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Chapter 19 - Cap 19 :Encuentro

Era una mañana cálida en la ciudad imperial. El sol iluminaba los extensos jardines del palacio, y el sonido de las aves llenaba el aire. Ellian, ahora con cinco años, caminaba con pasos decididos por los senderos de piedra. Su cabello plateado brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos carmesí, llenos de curiosidad y determinación, escaneaban cada rincón del lugar.

El niño ya no era el bebé que había gateado en secreto por los pasillos del palacio. Ahora, su presencia irradiaba una mezcla de inocencia infantil y una madurez que desconcertaba a quienes lo conocían. Su porte comenzaba a reflejar el linaje noble al que pertenecía, aunque en el fondo de su mente, los recuerdos de su vida pasada aún persistían.

"Cinco años ya…" pensó Ellian mientras levantaba una flor caída del sendero. "Este cuerpo se siente más fuerte, pero todavía me falta mucho para alcanzar mi verdadero potencial."

Desde la distancia, Rose lo observaba con una sonrisa maternal, admirando cómo su pequeño exploraba el mundo a su alrededor.

—Ellian —lo llamó suavemente, su voz melodiosa llegando hasta él—. No te alejes demasiado.

Ellian giró, con una sonrisa traviesa en sus labios. —¡No me perderé, mamá! Solo estoy explorando.

Rose se acercó a él con elegancia, sosteniendo un sombrero pequeño que le había comprado hacía unos días. Al llegar junto a su hijo, se lo colocó con cuidado.

—Eres demasiado curioso para tu propio bien, pequeño príncipe —dijo, mientras le ajustaba el sombrero—. Pero esa curiosidad es algo que admiro.

Ellian le sonrió, sujetando la mano de su madre con firmeza. Aunque su relación era cercana, en su mente adulta, siempre se sorprendía de cuánto la apreciaba.

"En esta vida, tengo algo que proteger," pensó mientras miraba el rostro cálido de Rose.

Más adelante, en el jardín, Adam los esperaba. Vestía un atuendo sencillo pero elegante, y tenía una espada de práctica en la mano. Su porte seguía siendo imponente, pero había una suavidad en su mirada cuando observaba a su esposa e hijo.

—Ellian, ¿listo para tu lección de hoy? —preguntó Adam, su voz calmada pero autoritaria.

Los ojos de Ellian se iluminaron. Aunque aún era un niño, las lecciones de su padre eran lo que más esperaba cada día. Sabía que eran la clave para volverse más fuerte.

—¡Estoy listo, papá! —respondió Ellian, corriendo hacia él con entusiasmo.

Rose los miró con una mezcla de orgullo y preocupación. Aunque confiaba plenamente en las habilidades de Adam, no podía evitar sentir cierto temor al ver a su pequeño empuñar una espada, aunque fuera de práctica.

—Ten cuidado con él, Adam. Sigue siendo un niño —advirtió Rose, cruzándose de brazos.

Adam asintió con una leve sonrisa. —Siempre lo soy, Rose. Pero es importante que aprenda a defenderse.

Ellian se plantó frente a su padre, sosteniendo una espada de madera que Adam le había dado unas semanas antes. Su postura, aunque aún no perfecta, mostraba la disciplina que Adam le estaba inculcando.

—Primero, tu postura, Ellian. —Adam corrigió ligeramente la posición de su hijo, colocando una mano firme pero gentil sobre su hombro

— Si no tienes una base sólida, cualquier ataque te derribará.

Ellian asintió, ajustando sus pies según las indicaciones de su padre. Cuando Adam levantó su espada para atacarlo suavemente, Ellian reaccionó rápidamente, bloqueando el golpe con una fuerza inesperada.

—¡Muy bien! —exclamó Adam, impresionado por la rapidez de su hijo—. Pero recuerda, no es solo fuerza. Necesitas anticiparte al movimiento de tu oponente.

