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Chapter 21 - cap 21

El capítulo comienza con un ligero giro del tiempo, retrocediendo a un momento crucial en la vida de Garfiel. En el Santuario, las sombras se alargan mientras él y una de las Ryuzu Sigma están en medio de su prueba. El aire es tenso, y Garfiel, atrapado entre la desesperación y la ira, se dirige hacia un muro. Su frente impacta contra la fría piedra una y otra vez, sangre brota y una cicatriz se forma mientras su mente está llena de recuerdos de su infancia y el dolor de la ausencia de su madre. La Ryuzu Sigma observa, preocupada, mientras Garfiel se golpea, su rabia transformándose en un acto autodestructivo. Se siente atrapado en un ciclo de sufrimiento, incapaz de liberar su dolor de otra manera.

De repente, el flashback se disuelve, llevándonos de vuelta a la actualidad. Garfiel, con su corazón agitado y su rostro surcado por la cicatriz de su pasado, lanza una declaración explosiva: "¡Voy a derrumbar la Tumba!". Las palabras resuenan en el aire, y Emilia, visiblemente afectada, frunce el ceño. Ella se enfrenta a él, reprochándole su miedo al mundo exterior, mientras que Naegi, con un tono firme y decidido, lo acusa de querer destruir la Tumba por su odio hacia su madre. Estas palabras calan hondo en Garfiel, quien, por un instante, se detiene, su rostro reflejando una mezcla de confusión y dolor.

"¡No es así! ¡Yo solo quería que ella fuera feliz!" grita Garfiel, su voz quebrándose mientras recuerda la imagen de su carruaje aplastado en un corrimiento de tierra, un recuerdo que lo atormenta. La revelación lo transforma, y con lágrimas en los ojos, confiesa que su intención de mantener a la gente del Santuario dentro es una forma de protegerlos del mundo exterior, un mundo que él considera hostil y peligroso. "¡Yo seré la barrera del Santuario!", declara, y en un instante, se transforma en un tigre, sus instintos salvajes tomando el control.

Emilia se pone en guardia, preparándose para un enfrentamiento inevitable. Sin embargo, Naegi se interpone, decidido a hacer frente a Garfiel por su cuenta. "¡Shamak!" exclama, rompiendo la puerta que separa a los dos, ignorando las advertencias de Ferris en su mente. Aprovechando el momento de desconcierto de Garfiel, Naegi se lanza hacia él, clavando el cristal de piroxeno en su brazo derecho. Puck, que había estado dormido en el cristal, despierta y absorbe la fuerza de Garfiel, un acto que lo devuelve a su forma humana.

Con un tono de desafío, Naegi se dirige a Garfiel, reprochándole su miedo. "¡Vas a perder porque estás solo! ¡Y yo tengo la ventaja numérica!", se atreve a decir. La respuesta de Garfiel es inmediata: un puñetazo que conecta con la mejilla de Naegi, quien escupe un diente, pero se mantiene firme. La lucha se intensifica cuando Garfiel se prepara para golpear nuevamente, pero Naegi utiliza una habilidad similar a la Mano Oculta de Petelgeuse, debilitándose en el proceso, mientras lanza un golpe que sorprende a Garfiel.

De repente, Patrasche irrumpe en la escena, embistiendo a Garfiel y deteniéndolo en su avance. Con un rugido de victoria, Patrasche se siente orgullosa de haber contribuido, mientras que Naegi, agotado, cae inconsciente. En su estado de semiconsciencia, sueña con su habilidad, la "Providencia Invisible".

Cuando finalmente despierta, se encuentra en el regazo de Emilia. La calidez de su presencia es reconfortante, y cuando Otto lo saluda, Naegi no puede evitar darle un cabezazo. "¡No te pongas en peligro así!", le reprocha, aunque agradece su ayuda, reconociendo que sin él no habrían podido vencer a Garfiel. Entonces, Patrasche, aún molesta, lo golpea en un intento de regañarle por su imprudencia.

En otro rincón, Garfiel también despierta, esta vez en el regazo de Ram. Ella le reprocha su negativa a aceptar su derrota, incitándolo a que vuelva a desafiar la prueba. A pesar de sus dudas, Garfiel admite su derrota, pero su espíritu indomable no permite que se rinda. "¡Desafiaré la prueba de nuevo!" dice con determinación.

