Nivel 1: Comienzo desde Zero
Capítulo 02: "Mordí el fruto prohibido que nunca debí haber probado"
Cuando estaba a punto de dejarlo todo y sumirse en la depresión, la conoció a ella: una chica de aspecto tierno, cabello oscuro y corto, y un carácter extremadamente amigable. Era la típica persona que irradiaba calidez y amabilidad con cualquiera que se cruzara en su camino.
Además, era considerada una de las figuras más populares del lugar.
En cambio, él pasaba completamente desapercibido. Nadie le prestaba atención, aunque tampoco parecía importarle. De hecho, no le interesaba relacionarse con otras personas ni entablar conversaciones con los compañeros de su curso. Era alguien claramente antisocial, pero no por timidez o temor. Simplemente, la soledad había moldeado su carácter hasta el punto de que no sentía necesidad alguna de conectar con otros.
Un día cualquiera, mientras él enfrentaba un momento crítico sobre si abandonar o no la carrera, ella se acercó y le habló. Al escucharla, giró el cuello para responderle, pero al verla por primera vez quedó completamente cautivado por su belleza, aunque solo fue por unos segundos antes de recuperar la compostura. Sabía perfectamente que la apariencia no lo era todo, y aunque ella era increíblemente hermosa, no dejó que esto lo influenciara.
Conversaron durante un largo rato. Contra todo pronóstico, él se olvidó por completo de los pensamientos oscuros que lo atormentaban. Mientras intercambiaban palabras, no podía evitar sentirse cómodo, relajado, incluso feliz. Nunca había experimentado algo así en una conversación tan simple. Para él, aquella sensación era tan extraña que no pudo evitar cuestionarse:
¿Cómo es posible sentirse tan a gusto hablando con alguien?
Cuando la charla con ella llegó a su fin, no habían pasado ni tres horas desde que había dejado la facultad y ya la extrañaba, deseando poder intercambiar palabras con ella de nuevo. Esa noche, no pudo dormir de lo emocionado que estaba, pensando en encontrarla al día siguiente.
No le interesaba lo más mínimo su apariencia; si bien era increíblemente hermosa, lo que realmente le causaba atracción era lo divertido que le parecía hablar con esa chica.
El tiempo pasó, se hicieron amigos, y podría decirse que él seguía en la carrera solo para pasar tiempo con ella, algo que sabía que era tremendamente estúpido, pero se sentía tan a gusto con lo que hacía que no le importaba. Ni él mismo se entendía.
Sin embargo, ser solo amigos no era suficiente. Él deseaba que hubiera algo más entre ellos.
Después de un año de amistad, se lanzó sin pensarlo varias veces e intentó comenzar a salir con ella. Para hacerlo, no hizo nada extravagante ni raro; simplemente la llamó a un lugar apartado, donde no había nadie, y se confesó. Pero, como ya sabía de antemano, fue rechazado sin compasión.
¿Por qué sabía que iba a ser rechazado incluso antes de confesarse? Bueno, para él era bastante obvio. Una mujer tan especial y perfecta como ella jamás estaría con un tipo que tenía el aspecto más horrible del mundo.
Lo que más le sorprendió de su confesión fue que su rostro no mostrara ningún sentimiento y, además, le dijera que tenía novio. Entre ellos siempre se habían contado todo tipo de cosas, pero, ¿por qué nunca le dijo que tenía un novio? Esto le molestó bastante, pero, a pesar de saber que iba a ser rechazado, le dolió más el rechazo que el motivo detrás de su decisión.
Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo, antes de cambiarse, fue saltar a la cama y llorar como un niño. Si bien creía que no le importaba mucho, había sido su primer amor y sería difícil sacársela de la cabeza.
Al día siguiente, se levantó temprano, como era costumbre, y fue a la facultad para tomar su decisión final en relación con qué hacer con su carrera. Allí, se sentó en el asiento de siempre y, con un poco de nervios, esperó la llegada de su amiga. Era por la mañana y, como ya era de costumbre, él era de los primeros en llegar.
