CAPÍTULO 6: CONFLICTO
Abandonando aquel parque, dejando atrás a sus amigos, Landest y Akari se apresuraron en busca de tratamiento. Con cada paso, Landest sentía que en cualquier momento se desplomaría. Su respiración era tranquila, aunque su cuerpo estaba visiblemente agitado, incapaz de mantener un ritmo respiratorio rápido. Akari, con lágrimas en los ojos y los nervios a flor de piel, se movía con urgencia. Tras unos minutos de caminata, finalmente llegaron a la casa de Akari, donde Landest podría recibir el tratamiento que tanto necesitaba. Landest no esperaba llegar tan rápido, pero Akari vivía muy cerca del parque.
Akari sentó a Landest fuera de la casa para poder abrir la puerta rápidamente. A pesar de su nerviosismo, Akari dejó caer las llaves dos veces antes de lograr abrir la puerta. Una vez abierta, ayudó a Landest a entrar y lo acomodó en la sala de estar. Landest, más que sentarse, se tumbó casi por completo en el sofá, sintiendo un dolor creciente en su ojo. En ese momento, Landest se cuestionó por qué había ido a la casa de Akari en lugar de un hospital, pero no tuvo mucho tiempo para reflexionar antes de quedarse dormido o, más bien, desmayarse en un lugar seguro y no en la calle.
Desmayado en la sala de estar de Akari, Landest se sumergió en otro sueño, diferente a los anteriores. Se encontraba con dos niños: él mismo y Niro en plena infancia. Estaban en un espacio cerrado, como si estuvieran atrapados en un cubo. Niro empezó a hablar:
—Oye, Landest, ¿a ti te gusta alguien?
El pequeño Landest respondió, sonrojado:
—¿Q-Qué? ¡Claro q-que no!
Niro se rió.
—Jajaja, está bien, no te avergüences.
—P-Pero... ¿por qué sacas ese tema tan de repente? —preguntó Landest.
—Jeje... bueno, supuse que te gustaba Eris o Akari... ya sabes, nuestras amigas.
Landest, nervioso, confesó:
—Bueno, la verdad es que... sí me gusta alguien.
Niro, intrigado, continuó:
—¡Ohhh, ya veo! Bueno, ya que me has dicho un secreto, yo te diré uno también, ¿te parece?
—¿Está bien? —respondió Landest.
—Claro, de hecho, yo también estoy enamorado de alguien.
El Landest expectante que observaba a los dos niños hablar sentía asco y rechazo al ver las expresiones de Niro y recordar al Niro actual.
—B-bueno, a mí me gusta Akari... je... je —confesó Niro.
—¿Qué? —exclamó el pequeño Landest, incrédulo.
—Vamos, Landest, me da vergüenza decirlo... me gusta Akari. Pero más importante, ¿quién te gusta a ti?
Landest, sorprendido y nervioso, accidentalmente empujó a Niro, haciéndolo caer de cara contra el suelo. Sin darse cuenta de que lo había empujado, Landest miró su pie, buscando con qué había tropezado. Al no ver nada, se volteó para darle la espalda a Niro y confesar:
—A mí también me gusta Akari, Niro.
Al darse la vuelta para ver a Niro, Landest se dio cuenta del daño que había causado. Niro estaba en el suelo, con la cabeza sangrando.
—¡Ahh... ¿qué me pasó?! Ahh... —gemía Niro.
Landest, en estado de shock, solo podía mirar cómo Niro se retorcía en el suelo pidiendo ayuda.
—¡L-Landest... ayúdame! —gritaba Niro.
Incapaz de reaccionar, Landest tomó una decisión que lo perseguiría toda su vida: dio media vuelta y corrió, dejando a Niro en el suelo. En su mente, Landest no sabía qué hacer:
¿Hice yo eso? Esto es malo, muy malo, ¡MUY MALO! Tengo que salir de aquí, ¡SEA COMO SEA! Pero... Niro... ¿qué pasará con él? Puedo hacer algo para ayudar a Niro o es demasiado tarde... MIERDA, no se me ocurre nada. Iré con los demás y estaré con ellos. Si me preguntan qué pasó con Niro... yo tampoco sabré qué pasó con él. Lo siento, Niro.
