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Chapter 49 - cap 49

Naegi Makoto había logrado esquivar a Male y capturar su brazo, evitando que cayera al vacío en medio de la Torre Pléyades. La adrenalina aún corría por sus venas mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, una sonrisa que contrastaba notablemente con la situación. "Haré que te hagas responsable de matarme", dijo con una calma casi irreal. Su tono ligero parecía provocar una chispa de confusión en la mirada de Male.

Ella, aún recuperándose de la impresión, respondió: "¿Responsabilidad por matarte? Siempre dices cosas muy extrañas, o quizás los golpes en la cabeza te han afectado un poco. Esto solo es un malentendido."

A Naegi le sorprendió la facilidad con la que Male se liberó de la tensión de la situación. Había algo en su actitud que le decía que había vivido como una salvaje, eligiendo siempre la mejor opción para sobrevivir. "No crees que si quisiera matar a un nissan, lo habría hecho en las zonas de arena, rodeados de miles de bestias, ¿verdad? ¿O nissan olvidó todo eso?", continuó Male, intentando justificar su posición.

Naegi reflexionó sobre sus palabras. "Supongo que sí. Eso es lo raro. Si realmente quisieras matarnos, habrías tenido innumerables oportunidades para hacerlo, pero no lo hiciste. Sin embargo, tu deseo de acabar conmigo surgió después de lo que pasó anoche, ¿verdad?"

La mirada de Male se tornó más intensa. "Increíble pensar que hiciste todo esto de fingir tu amnesia para usarla en este momento", replicó, visiblemente molesta. La tensión era palpable; ella había sido atrapada, y la clara evidencia de su intención de asesinarlo pesaba sobre ella como una sombra.

Male buscó maneras de zafarse. "Supongo que debería intentar resistirme y huir de aquí, especialmente cuando ese malvado animal-chan no está aquí. Sabes, incluso yo puedo escapar de o nissan por mí misma."

Pero Naegi no se dejó llevar por su provocación. "No me malinterpretes, Male. Mi pérdida de memoria no es una mentira para engañarte."

Male le sacó la lengua en un gesto burlón y se acercó a él, colocando sus manos sobre su cuello, como si intentara asfixiarlo. "Sabes, yo también puedo matarte, pero realmente prefiero otros métodos que demoren menos y que sean menos dolorosos."

A pesar de la amenaza implícita, Naegi se mantuvo firme. "Estás equivocándote. Yo no pretendo matarte o lastimarte. A partir de mañana, tengo la intención de tratarte de la misma manera que lo he hecho hasta ahora."

La confusión en los ojos de Male era evidente. "¿Qué está pasando? No puedo creerlo. No puedo creerlo." Se estaba jugando con su trenza mientras su mente lidiaba con la realidad. Naegi, observando su comportamiento, se dio cuenta de que estaba utilizando su alter ego, Elsa, como una defensa mental. Era como si su mente se hubiera dividido, buscando refugio en una figura que una vez le había proporcionado consuelo.

"Si o nissan no tiene idea de lo que intenté hacer ahora mismo, entonces es terrible", murmuró Male, su voz llena de incertidumbre. Naegi sabía que si él moría, Emilia y Beatriz no dejarían que esto pasara por alto. La revelación de su crimen no sería un simple asunto de olvido; el ecosistema de su grupo se vería alterado irrevocablemente.

"Esto es solo un impulso tuyo, un hábito de asesinato. Ni siquiera tuviste en cuenta otras maneras de resolver el problema. Eso no es tu culpa", dijo Naegi, intentando calmar la tempestad de emociones que se agolpaban en la mente de Male.

"No hables como si lo entendieras. ¿Qué sabes de mí?", respondió Male, su voz cargada de ira. Naegi le devolvió la mirada, firme pero amable. "Sé más de ti que esas dos personas con las que has vivido toda tu vida. Sé que en el interior hay confusión. Anoche, algo sucedió que te llevó a decidir asesinar. Todo esto es porque querías mucho a Elsa."

El rostro de Male se tornó sombrío. "¿Qué sabes tú de Elsa? ¿Qué sabes tú de lo que he pasado?" La ira en su voz era palpable, pero Naegi se mantuvo firme.

"Querías vengarte, ¿no? Pero no, no lo sé", le respondió Male, su voz temblando entre la rabia y la tristeza. Naegi continuó: "Aún así, ella ya está muerta. Ya lo sé, ya lo sé."

