Chapter 6 - Asesino / Assassin

Ciudad Gótica estaba llena de secretos. Desde una antigua orden de asesinos liderada por la élite burguesa de la ciudad, hasta la hija de un policía que se había convertido en una heroína enmascarada para proteger las calles durante la noche.

Esos, y muchos otros misterios, habitaban entre las sombras de la ciudad. Algunos eran más oscuros que otros, pero al final del día, Gotham estaba rodeada de enigmas.

Sin embargo, había un hombre en especial que parecía ser el centro de todos ellos. ¿Quién estaba detrás de la máscara? ¿Dónde estaba su base secreta? ¿De dónde sacaba el dinero para financiar todas sus herramientas y recursos? Estas preguntas, junto a muchas más, siempre surgían cuando alguien hablaba de él: Batman.

El Caballero Oscuro, aquel que un día decidió enfrentarse a las injusticias de Gotham, había hecho frente a los innumerables peligros de la ciudad. Desde criminales comunes y corrientes, hasta lunáticos con planes descabellados, incluso dioses de otros mundos que buscaban destruir la vida tal como la conocían. En sus años de servicio como justiciero, Batman había visto lo peor que este mundo, y otros, podían ofrecer. Había peleado contra lunáticos sedientos de caos, mafias que movían los hilos de la ciudad desde las sombras e incluso un coleccionista intergaláctico de civilizaciones, al que por suerte habían derrotado.

Pero a pesar de haber visto y enfrentado tantas cosas, esta noche, lo que tenía frente a él lo llenaba de una sensación extraña. No era miedo, pero sí algo que le helaba la sangre: incertidumbre.

Extremidades humanas esparcidas como basura, cabezas separadas de sus cuerpos y arrojadas al suelo como si fueran simples juguetes. Manchas de sangre cubrían las paredes, el suelo y hasta el techo. Todo era un caos rojo y brutal.

Batman no era ajeno a la violencia. Sabía que Gotham podía ser despiadada. Pero incluso aquí, este tipo de escena no era común. Las mafias de la ciudad solían realizar sus "negocios" con discreción, evitando llamar la atención innecesariamente, especialmente con algo tan brutal como esto. Incluso los supervillanos, con sus extravagancias, raramente dejaban escenas tan silenciosas y aterradoras.

Algo no encajaba, y eso no le gustaba. No. Esto era algo diferente. Algo peor.

Se movió entre los restos de la escena con calma, pero con la atención de un depredador. Sus ojos, ocultos tras la máscara, escudriñaban cada detalle. Había aprendido, con el tiempo, que las escenas del crimen siempre guardaban secretos, detalles que, si sabías dónde mirar, podían contarte toda la historia.

Lo primero que notó fue que las personas en el lugar no pertenecían al mismo grupo. Sus ropas y accesorios mostraban que se trataba de dos bandas diferentes, probablemente intentando realizar una transacción. Cerca de ellos había una maleta abierta, llena de dinero, y varias cajas vacías que alguna vez habían contenido droga, probablemente cocaína.

Pero algo había salido mal.

Las señales de lucha eran claras: impactos de bala marcaban el suelo, las paredes e incluso el techo. Ambos bandos habían disparado sus armas, pero no parecía que se hubieran enfrentado entre ellos. Era diferente. Todo indicaba que habían intentado defenderse contra un enemigo en común.

"Algo o alguien interrumpió este trato," pensó, agachándose para examinar un casquillo de bala. Era reciente, como toda la escena.

Lo que más le preocupaba era la precisión con la que todos habían sido asesinados. Ninguno de los cuerpos mostraba signos de muerte lenta o tortuosa. Los cortes eran limpios, precisos, ejecutados con una habilidad que indicaba un arma afilada y un usuario experto. Tal vez una espada, pero… ¿quién, y por qué?

