Chereads / re zero en naegi / Chapter 24 - cap 24

Chapter 24 - cap 24

El eco de los combates resonaba en el aire, un sonido que se mezclaba con el crujido de la tierra y el susurro del viento. Garfiel y Elsa se encontraban en una feroz batalla, cada uno mostrando sus habilidades con una destreza que parecía casi sobrenatural. Garfiel, con su espíritu indomable, se movía como un rayo, lanzando ataques que mostraban su fuerza bruta. Por otro lado, Elsa, con su elegancia mortal, se deslizaba entre sus movimientos, esquivando y contraatacando con una precisión escalofriante.

"Vaya, vaya..." Elsa dijo con un tono juguetón, "me encanta tu estilo de combate, Garfiel. Es casi poético".

Garfiel, a pesar de la tensión del combate, sonrió de forma desafiante. "¡No me halagues, bruja! Solo estoy aquí para proteger a los que importan".

Mientras luchaban, Garfiel no dejó de preocuparse por su hermana, Rem. En un momento de presión, se giró hacia Frederica, quien observaba la batalla con una mezcla de admiración y preocupación. "¡Frederica! ¡Debes irte y rescatar a Rem! ¡Ella está en peligro!".

Con una mirada decidida, Frederica asintió y se lanzó a la acción. Garfiel sintió un alivio momentáneo, pero su corazón seguía pesado. La batalla continuaba, y él sabía que no podía permitirse distraerse. Elsa, al ver la determinación en sus ojos, decidió aprovechar la situación.

De un movimiento, cortó el suelo bajo sus pies. Ambos cayeron al piso inferior, aterrizando en una habitación oscura y polvorienta. Se levantaron, sacudiéndose el polvo y enfrentándose una vez más. La tensión en el aire era palpable, y la lucha estaba lejos de terminar.

Mientras tanto, en la biblioteca, Naegi Makoto enfrentaba su propia batalla interna. La situación era desesperante. Miró a Beatrice, quien se aferraba a su Evangelio con un aire de resignación. "Debemos salir de aquí", insistió Naegi, su voz un eco de urgencia. "Los intrusos saben cómo funciona tu Cruce de Puertas. No podemos quedarnos aquí".

"¿Qué te hace pensar que eso es posible?" Beatrice replicó, su mirada fija en el libro. "Roswaal ha decidido nuestro destino. Si él ha escrito mi muerte, entonces así será".

"¡Eso no tiene sentido!", Naegi exclamó, sintiendo el peso de su mala suerte aplastándole. "Tienes que decidir por ti misma. No puedes dejar que otros decidan por ti".

Beatrice lo miró, su expresión un tumulto de emociones. "Nunca he hecho nada por mí misma. Siempre he seguido la voluntad de mi madre. Ella me dejó este libro en blanco, como si no tuviera un futuro".

"¡Eso es estúpido!", Naegi respondió, sintiendo una chispa de frustración. "Tu madre no te lo dio en blanco a propósito. Ella quería que tuvieras la oportunidad de escribir tu propia historia".

Beatrice frunció el ceño, sintiendo que sus creencias estaban siendo desafiadas. "No puedo romper el pacto que hice con ella. No puedo traicionar su memoria".

"Si ese pacto te lleva a la muerte, entonces debes romperlo. Lo más importante es tu vida, Beatrice", insistió Naegi, su voz resonando con una verdad que necesitaba que ella escuchara. "No puedes seguir buscando una salida que solo te lleva a la oscuridad".

Beatrice lo miró con incredulidad. "Eres muy egoísta, Naegi".

"No estoy siendo egoísta", Naegi respondió con sinceridad. "Quiero que vivas. Quiero estar contigo".

En ese momento, Beatrice lanzó a Naegi fuera de la habitación con un gesto de su mano, cerrando la puerta que conectaba con la Biblioteca Prohibida. Se quedó sola, cuestionando todo lo que había creído.

Del pasillo, Otto y Petra aparecieron, sus rostros pálidos por el miedo. "Naegi, ¡tenemos que irnos!", gritaron al unísono. "La zona está llena de bestias demoníacas, y hay una que no se puede ahuyentar con el cristal mágico".

"¿Cristal mágico?" Naegi preguntó, tratando de mantener la calma. Otto sacó un pequeño cristal verde, que brillaba con una luz tenue. "Lo usamos en el bosque de Irlam, pero no funciona aquí".

