hay evento que me saltare aveces me suele pasar al escribir en este bucle naegi vio a los niños del pueblo morir antes de morir nuevamente
Makoto se despertó, su mente aún nublada por el caos de la batalla y la revelación de su habilidad. El eco de su risa maníaca y el grito de horror de los niños resonaban en su cabeza, pero la luz del sol que entraba por la ventana lo ayudó a aferrarse a la realidad. Se sentó en la cama, sintiendo el suave tejido de la ropa que le habían proporcionado y recordando la calidez de la compañía que había encontrado en la mansión de Roswaal.
"¿Dónde estoy?" murmuró, intentando recordar lo que había sucedido. La imagen de la violenta escena en la aldea volvió a llenar su mente. "No... no puede ser real..."
Al instante, la puerta se abrió y entró Emilia, su rostro reflejando preocupación. "¡Makoto! ¿Estás bien?"
"Emilia-san..." Su voz sonó más débil de lo que pretendía. "Lo siento, no pude salvar a los niños. No pude hacer nada..."
Emilia se acercó rápidamente y se arrodilló a su lado. "No fue tu culpa. Hiciste lo que pudiste en un momento de caos. No puedes cargar con todo el peso del mundo sobre tus hombros."
Makoto bajó la mirada, sintiéndose impotente. "Pero si tan solo hubiera sido más fuerte... si tan solo hubiera podido protegerlos..."
"Escucha," dijo Emilia con firmeza. "La vida es dura y, a veces, no podemos evitar que sucedan cosas malas. Lo importante es que sigas adelante y aprendas de cada experiencia."
Puck, quien había estado observando desde una esquina, intervino. "Y recuerda, Makoto-kun, que no estás solo en esto. Tienes amigos que te apoyan."
"Sí..." Makoto asintió lentamente, sintiendo un pequeño destello de esperanza. "Gracias, Puck, Emilia-san. Quiero ser más fuerte. No quiero que más personas sufran por mi culpa."
"Eso es lo que me gusta escuchar," dijo Puck con una sonrisa. "Entonces, ¿qué planeas hacer para volverte más fuerte?"
Makoto se enderezó, su determinación resurgiendo. "Necesito aprender magia. Si voy a enfrentar a enemigos como Elsa y Roswaal, debo estar preparado."
Emilia sonrió con aprobación. "Esa es una buena idea. Y tengo la sensación de que Beatrice podría ayudarte con eso. Ella es una gran maestra de magia."
Makoto sonrió al escuchar eso. "Entonces, hablaré con ella. Pero primero, debo asegurarme de que todos estén a salvo."
…
Después de un rápido desayuno, Makoto se dirigió a la biblioteca, donde sabía que se encontraba Beatrice. La puerta se abrió de par en par y la encontró rodeada de libros, su rostro iluminado por la luz que entraba por la ventana.
"Ah, si no es el pequeño tonto que vomitó en mi habitación," dijo Beatrice, su tono burlón pero con un destello de preocupación en sus ojos.
"Lo siento por eso," dijo Makoto, sintiéndose avergonzado. "Pero necesito tu ayuda."
"¿Con qué?" respondió ella, sin apartar la vista de los libros.
"Quiero aprender magia. Necesito ser más fuerte para proteger a las personas que me importan."
Beatrice se detuvo y lo miró, su expresión seria. "¿Estás seguro de que puedes manejarlo? La magia no es un juego, y si vas a aprender, debes estar preparado para las consecuencias."
Makoto asintió con determinación. "Estoy listo. Haré lo que sea necesario."
"Entonces, está bien," Beatrice finalmente sonrió. "Comencemos con lo básico."
…
Las lecciones de magia fueron intensas. Makoto luchó y se esforzó, sufriendo en su intento por dominar las técnicas. Beatrice era un maestro exigente, y cada error lo hacía comenzar de nuevo. Sin embargo, con cada fallo, su determinación creció.
"Recuerda, Makoto," le decía Beatrice mientras él intentaba conjurar una esfera de luz. "La magia proviene de tu interior. Si no sientes su poder, nunca podrás controlarlo."
Mientras los días pasaban, Makoto comenzó a comprender la esencia de la magia. Cada hechizo lanzado lo llenaba de confianza, y aunque aún no dominaba por completo, podía sentir que estaba avanzando.
Una noche, mientras practicaba, un destello de luz iluminó la habitación. "¡Lo hice!" exclamó, mirando la esfera brillante que flotaba en su mano.
"Correcto," dijo Beatrice, sonriendo. "Ahora, no olvides lo que has aprendido. La magia es una herramienta, no un arma. Usa tu poder sabiamente."
Makoto asintió, sintiendo que había recorrido un largo camino desde su llegada a este mundo. Sin embargo, el peso de la responsabilidad aún lo seguía.
"Beatrice, ¿crees que seré lo suficientemente fuerte para enfrentar a Roswaal?" preguntó, su voz llena de incertidumbre.
"Si te preparas adecuadamente, sí," respondió ella. "Pero recuerda, no solo es fuerza física lo que necesitas; también debes ser astuto y saber cuándo actuar."
"Lo sé. Quiero proteger a todos."
"Entonces sigue entrenando. No te detengas."
Con esa determinación, Makoto continuó su entrenamiento, sabiendo que cada día que pasaba lo acercaba más a su objetivo: la fuerza necesaria para proteger a sus amigos y enfrentarse a la oscuridad que amenazaba este nuevo mundo.
…
Unos días después, mientras se preparaban para la llegada de Roswaal, Makoto se sintió más fuerte. Sabía que debía enfrentarse a la verdad, y que, aunque su corazón temía la confrontación, no podía dejar que el miedo lo detuviera.
"Makoto," llamó Emilia, interrumpiendo sus pensamientos. "¿Estás listo para esto? Cuando Roswaal llegue, debes estar preparado."
Makoto respiró hondo, su mirada se volvió firme. "Sí, estoy listo. No dejaré que más personas sufran por mi culpa."
Emilia sonrió, admirando la determinación del chico. "Entonces vamos. Juntos, enfrentaremos lo que venga."
Con eso, se dirigieron a la sala principal, listos para enfrentar a Roswaal y descubrir la verdad detrás de sus acciones.
Makoto se despertó nuevamente, pero esta vez la sensación de desorientación fue reemplazada por una profunda determinación. Recordaba vívidamente las imágenes de la aldea, de los gritos de los niños y el caos que había presenciado. Sabía que no podía permitir que eso volviera a suceder.
Se levantó de la cama y miró por la ventana. La luz del sol brillaba con fuerza, iluminando el jardín de la mansión de Roswaal. "No tengo tiempo que perder," murmuró para sí mismo, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir en su cuerpo.
Al salir de su habitación, se encontró de nuevo con Rem, la sirvienta de cabello azul. Ella lo miró con una mezcla de preocupación y curiosidad. "¿Estás bien, Makoto-kun? Te vimos muy pálido antes."
"Sí, estoy bien," respondió, tratando de sonar más seguro de lo que realmente se sentía. "Solo necesito averiguar más sobre lo que está pasando. Creo que hay algo más grande en juego aquí."
Rem frunció el ceño, claramente escéptica. "¿Te refieres a Lord Roswaal? He oído rumores sobre él, pero... no estoy segura de qué pensar."
Makoto hizo una pausa, considerando sus palabras. "Lo sé. Pero algo no está bien. La forma en que actuó después de que me salvó, y cómo Elsa apareció justo después... Todo parece estar conectado."
"¿Y si estás en lo correcto? ¿Qué planeas hacer?" preguntó Rem, su tono ahora más serio.
"Debemos reunir información sobre lo que realmente está pasando. Y creo que la clave está en la aldea. Si podemos averiguar quién está detrás de los ataques, tal vez podamos detenerlo antes de que sea demasiado tarde."
Rem asintió lentamente, pareciendo contemplar sus palabras. "De acuerdo, pero debemos tener cuidado. No podemos confiar en nadie."
"Lo sé," dijo Makoto, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. "Tendremos que ser astutos."
Con una nueva resolución, el grupo se preparó para salir de la mansión y dirigirse de nuevo a la aldea. A medida que avanzaban por el camino, el aire fresco llenaba sus pulmones, y Makoto se sintió un poco más centrado, como si estuviera en el camino correcto.
En la aldea...
Al llegar a la aldea, la atmósfera era tensa. La gente se movía con cautela, y los murmullos llenaban el aire. Makoto sintió su corazón latir con fuerza al recordar lo que había sucedido la última vez que estuvo allí.
