Nivel 1: Comienzo desde Zero.
Capítulo 05: "La chica de los sándwiches"
Luego de haber vivido aquella extraña escena, Ezechiel se puso un montón de prendas grandes que cubrían la mayor parte de su cuerpo y rostro para no llamar la atención al salir. Principalmente porque no sabía si la policía ya lo estaba buscando.
Tenía planeado entregarse, pero antes que nada deseaba comprar algo para comer y, luego, entregarse.
De esta manera, dejó su habitación con la intención de regresar una vez terminara lo que se había propuesto. Sin embargo, él no lo sabía, pero jamás lograría volver a su casa.
Mientras caminaba por la calle, hacía lo posible para que nadie le viera el rostro o lo reconociera. Sería un grave problema si alguien de su facultad lo identificaba.
En todo momento estaba atento, listo para correr a alguna tienda si alguien parecía sospechar de él. No obstante, por más alerta que estuviera, sabía que no podría correr durante mucho tiempo. Su condición física nunca se lo permitiría.
Durante el trayecto hacia la tienda más cercana, no pudo evitar mirar y sentir envidia de todas aquellas personas que no dejaban de sonreír o que simplemente se veían felices.
Hubo un momento en que una pareja pasó a su lado, y le fue imposible no sentir celos. Él también deseaba tener a alguien que lo apoyara y nunca lo traicionara.
¿Habrá alguien así en este mundo para mí? Se preguntó, bastante triste, y rápidamente se respondió:
De seguro no hay nadie que me quiera en este mundo. Bueno, tal vez la única persona que pudo haberme dado todo el amor que siempre quise fue mi fallecida madre.
Tras ese pensamiento, soltó un suspiro y siguió caminando.
Avanzó un par de cuadras y luego cruzó una calle donde estuvo a punto de ser atropellado por una caravana de ómnibus. Había personas colgadas de las puertas, que no dejaban de cantar y ondear banderas de color celeste y blanco. Estaba tan sumido en sus pensamientos que terminó ignorando por completo su entorno.
Solo se salvó de ser arrollado gracias a los cánticos que resonaban desde el interior de los vehículos, los cuales lo alertaron justo a tiempo.
En cuestión de minutos, llegó a su destino
Frente a él podía observar el pequeño supermercado al que iba a comprar. Antes de entrar, no pudo evitar reflexionar: Incluso hasta el último momento no voy a dejar de ser un glotón.
Ante sus propios pensamientos, soltó una pequeña carcajada.
Sí que estoy loco, loco de remate por haber decidido venir a comprar comida en mis últimos momentos de libertad. Aunque me diga esto, la verdad es que no me importa, pensó mientras las puertas automáticas se abrían frente a él, dándole paso al interior.
Ya dentro, estuvo dando vueltas por la tienda, pensando y observando qué comprar. Después de unos minutos, finalmente se decidió. Se acercó a la sección de sándwiches y tomó uno, dibujando en su rostro una inmensa sonrisa que, sin embargo, quedaba oculta bajo la ropa que llevaba encima.
"¿Serán tan ricos como se ven?" preguntó una voz femenina proveniente de su costado.
Ezechiel giró el cuello en esa dirección para ver si la pregunta iba dirigida a él. Entonces se encontró con una hermosa mujer de largo cabello oscuro y liso, vestida con uniforme escolar. Al notar que sus ojos estaban fijos en él, se dio cuenta rápidamente de que, efectivamente, la pregunta era para él.
Oh, de todas las personas, justo me tenía que hablar a mí, pensó con desgano.
"La mayoría de estos sándwiches son ricos, y nunca te cansas de ellos por la variedad que hay" respondió, tratando de sonar casual.
"Jo, jo, jo, veo que eres una persona que sabe del tema. ¿Podrías recomendarme alguno?" continuó la chica con una sonrisa gentil. "Hoy es mi permitido porque aprobé todos los exámenes, y estoy muy feliz."
Ezechiel sintió un hormigueo de irritación recorrerle el cuerpo.
¡Ahhh, qué chica tan molesta! No me importa para nada lo que hagas o no en tu vida privada. ¡Deja de hablarme! Gritó en su mente, exhausto.
"Ah, si me pides mi opinión, te recomiendo el de ternera", respondió Ezechiel, con un tono desganado porque no le quedaba de otra.
"¡Muchas gracias, señor!", expresó ella nuevamente con esa sonrisa hermosa, larga y seria.
Tras eso, se dirigió a la caja para realizar el pago. Cuando Ezechiel sacó la billetera, un profundo sentimiento de vergüenza lo invadió.
Oh, ¡qué mierda! Se me olvidó poner plata en la billetera, pensó mientras le temblaba la mano.
Había salido tan apresurado de su casa que, en algún momento, olvidó rellenar la billetera con dinero.
¿Y ahora qué hago?
Estoy a horas de entregarme a la policía y me ando preocupando por no poder pagar un sándwich. Realmente soy un maldi…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz femenina familiar:
"Él viene conmigo. Yo pago."
Era la misma chica que, hace un rato, le había pedido recomendaciones. La chica le dio un leve golpe con el codo, le guiñó el ojo y añadió:
"Esto es un pago por haberme ayudado a elegir el sándwich de ternera."
Al final de todo, terminó salvándome. Parece una chica aplicada, pensó Ezechiel, sorprendido por su actitud.
"Muchas gracias por pagarme. Prometo que te lo devolveré", dijo mientras ambos salían de la tienda.
Ezechiel continuó caminando hasta llegar a la calle donde casi lo habían atropellado antes de entrar a la tienda. Esta vez, se detuvo a observar con más atención el semáforo para verificar si podía cruzar. El semáforo estaba en verde.
"Jo, jo, jo, parece que vivimos en la misma dirección" escuchó decir a una voz femenina familiar, proveniente de un costado.
Ahhh, sé que me ayudó hace un rato, pero, pero no tengo ganas de hablar. ¡Por Dios!, pensó Ezechiel, agotado.
"Sí, parece ser el caso", respondió de forma cortante.
Ezechiel no estaba de humor para hablar. Quería mantener el silencio que tanto estaba disfrutando y llegar rápido a su casa para saborear el sándwich que había comprado. Un gloton en su maxima expresion.
Luego de eso, la mujer continuó hablando y hablando mientras Ezechiel se sumía en sus pensamientos.
Parece que ella no tiene muchas cosas que hacer; si no, en estos momentos no estaría hablándome sin parar.
Ah, es tan molesta. Bueno, es normal, después de todo sigue siendo una chica de secundaria.
Observó, casi distraído, cómo los autos pasaban frente a él, uno tras otro. Su mirada permanecía fija en el movimiento constante.
¿Debería seguir viviendo?
¿No sería mejor morir antes que ir a la cárcel y vivir una vida como esta?
Si muero, ya no tendría que preocuparme por nada… Así podría descansar en paz. Qué pensamiento tan satisfactorio.
"Eh… eh, señor, ¿está bien? ¿Sigue vivo?", la voz de la chica lo sacó abruptamente de sus reflexiones.
"Por cierto, ¿cuál es su nombre? El mío es Ishtar", agregó ella, con una sonrisa ligeramente seria y hermosa al mismo tiempo.
Ezechiel suspiró, molesto por la interrupción, pero no pudo evitar pensar que era un nombre bastante lindo y peculiar.
"Mi nombre es Ezechiel", respondió con voz baja y áspera.
"Individuo seleccionado"
De repente, una extraña voz femenina, carente de emociones, resonó como un susurro en su mente.