Chereads / LINEAS DEL DESTINO / Chapter 10 - 10. THEO VS BELIAL

Chapter 10 - 10. THEO VS BELIAL

Theo corrió a toda velocidad alrededor de Belial, lanzando una de sus espadas hacia ella. El arma giró en el aire, cortando el viento con fuerza. Belial, con un movimiento rápido y preciso, desvió la espada con uno de sus círculos de energía, desviándola lejos de su trayectoria. Pero Theo ya estaba preparado, aprovechando el momento para lanzar varios cortes desde su posición trasera, buscando atacar a Belial por sorpresa.

—¿Crees que puedes atraparme desprevenida? —dijo Belial con una sonrisa confiada, girando rápidamente. Extendió su mano y, con un gesto elegante, creó más círculos de energía, atrapando los cortes de Theo y haciéndolos desaparecer.

Theo observó atentamente sus movimientos. Belial tenía que usar sus manos para activar su habilidad, y además, parecía necesitar apuntar a un objetivo. Los círculos que salían de sus manos no solo eran barreras defensivas; eran como una especie de "mundo personal" que ella podía manipular a su antojo. Todo lo que quedaba atrapado dentro de esos círculos podía ser transformado o destruido según su voluntad.

Belial, con una mirada decidida, apuntó hacia Theo nuevamente. Esta vez, sus círculos no eran simples barreras, sino que se habían transformado en algo mucho más peligroso. Oscuros como el vacío, los círculos comenzaron a girar con una fuerza devastadora.

—Estos agujeros negros devorarán todo a su paso —advirtió Belial, con una sonrisa maliciosa.

Theo no tuvo tiempo de detenerse a pensar. Los círculos negros comenzaron a destruir el terreno, devorando las colinas y cualquier cosa que estuviera en su camino, reduciendo todo a la nada. Theo sabía que, si quería vencerla, no podía dejar que esos círculos lo tocaran.

Con una estrategia en mente, Theo decidió arriesgarlo todo. Tomó su espada y, con un movimiento rápido, se cortó nueve dedos. De las heridas, fluyendo con energía oscura, surgieron nueve clones de sí mismo, cada uno idéntico al original. Mientras los clones se formaban, las dos espadas que Theo empuñaba se dividieron en diez estoques, repartidos entre él y sus copias.

—¿Nueve copias? Vaya, esto será interesante —dijo Belial con una mezcla de sorpresa y emoción en su voz, mirando a los clones que se habían materializado a su alrededor.

Los diez Theos, cada uno armado con un estoque, se dispersaron en todas direcciones, formando una red mortal alrededor de Belial. Todos se movían con precisión, coordinados perfectamente para atacar desde varios ángulos. La batalla había cambiado, y Theo estaba decidido a probar que podía enfrentar el poder de Belial con estrategia y astucia.

Mientras los diez Theo se dispersaban, Belial los observaba con curiosidad y cautela. Theo, en ese momento, reflexionaba en silencio sobre su próxima jugada.

"El poder de la doble espada..." pensaba mientras observaba cómo cada clon tomaba posición. "...es mucho más que dividir mi arma. Es un poder que me permite potenciar a mi portador. Normalmente, si me dividiera en clones, tendría que repartir mi poder entre ellos, lo que significaría que cada uno sería solo una fracción de mi fuerza original."

Theo miró sus dos espadas, cada una ahora convertida en múltiples estoques, repartidos entre él y sus nueve clones.

"Pero con la doble espada, la situación cambia completamente." Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mientras seguía corriendo en círculos alrededor de Belial. "Cada clon recibe el 10% de mi poder, sí... pero la verdadera ventaja es que, gracias a la habilidad de esta espada, ese 10% se potencia hasta alcanzar el 100%."

Los ojos de Theo brillaron con determinación. "Eso significa que cada clon es tan fuerte como yo... y yo también conservo un 100% de mi fuerza original."

Belial, que hasta ahora había estado segura de su control sobre la batalla, frunció el ceño al sentir la energía de Theo multiplicarse a su alrededor. Sus círculos de energía seguían girando, listos para destruir todo a su paso, pero algo había cambiado en el campo de batalla. La confianza de Theo la había puesto en alerta.

—No estás solo multiplicándote, ¿verdad? —dijo Belial, con una mezcla de sospecha y asombro. Theo no respondió. En cambio, sus clones avanzaron, y con cada paso, la tensión en el aire se hizo palpable.