"Debemos hablar con alguien que sepa lo que sucedió," dijo mientras observaba a su alrededor.
Rem asintió, su expresión seria. "Vamos a encontrar a alguien que pueda ayudarnos."
Mientras caminaban por las calles, se encontraron con un grupo de aldeanos que se veían nerviosos. Makoto se acercó a ellos, intentando transmitirles confianza. "Hola, soy Makoto Naegi. Estoy aquí para ayudar. ¿Pueden decirme qué ocurrió aquí?"
Uno de los aldeanos, un hombre de mediana edad, los miró con desconfianza. "¿Y qué sabéis de lo que ha pasado? Los monstruos han estado atacando, y muchos han desaparecido."
"Lo sé," dijo Makoto, su voz firme. "Pero necesitamos saber más. Cualquier información que tengan podría ayudarnos a detener esto."
El hombre frunció el ceño, pero la sinceridad en la voz de Makoto parecía resonar con él. "Hay rumores de que alguien está controlando a los monstruos. Se dice que una mujer apareció en la aldea antes de que comenzaran los ataques. Nadie sabe quién es, pero se la ha visto con los monstruos."
Makoto sintió un escalofrío recorrer su espalda. "¿Una mujer? ¿Cómo es?"
"No lo sé, pero tiene un aura inquietante. Los niños la temen," respondió el aldeano.
"¡No puede ser!" exclamó Makoto, recordando la figura de Elsa. "Debemos hacer algo al respecto."
"¿Qué planeas hacer?" preguntó Rem, su mirada fija en él.
"Debemos volver a la mansión y contarles a Emilia y a los demás. No podemos esperar más. Si Elsa está detrás de esto, tenemos que detenerla antes de que cause más daño."
Con esa determinación, el grupo se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a la mansión, decididos a actuar antes de que fuera demasiado tarde.
En la mansión...
Al llegar, se encontraron con Emilia, quien parecía ansiosa. "¿Qué ha pasado? ¿Encontraron algo?"
Makoto asintió, su expresión grave. "Hemos oído rumores sobre una mujer que controla a los monstruos. Creo que Elsa está detrás de todo esto."
Emilia se puso tensa. "¿De verdad? Entonces debemos actuar rápido."
"Sí, pero necesitamos un plan," dijo Rem. "No podemos subestimar a Elsa ni a Roswaal."
Makoto respiró hondo. "Lo sé. Pero no podemos dejar que el miedo nos detenga. Debemos estar preparados para cualquier cosa."
"Entonces, ¿cuál es nuestro próximo paso?" preguntó Emilia, su mirada fija en él.
"Debemos reunir a todos los que puedan ayudarnos. No podemos enfrentarlos solos," dijo Makoto, sintiéndose más fuerte con cada palabra.
Con un nuevo sentido de propósito, el grupo se preparó para enfrentar lo que vendría, sabiendo que juntos podrían desafiar cualquier destino que les esperara.
el plan fallo miserablemente pero arendio algo que no esperaba rowaal lo salvo eso fue naegi n isuiqera sabia como sentirse al respecto
Capítulo 5: Enfrentando la Oscuridad
Makoto Naegi despertó en una cama en la aldea de Irlam, adolorido pero vivo. La luz de la mañana se filtraba a través de la ventana, y el suave murmullo de los aldeanos fuera de la habitación le recordó que, aunque había sobrevivido al bosque, la lucha aún no había terminado. Se sentó lentamente, intentando recordar los eventos de la noche anterior. La imagen de Rem, con su mirada perdida y su poder incontrolable, lo atormentaba.
Poco después, Emilia y Ram entraron en la habitación. Emilia, con una expresión de alivio, se acercó rápidamente. "¡Makoto! Nos alegra verte bien. Estábamos preocupadas por ti."
"Gracias, Emilia," respondió Makoto, intentando sonreír, aunque la preocupación aún pesaba en su pecho. "¿Qué ha pasado en la aldea?"
Ram, con su usual seriedad, explicó: "La barrera que rodea el pueblo ha sido restaurada. Los Wolgarms no pueden entrar, pero el peligro no ha desaparecido. Sabemos que tú, Makoto, estás maldito y que esas maldiciones siguen en tu cuerpo. Beatrice ha estado trabajando para levantarlas, pero no podrá hacerlo en un solo día."
Makoto asintió. Sabía que debía actuar rápidamente. "Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar?"
Emilia tomó la palabra. "Los aldeanos te han ofrecido una espada como recompensa por tu valentía. Es un buen comienzo. Pero necesitamos más que eso. Debemos encontrar y eliminar al perro que controla a los Wolgarms. Es la única manera de asegurarnos de que no vuelvan a atacar."
Ram miró a Makoto, sus ojos reflejando una mezcla de respeto y determinación. "Vamos a hacer esto juntos. Necesitamos tu valentía y tu astucia."
Con la espada en mano, Makoto sintió una renovada confianza. "Está bien, entonces. Debemos ir al bosque y acabar con esa amenaza de una vez por todas."
En el Bosque
Los tres se adentraron en el bosque, donde la oscuridad parecía más densa que antes. A medida que avanzaban, los susurros del viento y el crujido de las ramas creaban un ambiente inquietante. Makoto lideraba el camino, seguido de cerca por Ram y Emilia, cada una lista para enfrentar cualquier peligro.
"Naegi," comenzó Ram, rompiendo el silencio. "Antes de que lleguemos al perro, quiero contarte algo. Mi hermana y yo nacimos con cuernos de demonio. Son un símbolo de nuestro poder, pero... yo perdí el mío en una batalla. Sin él, mi conexión con mis habilidades se ha debilitado."
"Lo siento, Ram," dijo Makoto, sintiendo una punzada de empatía. "Pero estoy seguro de que aún tienes un gran poder dentro de ti."
Ram esbozó una leve sonrisa, agradecida por sus palabras. "Gracias. Necesitaré toda la fuerza que pueda reunir para enfrentar lo que viene."
De pronto, un fuerte aullido resonó en el aire, y los tres se detuvieron en seco. Makoto sintió un escalofrío recorrer su espalda. "Eso debe ser el perro," murmuró, su corazón latiendo con fuerza.
La Trampa
Makoto recordó lo que había aprendido sobre los Wolgarms: eran atraídos por el olor de sus presas. Tuvo una idea. "Ram, ¿podrías ayudarme a atraer a los Wolgarms? Necesitamos hacer que se concentren en nosotros y luego atacar al perro."
Ram asintió, comprendiendo su plan. "De acuerdo. Pero deberías tener cuidado. Si fallamos, podría ser el fin."
Con determinación, Makoto comenzó a caminar hacia el centro del bosque, donde sabía que los Wolgarms estarían al acecho. Con un movimiento rápido, tomó un trozo de carne de su bolsa y lo lanzó al aire, dejando que el olor se esparciera.
En cuestión de segundos, una manada de Wolgarms apareció, sus ojos brillando con ferocidad. Makoto y Ram comenzaron a correr, llevándolos más y más hacia el corazón del bosque.
Sin embargo, el camino se volvió cada vez más peligroso. En un giro inesperado, ambos cayeron a un precipicio, aterrizando en un terreno rocoso, acorralados por la manada de Wolgarms.
"¡Makoto!" gritó Ram mientras se levantaba, lista para luchar. Pero justo en ese momento, un aullido aún más aterrador resonó en el aire. Rem, enloquecida por el poder que había recibido, apareció ante ellos, sus ojos ardían con una intensa locura.
El Golpe Decisivo
"¡No, Rem! ¡Escúchame!" gritó Makoto, intentando llegar a ella. "No somos enemigos. ¡Debemos trabajar juntos!"
Ram, viendo la situación, se preparó para atacar a los Wolgarms. "¡Naegi, distrae a Rem! ¡Debo acabar con esta manada!"
Makoto sabía que debía actuar con rapidez. Con un movimiento decidido, se acercó a Rem, quien estaba fuera de control. "¡Rem! ¡Recuerda quién eres! ¡Eres fuerte y valiente! ¡No dejes que la oscuridad te consuma!"
Con un salto, Makoto se lanzó hacia ella, apuntando directamente a su cuerno. "¡Por favor, vuelve a nosotros!"
El impacto fue fuerte, y Rem titubeó, su mirada cambiando brevemente de locura a confusión. "¿Makoto...? ¿Qué...?"