Male se sintió atrapada en una cámara oscura, llena de desesperación. La tristeza y la ira se entrelazaban en su corazón. "La única forma de expresar mis emociones ha sido actuando como la asesina que soy", admitió con voz quebrada.

"Entiendo que estás conteniendo tus sentimientos, pero la respuesta que estás buscando tal vez no se puede encontrar de esta manera. Déjamelo a mí. Trabajaré duro para que las cosas no empeoren. Confía en mí", dijo Naegi, intentando ofrecerle una salida.

"No puedo confiar en ti. Todo lo que sale de ti es...", Male no completó la frase. A pesar de su resistencia, Naegi sabía que estaba llegando a un punto de quiebre. "Ya veo lo que sale de mi boca no se puede creer. Reflexionaré sobre eso. Gracias. Hasta ayer estaba bastante mal con las promesas", dijo Male, visiblemente frustrada.

"Entonces, hagamos una promesa entre nosotros", sugirió Naegi. En ese momento, Emilia apareció de las sombras, confirmando que había estado allí cumpliendo las órdenes de Naegi. "Él me pidió que estuviera aquí por si hacías algo peligroso", explicó.

Male se dio cuenta de que Naegi había previsto todo, incluso la posibilidad de que su alter ego no confiara en él. "Creo en lo que ha dicho Naegi, y por eso te pido que creas en él y lo observes", dijo Emilia, dándole a Male una oportunidad que nunca había tenido antes.

Naegi, con una sonrisa alentadora, continuó: "Parece que estabas a punto de cometer un gran error, pero la buena salvación de Emilia y yo lo impidió. Esta es tu oportunidad para aprender cómo debería haberse hecho y encontrar una solución diferente a matarme."

La confusión de Male se tornó en intriga. "Calma los sentimientos malvados dentro de ti y mira si realmente quieres matarme o si has cambiado de opinión. También haré todo lo posible para enseñarte sobre moralidad."

Naegi sabía que Male había seguido una forma de vida que no era adecuada, y que él estaba ahí para mostrarle nuevas opciones. "No sé cuántos años tienes, pero cuando tenía más o menos tu edad, tenía a los adultos a mi alrededor para que me ayudaran. Así que te ayudaré, incluso si no quieres que lo haga. Eres demasiado joven para pensar en lo que deberías estar haciendo o rechazar la ayuda de los adultos."

Mientras Naegi acariciaba suavemente la cabeza de Male, Emilia la abrazó por detrás, instándola a confiar en ellos. "No quiero olvidarme de él", murmuro Male, su voz llena de pesar.

"No necesitas olvidar a alguien que amas", respondió Naegi con calidez. "Pero incluso si es alguien a quien amas, te pido que no imites su forma de hacer las cosas."

Una transformación sutil comenzó a manifestarse en Male. Después de aceptar la propuesta de Naegi, sintió que, por primera vez, había un camino alternativo hacia la paz. En ese instante, Beatriz y Saúl llegaron, asegurándose de que todo estuviera bien.

"¡Sabía que el maestro estaría bien!", exclamó Beatriz, aliviada. "De hecho, pensaba que la niña explotaría en pedazos antes de tocar al maestro."

Naegi sonrió, sintiendo una mezcla de amor y camaradería con sus compañeros. "Fue suerte, supongo. Si me hubiera caído, ninguno de ustedes me habría perdonado", dijo, consciente de que cada uno de ellos había jugado un papel crucial en su salvación.

"Mira, Male", dijo Naegi con gentileza. "Te esforzarás muchísimo para compensar a Beatriz, ¿verdad?" Y, a pesar de la tensión, se podía ver un cambio en Male. Había comenzado a abrirse, a entender que había otras maneras de lidiar con el dolor.

La conversación fluyó, y mientras regresaban a la sala de uso común, Naegi notó que las cosas habían cambiado. "Las cosas terminaron así porque nadie le enseñó lo importante", reflexionó, mirando a Male, quien ya no era solo una amenaza, sino una joven buscando su propio camino.

Mientras se acomodaban, Julius entró, explicando que había estado vigilando las bestias fuera de la torre. "No ha habido problemas", dijo con una sonrisa, aliviando aún más la atmósfera.

Naegi, queriendo seguir con su plan, sugirió que capturaran la torre como equipo. "No se preocupen por mi pérdida de memoria. Creo que es lamentable, pero realmente me hace feliz que todos deseen recuperarlos. Sin embargo, deberíamos avanzar con las pruebas. Si algún mecanismo de la torre tomó mis recuerdos, ese mecanismo me los devolverá cuando terminemos la prueba, ¿verdad?"

