Orris se reunió nuevamente con su grupo en un enorme almacén. Allí, junto a sus compañeros exploradores, realizaban la inspección sobre los deberes asignados a los demás integrantes.
Las bandas en los barrios bajos suelen ser lideradas por exploradores: aquellos que buscaban un ingreso adicional para sus actividades, o los que no pudieron soportar las extremas condiciones de aventurarse en las afueras. También había quienes provenían del interior del muro y deseaban encubrir sus actividades ilícitas.
Orris y sus compañeros no pudieron hacer frente a los retos del Páramo. Formaron su propia banda mediante la fuerza y la violencia; al principio, todo parecía ir bien para ellos. Mantenían su área limpia y ordenada para evitar que los peces gordos de la ciudad decidieran arrasar con su dominio.
En el pasado, el este de los barrios era un completo caos. Los habitantes dentro de la muralla se sentían inconformes, catalogando a sus vecinos como simples animales. Los guardias no tuvieron otra opción que incendiar y masacrar todo lo relacionado con la zona para mantener el patrocinio de los residentes, además de enviar un mensaje claro a los del exterior.
"Entonces, ¿acechaste a un pobre niño y le robaste 430 miserables kronos?" cuestionó una compañera de Orris. "¿Bebiste demasiado como para pensar si realmente valía la pena?"
"No podía arriesgarme a perder su rastro. Aunque fuera un poco, podríamos asegurarnos una reserva de munición."
"Zyra tiene razón. Al menos hubieras esperado a su pago completo. Dijiste que era un novato, ¿no?", intervino Jack, dejando su botella de alcohol en el suelo. "Te apoyaría si hubieras traído su equipo. Me vendría bien un arma de repuesto."
"No tenía nada sorprendente. Su ropa era de mala calidad, y su rifle parecía de los más baratos. Para eso, mejor compra uno nuevo en el mercado," añadió Mikel. "Volver de una ruina así es algo, si dejamos de lado si era peligrosa."
"Lo hecho, hecho está," declaró Orris, aplaudiendo con fuerza para captar la atención del grupo. Sus ojos recorrían el almacén, evaluando a cada uno de sus hombres. "Tenemos algo de dinero ahora, y conseguiremos más. Pero ustedes, niñatos, me están costando demasiado. ¿Qué demonios han estado haciendo?"
Un murmullo de descontento recorrió la sala.
Orris se quejó con los otros integrantes. Su control estaba disminuyendo porque los demás líderes presionaban disimuladamente a sus subordinados. El edificio en el que se refugiaban estaba ubicado cerca del muro inferior, entre las zonas más allá de este. Muchos buscaban apoderarse del lugar para cosechar sus beneficios.
"¡Estaríamos mejor si hicieras algo al respecto!" gritó uno de los hombres desde el fondo.
"Escucha bien, inútil. Mis amigos y yo somos los únicos que valemos algo en este basurero. El hecho de que puedan dormir tranquilos en las noches, las conexiones para vender la chatarra que encuentran, todo eso es gracias a mí." Apuntó con su pistola a cada uno, emitiendo una presión mortal para quien no estuviera acostumbrado.
Los exploradores, ya sea retirados o no, son un bien valioso para las organizaciones de la zona pobre. Su experiencia en la lucha contra los monstruos del Páramo les aseguraba un trato preferencial al unirse. Si querían, podían tomar el mando, y nadie podría oponérseles. Las armas anti-monstruos eran mucho más poderosas que las normales, y solo podían conseguirse si se tenía la identificación adecuada, como la de alguien que se aventurara en las afueras.
Zyra miró a Mikel, se encogió de hombros con indiferencia, y caminó hacia Orris para tranquilizarlo. Cuando puso su mano sobre el arma, una ráfaga de disparos llenó el lugar. Las balas atravesaron a Jack, esparciendo sus órganos por el suelo. A Mikel, uno de los tiros le estalló la cabeza, derramando sangre y parte de su cerebro sobre Orris.