Aprovechando el momento, Ram se lanzó contra los Wolgarms, desatando su furia en una explosión de habilidades. Con una combinación de ataques rápidos y estratégicos, logró deshacerse de varios de ellos.
Makoto, sintiendo la conexión que aún tenía con Rem, se mantuvo firme. "¡Recupera el control, Rem! ¡Eres nuestra única esperanza!"
Con un último esfuerzo, Rem apretó los dientes y, en un acto de voluntad, logró deshacerse de la oscuridad que la envolvía. Su mirada se volvió clara y decidida. "¡Makoto! ¡Tengo el control de nuevo!"
La Batalla Final
Juntos, los tres se lanzaron contra la manada de Wolgarms, ahora coordinados y enfocados. Mientras Ram atacaba a los monstruos, Makoto y Rem se dirigieron hacia el perro que los controlaba. En un feroz enfrentamiento, lograron acorralarlo y, con la espada que Makoto había recibido, se preparó para el golpe final.
"¡Por la aldea de Irlam y por todos los que han sufrido!" gritó Makoto, alzando su espada con determinación. Con un movimiento poderoso, la espada se hundió en el corazón del perro.
El aullido del monstruo resonó en el bosque, y en un instante, la manada de Wolgarms se dispersó, dejando atrás el caos.
Conclusión
Con la amenaza neutralizada, los tres se reunieron, exhaustos pero triunfantes. "Lo hicimos," dijo Rem, aún recuperándose de la lucha. "Gracias a ti, Makoto."
"Y a ti, Ram," añadió Makoto, sintiéndose más fuerte que nunca. "Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío."
Emilia, que había llegado justo a tiempo, los miró con orgullo. "Ustedes son verdaderos héroes. La aldea estará a salvo gracias a su valentía."
Mientras el sol comenzaba a ponerse, iluminando el bosque con tonos dorados, Makoto supo que su lucha no había terminado. Pero con amigos a su lado, estaba listo para enfrentar lo que viniera, decidido a romper las maldiciones que lo atormentaban y proteger a aquellos que amaba.
Capítulo 6: Recuerdos y Nuevos Comienzos
Makoto Naegi despertó lentamente en la mansión de Roswaal, el suave murmullo de la naturaleza le dio la bienvenida a un nuevo día. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación decorada con lujosos tapices y muebles elegantes. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando el lugar con un cálido resplandor. A su lado, Rem aún dormía, su rostro sereno contrastando con la tormenta de emociones que había enfrentado.
Recordó la batalla de la noche anterior, cómo había logrado llegar a ella, cómo había visto un destello de claridad en sus ojos. Todo había sido tan intenso, pero ahora, en este momento de calma, se sentía diferente. Había una especie de esperanza en el aire.
Se levantó con cuidado, no queriendo despertar a Rem. Salió de la habitación y se dirigió hacia el jardín, donde pudo escuchar las risas de los aldeanos que se habían reunido para celebrar su victoria. La aldea de Irlam había estado a salvo, al menos por el momento, y eso era un motivo para celebrar.
En el Jardín
Al llegar al jardín, vio a Emilia y ram sentados juntos en un banco, charlando y riendo. La escena era cálida y reconfortante. Makoto se acercó y sonrió al ver la conexión entre ellos. "¿Qué tal va la celebración?" preguntó, intentando mantener un tono ligero.
Emilia se volvió y le sonrió. "¡Makoto! Estamos organizando una pequeña fiesta para agradecerles a todos por su valentía. Pero aún nos queda mucho que hacer."
ram asintió, su expresión se tornó seria. "Sí, aunque hemos superado a los Wolgarms, todavía hay mucho por resolver. Las amenazas no se irán tan fácilmente."
Makoto sintió el peso de esas palabras. Sabía que la paz era frágil, y aunque habían logrado una gran victoria, no podían bajar la guardia. "Haremos lo que sea necesario para proteger a la aldea," afirmó con determinación.
Un Encuentro Inesperado
Mientras hablaban, Rem apareció en la entrada del jardín, su rostro iluminado por una mezcla de nerviosismo y alegría. A pesar de haberse recuperado de la batalla, en su interior aún luchaba con los recuerdos de su pasado. Se acercó a Makoto, sintiendo cómo su corazón palpitaba más rápido.
"Makoto," comenzó, su voz un poco temblorosa. "Quería agradecerte por lo que hiciste anoche. Sin ti, no habría podido recuperar el control."
Él sonrió, sintiendo que sus palabras resonaban en su corazón. "No fue solo yo. Juntos, somos más fuertes. Y tú eres increíble, Rem. No dejes que la oscuridad del pasado te consuma."
Rem sintió que un nuevo calor se encendía en su pecho. Las palabras de Makoto eran como un bálsamo para sus heridas emocionales. "Lo sé, pero a veces es difícil. Siempre he sentido que no estaba a la altura de Ram. Ella es fuerte, y yo... yo solo soy la sombra."
"Eso no es cierto," interrumpió Makoto, acercándose un poco más. "Eres única y poderosa a tu manera. No te compares con nadie más. La fuerza no siempre se mide por habilidades físicas. Tu valor y tu determinación son lo que realmente importa."
Las lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de Rem, y, en un acto de vulnerabilidad, se acercó a Makoto, abrazándolo con fuerza. "Gracias, Makoto. Necesitaba escuchar eso."
El Pasado Regresa
Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida por un sonido distante. Un eco familiar resonó en el aire, y todos se volvieron hacia la dirección del sonido. Era un aullido, pero no de un Wolgarms. Era el eco de recuerdos que resonaba en el corazón de Rem.
"Es él," murmuró, su voz temblorosa. "El cuerno de Ram... el ataque en el pueblo Oni."
Makoto frunció el ceño. "¿Qué ocurrió en el pueblo Oni?"
Rem se apartó un poco, limpiándose las lágrimas mientras trataba de explicarlo. "Nacimos en un lugar donde el nacimiento de gemelos era un tabú. Ram era considerada una prodigio, pero yo... yo siempre me sentí inferior. Un día, el pueblo fue atacado. Durante la batalla, vi cómo le cortaban el cuerno a mi hermana. No pude hacer nada."
La historia dolía en su corazón, pero Makoto la escuchó atentamente. "No es tu culpa, Rem. A veces, las circunstancias están fuera de nuestro control. Lo importante es cómo seguimos adelante."
Un Nuevo Comienzo
Los recuerdos de la tragedia comenzaron a disiparse lentamente, pero aún había un camino por recorrer. Makoto sintió que debía ser el apoyo que Rem necesitaba. "Juntos, podemos enfrentar cualquier sombra del pasado. No estás sola."
Emilia, que había estado escuchando, se acercó. "¿Qué te parece si hacemos un viaje al pueblo Oni? Tal vez haya algo que podamos hacer para ayudar a sanar esas viejas heridas."
ram asintió. "Sería un buen paso hacia adelante. Debemos enfrentar nuestros miedos y construir un futuro mejor."
El grupo se miró, compartiendo un entendimiento silencioso. Había un camino por delante, lleno de desafíos, pero también de oportunidades para sanar y crecer.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, llenando el jardín de colores cálidos, Makoto sintió que, aunque el pasado siempre estaría presente, el futuro estaba lleno de posibilidades. Con amigos a su lado, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que viniera, decidido a encontrar la luz incluso en los momentos más oscuros
Makoto Naegi se despertó esa mañana con el eco de las risas de los niños resonando en su mente. Había estado entrenando con ellos en el pueblo de Irlam, compartiendo momentos de alegría y camaradería, dándoles pequeños sellos como símbolo de su esfuerzo y dedicación. Sin embargo, el inicio de este día prometía ser diferente. La sensación de inquietud se cernía sobre él, como si el destino lo estuviera observando, listo para lanzarle un nuevo desafío.
Al salir de la mansión de Roswaal, se encontró con Emilia, quien le sonrió y le recordó que debía mantenerse alejado de problemas. "Recuerda lo que te dije, Naegi. Solo cumple tus promesas y no te involucres en complicaciones innecesarias," le advirtió, su voz llena de preocupación.
"Lo sé, Emilia," respondió él, intentando ofrecer una sonrisa tranquilizadora. "Pero a veces, los problemas parecen encontrarme, incluso cuando intento evitarlos."
Al caminar juntos hacia la plaza del pueblo, se encontraron con un hombre peculiar, Wilhelm, quien viajaba acompañado de un dragón llamado Patrasche. Junto a ellos estaba Felix Argyle, quien se apresuró a hablar con Roswaal sobre una conferencia en la Capital Real. La idea de ir a la capital despertó la curiosidad de Makoto.