La escena cambia a la Tumba, donde Garfiel enfrenta su pasado a través de la prueba. Observa desde una perspectiva externa, viendo a su yo infantil, lleno de rabia hacia ese pasado que no comprende del todo. En un momento desgarrador, se despide de su madre, quien, con lágrimas en los ojos, asegura que volverá. La Frederica del pasado se acerca a él, revelando que se hizo la cicatriz para olvidar el amor de su madre, convencido de que era el único que la amaba.

La prueba llega a su fin, y Garfiel se encuentra con Frederica, quien le pregunta qué desea. "¡Quiero cumplir las expectativas de aquellos que esperan algo de mí!", responde, un destello de entendimiento iluminando su rostro. Finalmente, sale de la Tumba, y es recibido por Ryuzu Sigma, Ryuzu Alfa y los demás. Su mirada se posa en Naegi, y con gratitud, lo llama "Capitán". Ram, con una sonrisa, revela la edad de Garfiel, sorprendiendo a Naegi, quien pensaba que era mayor. La risa se mezcla con el alivio en el aire.

Emilia, sintiéndose inspirada, decide desafiar las pruebas también. Naegi, en un momento de valentía, le propone una cita si logra superar los desafíos, y ella acepta, despidiéndose con una sonrisa. Mientras se adentra en la Tumba, Garfiel le susurra a Naegi: "He visto lo que preparaste para Emilia", lo que provoca que Naegi se sonroje intensamente.

En el interior de la Tumba, Emilia se encuentra rodeada de garabatos de ánimo, una mezcla de mensajes de aliento de Puck y Naegi. Al iniciar su propia prueba, se encuentra en un bosque, donde Echidna, con desprecio, la llama "hija de la bruja". Sin embargo, Emilia, empoderada por su reciente determinación, adopta una pose similar a la de Naegi y se presenta con orgullo: "Soy Emilia, la Bruja de la Congelación".

Con estos últimos momentos, el capítulo termina, dejando a los lectores expectantes por el desafío que enfrenta Emilia y el futuro que se avecina para todos en el Santuario. Naegi, con su inusitada mala suerte, se encuentra una vez más en el centro de una tormenta de emociones, mientras el destino de sus amigos cuelga en la balanza.

El eco de las palabras de Echidna todavía resonaba en mi mente mientras me encontraba rodeado de la bruma del bosque. La sensación de mi mala suerte se intensificaba, como si cada paso que daba estuviera destinado a llevarme a un tropiezo o a un malentendido. Pero esta vez, no era yo quien estaba atrapado en una situación complicada. Era Emilia, y yo simplemente era un espectador de su historia.

Antes de que Puck la descongelara, recordé el momento en que la vi por primera vez, atrapada en un sueño, su esencia brillante y pura encerrada en un hielo que reflejaba la luz de la luna. Era un espectáculo conmovedor, pero también inquietante. La lucha interna de Emilia estaba por comenzar, y yo, como un espectador involuntario, sabía que no podía intervenir. La angustia de no poder ayudarla me llenaba el corazón, pero sabía que debía ser paciente y observar.

Con un susurro suave, Puck rompió el hielo que la mantenía prisionera, y la vida regresó a los ojos de Emilia. Al despertar, su confusión era palpable. Mis pensamientos se entrelazaban con los suyos, y aunque no podía hablarle directamente, podía sentir la conexión que compartíamos. Emilia se encontraba en un mundo alterno, creado por su propia conciencia. Echidna, la bruja de la codicia, era su guía en este viaje surrealista.

Mientras ambas caminaban por el bosque, Echidna le explicaba las complejidades de su entorno, y la dificultad de moverse entre las sombras de su propio pasado. Era fascinante y desesperante a la vez ver cómo Echidna luchaba por encontrar su camino, y en un momento de revelación, sugirió a Emilia que pensara en atravesar objetos. La forma en que lo hacía era casi juguetona, y aunque la situación era tensa, me encontraba sonriendo ante la ironía de que una bruja pudiera ser tan torpe.

