Chereads / Yuki No Furu Machi (Ciudad donde cae la nieve) / Chapter 17 - Capítulo 16: Preparativos para el Corazón

Chapter 17 - Capítulo 16: Preparativos para el Corazón

El aula estaba llena de risas y charlas, con la emoción del último día antes de las vacaciones de verano flotando en el aire. Naomi se encontraba en su asiento, sumida en sus pensamientos mientras ajustaba nerviosamente sus gafas, preparándose para la salida de la escuela. Sin embargo, todo cambió en cuestión de segundos cuando Makoto, con su habitual actitud molesta, decidió hacer de las suyas.

—¡Hey, Naomi! —gritó Makoto desde el fondo del salón mientras se acercaba—. ¿Qué tal si jugamos un poco?

Antes de que Naomi pudiera reaccionar, Makoto le quitó las gafas de un tirón, dejando sus ojos parpadeando, desenfocados. La sensación de vulnerabilidad la invadió al instante.

—Makoto, por favor, devuélvemelas —pidió con voz suave, tratando de ocultar su incomodidad.

Makoto se echó a reír, elevando las gafas sobre su cabeza y haciéndolas girar entre sus dedos como si fuera un simple juguete.

—¿Sabes, Naomi? Siempre me pregunto cómo puedes ver con estos. Deberías probar sin ellos, quizás aprendas a ver el mundo de otra manera —se burló, mientras sus compañeros observaban en silencio, algunos con sonrisas nerviosas y otros con una incomodidad evidente.

Naomi sintió una presión creciente en el pecho. Sin sus gafas, el mundo a su alrededor era un manchón borroso, y el peso de las miradas de sus compañeros se hacía cada vez más insoportable. Tragó saliva, intentando mantener la calma.

—Makoto, por favor... —repitió, con un leve temblor en su voz.

Pero Makoto solo se rio, levantando las gafas aún más alto, hasta colocarlas en la parte superior de los casilleros al fondo del salón. Su gesto, aunque aparentemente insignificante, resonó como un eco de las bromas crueles del pasado. Naomi dio un paso hacia adelante, insegura, cuando una sombra se movió rápidamente frente a ella.

—¡Eso es suficiente! —La voz de Kotaro cortó el aire como una cuchilla.

Antes de que Makoto pudiera reaccionar, Kotaro lo empujó con fuerza, estrellándolo contra los casilleros. Todo el salón quedó en silencio. Nadie se atrevía a moverse, ni siquiera a respirar. Kotaro sostenía a Makoto por la camisa, con sus ojos oscuros y serios clavados en él.

—No vuelvas a hacerlo —dijo Kotaro en un tono bajo y peligroso, pero claro como el agua.

Makoto, asustado, asintió rápidamente y con manos temblorosas tomó las gafas de Naomi y se las devolvió, murmurando:

—Era solo una broma... no fue para tanto.

Naomi, impactada por la escena, no supo qué hacer o decir. Solo pudo mirar a Kotaro mientras este soltaba a Makoto con un gesto de desprecio y, sin decir una palabra más, tomó su morral y salió del salón. El silencio seguía siendo pesado. Nadie esperaba esa reacción de Kotaro, ni siquiera Akane, quien observó todo con los ojos muy abiertos. Apenas pudo reaccionar, pero finalmente se levantó para seguir a Kotaro fuera del aula.

Akane corrió tras Kotaro, mientras el sonido de sus pasos resonaba en el pasillo de la escuela. La lluvia golpeaba las ventanas con fuerza, como si reflejara la tensión que sentía en su pecho. Finalmente, lo alcanzó en la entrada principal, justo cuando Kotaro se disponía a salir.

—¡Espera! —exclamó, casi sin aliento, agarrando su brazo con firmeza. Kotaro se detuvo, aunque no se giró del todo para mirarla.

El silencio entre ellos era denso, pero Akane no lo soportó por mucho tiempo.

—¿Qué fue eso, Kotaro? ¿Acaso no dijiste que ibas a mantenerte al margen, que no te ibas a meter en esas cosas? —Su voz temblaba ligeramente, una mezcla de frustración e incredulidad—. ¡Y ahora vas y haces eso, por ella!

Kotaro no respondió. Su mirada seguía fija en el exterior, fría y distante, como siempre. El silencio de él solo aumentaba la ira de Akane.