Instintivamente, todos intentaron ponerse a cubierto. Presos del pánico, usaron a otros como escudos de carne para sobrevivir a los disparos, pero solo dos personas se dieron cuenta de que la munición era para luchar contra monstruos. Nada dentro de ese lugar los salvaría.
"¡Salgan de aquí!" espetó uno de los hombres. Rompió una ventana cerca y corrió despavorido hacia los callejones. El resto siguió su ejemplo, entre gritos y empujones, para salir primero. Los que se quedaban atrás eran arrasados por las balas.
"¿¡Qué demonios está pasando!?", preguntó Zyra, su mirada severa clavada en Orris, exigiéndole respuestas.
"¡No tengo ni la menor idea sobre esto!" contestó Orris. Aunque la emboscada fue efectiva, ambos lograron mantener la calma. Era un requisito básico, pero necesario, para ser un explorador.
Miró los cadáveres de Jack y Mikel. Sintió un poco de náuseas, pero pudo soportarlo. La lluvia de balas cesó por un par de segundos, lo que le confirmó que no era un ataque de varias personas. Soltó una leve risita. No esperaba que hubiera alguien tan loco como para hacer un ataque así.
"Hey, Zyra, al parecer solo es un atacante. Deberíamos poder neutralizarlo sin mucho prob—" El rugido de los disparos llenó el ambiente nuevamente, pero ahora, desde otra dirección. Por la ventana rota, el grupo de personas que intentaba escapar fue masacrado. Los pocos tiros que cruzaron impactaron a unos metros de donde se encontraba Orris.
Zyra se escabulló, apenas pudo, para escapar por la puerta principal. Pero un proyectil la alcanzó, perforando su abdomen y derramando sus intestinos por la enorme cavidad. Orris maldijo a la persona que los atacaba, disparó en su dirección sin importarle a quién le diera, hasta que el silencio se hizo de nuevo.
"¡Zyra!" Avanzó hacia ella. La rabia se reflejaba en su mirada al ver el cuerpo de su amiga, su expresión carente de vida. La sangre fluía por el suelo polvoriento, y rastros de lágrimas se notaban en sus mejillas. "¡¿Dónde estás, maldito?! ¡¿Te crees muy valiente atacando a escondidas?! ¡¿Es divertido para ti?!"
Se tambaleó mirando a su alrededor. Apretó su pistola con fuerza, mirando la cantidad de personas que habían perdido la vida. Brazos, piernas, torsos, órganos y cabezas dispersas por doquier.
[¡Solo un bastardo demente haría algo así!] El miedo lo obligó a dirigirse hacia la puerta principal para escapar. Pisoteó el cuerpo de Zyra al salir, prometiéndose que tomaría represalias tan pronto como descubriera al culpable.
Cuando cruzó el umbral de la puerta, fue recibido por un par de tiros, uno en su pierna derecha y otro en la mano que sostenía su arma, arrancándosela.
"Fallé otra vez," susurró decepcionado Noah. "Me duelen los brazos después de todo esto."
Orris gritó. La pistola voló de su mano en un estallido de sangre, mientras el dolor ardiente en su pierna consumía la poca calma que le quedaba. Miró entre lágrimas a la persona que le disparó. Abrió los ojos completamente, su mente llena de preguntas. Era la primera vez que veía a alguien volver de entre los muertos.
"¡T-tú, sigues vivo!" Sus labios temblaban, al mismo tiempo que intentaba, torpemente, poner distancia. Algo había cambiado en el chico. Su mirada era fría, pero en ella había una sensación inhumana y calculadora. Frente a él, era una existencia completamente desconocida. "¡A-aléjate de mí! ¡Monstruo!"
Noah miró hacia la nada durante unos segundos, soltó un suspiro y apuntó hacia Orris, sin ningún interés fijo en su expresión, como si estuviera terminando de hacer una tarea pendiente.
"Sí, sí, ya entendí, hablaremos de eso luego," dijo al aire, para después apretar el gatillo y dejar un agujero en el pecho de Orris.