Finalmente, llegaron a una casa árbol, una estructura encantadora y mística conocida como el Cuarto de la Princesa. Era el lugar donde Emilia había estado confinada, y donde la primera prueba comenzaría. En ese instante, una oleada de nostalgia me invadió. ¿Qué había sentido Emilia al estar encerrada allí? ¿Cuáles eran sus esperanzas y miedos?

El horizonte cambió y se desvaneció, llevándome a otro recuerdo. Este era un momento especial entre Emilia y Fortuna, su tía, a quien ella consideraba una madre. Su conversación estaba llena de amor y advertencias, y aunque Fortuna le pidió que no saliera de su habitación, Emilia, impulsada por una curiosidad infantil, siguió a un pequeño espíritu que llamaba "hada". Era un acto de rebeldía que resonaba en mi interior; a menudo, la curiosidad me había llevado a situaciones complicadas.

Mientras Emilia exploraba, el ambiente cambió drásticamente. Se encontró con la facción moderada del Culto de la Bruja, donde Fortuna y Geuse Romaneeconti discutían sobre provisiones y el estado del sello del bosque. La tensión en el aire era palpable, y el corazón de Emilia se llenó de celos al ver cómo Geuse y Arch acaparaban la atención de Fortuna. Era un sentimiento que conocía muy bien, un sentimiento que había experimentado en momentos de inseguridad.

Sin embargo, Emilia no se detuvo. Atraída por su deseo de entender el sello que la mantenía confinada, siguió a los espíritus menores hacia un claro. Allí, se encontró frente a una gran puerta cubierta de vegetación luminosa. Era una puerta que prometía respuestas, pero también advertencias. Mientras tanto, mi mente divagaba hacia Garfiel, Otto y Naegi, quienes discutían sobre la prueba de Emilia. La conexión entre nosotros se sentía más fuerte que nunca, como si nuestras historias estuvieran entrelazadas en un tapiz de destino.

A medida que la historia de Emilia se desarrollaba, yo me encontraba atrapado en un ciclo de emociones. Su valentía y su deseo de explorar la verdad eran inspiradores, pero también dolorosos. Recordé cómo había tratado de enfrentar mis propios desafíos, y la sensación de impotencia se apoderó de mí. Era un ciclo interminable de decepciones y pequeñas victorias.

En un giro inesperado, la pequeña Emilia intentó empujar la gran puerta, pero sus esfuerzos fueron en vano. Su frustración era evidente, y la escena me recordaba mis propias luchas. Al final, se desanimó y se alejó, guiada por los espíritus menores hacia Geuse. Cuando él la descubrió, su rostro se iluminó de alegría, y el abrazo entre ellos fue un momento de pura felicidad. Me sentí afortunado de ser testigo de esa conexión, aunque una parte de mí deseaba ser parte de ella.

Pero la felicidad no duró mucho. Fortuna apareció, reprochando a Geuse por malcriar a Emilia. La inocencia de la niña se desmoronó en lágrimas, y su promesa de no incumplir las advertencias de Fortuna resonó en mi mente. Era un recordatorio de la fragilidad de los lazos familiares y de cómo las expectativas a menudo podían ser una carga pesada.

A medida que el tiempo avanzaba, la conversación entre Fortuna y Geuse se tornó más profunda. Hablaban de su pasado y de la conexión que compartían, pero Fortuna rápidamente cortó la conversación y envió a Emilia de vuelta a su habitación. Antes de que se despidieran, Geuse le prometió que la vería de nuevo, y esas palabras se quedaron grabadas en mi corazón.

Finalmente, la historia cambió de nuevo. Echidna me trajo de regreso al presente, y un hombre vestido de blanco apareció, con el pelo del mismo color. Su presencia era intimidante, y Fortuna se volvió hostil ante él. Él se presentó como Regulus Corneas, el Arzobispo de la Codicia del Culto de la Bruja. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo, y comprendí que las cosas se estaban complicando. La historia de Emilia estaba lejos de haber terminado, y mi corazón latía con fuerza, anticipando lo que vendría.

Como siempre, mi mala suerte me había llevado a un lugar donde el destino y el peligro se entrelazaban. Emilia estaba en el centro de todo, y mientras el bosque susurraba sus secretos, su viaje apenas comenzaba.