Ellian frunció el ceño, concentrado. Aunque era un niño, su mente analítica estaba trabajando a toda velocidad. En el siguiente intercambio, logró esquivar uno de los movimientos de su padre ganándose una sonrisa de aprobación.

Desde la sombra de un árbol cercano, Noah observaba la escena con los brazos cruzados. Aunque mantenía su habitual expresión seria, en el fondo estaba orgulloso de su hermano menor.

—No lo está haciendo mal para su edad —comentó Noah, acercándose—. Pero todavía le falta mucho para alcanzarme.

Ellian, al escuchar a Noah, se giró con una sonrisa desafiante. —¡Pronto seré más fuerte que tú, Noah!

Noah arqueó una ceja, divertido por el comentario. —Eso lo veremos, pequeño.

La lección continuó durante un rato más, con Adam guiando a Ellian con paciencia y Noah ocasionalmente interviniendo para dar consejos. Cuando finalmente terminaron, Adam se arrodilló frente a su hijo, colocando una mano en su hombro.

—Lo estás haciendo bien, Ellian —dijo con un tono que mezclaba orgullo y enseñanza— Pero recuerda, la fuerza no es solo para protegerte a ti mismo.

Ellian lo miró con atención, absorbiendo cada palabra de su padre, quien continuó con seriedad.

—Tienes que usar la inteligencia. Observar a tu oponente, deducir sus movimientos antes de que los haga. La fuerza bruta no siempre gana una batalla, pero la mente estratégica siempre encuentra una ventaja. —Adam levantó su espada y señaló con ella suavemente hacia el pecho de Ellian—. Busca los puntos débiles. Cada oponente los tiene, incluso los más fuertes.

Ellian asintió, su rostro pequeño pero decidido mostrando una madurez que superaba su edad. Sujetó con fuerza la espada de madera que aún tenía en sus manos.

—Entendido, papá. Seré fuerte e inteligente —dijo, con esa confianza infantil que, sin embargo, resonaba con determinación adulta.

Adam sonrió levemente y se puso de pie, extendiendo una mano hacia su hijo para ayudarlo a levantarse.

—Eso es lo que quiero oír. Ahora, ve a tu madre. Estoy seguro de que ya está preocupada por cuánto tiempo hemos estado aquí.

Ellian guardó la espada de práctica, pero antes de irse, miró a su padre una vez más.

—Gracias por enseñarme, papá. Prometo que me volveré más fuerte, para protegerte a ti, a mamá y a Noah.

Desde la sombra, Rose los llamó con dulzura. Su voz acariciaba el viento mientras observaba a Adam y Ellian juntos en el entrenamiento.

—Es suficiente por hoy. Ambos necesitan descansar —dijo con una sonrisa mientras extendía los brazos hacia Ellian.

El pequeño no dudó en correr hacia su madre. La calidez de su abrazo lo envolvió, llenándolo de seguridad. Mientras se acurrucaba contra ella, un pensamiento claro cruzó por su mente: "En esta vida, seré más fuerte. Y no importa lo que venga, siempre protegeré a quienes amo."

Sin embargo, un destello de movimiento a lo lejos capturó la atención de Ellian. Había un niño de apariencia noble, acompañado por un sirviente. Su cabello rubio brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos azul intenso parecían reflejar un misterio insondable, con destellos de luz que los hacían parecer casi etéreos. El viento jugueteaba con sus mechones dorados mientras el niño observaba en silencio.

Ellian siguió la dirección de su mirada y se dio cuenta de que no estaba viendo a él, sino a Adam. La figura imponente de su padre parecía cautivar al desconocido. Adam, con su cabello rosado que ondeaba suavemente y sus ojos carmesí que irradiaban autoridad, proyectaba un aire de poder que incluso de lejos era intimidante.

El rubio niño no apartó la vista. Sus ojos azules evaluaban cada movimiento, cada gesto de Adam, como si intentara descifrar algo oculto. Pero en un instante, Adam lo notó. Sus miradas se cruzaron.