Antes de que pudieran reaccionar, el suelo se resquebrajó bajo sus pies. Un rugido retumbante resonó en el aire mientras una gran mabestia, un Cerdo de Roca, irrumpía en la habitación. "¡Agárrense!", gritó Frederica, quien había vuelto en un salto heroico, atrapándolos en el aire y lanzándolos por la ventana.

El viento los envolvió mientras caían, y Naegi sintió la adrenalina correr por sus venas. Al aterrizar, Frederica llevó a Rem, quien estaba atada a su espalda. "¡No se preocupen! ¡Escapen!", les instó, mientras la mabestia destruía la mansión a su paso. "No pienso morir ahora, especialmente después de encontrar a mi hermano".

Naegi no podía permitir que eso sucediera. "¡No puedes distraerla! Aquí, ¡sígueme!", dijo, guiando a Otto y Petra hacia el vestíbulo secreto de Roswaal. En el camino, se encontraron con criaturas moribundas, unas ratas de alas negras, que eran devoradas por un guiltylowe, una criatura que parecía incapaz de ser afectada por el cristal.

En otro lugar, Emilia se adentraba en la tumba, lista para enfrentar la segunda prueba del Santuario. Las visiones comenzaron a formarse a su alrededor, mostrándole un presente imposible donde Fortuna vivía y Geuse no había perdido la cordura. Fortuna la peinaba con ternura, mientras Geuse sonreía junto a ella. Emilia se sintió atrapada en esta fantasía, incapaz de moverse hacia el espejo.

"¿Te gusta cómo me he quedado?" Fortuna preguntó, pero Emilia no podía responder. La felicidad la envolvía, pero la incapacidad de acercarse al espejo la mantenía paralizada.

De repente, la ilusión se rompió cuando Geuse mencionó que Fortuna tenía un papel importante, y Emilia, sintiendo la presión de la realidad, comenzó a llorar. Las elfas a su alrededor se referían a ellos como una familia perfecta, pero Emilia sabía que era solo una ilusión.

Cuando la prueba llegó a su fin, Emilia se encontró con los aldeanos refugiados de Irlam, quienes la esperaban con gratitud. "No solo lo hacemos por Naegi", le dijeron, "sino por ti".

Con el apoyo de Ryuzu Alma y los demás, Emilia sintió que su determinación crecía. "¿Dónde está Ram?", preguntó con preocupación.

"Cumpliendo su papel", respondió Ryuzu. "Y tú también debes cumplir el tuyo".

Con el corazón latiendo con fuerza, Emilia se preparó para enfrentar la última prueba. El mensaje le advirtió que debía afrontar la desgracia que se avecinaba. Un desafío que la llevaría al límite de su ser.

La batalla entre Garfiel y Elsa continuaba en otro plano, pero Emilia sabía que su lucha personal, su lucha por encontrar su identidad y su fuerza, había comenzado. La oscuridad podría estar cerca, pero no se rendiría. Ella era más fuerte de lo que pensaba, y estaba lista para enfrentarlo todo.

La noche había caído sobre la mansión de Roswaal, y el estruendo del combate resonaba con una intensidad que parecía eclipsar incluso el crujido de las llamas que devoraban las paredes de aquel lugar. Mi corazón latía con fuerza, no solo por la adrenalina que me provocaba la batalla, sino también por la creciente sensación de que todo se desmoronaba a mi alrededor. La mala suerte, como una sombra, parecía seguirme a cada paso.

Mientras Garfiel luchaba a muerte contra la vampira Elsa, yo me encontraba en medio de un lío monumental. La situación con el Guiltylowe era crítica. Otto y Petra, mis aliados, luchaban valientemente a mi lado, pero el monstruo parecía imparable. Los gritos de angustia resonaban en el aire, y el olor a humo comenzaba a llenar mis pulmones.

—¡Naegi, tenemos que distraerlo de una vez! —gritó Otto mientras esquivaba un ataque del Guiltylowe.

Sin pensarlo dos veces, me acordé de un plan que había estado fraguando en mi mente. Si lograba crear una nube de polvo y encenderla con unas velas que había encontrado en una de las habitaciones, podríamos atraer su atención. Pero, como era de esperar, la suerte no estaba de nuestro lado. Me armé de valor y preparé todo, pero cuando encendí la mecha, el polvo no ardió. Simplemente se desvaneció en el aire.