Volvió a examinar los alrededores. Los cuerpos, las posiciones de las balas, incluso las huellas en el polvo del suelo. Estaba claro que el agresor había comenzado su ataque desde una de las esquinas del almacén. Pero algo no encajaba: no había señales de cómo había llegado allí.

No había rastros de una entrada forzada. No había sonido que pudiera haber alertado a las víctimas. Si hubiera caído desde el techo, el impacto habría hecho ruido. Y si se hubiera acercado desde el exterior, alguien lo habría visto. Lo único que tenía sentido era que el agresor ya estaba allí, escondido. O… que tenía habilidades más allá de lo normal.

Esa última posibilidad lo inquietaba. "¿Un meta-humano? ¿O algo más?"

Batman siguió inspeccionando los cortes en los cuerpos. Cada herida reforzaba su teoría: un arma afilada, probablemente una espada, y un atacante que sabía exactamente cómo usarla. La precisión era quirúrgica, cada golpe diseñado para ser letal.

Entonces surgieron las preguntas inevitables. ¿Quién era? ¿Por qué hizo esto?

Había muchas personas en el mundo con las habilidades necesarias para causar esta masacre. Pero casi ninguna tendría razones para hacerlo en un lugar como este. Estos hombres eran matones de poca monta. Ninguno lo suficientemente importante como para justificar la contratación de un experto para eliminarlos.

La droga tampoco era algo especial. Las cajas contenían cocaína, nada raro ni especialmente valioso. Si esto hubiera sido un robo, habrían tomado el dinero y las drogas. Pero ambas cosas seguían allí. Esto no había sido un crimen motivado por el dinero. Había otra razón. Algo que aún no podía ver.

"Me falta una pieza," pensó, su ceño fruncido mientras se ponía de pie. "Algo más ocurrió aquí."

De repente, algo llamó su atención: un rastro de sangre que se alejaba más que los otros. Era una línea delgada, irregular, que serpenteaba hacia un rincón del almacén. Sin dudar, decidió seguirlo. Su cuerpo se tensó de manera instintiva, preparándose para cualquier posible enfrentamiento.

El rastro lo condujo a la parte trasera de un grupo de cajas apiladas. Allí, encontró al responsable de esa sangre. Un cuerpo mutilado, sin piernas y con la cabeza atravesada por lo que parecía ser la misma arma que había causado el resto de la masacre.

Batman se detuvo, observando al cadáver con detenimiento. Su máscara analizaba cada detalle, mientras su mente procesaba lo que veía.

"Esto no fue solo un asesinato. Fue una ejecución," pensó, y el peso de esa conclusión lo llenó de una sensación de urgencia.

------------------------------

Justo al lado del cuerpo mutilado había marcas de pisadas, borrosas por la sangre derramada. Las suelas de los zapatos de alguien más se habían empapado sin darse cuenta, dejando un rastro irregular que se extendía hacia la salida. Batman se agachó para inspeccionar más de cerca, siguiendo las huellas que se desvanecían poco a poco conforme avanzaban hacia la puerta de emergencia.

"No es el rastro del asesino," pensó mientras analizaba la dirección de las pisadas. "Es demasiado lineal… como si quien las dejó hubiera estado huyendo."

La posibilidad de que el dueño de esas pisadas fuera un sobreviviente le hizo apretar los labios bajo la máscara. Siguió el rastro con la esperanza de encontrar algo, aunque fuera una pequeña pista más que aclarara lo que había sucedido.

Al final del rastro, encontró lo que temía: otro cuerpo sin vida.

El hombre estaba tirado en el suelo, su cabeza separada del torso al igual que las demás víctimas. La sangre había formado un charco a su alrededor, ahora ya seco en los bordes. Sus ojos, abiertos de par en par, estaban congelados en una expresión de puro terror.

Batman se detuvo por un momento, sintiendo cómo la rabia se encendía en su interior. Apretó los dientes, su mandíbula tensándose bajo la máscara. "Miedo y desesperación," pensó mientras examinaba la expresión del muerto. Esa mirada era inconfundible. Había huido con todo lo que tenía, aferrándose a la esperanza de escapar, pero no lo había logrado.

