Nivel 1: Comienzo Desde Zero
Capítulo 08: "Mamá y Papá"
El rostro de algún tipo de ser inmenso estaba pegado al suyo. Su sonrisa era grande y alargada.
¿¡Por qué me he vuelto tan pequeño!?, se preguntó en su mente, preocupado y asustado.
No comprendía, por nada en el mundo, dónde se encontraba ni mucho menos lo que estaba sucediendo. El ser que tenía enfrente era gigantesco. Aunque no podía verlo del todo, el hecho de que su cabeza fuese tan enorme ya decía mucho de su naturaleza.
"Valon thain'ria, nai varos."
"Ilun'reth tarial, kai ul'varion."
Nuevamente surgían esas extrañas palabras. Aunque no las entendía, estaba seguro de que formaban parte de algún idioma desconocido.
El inmenso rostro de aquella criatura finalmente se alejó, permitiéndole observar mejor su entorno. Lo que tenía frente a sus ojos parecía un cuarto, aunque estaba lejos de ser un lugar común. Había muchas cosas que no lograba identificar.
De repente, su cuerpo fue movido lentamente hacia otro lugar. Ahora, frente a él, había otro individuo. A diferencia del primero, esta era una mujer. El que había acercado su rostro anteriormente era claramente masculino, o al menos así lo parecía.
El rostro de la mujer también era inmenso… y deslumbrantemente hermoso. Sus rasgos no eran humanos, o al menos no completamente. Era demasiado perfecta, demasiado etérea para pertenecer a su especie.
Sin darse cuenta, extendió ambos brazos hacia su rostro. Por alguna razón inexplicable, sentía una atracción intensa hacia ella. Era una sensación cálida, difícil de describir. Algo dentro de él se llenaba de paz y tranquilidad, una pureza que nunca antes había experimentado. Era como si estuviera en completa armonía con el mundo.
Le encantaba esa sensación.
Sin embargo, justo cuando se dejaba llevar por esos sentimientos, una súbita realización lo sacudió. Algo le hizo detenerse en seco, dejándolo completamente en shock.
Dejó de querer tocar el rostro de su madre y colocó sus pequeñas manos frente a sus ojos.
Observó cuidadosamente el tamaño de sus manos y se desconcertó bastante.
¿Por qué mis brazos y manos son tan pequeños? O mejor dicho, ¿por qué son similares a los de un bebé?
Hizo una leve pausa en sus pensamientos para procesar la información de lo que estaba sucediendo.
Oh, creo que ya sé lo que está sucediendo…
En realidad, no es que mis brazos sean pequeños como los de un bebé, sino que soy un bebé. O eso creo.
Todo esto es muy extraño; no estoy entendiendo nada. Pero al menos creo saber quién soy en este momento.
Mientras meditaba, la mujer lo levantó con cuidado y lo puso frente a su rostro. Luego lo frotó suavemente contra su mejilla, en un gesto lleno de ternura.
Tras eso, lo envolvió de nuevo en sus brazos y acarició su rostro con delicadeza.
Creo que esto es lo que está sucediendo… Sé que no debería sacar conclusiones apresuradas, pero lo más probable es que haya reencarnado. No hay otra explicación más que esa.
…
Uf, es un alivio. No morí. Sigo vivo.
No pudo evitar soltar un largo suspiro en sus pensamientos.
Estaba feliz de estar vivo. Por un momento pensó que todo se había terminado en esa inmensa oscuridad, pero ahora estaba allí, en un nuevo cuerpo y con todos sus recuerdos intactos.
Sin embargo, la pregunta del momento era:
¿Dónde me encuentro?
Eso es algo que no tengo forma de responderme ahora mismo.
Aunque no comprendía muchas cosas, había algo que le quedaba claro sobre las dos personas que no dejaban de hablar en ese idioma desconocido: definitivamente eran sus padres. No había mucho más que pensar.
Recién había nacido y, por lo poco que había visto, solo esas dos personas estaban a su alrededor. Además, la sensación que tenía al mirar a la mujer que lo sostenía en brazos era indiscutible: amor maternal.
Si bien nunca había sentido algo así en su vida anterior, para él estaba claro que era eso.
Mientras los dos continuaban hablando e intercambiando palabras en su extraño idioma, él observó y analizó todo lo que su limitado rango de visión le permitía desde los brazos de su madre.
El lugar en el que se encontraba era, sin lugar a dudas, una habitación. Pero no cualquier tipo de habitación. A simple vista, el espacio estaba construido de madera y cubierto de polvo por todos lados. Incluso pudo notar, aunque levemente, que algunas partes del lugar estaban quemadas.