—¿Es por Naomi, ¿verdad? —continuó, estrechando los ojos mientras su voz se volvía más aguda—. ¿Te gusta o qué? ¿Por eso reaccionaste así? —Escupió las palabras como si fueran veneno, esperando alguna respuesta.

—No tengo que hablar de eso contigo…

Kotaro ni siquiera se molestó en voltear a verla. Simplemente retiró su brazo del agarre de Akane y continuó caminando hacia la salida, su figura desapareciendo entre las sombras del pasillo.

Akane se quedó ahí, congelada por unos segundos, incapaz de moverse mientras su frustración crecía.

—¿Por qué...? —murmuró para sí misma, apretando los puños con tanta fuerza que sus uñas casi se clavaban en su piel—. ¿Por qué actúas así por ella? ¡Es una incompetente! Una inútil que no destaca en nada. No entiende nada, y sin embargo...

Mientras sus palabras se arremolinaban en su mente, el resentimiento que sentía hacia Naomi ardía más fuerte. «¿Qué tiene ella que yo no tengo? ¿Por qué Kotaro haría algo así por alguien como ella?» La impotencia la ahogaba, y su orgullo herido la impulsaba a rechazar la idea de que Kotaro pudiera interesarse en Naomi.

—No es justo... —susurró, sintiendo cómo su rabia se mezclaba con una extraña sensación de pérdida—. ¡No puede ser ella... no lo permitiré!

Ya fuera de la escuela, una fuerte lluvia empezaba a caer, tiñendo el aire con una sensación de melancolía. Naomi y Saori caminaban juntas bajo un paraguas. Naomi seguía alterada por lo que había pasado en el salón, y decidió contárselo a su amiga.

—No puedo creer lo que pasó hoy... Kotaro reaccionó tan... de repente. Makoto solo se estaba burlando de mí, como siempre. —La voz de Naomi sonaba aún confundida.

Saori, con su usual energía, la interrumpió sin dudarlo.

—¡Pero claro que lo hizo! ¡Lo que hizo Makoto no fue una broma, fue una estupidez! Kotaro te defendió, eso es lo importante. —Sonrió mientras le daba un suave golpe en el brazo con el codo—. Vamos, Naomi, eso significa algo. Kotaro no es del tipo que reacciona por cualquiera. ¡Te defendió porque le importas!

—¿Tú crees? —Naomi frunció el ceño, no convencida del todo—. Pero... no sé. Tal vez solo lo hizo porque estaba molesto con Makoto.

Saori puso los ojos en blanco y lanzó un exagerado suspiro.

—¡Por favor! No seas tan ingenua. Lo que pasó hoy es una clara señal de que le importas. Y más importante aún... —Saori se giró hacia Naomi, con una sonrisa emocionada— ¡Es la señal perfecta para seguir con la operación declaración!

Naomi, algo desconcertada, intentó seguir el hilo.

—¡La operación declaración! —repitió Saori como si fuera obvio—. Mira, ya lo has invitado al festival, ¡y lo mejor de todo es que aceptó! —Los ojos de Saori brillaban de entusiasmo—. Eso significa que tienes una nueva oportunidad para confesarle tus sentimientos.

Naomi se sonrojó solo de pensarlo.

—No sé, Saori... siento que no es el momento. Siempre que intento decirle algo, termino perdiendo el valor.

Saori la miró con determinación.

—Mira, te voy a contar cómo va a ser ese día. Van a ir juntos al festival, van a caminar entre los puestos, comerán algo delicioso, charlarán, y luego... —hizo una pausa dramática—. Cuando llegue la noche, los dos se sentarán en algún lugar tranquilo, mirando los fuegos artificiales. Él se girará hacia ti, tú le confesarás tus sentimientos, ¡y luego se besarán bajo las luces del cielo!

Naomi se llevó las manos a la cara, claramente abrumada.

—Saori, eso suena como una película... —murmuró, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

Saori lanzó un grito de emoción, levantando el paraguas hacia el cielo.

—¡Porque lo es! ¡Será una película romántica perfecta! —exclamó, haciendo que algunos transeúntes las miraran con curiosidad.

Naomi no pudo evitar reírse. A pesar de lo nerviosa que se sentía, la energía de Saori siempre lograba tranquilizarla. Aunque el miedo seguía en su pecho, la idea de vivir ese momento en el festival la hacía sentir una mezcla de ansiedad y esperanza.

—Bueno... espero que no llueva ese día como hoy —dijo Naomi, mirando el cielo gris que parecía reflejar sus emociones encontradas.

