Gremory y Mot seguían intercambiando golpes, el sonido de sus armas resonando en todo el castillo. La espada de obsidiana de Gremory y la guadaña de Mot chocaban con fuerza, ambos demonios empujándose mutuamente con rostros llenos de tensión. Mientras forcejeaban, una de las plantas de Mot emergió del suelo, atravesando el estómago de Gremory desde atrás.
—¡Maldito...! —gruñó Gremory, sintiendo el dolor punzante mientras la planta lo perforaba.
Mot aprovechó el momento y lanzó una fuerte patada en el abdomen de Gremory, mandándolo a volar varios metros. Gremory aterrizó con fuerza, su cuerpo quemante por el dolor.
—¿Eso es todo lo que tienes? —preguntó Mot con una sonrisa de burla, mientras observaba a su adversario herido.
A pesar del dolor y la sangre que brotaba de su herida, Gremory se levantó de nuevo, con una mirada de determinación feroz. Esta vez, en lugar de simplemente aumentar la magnitud de su ataque, concentró todo su poder de magma en la punta de su espada, reduciendo su tamaño, pero volviéndola increíblemente mortal.
—No he terminado todavía... —murmuró Gremory, mientras la punta de su espada brillaba con un calor abrasador, distorsionando el aire alrededor de ella.
Con un grito de esfuerzo, Gremory lanzó una estocada directa hacia Mot. El demonio reaccionó rápidamente, levantando una pared de madera gruesa para bloquear el ataque, pero la estocada de magma concentrado la atravesó con facilidad. El ardiente filo de la espada rozó la cabeza de Mot, dejando un agujero humeante en su barrera de madera.
—¡Tch...! —Mot retrocedió, atónito mientras observaba el humo salir del hueco que casi lo había alcanzado.
—Así que... al concentrar tu poder en un solo punto, lo haces más mortal —murmuró Mot, sorprendido mientras miraba a Gremory con una nueva seriedad. Ya no podía permitirse subestimar a su oponente.
El enfrentamiento entre ambos estaba lejos de terminar, y tanto Gremory como Mot sabían que cualquier movimiento en falso podría decidir el resultado de esta intensa batalla.
Mot, después de sentir el calor abrasador del ataque de Gremory que rozó su capucha, decidió ponerse seria. Con un gesto firme, se quitó la capucha desgarrada, revelando su verdadero rostro: una mujer de facciones rudas, con un corte de cabello corto y rebelde, estilo tomboy, que contrastaba con su figura poderosa. La mirada en sus ojos se endureció mientras se preparaba para lo que venía.
—No te subestimaré de nuevo, Gremory —dijo Mot con voz firme, concentrando su energía.
Concentró sus raíces en su guadaña, las cuales comenzaron a envolver la hoja, transformando lentamente el arma en una lanza natural hecha de las mismas raíces vivientes. La lanza vibraba con una energía verde y terrenal, como si la misma naturaleza estuviera dispuesta a destruir todo a su paso.
—Si vas a pelear con estocadas, yo también —dijo Mot con determinación, clavando sus ojos en Gremory.
Gremory, por su parte, observaba atento, manteniendo su magma concentrado en la punta de su espada. Ambos sabían que este siguiente ataque podría ser el final.
—Vas a necesitar algo más que una lanza de raíces para derrotarme —gruñó Gremory, tomando una postura firme.
Ambos demonios se prepararon para lanzarse al ataque. La tensión en el aire era palpable, como si el mismo castillo estuviera conteniendo el aliento. Finalmente, con un rugido de poder, ambos corrieron el uno hacia el otro.
La lanza natural de Mot y la espada de magma concentrada de Gremory chocaron con una fuerza monumental. El impacto resonó en el entorno, creando una onda expansiva que sacudió el suelo bajo sus pies. Durante unos momentos, parecía que las raíces de Mot envolvían la estocada de Gremory, como si estuvieran a punto de atravesar el cuerpo del comandante de las tropas de Theo.
Sin embargo, en el último segundo, la energía concentrada de Gremory se abrió paso. Con un destello cegador de magma y poder, la estocada atravesó la lanza de Mot, continuando su camino imparable hasta perforar su pecho.
—¡Ugh! —Mot dejó escapar un gemido de dolor cuando sintió la espada de Gremory atravesar su cuerpo. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida por la fuerza del ataque.
Por unos segundos, la escena quedó en silencio mientras Mot intentaba mantenerse de pie. Pero el daño era demasiado, y finalmente, su cuerpo cedió. Con un último suspiro, cayó al suelo, desmayada, mientras la lanza de raíces volvía a su forma original, desvaneciéndose poco a poco.
Gremory, respirando con dificultad, bajó su espada lentamente. Había ganado esta batalla, pero estaba lejos de poder relajarse.
—No te lo tomes personal, solo sigo órdenes —murmuró Gremory, observando a la desmayada Mot.