"Deberías venir con nosotros, Naegi," sugirió Rem, quien se había unido al grupo. "Quizás haya personas a las que puedas agradecer por su ayuda durante la batalla. Además, siempre hay algo que aprender en la capital."
"Sí, suena como una buena oportunidad," dijo Makoto, sintiendo que su curiosidad lo impulsaba a seguir adelante. Sin embargo, en su interior, sabía que tenía que tener cuidado. Después de todo, su mala suerte a menudo lo llevaba a situaciones inesperadas.
Mientras se preparaban para partir, Emilia le hizo una última advertencia. "Por favor, evita meterte en problemas. Solo mantente enfocado en lo que tienes que hacer." Makoto asintió, haciendo una promesa silenciosa de actuar con prudencia.
En la Capital Real, la atmósfera era vibrante. La gente se movía apresuradamente, y los colores del mercado se entremezclaban en un festín visual. Makoto se sintió un poco abrumado, pero su determinación se mantuvo firme. Decidió buscar a Kadomon para comprarle algunas ringas, sabiendo que eso alegraría su día.
Después de unas cuantas compras, se dirigió hacia el castillo donde se llevaría a cabo la conferencia. Al llegar, se encontró con Subaru, quien compartió detalles sobre lo que había pasado con Felt. Era un momento complicado, y la noticia lo hizo sentir aún más ansioso. ¿Qué más podría suceder?
Mientras esperaba en la entrada del castillo, se encontró con una mujer en problemas. Tres matones, conocidos por ser una pesadilla en las calles, estaban a punto de asaltarla. Sin pensarlo dos veces, Makoto decidió intervenir, aunque sabía que sus acciones podrían llevarlo a una situación peligrosa.
"¡Hey! ¡Déjenla en paz!" gritó, intentando desviar la atención de los matones hacia él. Pero la mujer, Priscilla Barielle, lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén.
"¿Qué crees que puedes hacer tú, niño?" respondió ella, aunque su mirada se detuvo en su sonrisa. Parecía tentada, pero se negó a recibir su ayuda.
En ese momento, el viejo Rom apareció como un rayo de esperanza, haciendo que los matones huyeran. "¿Dónde está Felt?" preguntó, su voz grave resonando en el aire.
Makoto, aún recuperándose de la adrenalina, le informó que Reinhard se la había llevado. Priscilla, que había estado observando la interacción, pareció interesada, aunque seguía manteniendo su distancia. Luego, se acercó a Makoto, quien le regaló una ringa con la esperanza de que eso le alegrara el día.
Al regresar con Emilia, ella parecía preocupada. "No debiste meterte en eso," le dijo, aunque había un destello de admiración en sus ojos.
"Lo sé, pero no podía quedarme de brazos cruzados," respondió Makoto, sintiendo una mezcla de orgullo y culpa.
El día siguiente llegó con un aire de expectativa. Emilia se preparaba para la reunión con las candidatas a gobernar Lugunica. Rem, bajo las órdenes de Roswaal, le permitió a Makoto irse, y él se subió a una carroza, solo para darse cuenta de que había un rostro familiar a su lado: Priscilla.
"¿Qué haces aquí?" preguntó ella, aunque parecía divertida.
"Me invitaste, ¿no?" replicó Makoto, intentando mantener la calma. La situación se tornaba cada vez más complicada.
Al llegar a la conferencia, Emilia se sorprendió al verlo. "¿Qué haces aquí, Naegi?" preguntó, su voz llena de incredulidad.
"Lo siento, fue un malentendido," se disculpó, sintiendo que era mejor aclarar la situación. Pero su presencia fue rápidamente aceptada por Roswaal, quien le dio permiso para quedarse.
A lo largo del evento, Makoto se reencontró con viejos amigos: Felix, Reinhard y Julius. Sin embargo, la tensión aumentó cuando Julius comenzó a provocar a Makoto, lo que lo llevó a sentirse incómodo. La energía en la sala cambió cuando se presentaron las cuatro candidatas: Emilia, Priscilla, Crusch y Anastasia. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegó cuando Reinhard anunció que había encontrado a la quinta candidata al trono: Felt.
Makoto sintió que el aire se volvía denso. Todo lo que había sucedido, las decisiones que tenía que tomar y las consecuencias que vendrían a continuación, parecían pesar sobre sus hombros. Sabía que este era solo el comienzo de un camino lleno de incertidumbres y desafíos.
"Emilia, esto se está complicando," susurró, sintiendo que su mala suerte podría jugarle una vez más una broma cruel. Pero en el fondo, sabía que con sus amigos a su lado, podría enfrentar cualquier adversidad.
Con una determinación renovada, Makoto se preparó para enfrentar la nueva realidad que se presentaba ante él, listo para luchar por un futuro que, aunque incierto, estaba lleno de posibilidades.}
Felt apareció entrando en la sala de conferencia. Una vez allí, esta intentó golpear a Reinhard por llevársela en contra de su voluntad. naegi intentó hablarle, pero ella solo lo golpeó para asegurarse que estuviera bien tras lo sucedido en el bar naegi se disculpo nuevamente con eso y felt se sonrojo mas . Luego de eso se presentaron las cinco candidatas con sus intenciones de gobernar el país: Crusch quería ya no depender del dragón que protegía el reino (su caballero era Felix), Anastasia quería su propio país (su caballero era Julius), Priscilla quería el poder absoluto (su caballero era Aldebaran), Emilia quería igualdad (ella a diferencia de las demás, solo tenía un patrocinador, Roswaal), pero, antes de poder seguir, fue interrumpida por los sabios siendo discriminada por parecerse a la bruja, Satella. naegi intentó defenderla,aunque su defensa fue debil por sus falta de argumentos Emilia le pidió detenerse, hasta pedirle irse de la sala. naegi desanimado iba irse de la sala pero felt quiso defenderlo
Después de eso, Julius retó a naegi a un duelo de espadas de madera por ofender a los caballeros, naegi se nego soy un pacifista no daño a nadie dijo pero justo cuanod iba a alejarse la espada paso aunque su suerte logro evitarlo ya que se tropezo ey que demonios naegie empezo a esquivar rapidamente ,y con su cuerte golepo el talon de julios nada mal dijo julius naegi nego espera yo y julus ataco a als costillas de naegi naegi perdio el oxigeno pero sintio algo muchisimo pero el golpe parecio por un momento satella se dio cuenta sintio como algo le toco el corazon y esa sensacion de vomito volvio y sus ojos cambiaron por un momento a un verde , naegi agarro la espada y con su magia de elemento oscuridad infundida inconscientemente en oscuridad rompio la espada partiendola se aca bo dijo aunque sintio como el dolor se extendio de sobremanera y se desmayo, La conferencia nuevamente fue interrumpida para informar sobre la batalla, preocupando a Emilia. Más tarde, naegi despertó en una sala, con Emilia a su lado, ella le preguntó la razón de sus acciones y de no poder haberle hecho caso en detenerse, naegi le recordo que no empezo la pelea y de hecho si queria salir de la sala aunque no comprendio realmente el porque julios quizo la pelea supuso que algo de caballeros no era algo que le importara realmente Antes de irse, le dejó su capucha, y regresó a la mansión Roswaal mientras naegi permanecía enojado en la sala, esperando sanarse de sus heridas. esto es horrible sigo siendo debil dijo golpeando la pared naegi aunque en verdad tenia recuerdos confusos pens que perdio el combate
**Capítulo 8: Sombras del Pasado y Destinos entrelazados**
Makoto Naegi despertó en una habitación oscura y silenciosa, rodeado de un aroma a hierbas medicinales y una leve brisa que entraba por la ventana entreabierta. Al abrir los ojos, la luz del sol se filtró, revelando un espacio que le resultaba familiar pero a la vez extraño. Se dio cuenta de que estaba en una sala de la mansión de Roswaal, pero las memorias del evento anterior lo golpearon como una ola.
Su mente se agitó con imágenes de la conferencia, de Felt llegando furiosa, de Julius desafiándolo y de su propia incapacidad para prevenir el conflicto. "Esto es horrible," murmuró para sí mismo, golpeando con frustración la almohada. "Sigo siendo débil." La sensación de impotencia lo invadía, como si una sombra de desesperación se cerniera sobre él.