Equidna, asintiendo, comentó: "Parece que Naegi descubrió algo para superar las pruebas rápidamente y, como consecuencia, perdió sus memorias."

A pesar de que Beatriz estaba algo molesta porque no iban a priorizar la búsqueda de los recuerdos de Naegi, él sabía que si se detenían, no llegarían a tiempo para evitar tragedias. "Quiero priorizar la captura de la torre. Quiero que todos también lo entiendan por ahora", declaró con determinación.

La solicitud de Naegi dejó a todos en silencio, pero al final, cada uno aceptó. Aunque Emilia y Beatriz estaban algo tristes, sabían que era el momento de avanzar. "Vamos a buscar si hay un libro de Reid en la biblioteca de tarjeta", sugirió Naegi, y la conversación se tornó en un debate sobre la posible existencia de Reid.

Naegi, recordando que habían pasado cuatrocientos años, argumentó que era razonable pensar que Reid había muerto. Pero las respuestas de Beatriz y Emilia, quienes también habían vivido bastante tiempo, resonaron en su mente. La revelación de que más de la mitad de su grupo eran seres que habían vivido más de cien años lo sorprendió.

Mientras continuaban su charla, Naegi sentía que el vínculo entre ellos se fortalecía. La confianza y la amistad estaban floreciendo, y eso era algo que nunca había imaginado en un lugar tan peligroso como la Torre Pléyades.

Finalmente, se encontraron con Saúl, quien había encontrado el libro de Reid. Male, tímida, admitió que lo había encontrado por casualidad. "¡Claro que sí es la gran cosa! Puedes presumir de lo que hiciste bien", le animó Naegi, sintiendo la chispa de camaradería brotar entre ellos.

Sin tiempo que perder, Naegi tomó el libro y, al abrirlo, fue recibido por una visión similar a las anteriores, donde la información de la vida de Reid debería aparecer. Pero esta vez, algo no estaba bien. Se encontraba en una habitación blanca e infinita, y una voz familiar rompió el silencio.

"Bien, bien, o nissan, has venido aquí de nuevo", dijo una chica desconocida, con una sonrisa que le heló la sangre. Su cabello dorado y su mirada penetrante le dio un aire de peligro inminente.

"¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?", preguntó Naegi, sintiendo que su corazón latía con fuerza. La chica, sonriendo de manera inquietante, respondió: "Este lugar es un blanco solitario, el destino final del alma, la cuna de Oddó Laguna, el salón de los recuerdos."

Naegi sintió cómo el miedo se apoderaba de él mientras la chica continuaba: "Somos el arzobispo del pecado del culto de la bruja, representando a la gula, Luís Arnet."

Las palabras resonaron en su mente como un eco aterrador. Naegi sabía que había entrado en un territorio desconocido, un lugar donde sus decisiones pasadas lo perseguirían, y una nueva batalla por su vida y su identidad estaba a punto de comenzar.

El aire en la habitación blanca se sentía denso, como si cada palabra pronunciada por Louis estuviera impregnada de una mezcla de malicia y curiosidad. Naegi, aunque abrumado, sabía que debía mantenerse firme. Inmediatamente, recordó las difíciles circunstancias que lo habían llevado a este punto. Había enfrentado tantas adversidades, y a pesar de su mala suerte, se había ganado la amistad de personas que, como él, buscaban encontrar su lugar en un mundo caótico. Pero ahora, en este momento, su vida estaba en la balanza, y el peso de su decisión era más pesado que cualquier otro que había enfrentado.

Louis, con sus ojos dorados brillando con una mezcla de desafío y vulnerabilidad, se acercó a él. "Oye, o nissan," comenzó, su voz era suave pero cargada de tensión, "¿cuántas veces has regresado de la muerte?"

Naegi titubeó. "Es la quinta vez," respondió, su voz un susurro. Cada regreso era un recordatorio de la lucha por la supervivencia, pero también de las conexiones que había formado. ¿Era correcto arriesgarlo todo por recuperar los recuerdos de un pasado que había dejado atrás?

"¡Asombroso!" exclamó Louis, como si la mera idea de su regreso fuera una hazaña digna de celebración. Pero para Naegi, el asombro se mezclaba con el temor. Sabía que el regreso a la vida no era solo un logro; implicaba sacrificios, decisiones dolorosas.

