Chereads / Yuki No Furu Machi (Ciudad donde cae la nieve) / Chapter 12 - Capítulo 11: Confesiones al viento

Chapter 12 - Capítulo 11: Confesiones al viento

Era temprano por la mañana, y el sol apenas comenzaba a calentar el aire fresco que envolvía el estacionamiento de la escuela. Decenas de estudiantes esperaban impacientes la llegada del autobús que los llevaría a la tan ansiada excursión. Las risas y murmullos llenaban el ambiente mientras los grupos de amigos conversaban emocionados sobre lo que les esperaba en las cabañas.

Saori, como siempre, estaba de buen humor y llena de energía. Saltaba de un lado a otro, apretando el brazo de Naomi con entusiasmo.

—¡Este viaje va a ser genial! —exclamó Saori—. Vamos a tener que dormir en cabañas, hacer pruebas de miedo, ¡y cocinar! ¿No estás emocionada?

Naomi sonrió, aunque de forma un poco más moderada. No podía evitar sentir nervios por todo lo que les esperaba, sobre todo la prueba de miedo, pero también había algo más que la inquietaba: Kotaro. No lo había visto desde su última conversación, y aunque había logrado que se desahogara un poco, no estaba segura de cómo se sentiría al verlo hoy.

—No he visto a Kotaro —comentó Saori, observando a su alrededor—. ¿Y tú? ¿Lo has visto ya?

Naomi trató de buscarlo entre los estudiantes, pero no lo encontró. El nerviosismo la invadió por un momento.

—No lo veo… —respondió, mordiéndose ligeramente el labio—. Tal vez no vendrá.

—¡Oh, vamos! Estoy segura de que vendrá. ¡Es un viaje genial! —insistió Saori mientras el autobús finalmente llegaba y los docentes comenzaban a organizar a los estudiantes para que subieran.

Ambas chicas se dirigieron al fondo del autobús, ocupando los asientos traseros. Saori, como siempre, iba charlando sin parar sobre todo lo que planeaba hacer en la excursión. Naomi asentía y sonreía, pero sus pensamientos seguían en Kotaro.

De repente, hubo un murmullo en el autobús. Para sorpresa de Naomi, Kotaro apareció en la entrada del vehículo, caminando con su habitual semblante serio y tranquilo. Al verlo, un pequeño destello de alivio cruzó su rostro.

—¡Hey, Kotaro! —gritó Saori desde el fondo—. ¡Ven aquí! ¡Siéntate con nosotras!

Kotaro se detuvo un momento, observando a todos en el autobús, y aunque parecía dudar, terminó acercándose a donde estaban Naomi y Saori. Akane, quien estaba en un asiento más cercano a la mitad del autobús, le lanzó una mirada de desaprobación a Saori, pero no dijo nada, simplemente suspiró con molestia.

—Qué bueno verte —dijo Naomi, un poco nerviosa pero sonriente cuando Kotaro se sentó a su lado.

—Gracias —respondió Kotaro, con su voz calmada y reservada.

El autobús arrancó, y el profesor comenzó a hablar por el micrófono explicando las actividades de la excursión.

—Vamos a pasar tres días en las cabañas —explicaba—. Hoy solo nos dedicaremos a instalarnos y descansar del viaje. Mañana habrá una excursión por el bosque y el lago por la mañana, y en la tarde haremos una competencia de cocina entre los grupos. El tercer día será deportivo, y para finalizar, haremos una pequeña prueba de miedo antes del festival de la noche.

Las emociones en el autobús eran palpables, con muchos estudiantes emocionados por las actividades, aunque no todos parecían tan interesados. Kotaro, por ejemplo, miraba por la ventana, indiferente a lo que el profesor decía. Naomi, por su parte, empezó a inquietarse cuando mencionaron la prueba de miedo.

—No soy buena para esas cosas —murmuró Naomi, casi temblando al pensar en lo que le esperaba. Saori, al contrario, estaba totalmente emocionada.

—¡Va a ser tan divertido! No te preocupes, si te asustas mucho puedes esconderte detrás de Kotaro —bromeó Saori, dándole un codazo a Naomi.

—Ya te dije que no digas eso —respondió Naomi, ruborizándose.

