CAPÍTULO 28: PROMESA
-POV ERIS-
Hoy decidí invitar a Sakai a dar un paseo. Tenía en mente contarle todo lo que me rondaba la cabeza. Sentía que los demás se estaban alejando de nosotros, que nos ocultaban algo. Cuando llegué a su casa, me recibió con esa calidez que siempre me tranquiliza, invitándome primero a tomar un café. Aunque accedí sin pensarlo, había algo en mi interior que me inquietaba. Necesitaba hablar con alguien, con él.
Nos sentamos en el sofá, cada uno con su taza en las manos. Sakai sonrió como siempre, pero yo no podía dejar de pensar en todo lo que me carcomía. Finalmente, decidí comenzar.
—Sakai... ¿qué opinas de Landest y del resto? —pregunté, mirando mi taza mientras le daba un sorbo al café.
Al instante, noté el cambio en su expresión. Su rostro se volvió más serio, incómodo. Aunque su presencia siempre me daba calma, sentí que había tocado un tema delicado. Sakai tomó su café y, tras un breve silencio, respondió.
—Tú también lo notaste, ¿verdad? —dijo, mirando al suelo.
Sakai no es tonto, aunque intente hacerse el desentendido. Saber que no era la única que pensaba así me tranquilizó un poco. Me preocupan mucho los tres amigos con los que crecí: Landest, Akari... y Liz, quien, aunque recién llegada, no puedo evitar sentir que no encaja del todo. Y Niro... el Niro con el que solía hablar y reír ya no está; se fue hace años.
—Me alegra no ser la única que se siente rara con ellos... ¿Te pasa a ti también? —le pregunté, buscando su complicidad.
—Eris... ¿qué es lo que sientes exactamente? —preguntó, fijando su mirada en mí.
Es difícil ponerlo en palabras. Es como si el grupo se estuviera desmoronando y no supiera cómo detenerlo. Con la llegada de Liz y el regreso de Niro, algo ha cambiado. ¿Por qué Liz habló de una reconciliación entre Landest y Niro? ¿Desde cuándo estaban peleados? Durante cinco años, ninguno de los dos se habló. Fuimos Sakai y yo quienes los buscamos. Algo está pasando, y nos lo están ocultando.
—Siento que... Landest, Niro y Liz nos están ocultando algo —dije, tratando de mantenerme firme a pesar de la incomodidad.
Desde el incidente en el láser tag hasta la caminata de regreso a casa, no podía dejar de pensar en lo que me había dicho Landest, en lo que Liz insinuó. Landest nunca me terminó de contar lo que quería decirme, y Liz... me frustra que sepa cosas que yo no. ¿Por qué ella, que lleva tan poco tiempo con nosotros, tiene más información que los que compartimos toda una vida?
—Quiero agregar algo... Akari también actuó rara al final del láser tag. Nos pidió que nos fuéramos, pero no nos dijo qué pasó. Estaba triste —comentó Sakai, frunciendo el ceño.
Lo que decía tenía sentido. Recordaba cómo los vi a ellos cuatro juntos al final del parque de atracciones. ¿Soy celosa? No quiero serlo, pero tampoco quiero ser excluida. No quiero que el grupo se rompa así, pero también temo hacer ruido y alejarlos más.
—Esos cuatro definitivamente nos están ocultando algo —afirmé con determinación.
Sakai se quedó en silencio, terminándose su café con una expresión seria y algo triste. No quería seguir con esta conversación, pero yo no podía detenerme. El cumpleaños de Landest se acercaba, y algo me decía que ese día sucedería algo importante. Esperaba encontrar respuestas.
El silencio nos acompañó el resto del tiempo. A pesar del alivio de compartir mis pensamientos con Sakai, no podía dejar de preocuparme. Al salir a caminar, sentía su presencia reconfortante. Me aferré a su brazo en busca de consuelo. Poco a poco, su energía me daba algo de calma. Su sonrisa, aunque tímida, me devolvía un poco de esperanza. Pero aún así, deseaba ser más importante para los demás. Deseaba saber qué estaba pasando.
—¡...! ¿Eh?
De repente, Sakai se detuvo y miró hacia el otro lado de la calle. Seguí su mirada y me quedé paralizada. Liz y Niro caminaban juntos. Algo en esa imagen me hizo sentir extraño. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. En mi mente, ya los había catalogado como una amenaza, aunque no quisiera aceptarlo.
Sakai apretó mi mano, pero no me tranquilizó. Mi estómago se encogió y, sin pensarlo, me di la vuelta y comencé a caminar de regreso a casa. Sakai me siguió, pero el silencio entre nosotros era incómodo. Todo me estaba aplastando, pero no quería hablar más.
Al llegar a casa, nos sentamos sin decir palabra. Todo se sentía raro, tenso. Fue Sakai quien rompió el silencio, intentando calmarme.