—¡No puede ser! —grité, sintiendo que la desesperación comenzaba a apoderarse de mí.

Justo cuando la situación parecía desesperada, Otto, con su ingenio natural, recordó el aceite que había traído. Sin dudarlo, se apresuró a verterlo sobre el monstruo, y Petra lo siguió, encendiendo una de las velas en su camino. Las llamas estallaron en un espectáculo de luz y fuego, iluminando el oscuro pasillo con una intensidad cegadora. El Guiltylowe, sorprendido por el ataque, se lanzó hacia atrás, provocando un estruendo que resonó por toda la mansión.

Desesperado, miré hacia la puerta, donde las llamas comenzaban a extenderse, y supe que era el momento de actuar. —¡Otto! —grité—. ¡Lleva a Rem y a Petra al pasadizo secreto! ¡Yo buscaré a Beatrice!

Mientras ellos se dispersaban, me di cuenta de que el tiempo se agotaba. La mansión estaba en llamas, y cada segundo contaba. Sin embargo, no podía dejar de sentir que la situación se iba de las manos.

En otro rincón de la mansión, Garfiel se debatía en una lucha que parecía no tener fin. Elsa, con su fascinante capacidad regenerativa, se movía con una gracia inquietante, esquivando cada uno de sus ataques.

—¿De verdad crees que puedes seguir así, Garfiel? —se burló Elsa, con una sonrisa que mostraba sus colmillos afilados—. Tus aliados están ocupados con las bestias demoníacas, y tú… tú te estás desgastando.

Garfiel, sin embargo, no se inmutó. Su determinación brillaba a través de la desesperación. —¡Las bestias demoníacas no son problema para mi capitán! —gritó, rompiendo otra de sus dagas con un escudo.

Pero Elsa no se detendría. Ella sabía que el tiempo no estaba de su lado, y cada movimiento que hacía aumentaba su sed de sangre. Mientras ella atacaba, Garfiel se defendía, y la batalla se tornaba más feroz.

En medio de la pelea, Frederica se unió a la contienda, estrellando al cerdo de roca contra un muro con una fuerza impresionante. Garfiel, reconociendo a Meili como la hermana de Elsa, se sintió aún más motivado a proteger a su familia. Pero el caos reinante en la mansión no le daba tregua.

A medida que el fuego comenzaba a consumir la mansión, Garfiel se encontraba cada vez más acorralado. Elsa, sedienta de emoción, reveló su historia. Su infancia en Gusteko, llena de dolor y sufrimiento, había modelado a la vampira que era ahora. La fascinación por el dolor ajeno había sido su escape de un frío que nunca había conocido, y Garfiel, a pesar de su resistencia, se dio cuenta de que no era solo un monstruo, sino una persona rota.

—No me interesa tu historia —replicó Garfiel, aunque en su voz había un matiz de compasión—. Solo me importa mi familia.

Pero el destino tenía otros planes. Cuando el techo comenzó a ceder sobre Meili, Garfiel se lanzó hacia ella, pero Frederica, transformada en bestia, la salvó en el último momento. Fue un giro que dejó a Garfiel atónito y a Elsa en una posición ventajosa para atacar.

El cuerpo de Garfiel se movió en un acto reflejo, mordiéndole el cuello a Elsa en un intento desesperado de ganar tiempo. Pero Elsa, en un frenesí de emoción, no se dejó intimidar. La sangre brotó de su cuello, y la excitación de recordar su primer asesinato la envolvió en una locura momentánea.

Fue un juego peligroso, y Garfiel lo sabía. Con un movimiento brusco, lanzó al cerdo de roca contra Elsa, logrando aplastarla momentáneamente, pero la batalla estaba lejos de terminar.

Mientras tanto, en una dimensión paralela, Emilia se encontraba en medio de la tercera prueba del Santuario. La oscuridad la envolvía, y luces de colores la asaltaban, trayendo recuerdos y emociones que amenazaban con consumirla. Entre sus pensamientos, repetía una frase que parecía resonar en su ser: "Odio a alguien desde el primer momento en que lo vi".

La prueba la llevó a un castillo en ruinas, cubierto de sangre, pero su determinación no flaqueó. Aunque las visiones de mundos paralelos se cernían sobre ella, Emilia sabía que eran solo posibilidades. La esperanza aún brillaba en su corazón. En medio de esta tormenta de emociones, la silueta de Rem apareció, hablando de rezar no para pedir deseos, sino para pedir perdón. Fue un momento de revelación que resonó en el alma de Emilia.