En ese momento, la puerta se abrió suavemente y Emilia entró, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y alivio al verlo despierto. "Naegi, gracias a los dioses, has despertado," dijo, acercándose a su lado. "Estabas fuera por un tiempo. ¿Cómo te sientes?"
"Creo que mejor, pero... lo que pasó en la conferencia... no sé qué me pasó," respondió, sintiendo que su voz se quebraba ligeramente. "Todo se volvió caótico, y yo no pude hacer nada para detenerlo."
Emilia lo miró con compasión. "No fue tu culpa. Julius es impulsivo y buscaba una razón para demostrar su honor. Pero aún así, no debiste haber intervenido de esa manera. Te preocupaste por mí, pero eso te llevó a una pelea innecesaria."
Makoto bajó la mirada, sintiendo que sus esfuerzos por proteger a Emilia a menudo terminaban en desastre. "No quería que te lastimaran, pero tampoco quería pelear," dijo, su voz llena de confusión.
"Lo sé," Emilia sostuvo su mano. "Pero a veces, no podemos evitar que las cosas se compliquen. Y tampoco podemos controlar las decisiones de los demás." Hizo una pausa, mirando hacia la ventana. "Lo que más me preocupa es que la situación entre las candidatas se ha vuelto aún más tensa. La aparición de Felt como candidata... esto cambiará todo."
"¿Felt?" Makoto se enderezó, recordando la mirada de rabia y sorpresa en el rostro de la joven. "¿Está bien? La vi salir furiosa después de que la interrumpieron."
"Sí, salió a buscar a Reinhard," respondió Emilia, su voz ahora más seria. "Pero no solo eso. Las tensiones políticas están aumentando. Las palabras de los sabios sobre tu relación con la bruja Satella han hecho que muchos miren a Emilia con desconfianza."
"Eso no es justo," replicó Makoto, su frustración volviendo a aflorar. "Ella no es Satella. Solo se parece a ella." En ese instante, recordó la mirada de desprecio que había recibido de algunos asistentes en la conferencia. "Pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Tengo que hacer algo para ayudarla."
Emilia sonrió levemente, admirando la determinación de Makoto. "Tu corazón es noble, Naegi, pero también debes tener cuidado. La política es un juego peligroso, y puedes terminar lastimándote a ti mismo si no eres prudente."
"Lo sé," respondió él, aunque en su interior ardía un deseo de actuar. "Pero si puedo protegerla, debo intentarlo." Se sentó en la cama, decidido a encontrar una manera de ayudar.
Mientras tanto, en otro rincón de la mansión, Felt había estado lidiando con sus propios sentimientos contradictorios. Había llegado a la conclusión de que no solo era un peón en un juego de poder, sino que también tenía el potencial de convertirse en una jugadora clave. Su encuentro con Naegi había sido inesperado, y aunque había estado furiosa, había algo en su actitud que la había conmovido.
"¿Por qué me defendió?" murmuró para sí misma, recordando la forma en que él había intervenido por ella. "No debería importarme lo que un niño como él piense." Pero en el fondo, sabía que sus palabras resonaban. Esa mañana, decidió que no iba a dejar que los demás la definieran. Si tenía que ser una candidata al trono, lo haría a su manera.
De vuelta en la habitación, Naegi sintió que el tiempo se había detenido. "Emilia, ¿qué pasará ahora?" preguntó, su voz temblando. "¿Cómo podemos enfrentar lo que se viene?"
"Lo primero es reunir a nuestros aliados," respondió Emilia, su mirada llena de determinación. "Necesitamos apoyo, y no solo de los caballeros. Necesitamos a aquellos que creen en nuestra causa."
"¿Y si algunos de ellos no están de nuestro lado?" Naegi cuestionó, sintiendo que la sombra de la incertidumbre se cernía sobre ellos nuevamente.
"Si eso sucede, tendremos que demostrarles que estamos en el camino correcto," dijo Emilia, su voz firme. "A veces, la única forma de cambiar las mentes es siendo un ejemplo a seguir."
"Entonces, eso haré," declaró Makoto, sintiendo la chispa de la determinación encenderse en su pecho. "Haré todo lo posible para ayudar a Emilia, y a todos aquellos que creen en un futuro mejor."
Después de un rato, ambos decidieron que era hora de salir de la habitación y enfrentar el mundo exterior. La conferencia, aunque llena de tensión, había dejado una semilla de esperanza en su interior. Sabían que la batalla por el futuro de Lugunica apenas comenzaba, y que cada uno de ellos tenía un papel que desempeñar.
Al salir, se encontraron con los rostros familiares de sus amigos: Felix, Reinhard y otros, quienes estaban esperando ansiosos noticias.
"¡Naegi! ¡Estás despierto!" exclamó Felix, acercándose con una sonrisa. "Nos preocupaste. ¿Estás bien?"
"Un poco golpeado, pero estoy aquí," respondió Makoto, sintiendo que su corazón se llenaba con la calidez de la camaradería. "¿Qué ha pasado desde que me desmayé?"
Reinhard se acercó, su expresión seria. "Las cosas se han complicado. La conferencia se ha reanudado, y los sabios están presionando a Emilia. Necesitamos un plan."
Makoto asintió, su mente ya comenzando a trabajar en posibles estrategias. La realidad era clara: el futuro de Emilia y la paz en Lugunica dependían de ellos. La mala suerte que lo había perseguido tantas veces antes no podía detenerlo ahora.
"
La noche anterior a la conferencia, Naegi había estado entrenando con Wilhelm, recordando la discusión que había tenido con Emilia. La conversación había dejado una marca en su corazón, y cada golpe que daba con la espada era un intento de purgar esa sensación de impotencia. Wilhelm, a su lado, lo observaba con una expresión mezcla de paciencia y desafío.
"Concentración, Naegi," le dijo Wilhelm, su voz firme. "No puedes permitir que tus dudas nublen tu mente. La batalla no espera a nadie."
Después de una intensa sesión de entrenamiento, Naegi se sentó en un rincón del dojo, jadeando. "Lo sé, Wilhelm. Pero... es difícil no pensar en lo que podría haber sido, en lo que podría haber hecho para evitar todo esto."
En ese momento, Reinhard apareció en la puerta, su rostro serio. "Naegi, necesito hablar contigo."
"¿De qué se trata?" preguntó Naegi, sintiéndose un poco ansioso. Reinhard era un hombre de acción, y la forma en que lo miraba indicaba que algo importante estaba en juego.
"Julius está muy alterado. Creo que deberías hablar con él y arreglar las cosas," sugirió Reinhard, su voz grave.
Naegi frunció el ceño, recordando la última vez que habían hablado. "No sé, Reinhard. He intentado hacer lo correcto, pero esta vez no siento que tenga la culpa."
"Lo sé, pero no puedes dejar que la situación se deteriore más," insistió Reinhard. "Es importante para todos nosotros que las tensiones se calmen."
Naegi suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. "Tal vez, en el pasado, hubiera hecho eso, pero no quiero seguir siendo un peón en el juego de otros."
Reinhard lo miró con una mezcla de comprensión y determinación. "Tienes que decidir lo que es correcto para ti, pero recuerda que a veces, es necesario hacer sacrificios por el bien mayor."
Finalmente, Naegi se despidió de Wilhelm y se dirigió a la aldea. Al caminar por las calles, se encontró con imágenes de las candidatas a gobernar Lugunica, una visión que lo llenó de incertidumbre. Fue entonces que se cruzó con Kadomon, quien llegó expresando decepción por permitir que una medio elfa como Emilia participara en la carrera por el trono.
"¿Por qué no puedes ver la verdad? ¡Ella no es lo que piensas!" exclamó Naegi, sintiendo que la ira comenzaba a burbujear en su interior.
Kadomon levantó una mano, instando a la calma. "Tranquilo, Naegi. No deberías mencionar a la bruja en voz alta. No sabes lo que podrías desatar."
La conversación dejó a Naegi más frustrado que antes. Necesitaba encontrar una manera de apoyar a Emilia, pero el miedo y la desconfianza parecían haber echado raíces profundas en la sociedad.
Al caer la tarde, se encontró con Crusch, quien lo abordó con una sonrisa cálida. "Naegi, parece que llevas el mundo sobre tus hombros. Deberías dejar de mirar hacia abajo y mirar hacia arriba. Hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros."
"¿Esperanza?" Naegi se rió nerviosamente, sintiéndose un poco desolado. "¿Cómo puedo tener esperanza cuando todo parece desmoronarse?"