"Con todos nosotros al 100%, esta batalla está lejos de ser decidida." Theo ajustó su postura, preparándose para el ataque final.

Los diez Theos avanzaron en perfecta sincronización, cada uno con un estoque en la mano, rodeando a Belial en una red mortal de ataques.

—No estoy intentando manipularte —dijo Theo finalmente, con calma pero firme. —Solo te estoy demostrando que subestimarme fue tu error.

Belial, aún con sus círculos oscuros girando, no pudo evitar soltar una risa nerviosa. Ahora entendía que esta batalla no sería tan fácil como había imaginado.

Belial, exasperada por la multiplicación de Theo y su habilidad para mantenerse en pie, decidió tomar una medida más drástica. Con un gesto firme, apuntó al suelo, y un enorme círculo de energía oscura se formó, expandiéndose hasta cubrir todo el campo de batalla. Theo y sus clones quedaron atrapados dentro de esta vasta zona de poder, mientras Belial esbozaba una sonrisa de victoria.

—Ahora sí —dijo, con una voz cargada de resolución—, es hora de que esto termine.

Los círculos a su alrededor comenzaron a girar rápidamente, tratando de comprimir a cada uno de los clones de Theo. Sin embargo, justo antes de que Belial pudiera aplastarlos, notó algo inusual: una barrera formada por finos hilos cubría cada uno de los clones de Theo, impidiendo que el poder de compresión los tocara directamente.

Belial frunció el ceño, observando cómo sus ataques eran redirigidos. Al ver cómo el aire detrás de los clones se distorsionaba por la energía, comprendió lo que estaba sucediendo.

—Así que distribuyes mis ataques hacia la parte trasera... —dijo Belial con asombro—. Eres más astuto de lo que aparentas, jinete.

Theo no perdió tiempo. Desde las diez direcciones, sus clones lanzaron ráfagas de magma que avanzaban hacia Belial como una tormenta infernal. El calor era sofocante, y las ondas de energía crepitaban a su alrededor. Sin embargo, Belial reaccionó con frialdad. Con un gesto rápido, enfrió el magma, solidificándolo en obsidiana antes de que pudiera alcanzarla.

—No es suficiente —murmuró Belial, manteniendo el control mientras examinaba el área. Pero cuando intentó localizar a los clones de Theo, ya no estaban visibles.

De repente, los clones de Theo aparecieron nuevamente, pero esta vez, cada uno de ellos sostenía cadenas que se transformaban en grilletes. Con una sincronización impecable, lanzaron los grilletes hacia Belial, atrapándola por todas partes.

—¡No te escaparás de esto! —dijo Theo con firmeza, mientras las cadenas se aferraban a Belial.

Pero Belial, con su poder aún activo, rompió los grilletes con facilidad.

—Olvidas que sigues dentro de mi círculo —dijo con una risa triunfal—. Aquí, yo tengo el control absoluto.

Theo frunció el ceño. Sabía que mientras ella permaneciera en su círculo de poder, tendría ventaja. Debía sacarla de ahí si quería derrotarla. Mientras pensaba en su próximo movimiento, uno de sus clones desapareció bajo tierra, moviéndose rápidamente y preparándose para su plan final.

De repente, ese Theo emergió desde el suelo con los pies convertidos en cohetes de energía llameante. En un movimiento audaz, se abalanzó hacia Belial, envolviéndola con un abrazo de fuego. Antes de que ella pudiera reaccionar, el impulso de los cohetes la lanzó fuera de su propio círculo, arrancándola de su zona de poder.

—¡Esto es por subestimarme! —gritó Theo mientras golpeaba a Belial, enviándola al suelo con un impacto devastador.

Belial cayó al suelo, rodando por la fuerza del golpe, sorprendida por la maniobra de Theo. El círculo oscuro que la protegía se disipó, y ahora estaba fuera de su elemento, vulnerable ante el siguiente ataque.

—Ahora veremos quién realmente tiene el control —dijo Theo, mientras todos sus clones lo rodeaban, listos para terminar la batalla.

Theo observaba el caos a su alrededor mientras Belial, acorralada y enloquecida por la rabia, lanzaba ataques indiscriminados, destruyendo el terreno bajo sus pies. Cada explosión de energía desintegraba árboles, rocas y colinas enteras. Sabía que debía actuar rápidamente antes de que fuera imposible detenerla.