Nada de esto tenía sentido. Era evidente que el hombre había intentado escapar de algo, pero el rastro no ofrecía más respuestas. No había señales claras de quién o qué lo había estado persiguiendo. Y por primera vez en mucho tiempo, Batman sintió algo que odiaba con cada fibra de su ser: frustración.

Alfred, necesito que accedas a todas las grabaciones de las cámaras de seguridad en el área. Las necesitaré cuando regrese a la Baticueva. —La orden salió firme de sus labios mientras activaba el comunicador en su oreja.

Un destello de luz azul lo iluminó desde arriba. Levantó la vista y vio que el Batjet descendía lentamente, colocándose a unos metros sobre el suelo. La aeronave se mantenía suspendida en el aire con un zumbido suave pero constante, como un depredador mecánico esperando a que su amo subiera a bordo. Batman sacó el gancho de su cinturón y lo disparó hacia una de las compuertas del vehículo. Con un movimiento fluido, fue elevado hasta el interior del jet.

Estoy recopilando los datos, señor, pero tengo malas noticias, —la voz de Alfred resonó en sus oídos con ese tono siempre educado, pero con una ligera preocupación.

¿Qué tipo de malas noticias? —preguntó Batman mientras aseguraba su asiento.

Será mejor que lo vea por usted mismo, —respondió Alfred, evasivo.

------------------------------

Dentro de la Baticueva, rodeado por el brillo de los monitores y el familiar eco del agua que caía de las estalactitas, Batman revisaba los informes que Alfred había preparado.

Respecto a los videos que pidió, señor, me temo que las cámaras cercanas llevan meses fuera de servicio, —dijo Alfred con un suspiro audible, antes de continuar: —No pude encontrar nada que nos ayude a entender lo que sucedió.

Batman frunció el ceño. Sus dedos tamborilearon sobre el teclado frente a él, procesando esa información.

¿Intentaste revisar las cámaras de otros establecimientos locales? —preguntó.

Sí, señor. Pero tampoco había nada útil. Ni siquiera las cámaras de los negocios cercanos captaron algo. Lo único que pude encontrar fueron grabaciones de autos negros dirigiéndose al almacén.

¿Ningún otro vehículo o figura sospechosa?

Ninguno. Y eso no es todo. Ese almacén parecía ser un punto habitual para tratos entre varias bandas, pero en esta ocasión, lo único que se registró fue la llegada de esos autos. Ninguna salida, ni movimientos inusuales antes del ataque.

Batman se dejó caer en la silla frente a su computadora, su capa cayendo a los lados del asiento. "No hay nada," murmuró para sí mismo, el eco de sus palabras perdiéndose en la cueva. Las huellas, el escenario, incluso las pocas grabaciones… todo lo conducía a un callejón sin salida.

Pero no podía permitirse rendirse. Había algo más en esta historia, algo que aún no veía. Y hasta que lo encontrara, no podía dejar que nadie más se involucrara. Era su responsabilidad, su ciudad. Este asesino, quienquiera que fuera, era diferente a cualquier cosa que hubiera enfrentado antes. Todavía no estaban listos para lidiar con algo así.

Sigue buscando, Alfred. Yo haré lo mismo desde aquí.

Como desee, señor. Pero le recomendaría descansar un poco. Ni siquiera Batman puede trabajar sin un momento de pausa.

Batman no respondió. Su mirada seguía fija en la pantalla, los datos desplegándose ante él mientras su mente analizaba una y otra vez las pocas pistas que tenía.

------------------------------

Una semana había pasado desde aquella noche. Una semana desde que vio la primera escena en el almacén, deseando que fuera la última.

Pero Gotham no le concedía ese lujo.

Había esperado que aquel asesino, quienquiera que fuera, solo hubiera pasado por la ciudad de forma temporal. Que hubiera hecho su trabajo y desaparecido. Pero no fue así.