El encuentro con Minerva fue inesperado, pero igualmente significativo. La bruja, con sus advertencias sobre Echidna, la guiaba hacia la verdad. La conversación se tornó íntima, y en un abrazo inesperado, Minerva le mostró a Emilia que la conexión entre ellas era más fuerte de lo que ambas imaginaban.

Finalmente, Emilia se encontró ante la tumba de Echidna, y aunque no reconocía el cuerpo, sabía que estaba ante un gran poder. Con un golpe decisivo, rompió el hechizo que mantenía la barrera, y cuando salió al exterior, la nieve cubría todo a su alrededor.

Mientras la mansión ardía, Garfiel continuaba batallando, cada vez más consciente de la tensión entre su instinto de lucha y su deseo de proteger a su familia. Elsa, con una sonrisa en los labios y la sangre aún fresca en su cuerpo, seguía atacando con una gracia mortífera.

El fuego y el caos eran solo el telón de fondo de una historia que iba más allá de la lucha física. En el fondo, todos estábamos buscando una manera de salir de este infierno. La lucha de Garfiel no era solo contra una vampira; era una lucha por el amor, la familia y la redención en un mundo que parecía haber olvidado lo que significaba ser humano.

Cada uno de nosotros, en nuestras respectivas batallas, estaba a punto de descubrir que, incluso en la desesperación, la esperanza y la lucha por lo que amamos pueden iluminar incluso las noches más oscuras.

Roswaal lleva su batalla contra Puck y Ram fuera del lugar donde se encuentra el cristal. Tras hacer retroceder a Ram, Puck lo llama meticuloso por haberlo planeado todo y deduce que Roswaal ha manipulado a Emilia, cosa que confirma el propio Roswaal, que aprovecho el momento de debilidad que tuvo Emilia cuando se separó de naegi en la Capital Real para alterar su contrato y conseguir que estuviera decaída. Puck también menciona que su forma de hablar le recuerda a alguien que conoció antes de hacer el pacto con Emilia y perder sus recuerdos, llamando a Roswaal retrógrada, aunque Roswaal afirma que en efecto el solo valora el pasado y no le importa el presente. Continuan su pelea y Roswaal golpea a Ram y se recubre en un aura de magia de fuego. Le pregunta a Ram porque se ha revelado, cuando podría haber obtenido su venganza contra los culpables de que su aldea se quemara si le hubiera seguido, tal y como ella misma se juró. Ram le responde que es cierto que en el pasado le odiaba por estar relacionado con la destrucción de su aldea y que es normal para los onis obsesionarse con la destrucción y la venganza, pero afirma que ella ya no es así y que ahora lo ama, oh almenos eso diria antes de que naegi llegara ese chico me hizo reconsiderar toda mi vida y ademas tu me mataste no ,es obvio también parte de tu plan cosa que no sorprende asique elegí ayudar a naegi con sus planes pero por lo que pudo haber sido no puedo abandonarte asique elijo salvarte de esa bruja para que puedas vivir bien ademas me lo debes mataste muchas veces a naegi y eso hizo herbir la sangre de ram tantas veces y tan brutales eso sorprende a Roswaal tenia sus dudas mas porque ram era la mas reacia y como sabia el poder de naegi que es lo que hizo naegi pero antes de poder pensar esa mariposa negra pero antes que pudiera pensaer puck ayuda a Ram y cubre la zona de hielo mientras ataca a Roswaal, él repele sus ataques con facilidad, mostrando un gran dominio de la magia de fuego y de artes marciales. En cierto momento, Puck aumenta su tamaño y desmoraliza a Roswaal, recordando cuando se enfrentó a él siendo la Bestia del Fin, pero al ver que solo aumento su tamaño y le arrojó magia de fuego en forma de hielo, recupera la calma y repele los ataques de Puck y lo destruye con magia de fuego. A su espalda reaparece Ram desde un bloque de hielo y le roba el Evangelio, Roswaal se desmoraliza y Ram llama al libro la causa de todos los males y lo arroja al fuego, provocando que Roswaal intente pararla lanzándole magia de fuego, pero llegando tarde y solo consiguiendo lanzar volando a Ram después de que arroje el libro al fuego.