A medida que la conversación avanzaba, la atmósfera se tornó más tensa. Louis le reveló que había robado sus recuerdos, que había consumido el conocimiento y las experiencias que Naegi había acumulado, y que ahora, de alguna manera, ella poseía una parte de él. La idea era inquietante. ¿Qué significaba esto para su identidad? ¿Era él, Naegi, o solo un eco de lo que había sido?

"¿Por qué hablas en plural?" Naegi se atrevió a preguntar. "¿Por qué usas 'nosotros'?" La respuesta de Louis fue evasiva y, sin embargo, cargada de un sentido de comunidad que la inquietó. "No tienes que preocuparte por eso. Aunque somos hermanos, debemos ayudarnos unos a otros y cooperar, ya sabes."

Aquel momento de conexión trajo consigo un destello de luz en la oscuridad. "Eres una hermanita adorable," le respondió Naegi, "considerada con tus hermanos mayores." La broma alivió momentáneamente la atmósfera tensa, pero la realidad era ineludible. La conversación giró hacia los otros arzobispos y sus trágicas muertes, una conversación que reveló la falta de verdadero compañerismo entre ellos. Todo lo que parecían ser eran sombras de seres humanos, atrapados en un ciclo de odio y manipulación.

"¿Qué hay de los otros pecados?" preguntó Naegi, curioso, buscando entender el mundo en el que se encontraba. Louis mencionó que había seis más, pero que dos habían muerto recientemente. "Puede que si esos dos pudieran morir rápidamente, también sería perfecto," comentó, casi con desdén. La falta de empatía en sus palabras le dio un escalofrío.

La conversación continuó profundizando en su naturaleza. Louis explicó que, aunque se llamaran arzobispos, eran más similares a brujas que a seres humanos. "Llamarse brujas o arzobispos es lo mismo; es solo una cuestión de época." Esa revelación dejó a Naegi pensativo. ¿Era posible que la humanidad estuviera tan lejos de la comprensión de lo que realmente significaba el amor y la amistad?

Louis describió la habitación blanca como un lugar donde las almas eran filtradas y limpiadas, listas para reencarnarse. "Es como si fueran trapos sucios, lavados para ser reutilizados," explicó. La imagen incomodó a Naegi. ¿Era su vida, su esencia, simplemente un trapo desechable en un ciclo interminable de reencarnaciones?

"Ese dios llamado Laguna es bastante malvado, ¿no crees?" comentó su barón, un destello de indignación en su voz. Pero Louis desvió la conversación, diciendo que Laguna no era un dios, sino un mecanismo que mantenía el equilibrio en el mundo. "No apoya ninguna facción; es igualitario e imparcial." Esa idea resonó en la mente de Naegi. ¿Realmente era posible que incluso un dios fuera imparcial? ¿Qué significado tenía eso para su lucha?

La conversación se tornó más personal cuando Naegi preguntó sobre sus recuerdos. "Tú robaste mis recuerdos de todo hasta ayer, ¿verdad?" Louis asintió, y la revelación lo golpeó con fuerza. Había estado en este lugar antes, había sentido lo que significaba perder todo lo que amaba.

"Así que, Naegi, también viniste aquí ayer," dijo Louis, su tono lleno de curiosidad. Pero antes de que pudiera procesar esa información, su barón se congeló ante la posibilidad de que alguien supiera sobre su retorno por muerte. La regla que prohibía a nadie conocer este secreto parecía estar en peligro de romperse.

Louis, como si hubiera leído sus pensamientos, dijo: "Sobre el regreso de la muerte, ya es demasiado tarde. Ahora yo y mis hermanos lo sabemos." La realidad de su situación se hizo más clara. No solo estaba en peligro él, sino también aquellos que amaba.

En un momento de desesperación, Louis se acercó a él, su rostro tan cerca que podía sentir su aliento. "Oye, o nissan, dime cuántas veces has regresado." Naegi, abrumado por la intensidad de la conversación y la adrenalina que fluía en sus venas, respondió: "Es la quinta vez." ¿Por qué era tan asombroso para ella? ¿Acaso no entendía el dolor que conllevaba regresar, una y otra vez, solo para enfrentarse a la pérdida?

"Es asombroso," repitió Louis, "no es asombroso. Estamos hablando de que es asombroso porque es asombroso." Su risa resonó en la habitación, una risa que parecía vacía. Naegi sintió una punzada de tristeza. ¿Qué era lo asombroso en todo esto?