"Porque a veces, la esperanza está justo frente a nosotros, solo tenemos que buscarla," respondió Crusch, su mirada firme. "Tú eres más fuerte de lo que piensas, y tienes aliados a tu lado. No estás solo en esto."
Naegi se sintió un poco reconfortado, pero la sombra de la incertidumbre seguía acechando en el fondo de su mente. Al día siguiente, continuó su entrenamiento con Wilhelm, pero su maestro finalmente le dijo que ya no necesitaba más clases.
"Eres más que capaz, Naegi. Ahora es el momento de enfrentar tus propios desafíos," le dijo Wilhelm, dándole una palmada en el hombro.
Con ese impulso, Naegi tomó la decisión de regresar junto a Emilia, buscando la compañía de Crusch y Felix para discutir sus próximos pasos. Sin embargo, Crusch le dijo que tenía un contrato para cuidarlo, y si se iba, serían enemigos. Esto lo molestó, y se sintió atrapado en una red de lealtades contradictorias.
"¿Por qué no puedes entender que necesito hacer esto? ¡No puedo quedarme aquí mientras Emilia se enfrenta a todo esto sola!" gritó, dejando la habitación en un arrebato de frustración.
Se marchó junto a Rem en una carroza de dragones, sintiendo que la distancia entre él y sus responsabilidades se ampliaba. Pero el camino se tornó complicado. Tuvieron que desviarse por un sendero largo para evitar la neblina que se cernía sobre el paisaje.
Deteniéndose en un pequeño pueblo para descansar, la sensación de inquietud no lo abandonaba. Esa noche, mientras la luna iluminaba el cielo estrellado, Naegi se dio cuenta de que no podía dormir. Rem, sintiendo su inquietud, entró en su habitación para charlar y curarlo con su presencia tranquilizadora.
"¿Qué te preocupa, Naegi?" preguntó Rem, su voz suave como la brisa nocturna.
"No puedo dejar de pensar en todo lo que ha pasado. Siento que soy un desastre," respondió Naegi, su voz llena de inseguridad.
"No eres un desastre. Solo eres humano, y eso significa que también sientes y dudas," replicó Rem, acercándose para ofrecerle consuelo. "Lo importante es que sigas adelante, hacia el futuro."
A la mañana siguiente, Naegi despertó para descubrir que Rem había desaparecido. En su lugar, encontró una carta que explicaba sus motivos y prometía regresar pronto. El corazón de Naegi se hundió en el pecho al leer las palabras de Rem, sintiéndose perdido una vez más.
Con determinación, le pagó a Otto para que lo llevara al castillo, pero al acercarse, el dragón mostró signos de miedo y se detuvo. Sin otra opción, Naegi continuó a pie, sus pasos resonando en la tierra silenciosa.
Sin embargo, a medida que avanzaba, se encontró con una presencia inquietante: el Culto de la Bruja. En lugar de atacarlo, lo miraron con desdén y se marcharon. La incertidumbre lo consumía. ¿Por qué no lo atacaron? ¿Qué significaba eso?
Finalmente, al llegar al pueblo, se encontró con un escenario aterrador: los cuerpos yacían en el suelo, la vida extinguida de forma brutal. El horror lo invadió. "¿Rem? ¿Dónde estás?" gritó, pero solo recibió un eco vacío en respuesta. La desesperación creció en su pecho cuando tropezó con un cadáver, la realidad de su situación lo golpeó como un martillo.
Sin perder tiempo, corrió hacia la mansión, donde la encontró muerta. La desesperación lo consumió. No podía creerlo. Su cuerpo yacía inerte, y el mundo se desmoronó a su alrededor. La desesperación se convirtió en furia, y mientras se arrodillaba junto a su amiga, la sombra del pasado se cernía sobre él, pero sabía que no podía dejar que la oscuridad lo tragara. Debía levantarse, debía luchar por aquellos que aún quedaban, por Emilia y por un futuro mejor, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios demonios.
**Capítulo 9: Renacimiento en la Desesperación**
La bruma de la confusión y el horror envolvía a Makoto Naegi mientras sus ojos se abrían lentamente, desbordando un caos de emociones que lo paralizaban. Recordaba vívidamente la escena: Rem, su amiga inquebrantable, yacía muerta en sus brazos, y con ella, la luz de su esperanza se extinguía. La mansión Roswaal, que una vez había sido un faro de posibilidades, ahora era un campo de ruinas y sombras. Esa sensación de impotencia lo golpeó con la fuerza de un torrente, llevándolo de nuevo a la oscuridad de su pasado.
Sin embargo, todo cambió en un instante. Ante él, el mundo se desvaneció y se encontró de regreso en el puesto de frutas, como si el tiempo y el espacio se hubieran retorcido a su alrededor. La fragancia de las frutas frescas lo rodeaba, y, por un momento, la calma lo envolvió. Allí estaba Rem, sonriendo como siempre, con su cabello azul brillando bajo la luz del sol. Un torrente de emociones lo invadió, y sin pensarlo, corrió hacia ella, la abrazó con todas sus fuerzas.
"Rem…" susurró, sintiendo que su voz se ahogaba entre las lágrimas. Pero al sentir la calidez de su cuerpo, la sensación de alivio fue apabullante. "No puedo creer que estés aquí."
"Naegi, ¿qué te pasa?" preguntó Rem, notando la angustia en su voz. Su mirada era suave, pero había una preocupación latente en sus ojos. "Parece que has estado lidiando con algo muy pesado."
Naegi intentó sonreír, pero la imagen de Rem muerta seguía grabada en su mente. "Es solo... es complicado. He estado pasando por mucho." Sus palabras eran un eco de su dolor, y la carga de sus recuerdos lo presionaba, como si llevara un mundo entero sobre sus hombros.
"Vamos, no estás solo en esto. ¿Por qué no vamos a ver a Crusch y Felix? Quizás ellos puedan ayudarte," sugirió Rem, tomando su mano con una firmeza que le transmitía un poco de confianza.
Asintió, sintiendo que el camino hacia el castillo era la única opción viable. Mientras se dirigían hacia su destino, la mente de Naegi seguía atormentada por lo que había perdido. La imagen de Emilia, la lucha en la conferencia, y el horror del Culto de la Bruja llenaban su interior de una desesperanza abrumadora. "¿Qué pasará con Emilia?" preguntó, su voz temblando. "Necesita ayuda y... no sé cómo enfrentar todo esto."
"No te preocupes, Naegi. Haremos lo que sea necesario," respondió Rem, su tono era tranquilizador, pero Naegi podía sentir la tensión en el aire. Algo no estaba bien.
A medida que avanzaban, una sensación inquietante comenzó a crecer dentro de él. Era como si el aire estuviera cargado de una energía oscura, y el murmullo de voces lejanas llenara su mente. "Rem, ¿sientes eso?" preguntó, deteniéndose en seco.
"Sí," respondió ella, su expresión de preocupación se intensificó. "Algo anda mal. Debemos apresurarnos."
Sin embargo, antes de que pudieran continuar, un grupo de figuras encapuchadas emergió de las sombras. Eran los miembros del Culto de la Bruja, sus ojos resplandecían con una locura siniestra. Naegi sintió que su corazón se aceleraba, y la desesperación lo envolvió como un manto.
"¡Deténganse!" gritó, dispuesto a proteger a Rem, pero antes de que pudiera reaccionar, la transformación de Rem fue instantánea. Con una ferocidad que nunca había visto, se convirtió en un demonio, sus ojos brillando con una luz sobrenatural. "¡Retrocedan!" ordenó, lanzándose hacia ellos.
Naegi observó cómo luchaba con valentía, pero la fuerza del culto era abrumadora. Uno de los cultistas, un ser de locura y maldad, lanzó un ataque devastador. "No es necesario que te esfuerces tanto, medio demonio," rió el líder del culto, su voz era como un eco retumbante en la cueva oscura. "Tu lucha es inútil."
"¡No!" gritó Naegi mientras veía a Rem caer, herida, la sangre manando de su cuerpo. La desesperación lo consumía. "¡No, Rem!" Corrió hacia ella, pero fue atrapado por los cultistas, sus manos encadenadas, incapaz de ayudarla.
El dolor de la impotencia lo atravesó como un rayo. "¿Por qué? ¡¿Por qué no puedo hacer nada?!"
"Porque eres un peón en este juego, Naegi," respondió el líder del culto, Petelgeuse Romanee-Conti. "Tu locura es divertida de observar. Pero no te preocupes, pronto estarás en paz."
