando cada movimiento que habían observado durante la prueba. Sabían que contaban con el apoyo de Emilia, quien había demostrado ser más fuerte de lo que parecía. Sin embargo, el desafío seguía siendo monumental. "Si solo pudiéramos encontrar una manera de debilitarlo", dijo Ram, buscando entre sus recuerdos.
"Quizás podamos aprovechar su arrogancia", sugirió Naegi. "Si logramos distraerlo, tal vez Emilia pueda tener una oportunidad".
Mientras se sumergían en la planificación, Naegi recordó las palabras de Carmela: la lucha por el amor verdadero no siempre se ganaba con fuerza, sino con astucia y comprensión. Era un mensaje que resonaba en su corazón, y que sabía que debían aplicar en su próximo enfrentamiento.
Finalmente, después de una larga discusión, decidieron que era hora de regresar a la sala en la que se había llevado a cabo la prueba. Al acercarse, el grupo sintió una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabían que si querían sobrevivir, tendrían que darlo todo.
Al entrar, Reid los esperaba, con una sonrisa burlona que le daba un aire de confianza inquebrantable. "¿Han venido a jugar de nuevo?" preguntó, su tono despectivo resonando en la habitación. Pero Naegi, en lugar de dejarse intimidar, tomó un paso al frente.
"Estamos aquí para vencerte, Reid", declaró, su voz firme. "No puedes desestimar nuestra determinación".
Reid se rió, un sonido que resonó en las paredes como una advertencia. "¿Determinado? Muy bien. Vamos a ver qué tan lejos puede llegar esa determinación".
Y así comenzó la batalla, no solo por la victoria, sino por la verdad detrás de cada uno de ellos. Naegi sintió cómo su corazón latía con fuerza, y en ese momento, supo que no pelearían solo por ellos, sino por todos aquellos que habían luchado antes que ellos, incluidos aquellos que habían sido olvidados por el mundo.
La historia de Carmela fue solo el comienzo; lo que enfrentarían a continuación definiría no solo su destino, sino también el de todos aquellos que alguna vez habían sentido el peso del amor y la lujuria. La lucha por la verdad estaba a punto de comenzar.