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Chapter 14 - Capitulo 14 : Perfecto

Era una mañana luminosa en el palacio imperial. Los rayos del sol atravesaban los ventanales altos, iluminando el mármol pulido de los pasillos. En la habitación de Ellian, Rose terminaba de envolverlo con una manta blanca impecable, mientras Noah se encontraba a su lado, observando con atención.

Ellian, consciente de todo, pensaba mientras veía los gestos amorosos de su madre: "No entiendo qué pasa, pero parece algo importante… Espero no llorar frente a todos esos extraños."

Rose, impecablemente vestida con un elegante vestido blanco adornado con detalles dorados, miraba a su hijo con orgullo y una leve preocupación.

—Todo estará bien, Ellian. Este es solo un pequeño paso —susurró Rose, como si intentara calmarse tanto a sí misma como a su bebé.

El sonido de pasos en el pasillo anunció la llegada de Noah. Entró con su porte elegante, vistiendo un traje negro con detalles dorados. Aunque su expresión era seria, sus ojos se suavizaron al ver a su hermano menor.

—¿Está listo? —preguntó Noah, acercándose a su madre y al bebé.

Rose sonrió, acomodando la manta alrededor de Ellian una vez más.

—Lo está. Pero parece que no está muy emocionado, ¿verdad? —dijo en un tono cariñoso, mientras Ellian emitía un suave balbuceo.

Noah extendió los brazos, y Rose le entregó a Ellian con cuidado. Él lo sostuvo con una destreza que revelaba cuán acostumbrado estaba a cuidar de su hermano.

—Hoy será un día importante para ti, Ellian —murmuró Noah mientras observaba los ojos carmesí del pequeño—. Espero que seas paciente. Aunque, viendo tu expresión, no estoy seguro de que lo logres.

Ellian lo miró con una mezcla de frustración y curiosidad.

"Paciencia… No tienes idea de lo difícil que es ser un bebé cuando recuerdas todo de tu vida pasada."

Desde el pasillo, Adam apareció, su imponente figura llenando el espacio. Vestía un traje blanco con hilos dorados, proyectando la autoridad y elegancia de su posición. Al entrar en la habitación, sus ojos se posaron primero en Ellian y luego en su familia.

—Es hora de irnos —anunció Adam, mirando a Rose y Noah—. El sacerdote ya está esperando.

Rose asintió, sosteniendo nuevamente a Ellian con cuidado.

—¿Crees que todo estará bien? —preguntó Rose, su tono traicionando una leve preocupación.

Adam, siempre sereno, colocó una mano tranquilizadora en el hombro de su esposa.

—Todo estará bien. Nada ni nadie se atreverá a lastimarlo aquí. Yo me encargaré de eso.

Rose le dedicó una pequeña sonrisa, confiando en las palabras de Adam. Con Noah caminando a su lado, la familia se dirigió hacia la sala principal.

Al entrar, fueron recibidos por la imponente figura del sacerdote, quien estaba acompañado por el emperador Damián. La sala estaba decorada con símbolos sagrados y estandartes reales, y el aire estaba impregnado con el aroma del incienso.

Damián, vestido con una túnica imperial, observó a la familia con una mirada penetrante. Sus ojos se detuvieron en Ellian, y una ligera sonrisa cruzó su rostro.

—Archiduque Adam, Lady Rose —dijo el sacerdote con voz firme—. Es un honor realizar esta bendición para su hijo.

Rose inclinó la cabeza en señal de respeto, mientras Adam respondía con un leve gesto.

—Estamos agradecidos por esta tradición sagrada —respondió Adam, manteniendo su tono formal.

El sacerdote se acercó a Ellian, quien observaba todo con una mezcla de curiosidad y desconfianza. "¿Qué están planeando ahora?" pensó Ellian mientras sus pequeñas manos se aferraban a la manta.

El sacerdote comenzó a recitar una oración en un lenguaje antiguo, trazando símbolos en el aire con movimientos precisos. Luego, tomó agua bendita y tocó suavemente la frente de Ellian. El bebé parpadeó ante el contacto frío, dejando escapar un leve balbuceo.

—Parece que no le gusta mucho el agua fría —comentó Noah en voz baja, lo que provocó una leve sonrisa en Adam.

Finalmente, el sacerdote proclamó:

—Que este niño crezca fuerte, sabio y protegido por los dioses. Que sea una luz para su familia y para este imperio.

Damián dio un paso adelante, dirigiéndose a Adam.

—Puedes estar tranquilo, hermano. Tu hijo está bajo la protección de los dioses y del imperio.

Adam inclinó la cabeza con respeto.

—Gracias, Majestad.

Adam dio un paso adelante. Su porte noble y seguro contrastaba con la ligera tensión en su voz cuando habló.

—También quisiera pedir una bendición para mi hijo Noah, si tuviera un poco más de tiempo —dijo, con la mirada fija en el sacerdote.

El sacerdote, con una expresión serena, asintió con respeto.

—Será un honor, Archiduque. Sin embargo, debido a que el joven Ellian es aún muy pequeño, la energía de esta bendición, diseñada para proteger y fortalecer a adultos y jóvenes mayores, podría ser demasiado para él. Sugiero que Ellian sea llevado a descansar mientras realizamos este segundo ritual.