Este claramente no es un lugar adecuado para traer un hijo al mundo, pensó. O al menos, yo no tendría un hijo aquí. Lo más lógico sería tenerlo en un hospital. Sin embargo, decidió no reflexionar más sobre el tema. Después de todo, no conocía la historia de sus padres y consideraba irrespetuoso sacar conclusiones apresuradas.
Mientras observaba el lugar, algo llamó su atención. No era algo extraordinario, pero sí digno de ser mencionado, al menos para él: la ropa de sus padres.
Era demasiado peculiar. No porque fuera extravagante o lujosa, sino todo lo contrario. Incluso dudó si era correcto llamar "ropa" a lo que llevaban puesto.
Sus padres estaban completamente cubiertos por largas tiras de tela, con numerosos agujeros y partes desgarradas. Aunque este detalle no le daba respuestas claras sobre dónde se encontraba, sí le permitía imaginar un poco la situación en la que vivían.
En mi vida anterior nací en una familia rica, donde nunca recibí amor ni atención de mis padres, pensó. Pero, al parecer, en esta nueva vida las cosas pueden ser distintas. Mejor dicho, ¡van a ser distintas!
Por lo poco que había visto hasta ahora, sus padres parecían quererlo, y eso ya era suficiente para él.
Conocer la situación de su familia no le provocó tristeza ni lástima. El simple hecho de que sus padres lo miraran con amplias sonrisas llenas de felicidad era más que suficiente.
De repente, un rasgo exótico en su madre llamó su atención, dejándolo perplejo.
Además de sus hermosos ojos rosados, que recién ahora notaba a pesar de haberlos visto varias veces, lo que realmente lo sorprendió fueron sus orejas.
¿Eh? Esas orejas claramente no son humanas. Nunca vi a un humano con orejas puntiagudas… al menos, no en mi mundo, pensó, mientras una sensación extraña se apoderaba de él.
Mi mundo, ¿eh?, Reflexionó. Ya empiezo a dudar si este es mi mundo…
Dejando de lado sus paranoias, observó con más atención. Las orejas de su madre no eran ni demasiado largas ni demasiado pequeñas; un término medio entre las de un humano y las de un elfo.
Ahora que lo pienso, seguramente yo también tengo las mismas orejas. Después de todo, soy su hijo, ¿verdad?
Mientras esos pensamientos cruzaban su mente, sus pequeños brazos extendidos apuntaban hacia las orejas de su madre.
Cuando su madre vio aquello, hizo una expresión tierna y feliz. Parecía haber comprendido perfectamente lo que su pequeño deseaba.
Con cuidado, acercó su rostro y colocó una oreja frente a su bebé.
El niño, emocionado por la oportunidad, tocó suavemente las orejas de su madre. Al instante, un pensamiento atravesó su mente: eran demasiado tiernas.
¡Son bellísimas!
Están frías, pero, por alguna razón, me encanta que sean así. ¡No puedo dejar de tocarlas!" gritó en sus pensamientos, lleno de emoción y alegría.
Podría volverme adicto a esto.
Mientras tanto, su madre lo observaba con una mirada que parecía decir: "Estoy satisfecha."
Segundos después, hizo otra expresión cautivadora antes de alejar su rostro del pequeño.
El bebé, sorprendido y molesto, la miró con desaprobación desde abajo. No quería dejar de tocar aquellas orejas que tanto le fascinaban. Sin embargo, justo en ese momento, ocurrió algo inesperado que lo dejó boquiabierto.
Un desconocido objeto alargado, de color oscuro y con una punta en forma de flecha, no dejaba de rozar su rostro.
Su madre elevó lentamente un poco su cuerpo, ya que se encontraba muy abajo. Al mismo tiempo, aquella cosa negra con forma puntiaguda también se movía de un lado a otro, de manera pausada.
Desde el principio había captado la intención. Su madre quería jugar con él y había puesto ese objeto frente a él para que intentara agarrarlo.
¿Qué era esa cosa oscura?
¿Por qué se movía sola?
Se lo preguntaba con curiosidad en sus pensamientos.
Cuando finalmente lo atrapó, jugó ligeramente con aquel extraño objeto, que se sentía blando, como si estuviera hecho de carne o de algo que provocaba una sensación similar. Aunque parecía estar entretenido, lo cierto es que lo estaba analizando para intentar comprender cómo funcionaba.
Tan solo pasaron unos segundos antes de que quedara completamente dormido.
Su cuerpo reposaba plácidamente en los brazos de su madre, quien lo sostenía con ternura. No tardó mucho en rendirse al cansancio.
-CONTINUARA-