Nick Fury estaba sentado en su oficina, observando el monitor frente a él mientras pasaba archivo tras archivo, cada uno más inquietante que el anterior. La infiltración de HYDRA dentro de su organización ya no era una simple sospecha; los indicios eran demasiado claros. Sin embargo, carecía de pruebas concretas para actuar sin levantar alertas. Por eso, había mantenido el círculo de confianza reducido a Phil Coulson y Maria Hill.
Con la ayuda de Coulson, Fury había comenzado a rastrear patrones, identificar nombres y conexiones que parecían insignificantes en la superficie pero que, al unirlas, mostraban un panorama alarmante.
"Se están moviendo rápido," comentó Coulson, quien se encontraba frente a una pantalla mostrando varias líneas de texto y gráficos. "Pero están siendo cuidadosos. No dejan nada al azar."
"Y eso es lo que más me preocupa," replicó Fury. "Quien quiera que esté detrás de esto, sabe cómo jugar este juego."
Maria Hill, que estaba de pie junto a Fury, cruzó los brazos. "Entonces, ¿qué hacemos? No podemos simplemente enfrentarlos sin exponer que sabemos algo."
Fury se inclinó hacia atrás en su silla, su mente trabajando a toda velocidad. Fue entonces cuando su mente regresó a unas semanas atrás, a un momento que ahora le parecía significativo. El recuerdo apareció vívido en su mente.
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El sol apenas había comenzado a ponerse mientras Fury conducía su auto por las calles de Nueva York. A su lado, Sholan estaba sentado con una expresión serena pero curiosa. Habían acordado que Sholan le daría una información crucial siempre que él sin saberlo lo llevara al Sanctum Sanctorum en la calle Blecker. Fue durante ese trayecto que Fury, tratando de llenar el silencio, le explicó la estructura y el propósito de su agencia y como todo buen espía lograr ganarse la confianza de Sholan junto con más información.
"Supongo que no te habías topado con nosotros antes," comentó Fury, con una leve sonrisa. "Somos la agencia Strategic Homeland Intervention, Enforcement and Logistics Division. Nos encargamos de los problemas que otros no pueden manejar."
Sholan arqueó una ceja y luego soltó una ligera risa. "¿Ese es el nombre? ¿Cómo esperan que alguien recuerde algo tan largo? Es más un trabalenguas que un nombre de agencia."
Fury frunció el ceño, aunque con un dejo de diversión. "Bueno, estamos enfocados en la eficacia, no en la publicidad."
Sholan lo miró de reojo. "Si quieres un nombre que inspire confianza y sea fácil de recordar, deberías usar las iniciales. Llama a tu organización S.H.I.E.L.D. Tiene más impacto."
Fury soltó un gruñido, pero no pudo evitar admitir que tenía sentido. "S.H.I.E.L.D., ¿eh? Interesante."
Sholan se encogió de hombros. "Haz lo que quieras, pero créeme, el nombre importa más de lo que piensas, lo sé."
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El regreso al presente trajo consigo un destello de claridad. Fury no podía evitar preguntarse cómo Sholan había podido leer entre líneas y prever tanto en tan poco tiempo. Su influencia, aunque sutil, parecía resonar en cada rincón de la agencia.
"Esto no será suficiente," dijo finalmente, volviendo al presente y señalando los archivos frente a ellos. "Necesitamos algo más contundente."
Hill asintió. "¿Y qué sugieres?"
"Quiero que profundicen en los registros de reclutamiento," dijo Fury, su voz firme. "Si HYDRA está dentro, quiero saber qué agentes tienen más probabilidades de estar comprometidos."
Coulson asintió. "Entendido. Lo haré de inmediato."
Mientras Coulson comenzaba a trabajar, Hill miró a Fury. "¿Y qué hay de los nuevos candidatos? ¿Aún estás considerando el programa de reclutamiento especial?"
Fury se recostó en su silla, pensativo. "Sí. Quiero que revisemos esos expedientes. Pero con más cuidado. Necesitamos asegurarnos de que estén limpios antes de hacer cualquier movimiento."
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Horas más tarde, ya entrada la noche, Fury, Coulson y Hill estaban reunidos en la sala de análisis. En la mesa frente a ellos había dos expedientes.
El primero llevaba el nombre de Natasha Romanoff. A pesar de su juventud, la mujer ya había ganado notoriedad como una de las asesinas más mortales del mundo. Su apodo, Viuda Negra, no era solo un título; era una advertencia. Había desertado de la Sala Roja hace poco, y su historial era tan impresionante como perturbador.
"¿Crees que podemos confiar en alguien como ella?" preguntó Hill, escéptica.
"No se trata de confianza," respondió Fury. "Se trata de potencial. Si está dispuesta a trabajar con nosotros, podría ser un activo invaluable."
El segundo expediente pertenecía a Clint Barton, mejor conocido como Ojo de Halcón. A diferencia de Romanoff, Barton era un soldado disciplinado con un talento excepcional para el combate a distancia. Su historial mostraba una lealtad inquebrantable, algo que Fury valoraba profundamente.
"Estos dos podrían ser exactamente lo que necesitamos," comentó Coulson. "Un equipo pequeño, pero efectivo."
Fury asintió. "Aún debemos ser cautelosos. Pero si resultan ser lo que parecen, podrían ser la clave para equilibrar las cosas."
Mientras cerraban los expedientes, Fury miró a Hill y Coulson. "Por ahora, sigan monitoreando todo. Quiero saber cada movimiento que hagan, cada conversación. Si HYDRA está dentro, quiero que sepamos exactamente dónde golpear."
Con esas palabras, la reunión terminó, pero la sensación de tensión permaneció en el aire. Fury sabía que estaban entrando en un territorio peligroso, pero también sabía que no podían retroceder. La guerra en las sombras apenas comenzaba.