Todo apuntaba a que había llegado para quedarse.

En cada una de las noches de esa semana, más de diez personas habían sido asesinadas. Diez víctimas por noche, sin falta. Todas muertas de la misma manera brutal: descuartizadas, con cortes limpios, y con una expresión de miedo absoluto congelada en sus rostros.

Cada asesinato era un recordatorio de lo que Batman había visto en el almacén.

Los cuerpos seguían apareciendo, y con cada uno, Gotham caía un poco más en la desesperación. La policía no sabía por dónde empezar, y los rumores comenzaban a extenderse por las calles. Algunos hablaban de un asesino profesional, otros de una nueva amenaza meta-humana, y los más supersticiosos empezaban a murmurar historias de demonios en las sombras.

Y mientras tanto, Batman seguía buscando respuestas.

------------------------------

Algunas víctimas aparecían solas, encontradas en callejones oscuros o almacenes abandonados, mientras que otras eran masacradas en grupo, como si aquel asesino no tuviera preferencia por cómo o cuándo actuar. Batman, a estas alturas, solo tenía dos certezas: que ese monstruo disfrutaba torturando a sus víctimas y que no pertenecía a ninguna facción criminal.

No parecía interesado en el poder, ni en el control del territorio. Sus objetivos eran indiscriminados, y sus acciones no tenían más lógica aparente que un deseo de matar. Sus víctimas simplemente tuvieron la desgracia de cruzarse en su camino.

Y eso lo frustraba.

Desde la primera masacre, Batman había tratado de construir un perfil de su enemigo. Al principio, pensó que podría tratarse de un asesino increíblemente talentoso, contratado por alguna facción del crimen para acabar con otras bandas. Pero esa teoría no tardó en desmoronarse.

Por más hábil que fuera, no había forma de que un humano pudiera escapar ileso de todos esos enfrentamientos. Cientos de disparos. Decenas de hombres. Ninguna herida. Batman descartó la posibilidad de que se tratara de un novato, pero incluso con toda su experiencia, también resultaba improbable que un experto lograra algo así sin dejar ningún rastro.

Además, había un detalle que no podía ignorar. Ya habían sido atacados miembros de prácticamente todas las bandas criminales de Gotham, incluso los secuaces del Joker. Y todos sabían que nadie en su sano juicio se atrevía a tocar a alguien del payaso por miedo a las represalias. Nadie.

"Entonces, ¿quién lo está haciendo?"

La pregunta retumbaba en su cabeza como un martillo. Cada análisis, cada teoría, cada suposición terminaba llevándolo al mismo lugar: un callejón sin salida.

No había sangre del atacante. Ni rastro de su identidad. Ninguna evidencia sólida. Todo lo que tenía eran cadáveres con expresiones de terror y las mismas heridas precisas, limpias y mortales.

Fue entonces cuando una idea incómoda comenzó a formarse en su mente:

"¿Y si esto no es obra de un humano?"

------------------------------

El cuarto día marcó un punto de inflexión. Decidió instalar cámaras en todas las zonas en las que se habían reportado asesinatos. Había un patrón en las ubicaciones, y reforzó toda el área con equipos de vigilancia de última tecnología, con la esperanza de encontrar al culpable.

Pero el quinto día, todo cambió.

Más cadáveres aparecieron, esta vez en otra parte completamente distinta de Gotham. Las muertes parecían burlarse de sus esfuerzos. Como si aquel asesino estuviera anticipando cada uno de sus movimientos.

"Es como si pudiera leerme," pensó, mientras su determinación se endurecía. Ya no era solo un caso más. Esto se había vuelto personal.

Al día siguiente, redobló sus esfuerzos. Puso en funcionamiento un plan más ambicioso: desplegar cámaras por toda la ciudad. No habría un solo punto ciego. Justificó la instalación como un proyecto de "seguridad ciudadana", presentado al público como una iniciativa del filántropo Bruce Wayne.