Antes de que pudiera comprenderlo, Petelgeuse desapareció dejando a Naegi encadenado en la oscuridad. La imagen de Rem herida lo atormentaba, y la desesperación le hacía sentir que su cordura se deslizaba entre sus dedos.
Los minutos se convirtieron en horas mientras su mente luchaba contra la desesperanza. Rem, su fuerza, su luz, se desvanecía con cada suspiro. Cuando finalmente vio su figura arrastrándose hacia él, la esperanza brotó de su corazón. "Rem…" murmuró, extendiendo su mano.
Con su último aliento, ella logró liberarlo, pero no sin pagar el precio más alto. "Naegi… recuerda… siempre…," sus palabras se desvanecieron en un susurro mientras su cuerpo caía inerte a sus pies. La realidad se desmoronó a su alrededor, y el frío de la pérdida lo envolvió como un manto helado.
"¡No, Rem! ¡No puedes dejarme!" gritó, su voz resonando en la oscuridad. Pero ya era demasiado tarde. La desesperación lo arrastró a un abismo de locura. Naegi se dejó llevar por la ira, luchando contra sus cadenas, pero era en vano.
Con el corazón roto, se encontró de nuevo en el castillo, donde un espíritu gigante lo esperaba. En su mente, un eco resonante decía que debía pelear, que debía levantarse. Pero el destino no le dio otra oportunidad. Fue asesinado una vez más, el dolor y el sufrimiento se convirtieron en una espiral interminable de desesperación.
Y sin embargo, el ciclo no se detuvo. Una vez más, se despertó en el puesto de frutas, junto a Rem, en un mundo que parecía estar en un constante ciclo de caos. La sensación de desesperanza lo llenaba, pero también había una chispa de determinación. "Esto tiene que terminar," murmuró para sí mismo.
Mientras se alejaban del puesto, la oscuridad seguía acechando, pero su voluntad se afianzaba. "Juro que me vengaré de Petelgeuse," prometió, su voz firme como el acero. "No dejaré que su locura continúe. No más. Esta vez, haré lo que sea necesario."
Con cada paso que daban, el mundo parecía cambiar. La luz del sol iluminaba el camino, y aunque el pasado seguía acechando, Naegi estaba decidido a enfrentarlo. La sombra del pasado podía seguir acechando, pero con la determinación ardiendo en su corazón, no se detendría.
El viaje apenas comenzaba, pero cada paso lo llevaba más cerca de la verdad, y con cada latido de su corazón, la promesa de un futuro mejor se hacía más real. La batalla por Emilia, por Rem, y por todos los que había perdido, estaba lejos de haber terminado.
naegi y Rem volvieron con Crusch para que les ayude a vencer al Culto de la Bruja, pero ella antes de responder, preguntó si iba a recibir una ganancia, naegi mencionó que tendría una deuda con su facción, Crusch argumentó que si ese era el caso, Emilia tendría que dejar la selección, ya que poner la supervivencia del dominio de alguien en manos de otro ponía en duda la capacidad para gobernar. Subaru aceptó de mala gana, pero Crusch se negó a ayudarlo, ya que ayudar a Emilia o dejarla morir provocaría que la medio elfa fuese eliminada de la selección. naegi se acercó a ella de forma amenazante, pero Wilhelm lo detuvo, naegi amargado se mordió la boca, y se rehusó a ser curado por Felix. naegi y Rem entraron a una habitación fuera de la capital, ahí Rem le dijo que Roswaal estaba de viaje para visitar a unos oficiales, y Reinhard salió de la capital por una situación de cortesía. Al día siguiente, naegi intentó convencer a Priscilla de ayudarlo, pero ella, al igual que Crusch, respondió que no, pero le daría una oportunidad, solo si le lamiera el pie para saborear la vergüenza y humillación. naegi recordo no supo como a alguien asi de desagradable quizas mas y una frase salio de sus labios eres patetico alguien con poder buscaria poder no humillacion eres alguien que solo busca la muerte con una actitud asi , pricilla irbio de ira y queria contradecir incluso aldebaran se queria acercar pero tanto rem como el le brillaron sus ojos fuera de nuestro camino la patadas de ambos mandaron a aldebaran ala pared
naegi camina por la calle muy enojado maldiciendo a Priscilla por ser muy desagradecida y altanera con él, naegi se muerde el labio sacandose sangre, pero se calma aunque no del todo, diciendo que no necesita a Crusch y a Priscilla para salvar a Emilia. El olor de la sangre de naegi lo llevó a encontrarse con Mimi, y para su sorpresa, también con Anastasia Hoshin, quien le dio unos consejos para aprender a negociar con las personas. Poco a poco, Anastasia usó métodos para hacer hablar a naegi acerca de la compra de armas y armaduras de Crusch, quien según naegi , muy posiblemente era por eso que recibió la visita del comerciante, Russell Fellow. Dicho esto, Anastasia se fue satisfecha por usar a naegi para su propio beneficio, haciendo que este se enoje. En eso llegó Rem tras haberle pedido ayuda a la Guardia Real, pero como ellos desconocían detalles sobre el Culto de la Bruja, no pudieron hacer nada. naegi y Rem decidieron volver a la mansión Roswaal para irse con Emilia y Ram, en el camino se encontraron con Otto, quien con ayuda de sus amigos, decidieron ayudarlos a evacuar el pueblo Irlam, naegi prometió pagarles al cumplir con la misión. Al momento de partir, naegi empezó a usar su celular para ver un mapa, pero al dejar de usarlo, notó que todos, excepto Otto, se habían ido. naegi comenzó a mirar a su alrededor, hasta conseguir ver a Hakugei.
**Capítulo 10: La Llama de la Determinación**
La luz del amanecer apenas se filtraba a través de las nubes grises que cubrían el cielo, como un presagio de los desafíos que aún estaban por venir. Makoto Naegi se encontraba de pie en la pequeña habitación que había compartido con Rem, su mente aún aturdida por las recientes traiciones y la desesperación que lo acompañaba. La escena anterior con Crusch y Priscilla aún resonaba en su mente, como un eco que se negaba a desvanecerse.
Mientras recordaba la forma en que Crusch había manejado la situación, una mezcla de frustración y rabia burbujeaba dentro de él. Había llegado a ella buscando ayuda, una chispa de esperanza en medio de la oscuridad, pero se había encontrado con una pared de indiferencia y egoísmo. "¿Por qué es tan difícil encontrar aliados en todo esto?" murmuró para sí mismo, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros.
Con un suspiro resignado, Naegi se giró hacia Rem, que lo observaba con una mezcla de preocupación y apoyo. "¿Qué hacemos ahora?" preguntó ella, su voz suave como siempre, pero con una firmeza que lo reconfortaba.
"Debemos encontrar una manera de ayudar a Emilia. No podemos rendirnos," respondió Naegi, su determinación comenzando a florecer. "Aunque Crusch y Priscilla no nos ayuden, eso no significa que no podamos hacer algo. Debemos actuar por nuestra cuenta."
Rem asintió, sus ojos azules reflejando una lealtad inquebrantable. "Estoy contigo, Naegi. Siempre estaré a tu lado."
Con el corazón palpitante, Naegi salió de la habitación, su mente ya comenzando a trazar un plan. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más, una voz conocida resonó detrás de él. "¡Naegi! ¡Espera!"
Era Otto, que se acercaba con prisa, su rostro reflejando la ansiedad. "¡He estado buscándote! Necesitamos hablar."
Naegi se detuvo, sintiendo que las tensiones del mundo exterior se entrelazaban con su propia desesperación. "¿Qué pasa, Otto?" preguntó, su voz tensa.
"Mis amigos y yo hemos decidido ayudar a evacuar el pueblo de Irlam antes de que el culto ataque. Pero necesitamos tu ayuda para coordinar el plan," explicó Otto, su mirada llena de determinación. "No podemos dejar que la gente sufra por culpa de esos monstruos."
La idea resonó en Naegi. "Tienes razón. Si podemos evacuar a la gente, tal vez podamos ganar tiempo para buscar a Emilia y encontrar una forma de detener al Culto de la Bruja."
Con un nuevo propósito, Naegi y Rem se unieron a Otto, quienes se dirigieron hacia el centro del pueblo. Mientras caminaban, la ira de Naegi hacia Priscilla y Crusch se desvanecía, reemplazada por un impulso renovado. Sabía que no podía depender de otros; debía ser el cambio que deseaba ver en el mundo.