"¡Gulp!... T-tú... No eres..." Perdió la vida sin terminar la frase, mirando vacíamente las espesas nubes que se formaban en el cielo nocturno.
"Va a llover," dijo Noah, bajando su rifle. Sintió una pequeña gota de agua caer sobre su hombro.
***
—¿Qué opinas? ¿Ahora escucharás lo que tengo que decir?
Una chica flotaba a su alrededor. Su cabello negro contrastaba con sus ojos carmesíes, que lo observaban impacientemente. Llevaba ropa ajustada que realzaba su figura, con ligeras hendiduras que brillaban entre sus extremidades y cintura. Su expresión estaba llena de confianza, esperando los elogios del chico.
"Sí, nada mal," respondió él, escéptico. Estaba más enfocado en saquear los cadáveres de quienes había matado. "Recapitulemos lo que me dijiste antes, no estaba prestando mucha atención."
—No debes ser muy popular —respondió ella, mostrando descontento, pero sin dejar que su expresión lo delatara. —En palabras simples: soy una inteligencia artificial avanzada, diseñada para ayudarte con tus tareas. Al menos, eso sería cierto si tú fueras mi empleador original.
Noah asintió, esperando que ella continuara con su explicación mientras exploraba el almacén. Era un escenario horrible y grotesco, pero no lo perturbaba en lo más mínimo. Antes de llegar a la ciudad de Velt, se había acostumbrado a peores situaciones. Cuando conoció a Nari, se ablandó en sus decisiones.
—Viendo que me usaste por la situación en la que te encontrabas, me debes un favor y espero que colabores de buena manera —dijo ella, con un tono que amenazaba sutilmente.
"¿Qué obtendría a cambio?" preguntó Noah, alzando una ceja, mientras reunía los objetos que parecían tener un valor decente para venderlos. A la chica le molestaba su falta de interés en la situación, pero tenía una leve idea de su carácter. Como Orris dijo antes de morir: "Monstruo", eso era lo que él había llegado a ser, después de haber crecido de una forma retorcida.
—Aparte de que te salvé la vida y deberías estar agradecido, te doy, como pago adelantado, las habilidades necesarias para llegar a la zona oriente. El registro de mi portador original proviene de allí —comentó de manera desinteresada.
Noah la miró durante unos segundos, y una sonrisa se formó lentamente en su rostro. Internamente, escuchar eso le dio la chispa de esperanza que necesitaba para salir de los barrios bajos. Acomodó uno de los cuerpos, luego cruzó los brazos y se puso a meditar con los ojos cerrados.
"¿Buscarás a alguien más si me niego, o si no crezco lo suficiente para llegar a la zona oriental?" preguntó con seriedad.
—Estoy enlazada contigo. Si te llegas a negar, no me quedaría más opción que desactivarme, claro está, dejándote unas heridas internas inofensivas —respondió mientras ponía las palmas de sus manos en su barbilla y sacaba la lengua. —Y no te preocupes por tu crecimiento, de eso me encargaré yo. Tan solo debes seguir mis indicaciones.
[Inofensivo, sí, claro, maldita.] No era un mal trato. Crecer como explorador era su objetivo, y ahora lo tenía al alcance. Incluso podía llegar a ser una de las altas potencias capaces de llegar a la zona más peligrosa. Lo poco que sabía de la zona oriental era que las criaturas allí medían más de 200 metros, como estándar.
Al principio, aquel conocimiento le provocaba miedo, pero ser capaz de vencer a una de esas criaturas como parte de su rutina diaria sería el pase perfecto para dejar de ser un don nadie en la jerarquía. La mayoría de los dueños de las empresas más importantes lo tratarían con extremo respeto y precaución.
Miró el almacén. Las paredes y columnas estaban destrozadas por las balas. Las partes humanas decoraban de forma macabra el lugar, junto a la sangre que fluía como un río por los desniveles del suelo. El olor metálico y la humedad eran evidentes en el ambiente.