Rose, que había permanecido en silencio hasta entonces, apretó ligeramente a Ellian contra su pecho. Su mirada se endureció por un momento, un gesto que no pasó desapercibido para Adam. Aunque entendía la lógica detrás de la petición del sacerdote, no estaba dispuesta a dejar que alguien más se llevara a su hijo.

Una sirvienta, vestida con el uniforme del palacio imperial, avanzó desde un rincón de la sala. Con una inclinación respetuosa, extendió los brazos.

—Lady Rose, permítame llevar al joven Ellian a sus aposentos.

El instinto protector de Rose se encendió de inmediato. Sus ojos, normalmente cálidos, se oscurecieron con una firmeza que solo una madre podía mostrar.

—No es necesario. Ellian estará conmigo en todo momento —dijo Rose, su tono controlado pero implacable.

El sacerdote, percibiendo la tensión en el ambiente, intervino con calma.

—Lady Rose, entiendo su preocupación, pero le aseguro que el joven estará seguro en manos de su personal de confianza. Además, este ritual requiere concentración absoluta, y la energía involucrada podría ser perjudicial para un niño tan pequeño.

Adam, notando el conflicto interno de Rose, se acercó y colocó una mano tranquilizadora en su hombro.

—Rose, confía en mí. Esto es por el bien de ambos. Ellian estará bien, y Noah merece esta bendición también —dijo en un tono bajo, casi suplicante

Rose miró a Adam, luego al sacerdote, y finalmente a la sirvienta. Aunque su instinto le pedía que se negara, sabía que sería una falta de respeto tanto para el sacerdote como para Noah. Con una respiración profunda, inclinó la cabeza y entregó a Ellian, pero no sin antes susurrar en voz baja:

——Cuídalo como si tu vida dependiera de ello.

La sirvienta asintió rápidamente, tomando al pequeño Ellian con cuidado y saliendo de la sala. Ellian, desde los brazos de la mujer, observaba todo con atención.

"Esto no me gusta… ¿Por qué me están separando de ellos? Todo esto es demasiado complicado." Pensó mientras hacía un suave balbuceo, como si intentara protestar.

Desde la distancia, Ellian observó cómo Rose y Adam permanecían juntos mientras Noah avanzaba hacia el sacerdote para recibir su bendición. A pesar de ser un bebé, su mente, cargada con recuerdos y pensamientos adultos, sentía el peso del momento.

"Todo esto parece importante… demasiado ritual para alguien tan pequeño como yo." Reflexionó mientras su madre lo entregaba con algo de renuencia a una sirvienta que aguardaba en la esquina de la sala. La mujer tenía una expresión inexpresiva y ojos oscuros, como pozos vacíos. Su cabello castaño estaba recogido con descuido, y sus movimientos eran automáticos, como si estuviera agotada.

—Llévalo a sus aposentos y asegúrate de que esté cómodo —dijo una dama de mayor rango, sin molestarse en mirar al bebé.

La sirvienta asintió en silencio y cargó a Ellian con cuidado. Caminó por los pasillos del palacio, largos y adornados con tapices antiguos, sin pronunciar palabra. Ellian la observaba con cautela, percibiendo algo extraño en la manera en que apenas lo miraba.

"Algo no está bien… esto no se siente seguro."

Al llegar a la habitación destinada para Ellian, la mujer lo depositó en una cuna decorada con delicadeza, pero sin prestar atención a los detalles. Sacó un juguete sencillo y lo agitó frente a él, como si intentara distraerlo. Su rostro seguía carente de expresión, pero sus manos temblaban ligeramente mientras lo mecía.

Ellian comenzó a jugar con el objeto, más como una forma de evaluar la situación que por verdadero interés. Mientras intentaba concentrarse en su pequeño mundo, una sensación fría recorrió su columna vertebral. Un sonido, apenas perceptible, captó su atención: un goteo constante, un plop, plop que rompía el silencio de la habitación.

Le tomó un momento darse cuenta de que algo húmedo caía sobre su rostro. Parpadeó, sintiendo la tibieza del líquido que comenzaba a empapar su cabello. Cuando miró hacia arriba, sus ojos carmesíes se encontraron con una visión que congeló sus pensamientos.

La sirvienta estaba inmóvil, su cuello inclinado de una manera antinatural. Una línea roja y profunda marcaba su garganta, de la cual brotaba sangre que goteaba directamente sobre él. Sus manos, que segundos antes habían estado sosteniendo el juguete, ahora colgaban inertes a los lados.

"¿Qué demonios...?" pensó Ellian, mientras su pequeño cuerpo se tensaba. Intentó mover la cabeza para entender qué había sucedido, pero la escena que vio Io horrorizó aún más.

Detrás de la mujer, estaba otra persona que Vestía el mismo uniforme de sirvienta, pero sus manos estaban manchadas de rojo. En una de ellas sostenía un cuchillo cuya hoja goteaba con sangre fresca. Sus ojos, grandes y brillantes, reflejaban un frenesí casi animal mientras sonreía ampliamente.

-Ah, pequeño príncipe. Qué frágil y fácil de eliminar son estas personas -murmuró la mujer, acercándose lentamente a la cuna.