Chereads / Yuki No Furu Machi (Ciudad donde cae la nieve) / Chapter 16 - Capítulo 15: Operación confesión

Chapter 16 - Capítulo 15: Operación confesión

El cielo estaba despejado y el aire de la mañana era fresco cuando Naomi caminaba hacia la escuela. Estaba nerviosa, su mente dando vueltas alrededor de lo que Saori había planeado para ella. Sin embargo, una sonrisa se le escapó al ver a su amiga a lo lejos, con gafas de sol oscuras y una actitud demasiado dramática.

—¿Saori, por qué llevas esos lentes? —preguntó Naomi, divertida y un poco desconcertada.

Saori, con total seriedad, levantó una mano hacia el cielo y respondió:

—Es por la "operación confesión", querida. No quiero que el brillo de nuestro éxito me deslumbre demasiado —dijo, sacando una risita de Naomi.

El nerviosismo de Naomi comenzó a desvanecerse un poco. Aunque la idea de confesarle sus sentimientos a Kotaro la aterrorizaba, tener a Saori a su lado le daba una extraña sensación de seguridad, incluso si su amiga era un poco exagerada. Al menos podía contar con ella para reducir la tensión con su entusiasmo.

Primer Intento: Flores y lluvia

Ya en la escuela, Saori tomó las riendas del plan con la seguridad de una estratega militar. Le explicó a Naomi su brillante idea: durante el recreo, ella se encargaría de convencer a Kotaro de que fuera al jardín de la escuela. Un lugar tranquilo, rodeado de flores, sería el escenario perfecto para una confesión romántica.

—Imagina esto: las flores alrededor, el viento acariciando sus rostros... tú te le acercas, lo miras a los ojos y le confiesas lo que sientes. ¡Va a ser tan romántico! —Saori agitaba las manos como si estuviera dirigiendo una película, aumentando la ansiedad de Naomi.

Cuando sonó el timbre para el receso, Naomi se preparó. Con su corazón latiendo a mil por hora, comenzó a caminar hacia el jardín... solo para ser interrumpida por un trueno y la repentina aparición de una torrencial lluvia que cayó sin piedad sobre la escuela.

—¿Qué...? —murmuró Naomi, mientras los estudiantes se apresuraban para volver al interior. Miró a Saori, que aún con sus gafas, observaba la escena como si fuera parte de un guion.

Saori suspiró dramáticamente, llevándose la mano al pecho:

"El clima ha jugado en nuestra contra, como en las mejores tragedias del cine" —dijo con tono teatral, provocando una risita nerviosa en Naomi.

Segundo Intento: La Biblioteca del Romance...

Saori, sin dejarse vencer por la lluvia, ideó rápidamente un nuevo plan. El siguiente intento consistía en hacer que Naomi y Kotaro se encontraran a solas en la biblioteca. Con el pretexto de llevar unos libros, Saori le entregó una pila de ellos a Naomi y la empujó suavemente en dirección a la biblioteca.

—Es el lugar perfecto, Naomi. En el silencio, solo se oirá el latir de sus corazones —Saori sonrió, dándole un empujón de confianza.

Con los nervios al límite, Naomi caminó hacia la biblioteca, repitiéndose mentalmente que todo saldría bien. Al abrir la puerta, sus ojos buscaron a Kotaro, pero en lugar de encontrarlo solo, vio una gran actividad. La biblioteca estaba llena de estudiantes participando en una actividad de lectura en voz alta, y por supuesto, no estaban solos. Naomi miró a su alrededor con incredulidad.

—Oh no... —murmuró para sí misma, apretando los libros contra su pecho.

Desde el pasillo, Saori se asomó y, al ver la escena, dejó escapar otra de sus citas dramáticas:

"El destino nos ha lanzado otra bala curva. El silencio del amor ha sido roto por la multitud."

Naomi no pudo evitar reírse a pesar de la frustración que sentía. Pero no todo estaba perdido, aún quedaba un último plan.

Tercer Intento: Amor bajo la lluvia…

Para el tercer intento, Saori tenía una idea aparentemente infalible: Naomi debía ofrecerle a Kotaro su paraguas y caminar juntos bajo la lluvia. No había nada más romántico que una confesión compartiendo un paraguas, según Saori. El problema era que Naomi estaba tan nerviosa que apenas podía pensar en otra cosa que no fuera arruinar el momento.