Fue entonces cuando la conversación se tornó oscura. Louis se abalanzó sobre él, sus manos en su cuello, desafiándolo. "Si no quieres que te estrangule, devuelve mis recuerdos." La amenaza en su voz era palpable, y aunque sabía que no podía hacerle daño, Naegi se sintió atrapado. La lucha interna era intensa. Por un lado, quería recuperar sus recuerdos, pero por otro, no quería convertirse en un monstruo.

"¿Realmente vas a estrangular a una niña pequeña?" preguntó Louis, su voz un susurro lleno de provocación. La pregunta caló hondo en él. ¿Era eso lo que se había convertido? ¿Un ser dispuesto a hacer daño por recuperar lo que había perdido?

"Sé que puedes," continuó ella, desafiándolo. "Después de todo, sabemos más de ti de lo que tú mismo sabes." Naegi se sintió expuesto, como si cada rincón de su ser estuviera siendo examinado. No quería hacerle daño. La lucha dentro de él se intensificó.

Louis le dijo que si mataba a su versión original, él desaparecería, y la idea era aterradora. La vida que había construido en este nuevo mundo, las amistades que había formado, todo podría desvanecerse en un instante. "Imagina qué pasará con todo lo que has vivido estos dos días," dijo ella, y Naegi sintió que su corazón se hundía.

El dilema se volvió más complejo. No quería perder la vida que había vivido, pero tampoco quería sacrificar al Naegi original. Cada palabra de Louis parecía una manipulación, una trampa cuidadosamente tejida para que él se sintiera culpable por su deseo de recuperar su identidad.

"¿Por qué no simplemente vives esta vida?" le sugirió, como si la respuesta fuera tan simple. "Naegi no es el hombre perfecto que todos creen." Las palabras resonaron en su mente. La imagen de Emilia, Beatriz, y todos los que había llegado a amar, llenó su corazón. No quería renunciar a ellos.

"¿Tienes alguna prueba de que yo desapareceré cuando recupere mis recuerdos?" le preguntó. Louis, con una sonrisa burlona, respondió que nunca devolvieron lo que habían consumido. La angustia se apoderó de Naegi.

El dilema lo consumía. Las grietas comenzaron a aparecer en su cuerpo, como si la presión de su decisión estuviera desintegrando su ser. La voz de Louis resonó en su mente, instándolo a tomar una decisión. "Tienes que reconocer tu propia existencia," le dijo, y eso fue lo que Naegi necesitaba escuchar.

Recordó a sus amigos, a sus seres queridos. Recordó la calidez de su amor. "No quiero desaparecer," gritó, y en ese momento, su determinación se hizo fuerte.

La sombra en la habitación se volvió más clara, y Naegi sintió la presencia de alguien más. "Levántate," resonó una voz familiar. Era Rem, la joven de cabello azul que había dejado una huella indeleble en su corazón. "Ve y salva todo," le instó. Su corazón latía con fuerza, y Naegi sintió que la oscuridad que lo había rodeado comenzaba a desvanecerse.

"Realmente crees que puedo hacerlo?" preguntó, casi dudando de sí mismo. Pero Rem le respondió con confianza. "Puedes hacerlo. Después de todo, Naegi, eres el héroe de Rem."

Con esas palabras, el deseo dentro de Naegi empezó a florecer. La luz en su interior se intensificó, y con un nuevo poder surgiendo de lo más profundo de su ser, se levantó.

"Ya no necesitas decir nada," le dijo a Louis, su voz firme. "Estoy harto de su desgarradora explicación." La manipulación que había soportado se desvaneció en ese momento. Había tomado su decisión.

Louis, sorprendida, retrocedió. "¿Por qué…?" murmuró, pero Naegi ya no iba a mirar atrás. "Guardas tu cuchillo y tenedor, ladrón de comida. Aquí no hay sopa de fideos para ti."

Con un salto audaz, Naegi se lanzó hacia la fisura que había aparecido en el espacio, dejando atrás la habitación blanca y todas las sombras que la habitaban. No se detendría. No permitiría que el miedo lo dominara. Su vida le pertenecía, y estaba decidido a vivirla plenamente, rodeado de aquellos que realmente importaban.

Mientras cruzaba la fisura, la voz de Louis resonó detrás de él. "Esto no se ha terminado. Tu vida nos pertenece." Pero Naegi sonrió, sabiendo que estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se avecinara. Había encontrado su camino, y no había vuelta atrás.

A partir de ese momento, la lucha por su vida, sus recuerdos y su amor apenas comenzaba.

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