CAPITULO 1: REENCUENTRO
La casa estaba sumida en un profundo silencio. Las sombras de la noche cubrían cada rincón, interrumpidas solo por el suave brillo de la pantalla de un ordenador. En ese escenario de soledad y quietud, Landest encontraba su refugio. Las horas nocturnas eran su momento favorito, un tiempo en el que podía sumergirse en sus videojuegos, escapar de la realidad y perderse en mundos donde el único límite era su imaginación.
Sin embargo, aquella noche sería diferente. Agotado por las largas horas frente a la pantalla, Landest se dejó vencer por el sueño y, casi sin darse cuenta, comenzó a soñar. En su sueño, se encontraba en un parque que le resultaba extrañamente familiar. Un lugar hermoso y tranquilo que parecía haber visitado antes. De repente, el sueño se tornó oscuro, y las visiones comenzaron a inquietarlo. Vio a un grupo de amigos disfrutando del parque, observó a dos niños hablando cerca de unos arbustos. Aunque no podía escuchar lo que decían, sentía que la escena tenía un significado profundo y misterioso.
Uno de los niños comenzó a correr y el otro lo siguió, creando un ambiente de tensión que culminó en un vacío absoluto. Todo se desvaneció, y Landest solo podía escuchar gritos que le llenaban de inquietud.
A la mañana siguiente, Landest despertó con una sensación de irrealidad. La rutina matutina lo esperaba: bajó a la cocina y preparó su desayuno, tratando de sacudirse la sensación de ese sueño perturbador. Vivía solo, ya que su madre estaba de viaje por trabajo desde hacía un par de años y su padre los había abandonado cuando él tenía doce años. Ahora, con diecisiete, estaba acostumbrado a manejarse por su cuenta.
Esa mañana, justo cuando Landest estaba a punto de regresar a su habitación, alguien llamó a la puerta. El sonido lo llenó de inquietud y nerviosismo; no estaba acostumbrado a recibir visitas. Dudó por un momento si debía ignorar la llamada o enfrentar la situación. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar.
—¿Landest? ¿Estás ahí?
Reconociendo la voz, se dirigió a abrir la puerta. Ahí estaban, sus dos amigos de la infancia.
—Sakai... Eris...
—¡Hola! —dijo Sakai, visiblemente feliz y entusiasmado.
—Oh, saliste —comentó Eris, un poco sorprendida.
Sakai irradiaba alegría, mientras que Eris parecía no esperarse que Landest respondiera la puerta.
Landest los invitó a pasar, y los tres se sentaron en la sala, un ambiente de intriga llenando el espacio. Eris rompió el hielo con preguntas hacia Landest.
—¿Qué tal has estado, Landest? ¿Qué has estado haciendo?
Landest respondió con una mezcla de tristeza y melancolía.
—Bien, nada interesante que contar, pero estoy bien.
—No te visitamos durante mucho tiempo, lo siento mucho —dijo Sakai, con una seriedad inusual en él.
—Lo siento también —añadió Eris, mirándolo con aprensión—. Hemos estado distantes por mucho tiempo.
Landest se quedó callado y escuchó todo lo que sus amigos tenían que decirle.
Sakai le contó que había estado de viaje y por eso no había podido visitarlo. Eris reveló que había pasado por una pequeña depresión debido a la separación de su grupo de amigos y a la ruptura de sus padres.
Landest estaba asombrado por todo lo que había pasado y recordaba los tiempos en los que solían divertirse juntos. Después de esa charla tranquila y graciosa, disfrutando de la compañía de amigos nuevamente, Sakai sacó el tema principal de su visita.
—Propongo algo serio —dijo Sakai, adoptando una actitud inusualmente seria para él—. ¿Qué tal si volvemos a la escuela juntos y terminamos nuestros estudios?
Landest se quedó atónito al escuchar la propuesta. Sakai y Eris esperaban una reacción así de él, conscientes de que había pasado por muchas cosas, pero no todas fueron malas.
Sakai, con una sonrisa esperanzadora, rompió el silencio.
—Sabemos que es una decisión importante, Landest. Tómate tu tiempo.
Eris asintió, agregando con gentileza.
—Estaremos aquí para ti, pase lo que pase.
Después de unos momentos de reflexión, Landest tomó aire y respondió.
—Gracias, chicos. De verdad aprecio esto.
Con gestos de despedida, Sakai y Eris le entregaron a Landest sus números de teléfono.
—Llámanos cuando quieras hablar —dijo Sakai, mientras Eris asentía en acuerdo.
Landest asintió con una sonrisa, sintiendo un cálido resplandor de esperanza en su pecho. Después de que sus amigos se marcharon, Landest se recostó en su cama, dejando que los pensamientos danzaran en su mente. Entre la incertidumbre y la esperanza, una voz interior le susurró: "¿Y si esta es mi oportunidad de cambiar las cosas?".
Con esa pregunta revoloteando en su cabeza, Landest cerró los ojos y se sumergió en el sueño, sintiendo la anticipación de lo que el mañana traería consigo.
FIN
CAPITULO 1: REENCUENTRO
ESCRITO POR STANTRACK