—Liz... está bien. Solo... hay que darles espacio —dijo con voz suave.
Mi interior se revolvió. No quería darles espacio. No quería quedarme aquí, esperando. Si ellos querían que nos alejáramos... no podía soportarlo. Apreté las manos, intentando contener lo que sentía, pero era imposible. Algo en mí ardía.
—Sakai... esto no es justo. No podemos quedarnos así. ¿Lo entiendes? —dije con una mezcla de frustración y desesperación.
Sakai me miró con una expresión comprensiva, pero también agotada.
—Eris... tienes que dejar de pensar en eso. Es lo mejor para nosotros —dijo con calma.
Pero yo no podía dejar de pensar en ello. No podía dejar que me excluyeran. No podía... y menos con Liz allí, robándonos lo que nos pertenece.
En ese momento, sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a arder en mis ojos. Me giré bruscamente, evitando la mirada de Sakai. No quería que me viera llorar. No quería mostrarme vulnerable.
Sakai suspiró y, sin decir nada, se levantó del sofá. Pensé que se iría, que me dejaría sola con mi angustia, pero en lugar de eso, volvió con una sábana. Se sentó junto a mí y, con un gesto tranquilo, nos cubrió a ambos, rodeándome con sus brazos.
—Lo siento, Eris... Todo estará bien, te lo prometo —murmuró.
Al escuchar esas palabras, finalmente dejé salir todo. Me aferré a él con fuerza y dejé que las lágrimas fluyeran. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que no estaba completamente sola.
-FIN POV ERIS-
-POV AKARI-
En algún momento de mi vida, nunca imaginé que viviría algo tan cruel y desgarrador. Ahora llevo dos profundas heridas en el corazón: la muerte de mi madre y la mentira que estamos ocultando. Durante todo este tiempo, no he dejado de sentirme sola, vacía y desgastada. Cada mañana, al despertar, lo primero que hago es llorar, como si esas lágrimas pudieran aliviar un poco el peso que cargo. Solo entonces encuentro algo de fuerza para empezar el día. Últimamente, siempre estoy sola. Desearía que Landest estuviera aquí conmigo... Necesito que él y Niro resuelvan este problema.
Es irónico cómo, después de cinco años, esos dos han logrado reconciliarse. Aún no puedo procesarlo. Todo esto es gracias a Liz, quien al principio me resultaba incómoda, pero ahora siento una profunda gratitud hacia ella. Espero que, cuando llegue el momento, Eris y Sakai puedan entenderlo... y que, después de todo, nos acepten.
Estoy en mi habitación, refugiada bajo las sábanas. Las lágrimas han sido mis compañeras todo el día. Pienso en mi madre, en cómo ya no podré abrazarla, en cómo ya no hay nadie a quien contarle mis días. Las visitas al hospital ahora son solo un recuerdo vacío. Ella ya no está. Han pasado varios días desde que recibí la noticia, pero aún no puedo creerlo. Me siento perdida en este mundo.
De repente, escucho el zumbido de mi teléfono. Al principio lo ignoro, no tengo fuerzas para responder. Pero después de unos segundos, me doy vuelta lentamente y lo tomo. En el reflejo de la pantalla, veo mis ojos hinchados, rojos por el llanto. Suspiro y desbloqueo el teléfono. Entonces, lo veo. Mis ojos se abren de golpe.
El mensaje es de Landest. Está afuera de mi casa.
Un destello de energía recorre mi cuerpo. Me levanto tan rápido que casi tropiezo. Llego a dejar el teléfono sobre la cama y corro hacia la puerta. Antes de abrirla, me detengo un momento, me limpio las lágrimas y trato de acomodarme el cabello. Mi corazón late con fuerza, respiro hondo y abro la puerta.
Y ahí está él. Justo frente a mí.
Sin pensarlo, me lanzo hacia él y lo abrazo con todas mis fuerzas. El peso que he cargado parece desmoronarse un poco. Él ha venido. Por fin no estoy sola.
—L-Landest... te eché tanto de menos... —dije entrecortadamente.
Al abrazarlo, pude notar cómo se ponía un poco tenso, pero en cuestión de segundos se fue relajando y sentí cómo me devolvía el abrazo cálidamente. Se sentía tan bien... tan reconfortante que solté un suspiro de alivio y satisfacción, derritiéndome más en su abrazo, apoyando todo mi peso en él.
Él me levanta un poco, ayudándome a incorporarme, y con su mano, levanta mi rostro, tocando suavemente mi mejilla, observando las lágrimas en mi rostro. Me avergoncé un poco, no quería que me viera llorando, pero no dijo nada. Con suavidad, me limpió las lágrimas, frotando con su pulgar mis ojos, y, al terminar, acarició mi cabeza con ternura, intentando consolarme. Al sentir su mano, cerré los ojos, conteniendo las lágrimas y sintiéndome protegida y segura con su presencia.
