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Chapter 14 - Capítulo 14: “¡Quédateconmigo!”

Minutos antes…

El bebé reencarnado, Ezechiel, estaba asustado. Ni siquiera cuando fue

golpeado por aquel camión sintió tanto miedo.

En ese momento sabía que iba a morir, pero ahora no quería. Quería vivir y comenzar desde cero en esta nueva vida. Sin embargo, las cosas no parecían estar yendo bien.

Su padre se había quedado atrás. Al principio, no entendió sus intenciones, pero luego lo comprendió. Su objetivo era ganar tiempo para que su familia pudiera huir.

Ezechiel quedó sorprendido por el acto de su padre. Se había sacrificado por ellos, un gesto que hablaba mucho de su carácter. Si bien no lo conocía del todo, su sacrificio le llegó al alma. En su vida anterior, nadie se habríasacrificado por él, y ahora, un hombre que apenas conocía a su propio bebé había dado su vida a cambio de la seguridad de su familia.

Solo había dos opciones en la mente del bebé para describir ese acto:

Uno, su padre era un completo tonto.

Dos, se trataba del poder del amor y de la familia.

Aunque estaba seguro de que era la segunda opción, una parte de él lo

consideraba un pensamiento fantasioso, algo que no podía existir en un mundo

tan cruel como este.

Pensara lo que pensara, estaba agradecido con su padre. No quería que muriera. Alguien tan bueno como él no debería morir. Sería un grandioso padre…

Cuando llegó el momento de partir, no pudo evitar sentir una profunda tristeza al dejar atrás a su padre.

Los minutos pasaron, y ellos seguían corriendo por el oscuro bosque.

Tengo mucho miedo. No quiero morir sin siquiera haber tenido la oportunidad de vivir esta nueva vida. Las cosas no pueden terminar aquí.

Pensaba asustado mientras contenía el llanto, intentando no alertar a quienes parecían perseguirlos.

Hubo un instante de calma, un momento en el que parecía que habían dejado de seguirlos, pero entonces, los pasos y las voces regresaron. Estaban detrás

de ellos otra vez.

A su madre parecía haberle rozado una flecha; sangraba sin cesar. Para colmo, era el brazo con el que lo sostenía. Ezechiel pensó que el ataque podría haberlo alcanzado a él.

La mujer respiraba con dificultad, y su rostro, antes cálido, se veía extraño. Su piel estaba completamente pálida, seguramente por toda la sangre que había perdido. Además, su expresión mostraba un agotamiento evidente.

Madre está sufriendo demasiado…, pensó

Ezechiel con desesperación.

El peso de la situación era abrumador. El peligro que los rodeaba parecía no tener fin, y el miedo en su pequeño corazón crecía con cada paso que daban.

No sé cómo es capaz de seguir en pie en ese estado. Yo, sin duda, ya me habría rendido. No soy tan fuerte como ella. No sería capaz ni siquiera de mantenerme de pie. Entonces, ¿por qué se esfuerza tanto?

No sé si vaya a sobrevivir, incluso si logramos escapar de las personas

que nos persiguen. No sé nada sobre el cuerpo humano, pero el estado de mi

madre es claramente malo. Basta con mirarla para saberlo.

Ella está sufriendo, pero, aun así, no se rinde.

De repente, empieza a aumentar su velocidad.

¿¡Cómo es posible que esté aumentando su velocidad cuando su cuerpo parece estar destrozado!?

¿Acaso sigue luchando porque quiere que viva?

¿Tan importante soy para ti, mamá? le pregunto en sus pensamientos mientras la observaba y sabia que no iba a obtener ninguna respuesta.

¿Esto es el amor de una madre? ¿Es este el amor que habría recibido en mi anterior mundo si mi madre no hubiera muerto?

El bebé estaba desconcertado. Si su madre estaba haciendo todo lo posible para que él sobreviviera, entonces ella debía tener un corazón hermoso. Nunca había conocido a una mujer así.

¡Ella es sorprendente! ¡Mi mamá es alguien de quien puedo estar orgulloso!

Pensaba esto con profunda admiración mientras la veía apretar los labios

hasta sangrar.

De repente, ella se detiene bruscamente.

¿Qué estás haciendo, mamá?

Deja su cuerpo en el suelo.

¡No! ¡No! ¡No! ¡No me dejes aquí! No quiero estar solo. No de nuevo.

Cuando acerca su rostro, el bebé la agarra con todas sus fuerzas. No quería soltarla. Ella decía muchas cosas inentendibles, pero, aunque no comprendía ese idioma, el tono de su voz y la forma en que lloraba le hicieron

entender instintivamente que se estaba despidiendo.

Él no quería una despedida. Quería seguir estando en sus brazos.

No puedes irte. Siempre me dejan solo.

La única vez que por fin tenía una familia, la estoy perdiendo. No quiero que te vayas.

¡Quédate conmigo! ¡Te lo suplico!

Ella apartó sus manos de su rostro, le dio un beso suave y se puso de

pie.

¿En serio? ¿Voy a perderlo todo otra vez?, preguntó con un hilo de voz, su mirada rota.

Su madre hizo un gesto con la mano, pidiéndole silencio, mientras las

lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.

¡Por favor, no me dejes solo! ¡No te vayas, mamá!, suplicó desesperado.

Ella no respondió. Se dio la vuelta y, sin mirar atrás, comenzó a caminar. Las lágrimas caían de ambos, pero sus pasos fueron firmes, hasta perderse en la distancia.

El silencio llenó el espacio.

Estoy solo… otra vez…

El dolor era un abismo que se lo tragaba entero.

¿Por qué? ¿Por qué no puedo ser feliz, aunque sea una vez en la vida? gritó al vacío de su mente, con la voz quebrada.

¿Por qué siempre lo pierdo todo?

Su mente se llenaba de pensamientos oscuros, incapaz de hallar consuelo.

La vida no me quiere. La vida solo quiere verme sufrir…

El pecho le dolía, como si algo invisible lo aplastara.

Solo quiero vivir como los demás… Tener una familia, disfrutar de las cosas simples… pero… ¿por qué? ¿Por qué es tan difícil conseguir algo así?

El cansancio comenzó a invadirlo. Sus ojos, pesados empezaron a cerrarse

poco a poco.

Antes de quedar completamente dormido, una silueta apareció frente a él.

Era oscura, casi amorfa, y parecía observarlo con curiosidad.

¿Qué es… eso?, pensó con esfuerzo,

tratando de enfocar.

La figura parecía un animal…

¿un gato?

Esa fue su última reflexión antes de rendirse al sueño.

-CONTINUARA-