El niño no retrocedió. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y curiosidad, aunque su postura revelaba una ligera tensión ante el impacto de haber sido descubierto. Adam, siempre observador, mantuvo su mirada fija en el pequeño, analizando cada detalle de su porte y actitud. Pero algo en él resultaba inconfundible. En ese momento, Adam comprendió quién estaba frente a él: el primer príncipe heredero, Darius.

—Noah —llamó Adam con su tono calmado, pero firme—. Ven conmigo.

Noah, que estaba cerca, se acercó rápidamente a su padre. Su porte, siempre noble y seguro, reflejaba la enseñanza que Adam le había inculcado. Al detenerse junto a él, Adam hizo un leve gesto hacia el príncipe, indicando que debían saludarlo.

Ambos se inclinaron respetuosamente hacia el joven príncipe. Noah, observando al heredero con atención, notó la forma en que mantenía su postura, erguida y sin vacilar. No había nerviosismo en él, ni siquiera una pizca de inseguridad, algo que llamó la atención de ambos.

—Príncipe Darius —dijo Adam con un tono cortés, pero medido—. Es un honor encontrarnos con usted.

El príncipe Darius, con su cabello dorado brillando bajo la luz del sol y sus ojos azules intensos fijos en Adam, no mostró la más mínima señal de intimidación. En cambio, lo miró directamente, su expresión tranquila y segura.

—Archiduque Adam —respondió Darius, su voz clara y madura para alguien tan joven—. El honor es mío. Finalmente, tengo la oportunidad de conocer al hombre del que tanto he escuchado hablar.

Adam, con una pequeña sonrisa que no alcanzaba sus ojos, inclinó ligeramente la cabeza.

—Parece que ya sabe quién soy.

Darius asintió, sin apartar la mirada.

—Por supuesto. Mi padre siempre habla de usted. Dice que es el hombre más leal y formidable que ha tenido a su lado. Y también… —hizo una breve pausa, como si eligiera sus palabras cuidadosamente— el único al que realmente respeta.

Noah, al escuchar esas palabras, observó al príncipe con una mezcla de curiosidad y cautela. Era evidente que este niño, a pesar de su edad, tenía un entendimiento profundo de las dinámicas a su alrededor.

Adam mantuvo su compostura, pero su mente analizaba cada palabra del príncipe. Había algo en su tono, en la forma en que lo miraba, que no podía ignorar.

—Su Alteza tiene un entendimiento muy claro para alguien de su edad —comentó Adam, su tono neutral, pero con un leve matiz de interés.

Darius esbozó una pequeña sonrisa, casi desafiante.

—Uno debe entender el mundo en el que vive si desea gobernarlo algún día.

Adam inclinó ligeramente la cabeza, reconociendo la inteligencia detrás de esas palabras. Pero había algo más. Un atisbo de algo que el príncipe no decía, pero que estaba presente en su mirada fija y firme.

—Es un principio admirable, Alteza —dijo Adam, finalmente rompiendo el silencio—. Espero que encuentre lo que busca en este camino.

Darius asintió, su expresión manteniéndose impasible. Sin embargo, antes de que pudiera responder, dirigió su mirada hacia Noah.

—Y tú… debes ser Noah, ¿verdad? —preguntó, sus ojos evaluadores posándose sobre él.

Noah se inclinó nuevamente, mostrando el respeto debido, pero no dejó que su semblante frío flaqueara.

—Así es, Su Alteza. Es un placer conocerlo.

Darius lo estudió por un momento, como si intentara medir su carácter. Luego, asintió con aprobación.

—He oído que eres un joven prometedor. Espero que podamos conocernos mejor en el futuro.

Noah simplemente asintió, manteniendo su distancia, pero dejando claro que no se dejaría intimidar fácilmente.

El viento sopló suavemente entre ellos, mientras el intercambio de palabras terminaba pero de repente una magia iba dirigido hacia adam

El ambiente en el patio se tensó de inmediato. Los sirvientes y guardias que observaban desde la distancia quedaron paralizados por el atrevimiento del joven príncipe Darius, mientras Adam permanecía inmóvil, como si el ataque de su sobrino no fuera más que un leve inconveniente.