[El precio a pagar por mi falta de habilidad.] Para sobrevivir, luchó contra innumerables personas para estar en la cima de la cadena alimenticia. No había honor ni justicia, solo supervivencia en donde solía vivir. Un sabor amargo se formó en su boca al recordar cómo conoció a Nari y el impacto que tuvo en su vida actual.
"¿Me traicionarás?" preguntó sin pensarlo, pero para él era algo importante.
La chica se sintió curiosa, pero decidió dejar de lado las cuestiones innecesarias. Ambos tenían un objetivo que se complementaba bastante bien para su cooperación. Ahora solo quedaba ganarse la confianza, y el primer paso era ofrecer una respuesta clara a esa interrogante.
—No lo haré.
"Entiendo." Asintió Noah. Si era verdad o mentira, solo ella podía saberlo, pero por ahora, esa respuesta le bastaba. "Ya casi va a amanecer. Hmmm, venderé la mitad de estas cosas y dejaré el resto para mandar un mensaje."
—Me parece bien. Aunque deberías apurarte. Nari se asustará si te tardas en regresar, si es que tu aspecto no lo hace primero.
"Se me ocurrirá algo," dijo Noah. "Espero."
Cuando un explorador era robado en la zona pobre, solían vengarse de manera catastrófica para evitar que los catalogaran erróneamente como objetivos fáciles. El caso de Noah era especial, ya que no parecía un verdadero explorador. Por eso no se molestó con los que alcanzaron a huir. Si se corre la voz de lo que hizo, ahora se lo pensarían dos veces antes de meterse con él.
***
Las calles estaban embarradas por la lluvia. Noah permaneció en el almacén esperando a que el clima mejorara. Cuando notó que ya podía salir, comenzó su travesía para vender el armamento de las personas que había matado.
El sol estaba en su punto más alto cuando terminó. La fatiga era evidente en su rostro, pero trató de apresurarse para no llamar la atención, aunque lo consiguió a duras penas. Selene percibía las miradas inquisitivas que Noah le lanzaba de vez en cuando.
—Van a pensar que estás loco si sigues mirándome así.
"Perdón," respondió él, avergonzado. "Solo me parece curioso que nadie diga algo, cuando estás flotando alrededor mío o hablándome."
—Te mencioné que estamos unidos. Dentro del líquido que te inyectaste hay nanomáquinas y chips. Gracias a eso, puedo comunicarme contigo por medio de tus sentidos. Así que deberías moderar tu tono de voz; algunos ya te miran extraño. —Selene señaló con una sonrisa a un grupo de habitantes de la calle. —Cuando regreses a casa, empezaremos tu entrenamiento, sobre todo en el canal de información. Así podremos hablar sin necesidad de palabras.
"Me parece bien," respondió Noah, intentando parecer una persona normal. Lo único que logró fue lucir aún más sospechoso.
Selene sonrió divertida por su actuar.
"¿Y cómo será ese entrenamiento?" Intentó desviar el tema para su comodidad. Su compañera notó el pobre intento, pero decidió dejarlo pasar.
—Bueno, además de las frecuentes expediciones, aprovecharemos tu tiempo de sueño. Mientras tu cuerpo descansa, te conectaré a un escenario de realidad aumentada basado en lo que experimentes en las afueras, principalmente para corregir tus fallos.
"¿Cómo es eso posible?"
—Puedo explicártelo, pero no estoy segura de que lo comprenderías del todo. Además, tomaría varios años hacerlo. Requiere conocimientos avanzados previos. —respondió Selene, incitándolo con su tono a que aceptara.
Noah se negó. Perdió el interés al instante, sabiendo que aquello sería una especie de tortura para él. Recordó lo difícil que fue aprender a leer con Nari como maestra. Selene simplemente se río.
Ya estaba cerca del refugio. Su ánimo mejoró al imaginar la reacción de Nari al ver el botín que había conseguido. De repente, sintió un breve punzón en su abdomen. Entreabrió los ojos y pasó la mano por la zona.