El camino hacia el pueblo estaba lleno de obstáculos, pero Naegi estaba decidido. Con cada paso que daba, la imagen de Rem sonriendo y la de Emilia en peligro lo guiaban. "¡Vamos! ¡No podemos perder tiempo!" gritó, su voz resonando con energía.
Al llegar al centro, se encontró con un grupo de aldeanos, cada uno con miradas de temor y desesperación. "Escuchen, todos," comenzó Naegi, levantando la mano para captar su atención. "El Culto de la Bruja está en camino. Necesitamos evacuar el pueblo ahora. Si permanecen aquí, estarán en grave peligro."
Las reacciones eran variadas; algunos estaban aterrados, otros incrédulos. "¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti?" preguntó un hombre mayor, su voz temblando.
"Porque no tengo nada que ganar si no lo hacemos," respondió Naegi, sintiendo la urgencia de su propia situación. "Solo quiero salvar a Emilia y a todos ustedes. No dejaremos que el culto los destruya. ¡Juntos podemos hacerlo!"
Las palabras de Naegi resonaron en los corazones de los aldeanos, y poco a poco, comenzaron a moverse, organizándose para evacuar el pueblo. Rem y Otto se unieron a él, ayudando a dirigir a los aldeanos hacia un lugar seguro.
Sin embargo, mientras el grupo se movía, la sensación de que estaban siendo observados comenzó a crecer. Naegi se detuvo un momento, mirando a su alrededor. "¿Alguien más siente eso?" preguntó, su instinto gritando que algo no estaba bien.
"Sí," respondió Otto, su expresión tensa. "Debemos apurarnos."
Justo en ese momento, un grito desgarrador resonó en el aire. Una figura encapuchada apareció en el horizonte, seguida de un grupo de cultistas que avanzaban rápidamente. "¡No podemos quedarnos aquí! ¡Vámonos!" gritó Naegi, su corazón latiendo con fuerza.
El grupo de aldeanos se movió más rápido, y Naegi sintió que una mezcla de miedo y determinación dominaba su mente. "¡Sigan adelante! ¡Yo los detendré!" exclamó, sintiendo que debía hacer algo para proteger a aquellos que no podían defenderse.
Rem lo miró con preocupación, pero él asintió. "No te preocupes. Solo asegúrate de que lleguen a salvo."
Mientras los cultistas se acercaban, Naegi sintió que la desesperación comenzaba a asfixiarlo. Pero entonces recordó a Rem, a Emilia y a todos los que dependían de él. Con una determinación ardiente, se preparó para enfrentar a los cultistas, sabiendo que no podía dejar que su miedo lo dominara.
"¡No dejaré que lastimen a nadie más!" gritó, su voz resonando como un faro de esperanza.
El primer ataque llegó rápido, pero Naegi logró esquivarlo, recordando las enseñanzas de sus amigos y la fuerza que había encontrado en ellos. Con cada movimiento, dejaba atrás la desesperación y abrazaba su determinación.
Mientras luchaba, la imagen de Rem brillaba en su mente, dándole la fuerza necesaria para levantarse. "¡Esto es por ti, Rem! ¡Y por Emilia!" gritó, su voz resonando con cada golpe que daba.
A medida que la batalla continuaba, Naegi comprendió que aunque el camino hacia la victoria estaba plagado de dificultades, él no estaba solo. Con cada golpe que daba, la llama de su determinación se avivaba, y aunque el futuro aún era incierto, sabía que no podría rendirse.
La lucha apenas había comenzado, pero con Rem a su lado y los aldeanos a salvo, estaba decidido a enfrentarse a cualquier adversidad que se interpusiera en su camino. La batalla por Emilia y por un futuro mejor apenas comenzaba, y Naegi estaba listo para enfrentarlo todo.
**Capítulo: Ecos de Desesperación**
La oscuridad se cernía sobre el mundo, como una sombra interminable que se tragaba todo a su paso. La última vez que había tenido la oportunidad de mirar el reloj de mi teléfono, las manecillas parecían moverse más rápido de lo normal. En ese instante, mientras Otto, Rem y yo luchábamos por escapar de Hakugei, la enorme bestia que había devorado a los mercaderes y que amenazaba con hacernos lo mismo, la realidad se tornaba cada vez más sombría.
El rugido de Hakugei resonaba en el aire, un sonido profundo y aterrador que hacía temblar el suelo bajo nuestros pies. A pesar de que la adrenalina corría por mis venas, el miedo me paralizaba. La idea de ser consumido por esa criatura era una perspectiva que no podía soportar. Sin embargo, la verdadera desesperación llegó cuando Rem, con una determinación que me dejó sin palabras, decidió sacrificarse.
"¡No, Rem, no puedes hacer esto!" grité, pero ella ya había tomado su decisión. Me inmovilizó con un agarre firme pero gentil, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y resolución. En un susurro, me instó a escapar con Otto, a vivir para ver otro día. Antes de que pudiera protestar más, se lanzó hacia Hakugei, enfrentándose a la bestia con valentía.
No pude evitar sentirme impotente, atrapado en un ciclo de mala suerte que parecía seguirme a cada paso. Otto y yo logramos escapar en la carroza, pero mientras el viento soplaba a nuestro alrededor, el miedo se transformó en pánico cuando Otto se dio cuenta de que yo era el objetivo de Hakugei. Con un empujón brusco, me arrojó de la carroza, gritando que debía correr mientras él mantenía la bestia a raya.
No hubo tiempo para protestar, el impacto contra el suelo me dejó aturdido. Desde el suelo, vi cómo Hakugei devoraba a Otto, y un grito ahogado se escapó de mi garganta. La oscuridad volvió a envolverme, y no supe más de mí.
Desperté con el sonido de risas infantiles resonando en mis oídos. Había llegado al pueblo Irlam, inconsciente y vulnerable. Los niños, aquellos que conocía, me habían encontrado y habían llevado mi cuerpo a la mansión Roswaal. Cuando finalmente abrí los ojos, la familiaridad del lugar me trajo una mezcla de alivio y horror. Ram estaba allí, su expresión impasible pero con un brillo de preocupación en sus ojos.
"¿Dónde está Rem?" pregunté, la angustia comenzando a apoderarse de mí una vez más. Pero Ram, con su habitual frialdad, negó saber algo sobre ella. Su respuesta fue un golpe en mi pecho, como si un trozo de mi corazón se hubiera hecho añicos. No podía creer que nadie supiera nada de ella. Estaba atrapado en un ciclo de confusión y desesperación.
Decidí buscar respuestas por mi cuenta. Caminé por los pasillos de la mansión, finalmente encontrando la habitación de Rem. Al abrir la puerta, la desilusión me golpeó de nuevo; el lugar estaba vacío, como si nunca hubiera existido. La desesperanza se apoderó de mí mientras me preguntaba si alguna vez había estado allí.
Después de un tiempo, encontré a Emilia en el salón, trabajando con su habitual gracia. La necesidad de contarle la verdad me abrumó, así que, casi a gritos, le pedí que se marchara conmigo antes de que "ellos" llegaran. Pero su mirada confusa solo aumentó mi frustración. "¡Emilia, escúchame! ¡Puedo regresar de la muerte!" le grité, sintiendo que mi voz se desvanecía en la desesperación.
Su reacción fue instantánea y devastadora. Al descubrir la verdad, su rostro se tornó pálido, y justo cuando el horror se apoderaba de ella, Beatrice apareció en el salón. En lugar de acabar con mi sufrimiento, me envió a un bosque, junto al cadáver de Emilia. La desesperación me invadió, y la soledad se convirtió en mi única compañera.
Mientras me encontraba allí, rodeado de la penumbra del bosque, Petelgeuse apareció. Ante su presencia, sentí una mezcla de odio y desesperación. "Mátame", le pedí, pero al escuchar cómo hablaba de Emilia con desprecio, mi deseo de morir se desvaneció.
Fue entonces cuando Pack, el espíritu del orgullo, irrumpió en la escena, su furia era palpable. "¡Basta!", gritó, interrumpiendo el ciclo de desesperación. En ese momento, sentí que, a pesar de toda la mala suerte que me seguía, todavía había una chispa de esperanza. Quizás, solo quizás, todavía había una manera de romper el ciclo y encontrar a Rem. Pero primero, debía enfrentar mis peores temores y seguir adelante.
**Capítulo: Vientos de Cambio y Decisiones Difíciles**