La reacción fue casi unánime. Nadie se opuso. Incluso los criminales lo aceptaron sin rechistar. El miedo había logrado lo impensable: unir a Gotham, aunque fuera por un breve momento.

Las mafias, paralizadas por el terror, habían detenido temporalmente sus operaciones. Los empleados, incluso los más leales, se negaban a salir a las calles. Los negocios de drogas, extorsiones y robos sufrieron un parón. Nadie estaba dispuesto a arriesgarse.

Al principio, eso alegró a la población. Pero la ilusión de tranquilidad no duró mucho.

------------------------------

Durante los primeros días, las víctimas habían sido criminales: mafiosos, traficantes, abusadores y asesinos. Pero en el sexto día, todo cambió.

Los civiles comenzaron a morir.

Policías, trabajadores comunes y corrientes, incluso niños… el asesino ya no distinguía. Gotham, una ciudad acostumbrada al caos, alcanzó nuevos niveles de paranoia.

"Esto no es algo que pueda ignorar," pensó Batman mientras leía los informes de las nuevas muertes. Cada caso era un recordatorio de su fracaso por detener al culpable.

Los rumores comenzaron a extenderse como fuego. Algunos hablaban de un nuevo meta-humano que disfrutaba de la matanza. Otros, más supersticiosos, susurraban historias sobre un demonio que había llegado para reclamar la ciudad.

------------------------------

En el séptimo día, los asesinatos no distinguían entre mafiosos, civiles o agentes de la ley. El caos era total.

Decidió que era momento de hablar. Bruce Wayne organizó una rueda de prensa, anunciando la instalación de aún más cámaras en la ciudad. La promesa de una vigilancia constante ofreció un débil rayo de esperanza, aunque sabía que eso solo calmaría a la población temporalmente.

"Esto tiene que funcionar," pensó, mientras repasaba los datos recopilados.

Mientras tanto, las mafias declararon una tregua. Se armaron hasta los dientes y se atrincheraron en sus bases, apostando por la fuerza en números para mantenerse a salvo. Pero incluso ese plan estaba condenado. El enemigo no era un humano, y ni siquiera cientos de balas podrían detenerlo.

------------------------------

La noche del octavo día llegó, y con ella, un silencio tenso se apoderó de Gotham.

Batman se preparó, su traje perfectamente ajustado, cada herramienta en su cinturón revisada dos veces. En la Batcomputadora, Alfred monitoreaba las miles de cámaras distribuidas por toda la ciudad, en busca de cualquier movimiento extraño.

Las calles seguían vivas, pero había algo diferente. La mayoría de las personas todavía trabajaban, sus obligaciones manteniéndolas fuera de sus hogares. Pero no había risas, ni conversaciones animadas. Solo rostros tensos y miradas nerviosas.

Era como si toda la ciudad estuviera esperando algo.

Y Batman sabía que tenía que estar listo cuando ese "algo" llegara.

Él también estaba al límite. No podía permitir que esta ola de crímenes continuara en su ciudad. Solo el Joker había causado una conmoción parecida en el pasado, y eso era únicamente cuando lograba escapar de Arkham. Pero esta situación ya había durado más de un día. Era diferente.

Podía sentirlo, aunque no supiera explicarlo. Esto no era como cuando el Joker estaba suelto. Era peor. Una sombra oscura, implacable y desconocida se cernía sobre Gotham, y aunque no quería admitirlo, había algo en esta situación que le causaba escalofríos.

No estaba enfrentándose a algo humano.

Señor, encontré movimiento a unas cuadras de su ubicación, —dijo Alfred con urgencia a través del comunicador.

Voy para allá. ¿Algo que deba saber? —preguntó Batman, acelerando el ritmo mientras saltaba entre los tejados de los edificios.

Sí, señor. El lugar parece ser una base de la mafia italiana. Actualmente, se escuchan disparos y gritos. La policía ya recibió reportes de la situación.