—Tienes que acercarte con calma, Naomi. Asegúrate de no golpearlo ni nada raro. Solo ofrécele el paraguas, caminen juntos y... ¡listo! El amor florece —Saori hizo un gesto dramático con las manos, como si todo fuera tan sencillo como en una película.

Naomi asintió con un suspiro profundo. «Esto tiene que funcionar... no puede salir mal otra vez,» pensó mientras tomaba el paraguas y se apresuraba a buscar a Kotaro bajo la lluvia.

Lo encontró caminando solo, su figura siempre tranquila y seria bajo el cielo gris. Naomi, con determinación renovada, empezó a correr hacia él... solo para tropezar y darle un golpe en la cabeza con el paraguas al llegar.

—¡Ay! —exclamó Kotaro, llevándose la mano a la cabeza.

Naomi, horrorizada, se quedó paralizada por un segundo.

—¡Lo siento, lo siento mucho! —exclamó, tratando de abrir el paraguas mientras el agua la empapaba por completo.

Kotaro, con su habitual calma, tomó el paraguas y se lo pasó a Naomi, quien seguía luchando contra su propia torpeza.

—Parece que tú lo necesitas más —dijo él, en tono tranquilo.

Naomi, empapada y avergonzada, solo pudo soltar una risa nerviosa mientras Saori, desde la distancia, luchaba por contener la risa. La situación era tan absurda que no podía evitarlo.

En la mente de Naomi, solo una frase resonaba: «¡No puede ser! ¡Arruiné el momento perfecto otra vez!».

Mientras Kotaro seguía sin entender el porqué de tanto drama, Naomi se daba cuenta de que, quizás, la confesión tendría que esperar un poco más.

Desanimada, Naomi se encontró nuevamente con Saori al final del día. Su amiga le palmeó la espalda, aun riendo de lo sucedido.

—Bueno, lo intentamos. Al menos sobreviviste. ¿Qué dices, cuarta vez la vencida?

—No, no más. Mejor no lo intentamos más... —respondió Naomi, sacudiendo la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír.

Saori, siempre optimista, puso su brazo alrededor de los hombros de Naomi.

—Sabes que no puedes rendirte tan fácilmente, ¿verdad?

Naomi, con una risa tímida, respondió:

—Veremos...

Ya al sentirse vencida, Saori no quiso insistir más. Ella, fiel a su naturaleza alegre, le pidió el paraguas a Naomi, diciendo con tono juguetón:

—Bueno, ya que te quedas aquí, préstame el paraguas. Yo lo necesito más que tú.

Naomi, siempre amable, asintió con una sonrisa débil y le entregó el paraguas.

—Está bien. Me quedaré hasta que escampe... además, tengo unos deberes que terminar antes de las vacaciones.

Las amigas se despidieron bajo las últimas gotas de lluvia, y Naomi volvió al aula de clases. El ambiente estaba tranquilo, casi desolado. La escuela, que normalmente era bulliciosa y llena de vida, ahora se encontraba vacía. Las luces estaban apagadas, y la única iluminación que entraba en el aula provenía de la tenue luz de la luna que empezaba a aparecer entre las nubes disipadas.

Naomi, exhausta física como emocionalmente por los eventos del día, se dejó caer sobre uno de los pupitres y, sin darse cuenta, se quedó dormida. La calma del aula, el sonido suave de las últimas gotas de lluvia golpeando el techo y la sensación de estar sola la arrullaron en un breve, pero profundo sueño.

Pasaron unos minutos hasta que Naomi sintió una presencia cerca. Abrió los ojos lentamente y, al enfocar la vista, vio a Kotaro frente a ella, observándola con sus ojos tranquilos y serios. Él, siempre tan silencioso, se sentó en el pupitre frente a ella, iluminado por los rayos de luna que se colaban a través de la ventana. La imagen era casi irreal; Kotaro parecía formar parte de la misma luz plateada que lo bañaba.

Naomi, nerviosa y sintiendo el calor subir a su rostro, apartó la mirada rápidamente.