—¡Oh, vamos! Ya se nota que se llevan mejor, además, él te cae bien, ¿no? —Saori rió con picardía, lo suficientemente alto como para que Akane, que estaba sentada frente a ellas, escuchara. Akane levantó una ceja, interesada, pero sin mostrarlo demasiado, mientras pensaba en silencio. "¿De quién estarán hablando?"

El viaje continuó con un ambiente relajado, y pronto llegaron a las cabañas. Los chicos y chicas se separaron en habitaciones diferentes. Las chicas fueron asignadas a una cabaña compartida entre seis, lo que provocó la molestia de Akane al darse cuenta de que le tocaba compartir con Naomi y Saori.

«No puedo creerlo… ¿Por qué a mí?» murmuró para sí misma mientras las observaba desde la esquina de la habitación, sin poder disimular su disgusto por Saori, quien hablaba sin parar.

Naomi se sentó en su cama, mirando alrededor, aún nerviosa por lo que vendría más tarde.

—No puedo con lo de la prueba de terror… me da tanto miedo —confesó a Saori, quien soltó una carcajada.

—No te preocupes, Naomi. ¡Solo tienes que aferrarte a tu príncipe! —bromeó, ganándose una mirada divertida de su amiga.

—¡Ya te dije que no lo digas así! —replicó Naomi con una mezcla de vergüenza y risa, mientras Saori seguía riendo.

Akane, sentada en su cama, no pudo evitar interesarse más en la conversación. "¿Príncipe? ¿De quién están hablando? será… ¿Kotaro?"

La conversación fue interrumpida por la llegada de otras chicas, quienes invitaron a Akane a unirse a una reunión con chicos guapos en otra cabaña. Akane, aún cansada del viaje, se negó.

—No, gracias por la invitación, pero estoy cansada —respondió con su tono usual.

Pero la invitación fue rápidamente dirigida a Naomi y Saori.

—¿Chicos guapos? —preguntó Saori, interesada de inmediato—. ¡Vamos, Naomi, suena divertido!

Naomi, siempre la más prudente, intentó negarse, pero Saori la jaló de la mano antes de que pudiera protestar.

—¡Vamos! No será nada malo.

Ambas fueron llevadas a una cabaña… pero cuando Naomi cruzó la puerta, se quedó completamente paralizada al ver a Kotaro sentado en una de las camas. El impacto la dejó muda por un instante.

—Ko-Kotaro… —susurró.

—¡Oh, vaya! —dijo Saori, divertida—. Parece que valió la pena venir, ¿verdad, Naomi?

Kotaro, sin cambiar su expresión seria, levantó ligeramente la cabeza hacia ellas, mientras Naomi se debatía entre la vergüenza y una extraña sensación de alivio al haberlo encontrado, una vez más, en el lugar menos esperado.

El suave murmullo de las voces de los estudiantes llenaba el aire, mientras en la sala principal de la cabaña se reunían alrededor de mesas, jugando a las cartas, charlando y riendo. El ambiente era distendido, relajado. Saori, como siempre, estaba en el centro de la atención, animando a todos a participar en su juego improvisado. Pero Kotaro, en su habitual silencio, permanecía alejado. La risa de sus compañeros parecía tan lejana, tan irrelevante para él, como si fuera un eco que no lograba alcanzarlo.

Decidió salir de la cabaña, el aire en el interior comenzaba a pesarle. Sus pasos fueron lentos pero firmes, buscando refugio en el balcón de madera que daba hacia el bosque. Afuera, el viento soplaba suave, moviendo las hojas de los árboles, mientras el cielo oscuro estaba cubierto de estrellas que parecían derramarse hasta el horizonte.

En silencio, Kotaro apoyó sus manos en la barandilla y dejó que la brisa fresca lo envolviera. Ese espacio, entre el bullicio de adentro y la inmensidad de la naturaleza, era lo único que le ofrecía paz. Pero su tranquilidad fue interrumpida por un tenue crujido a su espalda. Al girar, vio a Naomi, de pie en la entrada del balcón, con sus manos jugueteando nerviosamente en su regazo.

—Eh… Kotaro—murmuró, casi como si temiera haberlo interrumpido.

Kotaro levantó una ceja, ligeramente sorprendido por su presencia, pero no dijo nada. Naomi, por su parte, se acercó lentamente, apoyándose en la barandilla junto a él. Su corazón latía rápido, y no solo por la proximidad. Las palabras se le atascaban en la garganta, pero había algo en la calma de Kotaro que la instaba a quedarse, a intentar conectar.