Entendido, —respondió Batman, su voz firme mientras aumentaba la velocidad.

La ruta aérea que tomaba, saltando entre edificios, le permitía moverse más rápido que cualquier vehículo en las congestionadas calles de Gotham. No podía arriesgarse a que el asesino escapara otra vez.

------------------------------

Cuando aterrizó silenciosamente en el tejado del edificio señalado, lo primero que escuchó fue un grito desgarrador desde el interior:

—¡No, no! Aléjate, monstruo, demon…!

La voz fue interrumpida abruptamente, apagándose como una vela extinguida por el viento.

Batman no dudó. Corrió hacia la ventana más cercana y la atravesó con un salto perfectamente calculado, el vidrio rompiéndose a su paso en un estruendo seco. Su capa se extendió detrás de él, frenando su caída mientras aterrizaba en el suelo.

Lo primero que vio al incorporarse fue una cabeza rodando hasta detenerse a pocos metros de sus botas. Frente a él, el cuerpo decapitado de un hombre cayó pesadamente al suelo, bañado en un charco de sangre aún caliente.

Y allí estaba.

El asesino.

Como si de una sombra viviente se tratase, la criatura apenas podía distinguirse de la oscuridad del pasillo, salvo por el tenue brillo metálico de las cuchillas que sobresalían de sus antebrazos. La sangre fresca goteaba de ellas, cayendo con un sonido hueco al suelo.

Batman permaneció inmóvil por un momento, analizando rápidamente a su adversario. Había visto de todo: mutantes deformes, androides, clones, incluso dioses con poderes inimaginables. Pero esta cosa…

Esto era diferente.

Era menos imponente físicamente que muchos de sus enemigos anteriores, pero había algo en su presencia, en la forma en que se movía. Un aura de peligro puro.

Entonces lo notó: el asesino no tenía piernas. Desde la cintura hacia abajo, solo había humo negro que se retorcía como si tuviera vida propia, elevándose desde el suelo. Un humo que parecía absorber la luz.

"Esto no es humano," pensó Batman, confirmando lo que ya había empezado a sospechar días atrás.

Una presa que viene sola al matadero, —dijo la criatura con una voz grave y distorsionada, como si hablara desde un abismo profundo. Sus palabras resonaron por el pasillo, cargadas de una mezcla de burla y hambre.

Me divertiré bastante contigo, —añadió, mientras alzaba sus cuchillas, la sangre aún goteando de ellas, y daba un paso flotante hacia él.

Antes de que Batman pudiera reaccionar, la criatura se movió.

Un ataque rápido, casi imperceptible. Las cuchillas se dirigieron directamente hacia él, pero su instinto y años de entrenamiento lo salvaron. Se movió por reflejo, esquivando apenas por unos centímetros. El filo pasó tan cerca que pudo sentir el aire cortante rozar su brazo.

Un segundo más lento y habría perdido la extremidad.

Batman retrocedió rápidamente, levantando los brazos en guardia mientras analizaba los movimientos de su enemigo.

Oh, esto sí es interesante, —dijo la criatura, su tono cargado de una emoción oscura y perversa. Se tomó un momento para observarlo más detenidamente, sus ojos blancos brillando bajo el casco que cubría su rostro.

Siempre es mejor cuando luchan, —continuó, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado, como si lo estuviera estudiando.

El miedo al final… es más sabroso.

Sin previo aviso, la criatura se lanzó al ataque de nuevo, moviéndose como un depredador en la noche. Su velocidad era aterradora, cada golpe de sus cuchillas buscando las aberturas más vulnerables en la defensa de Batman.

Esto será más difícil de lo que esperaba, pensó Batman mientras esquivaba el siguiente ataque, sus movimientos precisos y calculados. La lucha apenas comenzaba, pero sabía que estaba frente a algo más allá de cualquier cosa que hubiera enfrentado antes.