Respirando hondo, Theo concentró su poder. Su estoque se alargó, transformándose en grilletes con una cadena que brillaba intensamente. Con un movimiento preciso, lanzó los grilletes hacia Belial, quien estaba ocupada lanzando un nuevo ataque devastador. Las cadenas volaron por el aire, enredándose alrededor de las muñecas de Belial, atrapándola por completo. El impacto la tomó por sorpresa.

—¿Qué...? —gritó Belial, mirando con furia sus manos ahora inmovilizadas.

Theo dio un paso al frente, calmado pero firme, su mirada fija en la de ella.

—No tienes por qué seguir con esto —dijo Theo, su voz clara, pero sin intención de herir—. No quiero pelear más. Ya has causado suficiente destrucción.

Belial intentó liberarse, tironeando de las cadenas con frustración. Las marcas oscuras en sus manos se iluminaron, intentando usar su magia para romperlas, pero las cadenas se ajustaron aún más.

—¡Suéltame! —exclamó, agitada—. ¡No me vas a detener con estas simples cadenas!

Theo mantuvo su posición, sin moverse, sin hacer un gesto de amenaza. Su voz seguía siendo serena, como si quisiera hacerle entender que la violencia no era la única opción.

—Belial, mírate —insistió Theo—. Esto no te llevará a ninguna parte. Estás destruyendo todo a tu alrededor, pero no vas a conseguir lo que buscas de esta forma.

Belial lo miró, su expresión pasando de rabia a incredulidad.

—¿Qué sabrás tú? —gruñó, con los dientes apretados—. ¡No entiendes nada! Esta guerra, todo esto, ¡es lo único que me queda!

Theo bajó la mirada un instante, sintiendo el peso de sus palabras. Luego, volvió a mirarla, esta vez con una compasión genuina.

—Entiendo más de lo que crees. Pero si sigues así, perderás incluso lo que piensas que aún tienes.

Belial lo fulminó con la mirada, pero sus manos seguían atrapadas. A pesar de sus intentos de liberar su poder, algo dentro de ella vacilaba.

—Tú... ¡Tú solo intentas manipularme! —gritó, con desesperación.

Theo negó con la cabeza.

—No es manipulación. Es una realidad que estás negando. No quiero pelear contigo, no quiero destruirte. Pero si no te detienes, me veré obligado a hacerlo.

Belial tironeó una última vez, pero las cadenas no cedieron. Finalmente, agotada y sin más fuerzas, dejó caer los hombros, respirando con dificultad.

—No... —susurró, su voz quebrada—. No puede terminar así...

Theo se acercó un poco más, manteniendo siempre la calma.

Theo observó cómo Belial finalmente bajaba la cabeza, agotada, atrapada en sus propias emociones y en las cadenas que la inmovilizaban. La furia en sus ojos comenzaba a desvanecerse, reemplazada por un cansancio profundo, tanto físico como emocional. Theo sabía que no podía permitir que continuara su destructiva senda, pero también comprendía que había sufrido demasiado.

"Lo siento", pensó mientras ajustaba su postura.

—Esto se acaba ahora, Belial —murmuró, su tono firme y decidido.

Con un movimiento rápido, Theo corrió hacia ella, la cadena de sus grilletes aún sujeta a sus manos. Con la velocidad de un rayo, saltó hacia ella y lanzó su puño envuelto en poder directo a su rostro.

—¡Theo, no! —gritó Belial, intentando resistir, pero el golpe fue imparable.

El impacto resonó en el campo de batalla, y Belial, ya exhausta y debilitada, perdió el conocimiento al instante. Su cuerpo quedó inerte, cayendo al suelo suavemente, como si su misma energía se hubiera desvanecido por completo.

Theo aterrizó con suavidad, mirando el cuerpo inconsciente de Belial. Sabía que había tomado la decisión correcta; detenerla sin causar un daño fatal era lo que debía hacer.

—Es lo mejor para todos —dijo en voz baja, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y resolución.

Deshizo las cadenas de sus grilletes, dejando que desaparecieran en el aire, y se tomó un momento para recuperar el aliento. Sabía que esto no había terminado, que aún quedaban decisiones importantes que tomar sobre Belial y lo que harían con ella. Pero por ahora, el campo de batalla estaba en calma.

Theo dio un último vistazo a su alrededor antes de cargar el cuerpo inconsciente de Belial sobre su hombro.