—Gracias —dijo Kotaro de repente, su voz grave cortando el silencio de la noche.

Naomi lo miró, sin saber a qué se refería. —¿Por qué? —preguntó.

—Por lo que dijiste ayer. —Kotaro mantuvo su mirada en el horizonte, pero había algo diferente en su tono, una calidez que no le había escuchado antes. —Yo… no tenía pensado venir hoy. Pero me hiciste darme cuenta de que no siempre tengo que huir. No siempre debo dejar que las malas circunstancias me derroten.

Naomi parpadeó, algo sorprendida. —Yo… no hice nada. —Su voz sonaba pequeña, casi nerviosa.

—Sí lo hiciste. —Kotaro giró ligeramente su cuerpo hacia ella, mirándola directamente a los ojos. Su cabello se movía con la brisa, y Naomi sintió que, en ese instante, él parecía diferente. Había algo en su postura, en su mirada, que lo hacía ver más vulnerable, pero también más humano. —Me he dado cuenta de que, a pesar de las dificultades, tú siempre sigues adelante. Y eso lo valoro mucho en ti.

Naomi se sonrojó ante las palabras de Kotaro. Sentía un torbellino de emociones dentro de ella, pero no sabía cómo responder. No estaba acostumbrada a que Kotaro hablara así de sus sentimientos, y menos que se abriera de esa manera.

—Kotaro… —susurró, intentando encontrar las palabras. —Yo… me alegro mucho de que estés aquí. —Sus labios esbozaron una pequeña sonrisa, sincera y suave. —Me alegro de que estés más tranquilo.

Kotaro la observó durante unos segundos. Luego, bajó la mirada hacia sus manos, como si se debatiera entre decir algo más o no. Finalmente, habló.

—Cuando era un niño, me destacaba en todo. En las notas, en los deportes… —su voz se volvió más suave, como si esos recuerdos le pesaran— pero eso nunca trajo cosas buenas. Nunca ha sido algo que me beneficiara. —Pausó, el aire entre ellos se cargó de un silencio incómodo. —Por eso… prefiero no sobresalir. No quiero destacar de esa forma otra vez. Pero, viéndote a ti… esforzarte tanto por hacerlo bien, por superar los exámenes… me hizo querer intentarlo otra vez.

Naomi lo miraba, sin saber qué decir. En su mente, Kotaro siempre había sido alguien fuerte, impenetrable. Pero ahora, ante sus palabras, lo veía diferente. Se sentía más cercana a él que nunca antes. Ese Kotaro no era solo el chico reservado que siempre evitaba la atención, sino alguien que había sufrido, que había cargado con sus propios miedos y luchas internas.

—Kotaro… —dijo, su voz apenas un susurro. —No tienes que agradecerme nada. Yo… solo quiero que sepas que no tienes que cargar todo solo. Puedes confiar en mí. No importa lo que haya pasado antes. Aquí… ahora, tienes a amiga que está de tu lado.

Sus palabras resonaron en el aire. Kotaro, por primera vez en mucho tiempo, sintió que algo dentro de él se aflojaba, una tensión que había estado guardando durante años. Giró completamente hacia Naomi y le dedicó una mirada intensa, pero no fría.

—Gracias—dijo finalmente, con una sinceridad que ella no esperaba.

El viento volvió a soplar, levantando ligeramente los mechones de cabello de Kotaro. Naomi lo observó, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Había algo en su figura, en la manera en que la brisa movía su cabello, en la calma que transmitía su rostro bajo el cielo estrellado, que la hizo verlo de manera distinta. Por primera vez, se dio cuenta de lo mucho que significaba para ella, de lo mucho que había estado pensando en él, incluso sin saberlo.

—Kotaro… —dijo ella, casi sin pensarlo. —No sé qué es lo que has pasado, pero lo que sea, yo estaré aquí. Porque creo… creo que tú eres mucho más fuerte de lo que piensas. Y si no lo ves ahora, espero que un día lo hagas.

Kotaro la miró, sin decir nada. Pero en su silencio, Naomi supo que había llegado a él. Sabía que, aunque no lo dijera, esas palabras significaban algo.

Y por un momento, mientras ambos se quedaban en silencio bajo el manto de las estrellas, Naomi sintió una paz que no había sentido antes.