—Tienes suerte de que el medicamento de emergencia integrado sea de alta calidad. Si no, habrías muerto en aquel lugar. Espero que esto te sirva de recordatorio para volverte más fuerte —dijo Selene, preocupada. —Y para que quede claro, esa era la única dosis disponible.
Noah hizo una mueca. No tenía margen de error ahora que no contaba con ningún salvavidas de ese nivel. Y hasta que pudiera costear uno, pasaría bastante tiempo. Selene adivinó sus pensamientos y se apresuró a calmarlo.
—No te preocupes, cuentas con mi ayuda. Difícilmente permitiré que mueras antes de que lleguemos a la zona oriental. Date tiempo, serás capaz de obtener objetos de mayor capacidad si trabajamos juntos.
Se acomodó a su lado y le ofreció una suave sonrisa.
—Aparte, ese medicamento estaba destinado para salvar al usuario en caso de no soportar el enlace. —dijo Selene casualmente, con un "¡Tehee!"
Noah la miró estupefacto. Estuvo a punto de morir dos veces en una noche... No sabía qué pensar.
***
Nari daba vueltas alrededor de la cama. Había pasado un día entero desde que Noah partió. Al principio, se imaginó que solo estaría fingiendo que iría a las ruinas, pero ahora estaba convencida de que lo había hecho en serio.
"¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto!" Se revolvía entre la cama improvisada, impaciente y frustrada.
Miró atentamente las calles cercanas del refugio. Si solo estaba fingiendo, al menos se quedaría vigilando para asegurarse de que nadie descubriera el escondite. Caminaba de un lado a otro, debatiendo sobre qué hacer.
[¡Cálmate, Nari! Todo estará bien. Cuando regrese, le daré un buen regaño por hacerme preocupar así], pensó, dándose una fuerte cachetada en ambas mejillas, solo para quejarse del ardor del golpe.
"Bien, iré a buscarlo." Terminó por decidirse y luego susurró: "Un pequeño regaño, nada más. Así me acompañará a comer los pasteles que vimos la última vez, jiji."
Salió del rincón y miró hacia los lados, buscando divisarlo a lo lejos. Cuando confirmó que no volvería pronto, reforzó aún más su decisión. Avanzó unas cuadras en dirección a la salida más cercana al Páramo. Su ansiedad crecía a medida que más escenarios imaginaba en su cabeza.
Cuando dobló una esquina, chocó con otra persona. El estado lamentable de Nari provocó cayera hacia atrás, ya que no tenía fuerzas en las piernas debido a la desnutrición. Sorprendida, fue tomada por la cintura con gentileza. Al levantar la mirada hacia su salvador, su expresión se contorsionó en horror.
Su cabello estaba desaliñado, con motas de polvo. Su mirada agotada y sus labios, agrietados, mostraban el sobreesfuerzo que había tenido que hacer para sobrevivir. Su ropa, bañada en sangre seca, despertó la curiosidad de Nari sobre su origen, especialmente con el rifle que llevaba en su espalda.
"¿Q-qué te pasó?" Su abdomen estaba al descubierto y la horrible cicatriz sufrida anteriormente la dejó impactada.
"Estoy bien," respondió Noah al instante, queriendo evitar que su compañera sufriera un ataque de pánico. Al verla temblar, la atrajo instintivamente hacia un abrazo. "Volví... como te prometí."
Nari lo abrazó con fuerza. El hedor a sangre y metal se filtró en su nariz. Su cabeza estaba llena de pensamientos, una tormenta de emociones al imaginar las cosas por las que Noah tuvo que pasar para regresar en ese estado. Su corazón latía con un dolor agudo, como si la hubieran sacado de sus sueños fantasiosos de estar juntos. Había presenciado la posibilidad de quedarse sola.
Sollozó ligeramente. No sabía si era por el alivio o el miedo. Lo único que pudo hacer fue seguir aferrándose. Los labios de Noah se movieron, intentando formar palabras, pero no salió nada. No sabía qué decir, así que decidió esperar a que ella se calmara mientras acariciaba su cabello.