—No te preocupes —dijo Saori con una sonrisa confiada—. Incluso si llueve, te aseguro que todo saldrá perfecto. ¡Confía en mí!

Y, mientras caminaban bajo la lluvia hacia sus casas, Naomi no pudo evitar pensar que tal vez, solo tal vez, Saori tenía razón.

Los días previos al festival fueron una mezcla de risas y nervios para Naomi. Saori pasaba las tardes en su casa, ayudándola a planificar la "cita" con Kotaro, mientras la emoción crecía a pasos agigantados. A pesar de los nervios, Naomi no podía evitar sonreír con la energía contagiosa de su amiga. Saori era como un huracán de ideas y entusiasmo, mientras Eiko, siempre más contenida, observaba con un toque de complicidad.

Finalmente, llegó el día tan esperado. El sol comenzaba a descender, dejando el cielo teñido de colores cálidos, mientras el festival prometía luces y alegría. Saori, siempre animada, estaba lista para hacer que Naomi se sintiera increíble. Eiko entró en la habitación de Naomi con un paquete envuelto en tela fina y con una expresión seria, pero dulce.

—Este era el Yukata de tu madre, Naomi —dijo con voz suave, extendiéndole el paquete—. Lo usó la última vez que fue a un festival con tu padre.

El corazón de Naomi dio un vuelco al recibirlo. Sus dedos temblaban al deslizarse sobre la suave tela. El yukata era de un rosado adornado con delicadas flores blancas y rojas que parecían bailar en el tejido. Mientras Eiko hablaba, Naomi se perdió en los recuerdos de sus padres, un nudo de nostalgia formándose en su pecho, pero mezclado con la expectativa de la noche.

Eiko se inclinó con cuidado mientras ajustaba el obi, el cinturón que aseguraba el yukata de Naomi en su lugar. Su expresión era tranquila, casi maternal, mientras deslizaba sus manos con precisión y firmeza, asegurándose de que cada pliegue estuviera en el lugar correcto.

—El obi debe estar lo suficientemente apretado para que se mantenga, pero sin que te incomode al moverte, — explicó Eiko, con una sonrisa suave, mientras ataba el moño en la espalda. La tela del yukata, reflejaba la luz del atardecer que entraba por la ventana, creando un brillo suave.

Naomi miraba hacia abajo, sus manos apretadas frente a ella, mientras sentía cómo cada ajuste en la prenda la envolvía más profundamente en el recuerdo de su madre.

—Te ves tan hermosa, mi Nao— dijo Eiko, apartándose un poco para observar su trabajo terminado. Su mirada era cálida, pero también parecía cargada de una nostalgia compartida. —Y hoy, ellos estarán contigo de alguna manera—

 

Naomi asintió, tragándose el nudo en su garganta mientras las palabras de su tía resonaban en su corazón. Sentía una mezcla de tristeza y felicidad, como si el peso de los recuerdos y la presencia de su madre y su padre estuvieran con ella en ese momento.

Mientras se ajustaba el yukata, una ráfaga de energía llenó la habitación cuando Saori entró apresuradamente, con su característico entusiasmo.

—¡Oh, por favor! ¿Puedes verte? ¡Estás deslumbrante! — exclamó Saori, girando a Naomi hacia el espejo con un brillo de emoción en sus ojos.

Naomi levantó la mirada, siempre insegura con su imagen, forzó la vista para poder ver su reflejo en el espejo, entrecerrando los ojos sin sus lentes. Por un momento, casi no se reconoció. El Yukata la hacía parecer una persona distinta, más madura y elegante. A pesar de su torpeza natural, algo en su apariencia brillaba. Le quedaba perfecto, resaltando su figura delicada y el tono de su piel. Su cabello negro azabache caía suavemente sobre sus hombros, enmarcando su rostro, mientras los colores del yukata parecían darle un aura de serenidad.

Saori, con una sonrisa traviesa, tomó los lentes de Naomi y los colocó suavemente sobre su nariz.

—Falta el toque final para que seas la Naomi más deslumbrante de la noche —dijo con un brillo cómico en los ojos.

Naomi sonrió, aunque algo insegura. Sentía que los lentes opacaban la imagen que quería proyectar, pero la sinceridad en los ojos de Saori y el apoyo de Eiko la tranquilizaban.

"¿De verdad crees que me veo bien…?" preguntó Naomi, con timidez.