Cuando ella se acercó, los dos quedaron uno al lado del otro. Mientras él parecía nervioso de hablarle, ella actuaba con naturalidad, como siempre. En ese momento, no pudo evitar pensar que, para ella, nunca había sido algo más, y, aunque lo sabía, le dolía.
De repente, mientras se encontraba sumido en pensamientos tontos, sintiéndose inferior, la chica se giró y estiró su brazo en dirección a él, con la mano abierta.
"¡Ezechiel, olvidemos lo que pasó ayer y volvamos a ser amigos que se apoyan el uno al otro!" mencionó, con una expresión seria y un tono bastante tierno y amigable.
Ezechiel solo suspiró y meditó que estaba bien con tan solo ser amigos y poder divertirse con ella.
Ezechiel decidió responderle, por lo que levantó la mano y se preparó para aceptar el apretón de manos. Sin embargo, cuando estaban a punto de juntar las manos, la chica se movió rápidamente, agarró su mano bruscamente y la acercó hasta su pecho, donde tenía sus dos grandes pechos.
¡Eh… ehhhh! gritó en su cabeza.
No entendía por qué ella había hecho eso.
"¿Qué… qué… está sucediendo?" preguntó tímidamente, sin saber qué estaba pasando.
A continuación, la chica esbozó una sonrisa pícara, pero de inmediato cambió su rostro a uno asustado, con lágrimas en los ojos.
"¡Ayuda! Me acaba de manosear los pechos" gritó, actuando con gran miedo.
Mientras tanto, Ezechiel estaba completamente aturdido y desconcertado.
Las miradas de los pocos individuos presentes en el lugar se dirigieron hacia él. Sin siquiera mirarlos, Ezechiel podía sentir la forma repugnante en que lo observaban.
De repente, varias personas se levantaron de los asientos de atrás y gritaron en apoyo a la chica. Cuando Ezechiel los vio, rápidamente se dio cuenta de que eran sus compañeros, o más bien, los compañeros de ella.
Al girarse para mirar el rostro de la chica, vio una sonrisa retorcida de emoción y felicidad.
Al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, entró en pánico. Tomó sus cosas y salió corriendo del lugar. Durante el camino, no dejaba de pensar que había creído que ella era alguien confiable. El estrés lo invadió, y su pánico creció cada vez más.
Tenía tantas ganas de vomitar que lo primero que hizo fue ir al baño y quedarse allí un rato, preguntándose por qué siempre le pasaban este tipo de cosas, y por qué no podía llevar una vida normal. En ese momento, comenzó a sentirse sin aire, mientras las lágrimas caían en silencio. Pasó la mayor parte del día allí, encerrado en el baño, sin poder calmarse.
Al día siguiente, Ezechiel tenía dudas sobre si ir o no a la universidad. Sin embargo, en medio del pánico, recibió un mensaje de parte de esa chica, quien le enviaba una serie de palabras discriminatorias relacionadas con su obesidad. Además, adjuntó varias fotos alteradas de él, en las que aparecía tocándole los pechos con una expresión lujuriosa. Para colmo, había mensajes de amenaza que decían que, si no les daba el dinero que pedían, hablarían con la policía y mostrarían esas fotos.
Ezechiel estaba completamente atónito, arrodillado y llorando como un niño, mientras no dejaba de gritar, tratando de entender cómo había sucedido todo esto. Sabía cuál era la respuesta. Sabía perfectamente que, en algún momento, le había contado que provenía de una familia con mucho dinero, y este claramente había sido el motivo que impulsó a la chica a realizar semejante acto estúpido para amenazarlo.
Ezechiel se encerró en su habitación y dejó de asistir a la facultad. Solo salía para ir a trabajar, pero con el tiempo lo despidieron debido a que los ataques de pánico que sufría le dificultaban realizar sus tareas. Todo se había venido abajo para él.
Más tarde se enteraría de que su familia hacía lo posible para que este escándalo no saliera a la luz, ya que podría dañar la reputación familiar.
Así, su vida volvió a ser un desastre. Vivía recluido, comiendo comida chatarra con el dinero que había ahorrado, y se pasaba las horas jugando videojuegos. No hacía nada más, y solo salía de vez en cuando para comprar productos.
-CONTINUARA-