Selene flotaba alrededor de ellos, observando con interés. Analizaba el momento para aprender más sobre su relación, y, sobre todo, el comportamiento de Noah. Había pasado de tener una mirada fría y una actitud cortante, a recibir cálidamente a otra persona. La expresión que tenía era como si fuera alguien más ajeno a él.
Pasaron unos minutos hasta que Nari logró calmarse. Su vestido andrajoso terminó por ensuciarse, pero no le dio importancia. Sus ojos se encontraron con los de Noah, y se puso de puntas, acercando su rostro inconscientemente. Su expresión pedía amor, de manera desesperada y asustada, como si temiera que él desapareciera.
Noah sintió una punzada de culpa. Conocía bien la situación de Nari antes de que se conocieran, y lo que significaba para ella que él permaneciera a su lado. Sabía que lo que buscaba era egoísta, pero aun así no quería dar marcha atrás. Ahora tenía una nueva oportunidad con Selene; ya no andaría a ciegas, esperando que su muerte fuera temprana.
Levantó la mano y, con torpeza, apartó un mechón de cabello del rostro de Nari.
"Estoy aquí," murmuró con una sonrisa. Ambos cerraron los ojos y se acercaron el uno al otro.
Selene miró con atención. Permanecía fuera de la visión de Noah para no arruinar el momento, pero buscaba comprenderlo mejor. Sin embargo, en su rostro había una ligera preocupación: ¿Qué tanto estaría dispuesto a sacrificar por ella? ¿Cuánto podría influir Nari en sus decisiones? Y, lo más importante, ¿cómo lidiar con ella si llegaba a obstaculizar su avance?
***
Ambos regresaron a su refugio. Noah le explicó su viaje a las afueras, omitiendo algunos detalles para no preocuparla más de lo necesario. Nari lo escuchó aterrada, regañó su imprudencia con ligeros golpes y esperó que, después de todo, él hubiera decidido abandonar su loca idea de convertirse en explorador. Pero, para su sorpresa, fue todo lo contrario.
"Buscaré renovar mi equipo para estar mejor preparado." La determinación en sus ojos la hizo vacilar, sin saber si continuar discutiendo, pero tampoco quería retroceder fácilmente.
"¡¿Acaso no ves cómo regresaste con esa horrible cicatriz?!", espetó Nari, señalando su abdomen. "¡Tuviste suerte!"
—Va a ser una tarde ocupada. —dijo Selene, mirando a Noah con pesar.
"Fui imprudente," admitió él con amargura. "Pero logré regresar con vida y, además, coseché bastantes recompensas para hacerlo mejor."
"¿¡Y si terminas muriendo!? ¡¿Qué haré si te pierdo?!" Las palabras de Nari lo hicieron dudar, aunque solo por un momento. "Eres todo lo que tengo."
"Y por eso lo hago," respondió Noah, con un tono suave pero firme. "No quiero que sigamos sobreviviendo, quiero que vivamos de verdad."
Nari se quedó en silencio. No importaba lo que dijera, sabía que no podría hacerlo cambiar de opinión... Porque lo conocía bien. Soltó un suspiro profundo y se limpió las lágrimas que comenzaron a asomarse. Noah colocó su mano sobre su mejilla. Por un breve momento, Nari recordó la primera vez que lo conoció.
Tenía la misma mirada determinada. Le dijo algo en ese entonces que no recordaba con exactitud, pero extrañamente le reconfortaba.
"Está bien," dijo, cabizbaja, posando su mano sobre la de él. "No te detendré, y espero que mantengas tu promesa."
Noah le dio una cálida sonrisa al mismo tiempo que asentía con firmeza.
—Me va a dar algo con tanta dulzura —dijo Selene, con tono socarrón. Noah la fulminó con la mirada de manera disimulada. Ella, sin embargo, solo se limitó a reírse de su reacción. —Sabes, no quería arruinar el momento, pero ya va siendo hora de buscar un hotel. Se está haciendo tarde y tenemos dinero suficiente para reemplazar tu equipo.