—Eh... yo... pensé que te habías ido —balbuceó, sonrojada, sin saber cómo reaccionar a su cercanía inesperada.

—Decidí esperar a que escampara —respondió Kotaro en su tono usualmente tranquilo—. Estuve tocando el piano mientras tanto.

Naomi se removió en su asiento, sin saber qué más decir. El silencio que los envolvía parecía tan frágil como el cristal, como si una sola palabra pudiera romper ese momento íntimo y hacer que ambos volvieran a sus mundos distantes.

Después de una pausa que se sintió eterna, Kotaro inclinó la cabeza hacia la ventana, sus ojos perdidos en la vista nocturna.

—Naomi... —comenzó a decir, sin mirarla—. Te he notado... diferente últimamente. Especialmente hoy. ¿Está todo bien? Pareces... distraída.

Naomi sintió cómo su corazón comenzó a acelerarse. Kotaro la había notado. ¿Lo había notado todo el tiempo? Su primer impulso fue negarlo todo y decir que estaba bien, como siempre hacía, pero por alguna razón... las palabras no salían. ¿Debía decirle la verdad? ¿Era este el momento que había estado esperando todo el día? Su mente se debatía entre el miedo y el deseo.

—N-no, no es nada... —dijo, intentando sonar convincente, pero fallando en ocultar su nerviosismo—. Estoy bien... solo cansada, eso es todo.

Kotaro no parecía muy convencido, pero tampoco la presionó. Giró su mirada hacia ella por un momento y luego volvió a ver la luna a través de la ventana. Su voz sonó más suave esta vez, casi como si hablara consigo mismo.

—Sabes... también quiero ser tu amigo. Puedes contar conmigo, Naomi. Si hay algo que quieras decirme, puedes hacerlo. Estoy aquí para escucharte.

Naomi sintió cómo esas palabras se clavaban en su corazón. Amigo... ¿era todo lo que él veía en ella? El día entero había sido una montaña rusa emocional, y ahora estaba frente a él, completamente sola. Su mente era un torbellino de pensamientos. Esta era la oportunidad que había estado esperando... estaban solos, él le estaba diciendo que la escucharía... ¿Debería hacerlo ahora?

Pero algo la frenó. Amigo. Esa palabra la hizo detenerse. Quizás... quizás el destino realmente estaba en contra de que dijera lo que sentía. Después de todo, todo había salido mal durante el día. Tal vez no era el momento adecuado... tal vez nunca lo sería.

Bajó la cabeza, tratando de calmar el latido violento de su corazón, y respondió con un tono mucho más bajo, desanimada:

—En realidad... hay algo que quería decirte, pero no es nada importante —hizo una pausa, sus pensamientos luchando entre sí—. Quería saber si... te gustaría ir conmigo al festival de verano durante las vacaciones.

Kotaro levantó una ceja, claramente sorprendido por la repentina propuesta. Sin embargo, asintió lentamente, sin romper su actitud calmada.

—Claro... suena bien.

Naomi sonrió levemente, pero no era la sonrisa radiante que esperaba. En su mente, las palabras no dichas resonaban con fuerza. ¿Por qué no lo hice? Sentía como si hubiera dejado pasar una oportunidad dorada, pero también algo en su interior le decía que tal vez era mejor así. «No debo forzar lo que aún no está listo», se decía, pero el desánimo seguía allí, latente en su pecho.

Mientras caminaban hacia la salida, el eco de sus pasos era lo único que rompía el silencio del aula vacía. Kotaro, como siempre, se mostró impasible, pero algo en su gesto suave hacia ella cuando aceptó su propuesta de ir al festival dejó una marca en Naomi. Tal vez, después de todo, aún había esperanza.

Naomi: «No lo hice... otra vez. ¿Por qué no puedo simplemente decirle lo que siento? Es como si cada vez que tengo la oportunidad, algo me detiene. Y ahora... ahora solo estamos yendo al festival como amigos. ¿Por qué tengo tanto miedo de perderlo...? Si él supiera lo que siento... tal vez no querría estar cerca de mí... y yo... no quiero perder a mi amigo... mi primer amigo de verdad.»

Con el peso de esa última reflexión, Naomi se despidió de Kotaro en silencio, sabiendo que había dejado pasar otra oportunidad. Tal vez... algún día...