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Chapter 2 - Capitulo 2:Sombras del destino

El campo de batalla se extendía como un océano de destrucción, pero Wú Jìn y Tiān Wú no podían permitirse distraerse. La misión era clara: evitar que el niño, hijo de un demonio y una diosa, creciera en poder.

Sin embargo, sabían que lo que se avecinaba no era simplemente un combate… era una carrera contra el destino mismo.

Tiān Wú observó a Wú Jìn desde un costado, notando la creciente preocupación en su mirada. Aunque su presencia era imponente, algo en su postura reflejaba dudas.

Se detuvo por un momento, cruzando los brazos sobre su pecho.

Tiān Wú (mirando al horizonte, con tono pensativo):

— ¿Te arrepientes de esto, Wú Jìn?

Wú Jìn (sin girarse, con la mirada fija en el campo de batalla, respondiendo con un suspiro profundo):

— No se trata de arrepentirse.

— Es solo que... hay algo en este niño. Su poder. No es solo su origen, es como si el destino entero hubiera decidido que él fuera una amenaza. Algo dentro de mí me dice que no todo es lo que parece.

Tiān Wú, frunció el ceño, pero su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y curiosidad.

Su mirada se desvió hacia el horizonte, donde las sombras parecían moverse con una velocidad inquietante.

Tiān Wú:

— No olvides que esto no es solo sobre él. Es sobre el equilibrio de los reinos. Si lo dejamos vivir, toda nuestra existencia se verá afectada.

— Lo sé. —La respuesta de Wú Jìn fue firme, pero su voz parecía llevar consigo una carga que no había notado antes.

De repente, el horizonte se oscureció aún más, y Tiān Wú levantó la vista, sus ojos buscando la señal de lo inevitable.

La figura oscura que se cernía sobre ellos era imposible de ignorar.

Un guerrero demoníaco, una sombra andante que dejaba tras de sí un rastro de oscuridad pura, avanzaba hacia ellos con un único propósito: detenerlos.

Tiān Wú (con voz tensa):

— ¡Vienen!

Wú Jìn asintió con la cabeza, su espada ya en posición.

Sabía que no podían perder tiempo.

La persecución había comenzado.

Si no actuaban rápido, el niño podría ser llevado más lejos hacia el Reino Demoníaco, un lugar donde su poder era casi indomable.

Wú Jìn:

— ¡No los dejemos huir hacia su territorio! —Gritó con furia.

Tiān Wú:

— ¡Entendido! —Respondió, elevando sus manos al cielo y desatando un rayo celestial que destelló como una espada de luz.

La persecución comenzó en un torbellino de movimiento, donde Wú Jìn y Tiān Wú luchaban con todo su ser para frenar a los guerreros demoníacos que intentaban arrebatarles al niño. Sin embargo, sabían que al ir hacia el Reino Demoníaco, estaban cruzando una línea peligrosa. Los poderes que podrían desatar en ese lugar estaban más allá de lo que podían controlar.

En medio del enfrentamiento, Tiān Wú se adelantó, disparando rayos de energía divina, mientras que Wú Jìn se encargaba de las sombras de los guerreros demoníacos.

Su trabajo en equipo era impecable, pero el poder demoníaco de los enemigos comenzaba a superar sus defensas.

Justo cuando parecían estar a punto de caer, un destello de luz divina iluminó el campo de batalla.

Una figura resplandeciente apareció en el horizonte.

Era la Guardiana Celestial, una antigua aliada de Tiān Wú y Wú Jìn, llamada Mei Lian, quien había estado vigilando su misión.

Con una sola ola de su mano, Mei Lian desató una oleada de energía pura que desintegró a los guerreros demoníacos que los rodeaban.

Mei Lian (con voz suave, pero firme):

— ¡Debéis apresuraros! El tiempo corre y la puerta al Reino Demoníaco se cierra pronto.

Wú Jìn (nervioso, pero agradecido):

— ¡Gracias, Mei Lian!

Tiān Wú:

— ¿Puedes cubrirnos mientras avanzamos?

Mei Lian:

— Debería ser suficiente para que puedan llegar al portal. ¡Rápido, antes que lleguen más!

Con la ayuda de Mei Lian, llegaron al portal dimensional que conectaba con el Reino Demoníaco, el cual era un paso peligroso, pero necesario.

A medida que cruzaban, sentían la tensión en el aire. Sabían que no solo se jugaban el destino de un niño, sino la estabilidad de los cuatro reinos.

Mientras tanto, en un rincón apartado del Reino Celestial, Tiān Wú había sentido una extraña presencia en su interior.

Sabía que algo había cambiado en su cuerpo, algo más allá de la batalla misma.

Un embarazo inesperado había comenzado a gestarse en su vientre, un hijo de los dioses, pero con el poder de su padre, un inmortal.

Ese niño, sería el nuevo nexo entre los reinos, y su existencia tendría una influencia profunda sobre todos ellos.

Tiān Wú (poniéndose una mano sobre el vientre):

— Este niño...

Wú Jìn (observando a Tiān Wú, preocupado, pero también sorprendido):

— ¿Qué ocurre?

Tiān Wú (con una expresión extraña en su rostro):

— Creo que nuestro hijo ha comenzado a manifestarse.

Wú Jìn:

— ¿Estás segura?

Tiān Wú:

— No estoy segura, pero... siento que algo está por suceder. Este niño será nuestra esperanza, pero también será nuestra perdición. Su poder... es inmenso.

La certeza de que su hijo, estaba destinado a ser un nexo entre los reinos fue aterradora.

La creciente luz que emanaba de Tiān Wú no solo marcaba el comienzo de un nuevo ciclo, sino que indicaba que las tensiones entre los reinos llegarían a su punto de ebullición con el nacimiento de su hijo.