[Es verdad], pensó Noah. Se había dejado llevar por la marea del momento. Agarró a Nari por los hombros, lo cual la sorprendió.
"Recoge tus cosas," dijo, de buen humor. "Vamos a dormir en un lugar mejor."
***
La habitación del hotel era pequeña, pero para ellos se sentía como un lujo inesperado. Las paredes, aunque desgastadas, estaban lisas, y la cama representaba un cambio drástico respecto a su improvisado rincón, aunque rechinaba ligeramente con el movimiento.
Nari observó con ojos brillantes, pasando sus dedos por las sábanas limpias. Disfrutaba la sensación de la textura que estas le proporcionaban. Noah sonrió ante su actitud infantil; su compañera se avergonzó ligeramente y luego hizo un puchero.
"¿Qué?" dijo Nari, fingiendo molestia.
"Nada, nada," respondió Noah, soltando una risita.
—Deberías aprovechar y darte una ducha. Y con Nari, si quieres, ya que estamos —comentó Selene con un tono pícaro. Noah se sorprendió, pero se contuvo lo suficiente para que no se notara.
"No digas tonterías," susurró.
—Jiji, pero en serio, tienes bastante fatiga acumulada. Además, tu entrenamiento empieza cuando te vayas a dormir. También iremos de compras mañana para tu equipamiento. —enfatizó Selene.
Noah no tenía nada con qué refutar, así que simplemente asintió. A la vez, sentía curiosidad sobre el entrenamiento de realidad aumentada. Le dijo a Nari que podía descongelar la comida que venía con el servicio del hotel mientras él se duchaba.
***
Una joven mujer se trasladaba en un elevador hacia la última planta de un enorme rascacielos. La ciudad de Ohara se extendía ante ella a través de las ventanas, con su fascinante brillo, pero nada de eso lograba distraerla.
[Me van a matar], pensó, sintiendo las palmas de sus manos sudar. Sabía que no tenía derecho a fallar. Un trabajo de traslado en secreto desde una ruina del norte hacia la ciudad de Ohara había terminado en fracaso, y la información se había filtrado. La presión la estaba aplastando e imaginar las consecuencias no le ofrecía ningún consuelo.
El ascensor llegó a su destino.
Al abrirse las puertas, un aire denso la envolvió. Su jefe estaba allí, sentado al fondo de la enorme sala, adornada con muebles lujosos que apenas disimulaban el poder de la figura que los ocupaba. Los guardias robóticos, imponentes, seguían cada uno de sus movimientos.
"Señorita Cynthia," dijo él con voz autoritaria. "Me alegra que haya podido asistir, considerando su apretada agenda."
"Mis disculpas por la tardanza," dijo Cynthia, tratando de mantener la calma.
"Ya sabes el motivo de tu presencia aquí," respondió él, levantándose de su silla. Caminó hacia el ventanal, su espalda rígida y su tono de voz cargado de irritación. "El equipo fue comprometido. Nada sorprendente, considerando el armamento proporcionado. Las reliquias ahora están en manos enemigas… Y, para sorpresa, tenemos un traidor en nuestras filas."
Cynthia tragó saliva, mirando sus zapatos, mientras esperaba instrucciones.
"Pero, ¿sabes qué es lo más sorprendente?" Continuó él, su tono cargado de amenaza.
"N-no, señor," respondió ella, la garganta seca.
Él se acercó, posando su mano sobre su hombro. Su aliento cálido rozó su oreja.
"Que parte de los terminales que se suponían debían llegar aquí," susurró, "fueron encontrados por un don nadie en la ciudad de Velt."
"Lo solucionaré," balbuceó Cynthia, intentando no quebrarse. Su jefe tenía una presencia que le infundía terror, paralizándola.
"Oh, por supuesto que lo harás," respondió él, con un tono más relajado. "El agente 76 terminará su misión dentro de dos meses. Cuando regrese, irás en busca de ese explorador y solucionarás esta situación. Tengo grandes expectativas, Cynthia."