Cuando Landest empezó a abandonar a Niro, este gritó:
—¡NO HUYAS! ¡POR FAVOR... NO ME DEJES! —y, con lágrimas en el rostro, Landest se fue del lugar.
Todavía en el sueño, el Landest del presente observaba la situación de los dos niños del pasado. Con fuerzas para caminar, se acercó al Landest niño hasta alcanzarlo. Uno frente al otro, el Landest del presente se arrodilló para estar a la altura del pequeño.
—¿Por qué hiciste eso? —preguntó el Landest del presente.
—Uhm... ah... no lo sé... —respondió el Landest del pasado, nervioso.
El Landest del presente, al borde de las lágrimas, estaba furioso.
—¿Crees que hiciste lo correcto?
—¿E-Eh? Uhm, claro que—
—¡CLARO QUE NOOO! —gritó el Landest del presente, regañándose a sí mismo—. ¡NO SABES NI TIENES IDEA DE LO QUE HAS HECHO, TE ARREPENTIRÁS! ¡¿VES A ESAS PERSONAS DE AHÍ?! ¡ELLOS SE IRÁN! ¡NO VOLVERÁN POR MUCHO TIEMPO!
Landest, roto y lleno de rabia, empezó a llorar, sacando toda la culpa que le pesaba. Ver al pequeño Landest llorando y asustado, a punto de huir de nuevo, lo destrozó.
—¡No... por favor! —suplicó el Landest del presente—. No huyas... no te abandones... ya lo hice con Niro, no lo hagas contigo mismo... No repitamos esto de nuevo.
Finalmente, el pequeño Landest reaccionó. Con una cara de alegría llena de lágrimas, se acercó al Landest del presente y lo abrazó, quedándose para consolar a su yo del presente.
Después de sentir ese abrazo, Landest despertó de un sueño muy largo.
—¡Landest! ¿Estás bien? —preguntó Akari—. Bueno, deberías descansar por ahora. Ya te di primeros auxilios.
Acostado en un sofá, Landest despertó confuso. Al ver a Akari, se sintió seguro.
—Oh... ¿uhm? Akari...
Ahí estaba ella, sentada a su lado izquierdo sujetando su mano. Landest podía verla con su ojo izquierdo, mientras que el derecho estaba completamente vendado. Sentía un vendaje que cubría toda su parte derecha.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Akari.
—Oh... sí, me siento mejor —respondió Landest.
—¿Me vas a contar lo que pasó?
Landest dudó. El motivo de todo esto era Akari. Esos dos niños la querían, y eso causó la separación del grupo. Pero no podía guardárselo más tiempo. Armándose de valor, le contó todo sobre aquel trágico día y sobre lo que pasó hoy en el parque.
—¡..!
Akari, avergonzada pero seria, escuchó atentamente. Era una faceta de ella que Landest no había visto antes. A pesar de todo, seguía siendo muy linda.
—Yo... de verdad lo siento. Niro... no lo culpen a él. Me gustaría que guardaras este secreto. No quiero ver la reacción de Eris.
—Está bien, pero es muy difícil de creer todo eso...
Akari estaba asustada, nerviosa y temblorosa al enterarse sobre Niro, que había fingido perder la memoria todo este tiempo, actuando como una persona diferente detrás de las sombras. Seguramente fue doloroso para Akari. Al verla por unos segundos, no tardó en darle un abrazo, como si intentara consolarlo. Landest no pudo más y empezó a llorar con su ojo sano, quedándose en los brazos de Akari por un rato. Quitándose un peso de encima, finalmente pudo contárselo a otra persona.
FIN
CAPÍTULO 6: CONFLICTO
ESCRITO POR STANTRACK