Nivel 1: Comienzo desde Zero
Capítulo 04: "Monstruo"
Habían pasado al menos cinco minutos desde que había cortado abruptamente la llamada con su hermana, y aún seguía arrodillado, mirando hacia el suelo.
La expresión de su rostro era indescriptible. No porque fuera extraña, sino porque no transmitía emoción alguna. Parecía como si padeciera alexitimia o simplemente estuviera muerto por dentro. Ese vacío en su semblante resultaba aterrador.
Estaba tan abrumado por todo tipo de pensamientos que no sabía qué expresión debía adoptar. Lo único que su mente hacía en ese momento era intentar razonar lo que había sucedido.
En fin, todo se terminó, ¿verdad?
Ya no hay nada más que pueda hacer.
De seguro vendrá la policía y me llevarán a algún juzgado o comisaría para que responda como se debe… y luego terminaré yendo a la cárcel.
Así que aquí termina mi vida…
Dejó escapar un suspiro tembloroso mientras su mente seguía divagando.
Si tengo suerte, podría recibir pocos años. ¿Cuántos años le dan a una persona acusada de tocar el cuerpo de una chica en contra de su voluntad?
Para su mala suerte, no tenía idea.
Tampoco es como si quisiera saberlo. De todas formas, lo sabré cuando llegue el momento, ¿verdad?
Lo que más le molestaba no era la incertidumbre de su futuro, sino el hecho de que ella había ganado.
Inventó todo, salió ganando, y encima, estoy seguro de que mi padre le dio mucho dinero para que dejara de causar problemas.
Suspiró nuevamente, esta vez con agotamiento.
Al menos ya todo se terminó, y no tengo que preocuparme por nada. Eso sí que es un alivio.
Con su voluntad completamente rendida, Ezechiel se quedó en el mismo lugar. No tenía nada más que hacer.
Dejó de estar arrodillado y se levantó.
Ya ni siquiera le molestaba tener que ir a la cárcel, pero al menos deseaba que ella pagara de alguna forma por haber inventado todo.
De repente, su estómago volvió a gruñir, y recordó el motivo por el que se había levantado de su cama.
"Cierto, iba a comprar algo para comer. Ya me había olvidado por completo de que tenía hambre" dijo en un tono agotado.
¿Qué tal será la comida en la cárcel? Según tengo entendido, por películas y esas cosas, no es algo rico, pero con el tiempo te acostumbras. Al menos, eso es algo bueno… o eso creo, pensó.
Con eso en mente, tuvo una idea que lo hizo esbozar una pequeña sonrisa que, a simple vista, parecía falsa.
La idea consistía en ir al negocio más cercano y comprar su última comida como persona libre. Por más que lo considerara solo una ocurrencia, lo cierto era que había planeado cumplirla desde un principio.
Era su última comida decente; no podía dejar algo así de lado y perder la oportunidad tan fácilmente. Ahora deseaba cumplir ese pequeño y último deseo a toda costa.
Ja... Es sorprendente cómo puedo alegrarme por algo tan simple que, hasta hace una hora, era parte de mi rutina diaria.
Es impresionante cómo la vida de una persona puede cambiar con tan solo una llamada, pensó, dejando escapar un largo suspiro.
Tras reflexionar sobre eso, se quitó la mayor parte de su ropa y la dejó tirada en algún lugar de su mar de basura. Luego se dirigió al baño. Lo primero que hizo fue mojarse el rostro varias veces; pero, una vez terminado, se quedó observándose detenidamente en el espejo.
¡Vaya, sí que soy horrible!
Mi rostro no tiene nada lindo, pensó mientras se tocaba levemente la cara.
Mmm… tengo tetillas como si fueran las de una mujer, y encima una panza inmensa, reflexionó, palpando la parte que colgaba de su abdomen.
Suspiró profundamente.
Sabía que no tenía ninguna oportunidad cuando me declaré, pero… con este aspecto, ni siquiera debería haberlo intentado. Era imposible que cualquier chica me aceptara. Es más, seguro muchas de ellas huían en cuanto me veían.
Volvió a suspirar, resignado.
En serio, soy horrible. Un maldito monstruo con forma humana. Ni siquiera yo saldría conmigo mismo.
De repente, una voz lo interrumpió.
"Ja, me alegro de que al fin te des cuenta de algo tan sencillo, basura."
Miró rápidamente a su alrededor, pero no vio a nadie. Su corazón comenzó a latir más rápido mientras la preocupación lo invadía. ¿Estaba escuchando cosas?
"Estoy aquí, monstruo." dijo la voz nuevamente.
Dirigió la mirada hacia el frente y, con horror, vio que su propio reflejo en el espejo parecía estarle hablando.
"Hasta que al fin me observas, monstruo" dijo su reflejo con una sonrisa burlona.
"Genial, ya me volví tan loco que ahora puedo escuchar a mi propio reflejo hablarme" murmuró, incrédulo.
El reflejo lo miró con desprecio.
"Míranos. Somos horribles."
Su reflejo continuó hablando en un tono cargado de amargura y reproche.
"No entiendo cómo puedes ser tan estúpido y haber dejado que todo esto sucediera. Deberías haber secuestrado a esa maldita perra y haberla violado hasta que aprendiera la lección. Pero no… eras un maldito cobarde."
El joven sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras su reflejo seguía.
"Tenías varias opciones para solucionar esto, y lo único que hiciste fue encerrarte en un cuarto, masturbándote, mientras otros intentaban resolver el problema en el que tú mismo te habías metido.
El reflejo soltó una carcajada amarga.
"En serio, qué monstruo inútil soy."
El joven bajó la mirada, incapaz de enfrentar la imagen distorsionada de sí mismo que lo juzgaba desde el espejo.
"Deberíamos haber muerto cuando nacimos y no nuestra madre. Una criatura horrible como nosotros jamás debería haber tenido la oportunidad de vivir."
"¡Así es! Es culpa nuestra que nuestra madre muriera."
"Es culpa nuestra que seamos tan inocentes y nos hayamos metido con esa maldita perra."
"¡Cállate!" le gritó Ezechiel a su reflejo.
"Es culpa nuestra que hayamos terminado de esta manera. Había tantas formas de solucionarlo, pero decidiste encerrarte en un cuarto y ser un maldito glotón de mierda."
"¡Cállate!, ¡cállate!, ¡cállate!" gritaba alocadamente Ezechiel.
"¡Así es! ¡Así es! ¡Así es! Todo es culpa nuestra. Siempre ha sido nuestra culpa. Incluso habernos peleado con nuestra hermana fue nuestra culpa, maldito monstruo" expresaba el reflejo con una sonrisa retorcida.
"¡Muérete, maldito monstruo!"
"¡Muérete, maldito monstruo!"
"¡Muérete, maldito monstruo!"
El reflejo no dejaba de repetir esas palabras y Ezechiel se estaba volviendo completamente loco. Parecía como si su cabeza estuviera a punto de explotar.
No aguantó más y golpeó con un puño lleno de rabia y frustración el espejo que tenía enfrente, provocando su destrucción.
"¡CÁLLATE!" exclamó con una expresión de ira y la respiración alterada, mientras su mano sangraba de forma abundante.
No tenía dudas: se había vuelto loco. No existía otra forma de explicar lo que acababa de vivir.
¿Hablando con su reflejo en el espejo? Sí, era algo de locos, y estaba11 preocupado por sí mismo.
En parte, su reflejo tenía bastante razón. Todo había sido culpa suya. Y, en resumen, sí: se consideraba un monstruo.
-CONTINUARA-