—Quiero hablar contigo, Akari... —dijo Landest, con voz suave.
Al escuchar sus palabras, abrí los ojos y asentí ligeramente con la cabeza. Tomé su mano y lo conduje dentro de la casa, cerrando la puerta tras nosotros. Me senté en el sofá y, con un gesto, le indiqué que se sentara a mi lado. Él, sin dudarlo, me siguió y se sentó junto a mí, con una expresión calmada y seria, como si lo que fuera a decir fuera importante.
—¿Cómo te sientes, Akari? —preguntó, su tono serio.
—Sé que no es común hablarme de esta manera, pero... después de todo lo que hemos vivido, todo lo que hemos pasado, todo lo que hemos hecho... ¿te sientes bien?
Al escuchar sus palabras, me quedé pensativa por unos segundos, intentando realmente procesar cómo me sentía. Era una montaña rusa de emociones. Todo esto se siente como un sueño doloroso en el que tenemos que hacer cosas que odiamos pero que no podemos evitar. Mi madre ya no está... Niro y Landest han vuelto... ocultamos la verdad de Eris y Sakai... Y Liz parece más feliz que antes... Esta es una etapa llena de sorpresas y giros inesperados, pero no puedo evitar preocuparme. Aún tengo miedo de lo que pueda suceder. Pareciera que hemos vuelto a ser los de antes, pero el problema sigue ahí, el mismo que nos atormenta desde niños, la tragedia de aquel día...
—Yo... no logro entenderme aún, pero... últimamente, te echo mucho de menos... —dije, intentando no romperme al hablar.
Landest abrió los ojos un poco más, parece entenderme a pesar de la poca información que le he dado. Levantó su mano y la puso sobre mi cabeza, acariciándola suavemente, mientras me abrazaba por la espalda. Yo me recargué en su hombro, aferrándome a él, disfrutando de su tacto.
—No te preocupes... Todo estará bien... —dijo, intentando consolarme.
—¿Puedes... prometerme algo? —dije, con un tono serio, pero temeroso.
No sé lo que nos deparará el futuro, ni lo que sucederá con Landest, Niro, Liz o conmigo. Lo único que sé es que lo más importante es que volvamos a estar juntos, sin más secretos. Eso sería lo que me haría feliz... eso me ayudaría a recordar la felicidad, a liberarme de este dolor y sufrimiento... no quiero perderlos.
—Quédate conmigo... No te alejes nunca... N-No quiero perderlos de nuevo... —dije, entrecortada, resistiendo las lágrimas.
Landest entrecerró los ojos, con una expresión preocupada, mientras acariciaba suavemente mi mejilla. Se apartó un poco del abrazo, lo suficiente para mirarme a los ojos, suspiró lentamente y su expresión se suavizó, mostrando comprensión.
—Akari... cuando llegue el momento de soltar la verdad, ¿podrás soportar la reacción de Eris y Sakai? —preguntó, con un tono serio.
Me quedé pensativa por unos segundos, procesando sus palabras. No lo había considerado, pero ahora, la idea me aterraba. Si reaccionan mal... no sé qué haría. La mentira que cargamos entre nosotros nos está destruyendo. Todo esto me duele... está acabando conmigo.
—¿Eres consciente de que si sale mal, tendré que alejarme de ti por un tiempo? —dijo Landest, serio.
Sí, lo sabía... pero aún así, no quiero alejarme de él. Necesito que solucione esto, pero no quiero quedarme sola durante ese tiempo. Si Eris y Sakai estallan, Landest y Niro tendrán que arreglarlo, sí o sí... no puedo perdonarlos si no lo hacen. Tienen que poder resolverlo.
—¿Puedes... prometerme algo? Si esto termina bien o mal, ¿estarás conmigo pase lo que pase? —dije, mirándolo profundamente a los ojos.
Landest me abrazó con fuerza, aferrándose a mí. Le devolví el abrazo con la misma intensidad, apoyando mi cabeza en su pecho, escuchando su corazón latir con fuerza. En ese momento, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero traté de no dejarlas caer, aferrándome a él.
—Yo... lo prometo... Te prometo que todo saldrá bien. —dijo Landest, decidido.
En ese momento, apreté aún más el abrazo, cerrando los ojos, sintiendo una pequeña chispa de esperanza. Por fin, por un momento, podía estar tranquila, pensando en lo mejor para todos nosotros. Solo nos quedaba esperar a que todo sucediera... No faltaba mucho para ver a los demás, para que todo esto llegara a su fin.
FIN
CAPÍTULO 28: PROMESA
ESCRITO POR STANTRACK