El grupo avanzó por el bosque que rodeaba el templo donde habían enfrentado a los Segadores. Los árboles gigantes formaban un dosel denso, dejando pasar solo pequeños rayos de luz que danzaban en el suelo. Alex caminaba en silencio, reflexionando sobre lo que había ocurrido. Las runas seguían grabadas en su mente, pulsando con una energía que no entendía del todo.
—Vamos a detenernos aquí un momento —anunció Calla, haciendo un gesto hacia un claro rodeado de arbustos. —Necesitamos reagruparnos antes de continuar hacia el Oráculo.Alex asintió y se dejó caer sobre un tronco caído. Mientras Luthor revisaba sus armas y Calla inspeccionaba el mapa, Alex sacó su bastón y lo estudió detenidamente. Las runas seguían allí, brillando con un leve resplandor azul.—Estás pensando demasiado —comentó Calla, acercándose a él. Su tono no era tan cortante como de costumbre. —Si quieres entender ese poder, tienes que aprender a confiar en tus instintos.—No es tan sencillo —respondía Alex, frunciendo el ceño. —Siento que hay algo más allá, algo que no puedo alcanzar.Calla suspiró. —El Oráculo podrá ayudarte, pero también tienes que buscar tus propias respuestas. En Elysium, nada se regala. Todo se gana.Antes de que Alex pudiera responder, un sonido proveniente de los arbustos cercanos los puso a todos en alerta. Calla desfundó su espada, y Luthor cargó su ballesta. Alex también se preparó, sosteniendo el bastón con firmeza.—¿Quién está ahí? —demandó Calla, su voz firme y autoritaria.De los arbustos salió una figura encorvada, envuelta en una capa oscura que apenas dejaba entrever un rostro arrugado y una barba blanca que caía hasta el pecho. Sus ojos brillaban con una inteligencia peculiar.—Tranquilos, viajeros —dijo el anciano, levantando las manos en gesto de paz. Su voz resonó con un tono extraño, como si proviniera de más de un lugar a la vez. —No soy un enemigo, aunque quizá las respuestas que busco los hagan cuestionar eso.Calla no bajó su espada. —¿Quién eres? ¿Y qué haces aquí?El anciano sonrió con calma. —Me llaman El Sabio. Vivo en esta región, estudiando las corrientes de energía que atraviesan Elysium. Y tú, joven —dijo, mirando a Alex—, pareces estar conectado a ellas de una manera especial.Alex intercambió una mirada con Calla, quien finalmente bajó su arma, aunque seguía alerta.—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Alex, sintiendo un nudo de curiosidad y desconfianza en el estómago.El Sabio se acercó lentamente, deteniéndose a unos pasos de Alex. Sus ojos brillaban con una intensidad inquietante, como si estuviera evaluando algo más que la simple apariencia. —Puedo sentir la alquimia en ti. Las runas en tu bastón no son simples marcas; son portales hacia un poder que pocos entienden. Pero cuidado, joven alquimista —añadió, su voz descendiendo a un susurro casi inaudible—, el conocimiento no siempre libera. Si me permites, puedo ayudarte a desbloquear ese conocimiento... Aunque a veces, algunas puertas nunca deberían abrirse.Calla entrecerró los ojos. —¿Y por qué harías eso?El Sabio soltó una risa suave, aunque había algo en su tono que no encajaba del todo. —Porque este mundo está en peligro, y necesito guerreros capaces de protegerlo. Pero más allá de eso... digamos que enseñar me permite preservar ciertos secretos que no deben caer en manos equivocadas.Alex lo miró fijamente, tratando de discernir si podía confiar en él. Finalmente, asintió. —Estoy dispuesto a aprender.El Sabio sonrió ampliamente. —Entonces, acompáñame.El anciano los guió hacia una cueva cercana, donde una serie de cristales naturales iluminaban el interior con un resplandor multicolor. Había mesas llenas de pergaminos, frascos con líquidos de colores y extraños artefactos que parecían estar hechos de una combinación de metal y madera viva.