"¡¿Bromeas?! Pareces una princesa sacada de un cuento de hadas," dijo Saori, colocando sus manos sobre los hombros de Naomi. "Con esto, no solo vas a deslumbrar en el festival, sino que definitivamente vas a robarle el corazón a cierto chico misterioso."

Eiko dejó escapar una risa suave al escuchar el comentario de Saori. "Saori tiene razón, Naomi. Pero lo más importante es que este día es para ti. Quiero que lo disfrutes."

Naomi respiró hondo, dejando que las palabras de su tía y su amiga calmaran el torbellino de emociones dentro de ella. Mientras se miraba una vez más en el espejo, sintió que algo en su interior se fortalecía.

"Gracias… a las dos," dijo Naomi, esbozando una sonrisa que, aunque pequeña, estaba cargada de gratitud.

—De verdad, Naomi, te ves preciosa. Y no lo digo solo porque seas mi amiga —añadió Saori, haciendo una pequeña reverencia dramática, fingiendo estar cegada por su belleza.

El timbre de la puerta resonó por la casa, interrumpiendo las risas nerviosas de las tres. Eiko y Saori intercambiaron miradas rápidas, mientras Naomi sintió una descarga eléctrica de nerviosismo recorrerle el cuerpo. Kotaro estaba aquí.

—¡Es él! —gritó Saori, mientras corrían hacia la puerta.

Eiko, siempre fiel a su rol de tía protectora, abrió la puerta con su clásica seriedad. Delante de ella estaba Kotaro, vestido con un traje sencillo pero impecable, su mirada tranquila como siempre. Al ver a Eiko, Kotaro se inclinó ligeramente, con mucho respeto, y extendió un pequeño regalo.

—Buenas noches, señora Hanazawa. Es un detalle para usted, por invitarme a su casa —dijo Kotaro con cortesía.

Eiko, que había planeado intimidar al joven, quedó completamente desarmada por su respeto y amabilidad. Tomó el regalo con una pequeña sonrisa y retrocedió, dándole espacio.

—Bueno, no puedo decir mucho ante tan buen comportamiento... —murmuró Eiko, más para sí misma, con una sonrisa en los labios.

En la entrada de las escaleras, Saori, siempre dramática y otra vez con sus gafas de sol, levantó las manos hacia el cielo como si presentara a una reina.

—¡Damas y caballeros! Con ustedes, la maravillosa, radiante, y hermosa Naomi Hanazawa. ¡Espero que tengan gafas de sol, porque su belleza deslumbra!

Naomi, nerviosa y con el rostro encendido, comenzó a bajar las escaleras con pasos cautelosos, tratando de no tropezar. A medida que avanzaba, el aire se llenó de una tensión extraña, un silencio que lo envolvía todo. Kotaro, por una vez, no supo qué decir. Simplemente se quedó observándola, sorprendido por lo que veía. Ella estaba hermosa.

Naomi, al darse cuenta de que todos estaban en silencio, sintió su corazón acelerar. ¿Por qué no dicen nada? ¿Me veo mal?, pensó, comenzando a dudar de su apariencia.

—¿No hay palabras para mi sobrina? —interrumpió Eiko, divertida por el nerviosismo evidente de Kotaro.

Kotaro salió de su asombro, mirándola con más claridad, su voz un poco más suave de lo habitual.

—Te ves... muy hermosa, Naomi.

Los ojos de Naomi se abrieron con sorpresa, y su rostro se volvió aún más rojo. Su corazón latía tan fuerte que pensó que todos podrían escucharlo. En ese momento, solo pudo bajar la cabeza, incapaz de sostener la mirada de Kotaro.

El silencio volvió a instalarse en la sala, pero esta vez, la incomodidad se desvaneció rápidamente, sustituida por una cálida sensación que flotaba entre ellos.

«No puedo creerlo. Dijo que me veo hermosa... Él me vio hermosa. ¿Qué está pasando conmigo? ¿Por qué me siento así? Cada vez que me mira, mi corazón late tan rápido que siento que va a estallar. No sé si es nerviosismo o si esto es lo que se siente... cuando estás enamorada. Pero... ¿cómo podría estar segura de que él siente lo mismo? No puedo soportar pensar en lo que ocurrirá si me rechaza. Aun así... no puedo detener estos sentimientos. Esta noche, solo quiero disfrutar de este momento. Porque quizás sea el único en el que podamos estar tan cerca...»

Mientras bajaba las escaleras, Naomi no podía evitar sentirse abrumada por sus emociones. Estaba feliz, nerviosa y, por primera vez, llena de esperanza.