—¿Muestrame tus habilidades? —repitió Adam en voz baja, su mirada carmesí fija en el príncipe. Su tono era neutral, pero había una sutil advertencia en sus palabras.

Darius, con su postura firme y sus ojos azules brillando con una determinación indescifrable, no retrocedió. En lugar de disculparse o dar explicaciones, levantó una mano y formó un círculo mágico en el aire, listo para lanzar otro ataque.

—Siempre he oído historias sobre ti, tío Adam. Sobre lo increíble que eres en combate. Pero quiero verlo por mí mismo. Quiero saber si esos cuentos son verdad —dijo con frialdad.

Adam esquivó el siguiente hechizo con una gracia casi sobrehumana, moviéndose con una velocidad que parecía desafiar las leyes de la física. No necesitó invocar magia ni desenvainar su espada. Simplemente giró su cuerpo con precisión calculada, dejando que el ataque mágico pasara rozando su capa.

—Darius —dijo Adam, enderezándose y cruzando los brazos frente al pecho—. Esto no es un juego. Si sigues atacándome, no tendré más remedio que responder.

Pero el príncipe no se detuvo. Su magia, ahora más intensa, comenzó a llenar el aire con una presión abrumadora. Un torbellino de energía se formó a su alrededor, levantando polvo y hojas del suelo.

—¡Entonces hazlo! —exclamó Darius, con una mezcla de desafío en su voz

— No te contengas Quiero saber si realmente eres invencible.

Adam suspiró, cerrando los ojos por un momento. Cuando los abrió, su mirada era fría y calculadora, pero aún mantenía un aire de paciencia.

Con un movimiento rápido, Adam avanzó hacia Darius. Su velocidad era abrumadora, casi imposible de seguir con la vista. Antes de que el príncipe pudiera reaccionar, Adam desvió su próximo ataque con un simple movimiento de su mano, disipando la magia como si fuera humo.

—Primera lección, Darius —dijo Adam, ahora de pie justo frente al príncipe—. Nunca ataques sin evaluar primero a tu oponente.

Darius intentó retroceder, pero Adam ya estaba detrás de él. Con un movimiento fluido, Adam lo desarmó, deshaciendo el círculo mágico que el príncipe estaba a punto de completar.

—Segunda lección —continuó Adam, su voz tan tranquila como el viento—. La fuerza sin control es inútil.

Antes de que Darius pudiera contraatacar, Adam lo inmovilizó con una leve presión en su hombro, obligándolo a detenerse.

—Y la tercera lección… —Adam se inclinó ligeramente hacia él, sus ojos carmesí brillando con una intensidad que hacía que cualquiera se sintiera diminuto—. No importa cuán fuerte seas, siempre habrá alguien más fuerte.

Darius con la respiración entrecortada, lo miró fijamente. Había frustración en sus ojos, pero también respeto. Sabía que había perdido, pero esa derrota solo alimentaba su deseo de volver a intentarlo .

Adam lo liberó con suavidad, dando un paso atrás.

Adam asintió y se giró hacia Noah, quien había estado observando en silencio todo el tiempo. Su expresión era neutral, pero había una chispa de orgullo en sus ojos.

—Vamos, Noah Creo que es suficiente por hoy —dijo Adam, antes de alejarse

Mientras los dos se marchaban, Darius permaneció en su lugar, observando la espalda de su tío con una intensidad que casi quemaba. En su mente, los recuerdos de se arremolinaban, mezclándose con su frustración actual.

"Esta vez será diferente," pensó, cerrando los puños con fuerza. "No repetiré los mismo errores Y cuando llegue el momento, te demostraré que te derrotare a ti, Adam."

El viento volvió a soplar, llevando consigo las hojas caídas y el eco de una promesa silenciosa.