—Este es mi santuario —dijo el Sabio, haciendo un gesto para que se sintieran cómodos. —Ahora, joven alquimista, muéstrame lo que puedes hacer.Alex se sintió intimidado por la petición, pero levantó su bastón y comenzó a concentrarse. Cerró los ojos y trató de sentir las runas, de conectar con la energía que había sentido antes. Lentamente, un pequeño orbe de luz azul comenzó a formarse en la punta del bastón.—Interesante —murmuró el Sabio, inclinando la cabeza como si estudiara algo que solo él podía ver. —Tienes un talento innato, pero careces de control. Hay un potencial aquí que no esperaba encontrar... Permíteme mostrarte, aunque quizás mis razones no sean del todo claras para ti aún.El anciano colocó una mano sobre el bastón de Alex, y de inmediato sintió una ola de calor que recorrió su cuerpo. Las runas se iluminaron más intensamente, y el orbe de luz azul creció hasta convertirse en una esfera resplandeciente.—La alquimia no es solo poder, Alex —dijo el Sabio, retirando su mano. —Es equilibrio. Debes aprender a escuchar al mundo que te rodea, a usar su energía sin perturbarlo.Durante las horas siguientes, el Sabio guió a Alex a través de varios ejercicios. Le enseñó a manipular elementos básicos, como el fuego y el agua, combinándolos con las runas de su bastón para crear pequeñas explosiones controladas o corrientes de agua que podían seguir patrones complejos. Con cada intento, Alex sentía que entendía un poco más el flujo de energía que atravesaba Elysium.Mientras tanto, Calla observaba desde la distancia, con los brazos cruzados. Aunque no lo demostraba abiertamente, estaba impresionada por la rapidez con la que Alex aprendía. Incluso Luthor, quien normalmente se mantenía al margen de los temas mágicos, mostraba un atisbo de respeto.Finalmente, cuando el cielo fuera de la cueva comenzó a oscurecerse, el Sabio levantó una mano para detenerlos.—Eso es suficiente por hoy. Has avanzado mucho, Alex, pero recuerda que esto es solo el comienzo. La verdadera prueba será cuando uses estas habilidades en el campo de batalla.Alex asintió, sintiendo una mezcla de cansancio y satisfacción. Sabía que había mucho más por aprender, pero también sentía que había dado un gran paso hacia entender su lugar en Elysium.Mientras el grupo se preparaba para partir, el Sabio se acercó una vez más a Alex.—Recuerda esto, joven alquimista: tu poder no solo te pertenece a ti. Estás conectado con este mundo de maneras que aún no comprendes. Usa tus habilidades con sabiduría, o podrías causar tanto daño como aquellos a quienes enfrentas.Alex se quedó mirando al anciano, asimilando sus palabras. Algo en su tono sugería que había un peligro mayor acechando, uno que aún no podían ver.—Gracias por tu ayuda —dijo Alex finalmente, inclinando la cabeza en señal de respeto.El Sabio sonrió y levantó una mano en despedida, pero antes de que el grupo pudiera marcharse, susurró algo más, casi como si hablara consigo mismo: —Espero no haber despertado más de lo que puedas manejar, joven alquimista.Alex giró la cabeza hacia él, pero el anciano ya estaba inspeccionando una de sus mesas, aparentemente distraído. Calla frunció el ceño, pero decidió no comentar. Sin embargo, mientras caminaban hacia la salida de la cueva, Alex no pudo quitarse de la cabeza la sensación de que el Sabio sabía más de lo que había dicho.Una vez afuera, el grupo avanzó por el bosque en dirección al Oráculo. Las palabras del Sabio resonaban en la mente de Alex, como un eco persistente. Su destino estaba ligado a Elysium, y ahora, con sus habilidades alquímicas despertando, sabía que debía estar listo para lo que venía.