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Chapter 14 - 14. LA TRANSFORMACION DE THEO

—¿Te preocupaba que no fuera un reto digno? —respondió Theo, con una leve sonrisa desafiante—. Porque pienso poner a prueba cada habilidad que tengo para que este combate valga la pena.

Lucifer alarmantemente con una mezcla de respeto y ferocidad.

—Entonces no me contendré, Theo. Prepárate, porque lo mejor está por venir.

Theo dio una orden silenciosa, y todos sus clones se lanzaron hacia él con una precisión letal. Uno tras otro, los clones atravesaron su cuerpo con sus espadas y estoques, pero en lugar de herirlo, Theo comenzó a absorberlos, integrando en su ser la energía y la fuerza de cada uno. A medida que el último clon se fusionaba con él, el cuerpo de Theo comenzó a brillar con un resplandor intenso. Su apariencia cambió: ahora está cubierto por una armadura que parece estar hecha de magma o lava solidificada, con un diseño orgánico que emana poder y peligro. Los tonos oscuros y rojizos de la armadura refuerzan esta apariencia de calor y energía contenida, como si el personaje mismo fuera un ser de fuego.

Tiene unas alas grandes y rojas, con una textura similar a la piel de un dragón o un ser infernal, lo que le da una presencia aterradora y majestuosa. Su postura, combinada con una expresión decidida, muestra que es un guerrero poderoso, listo para enfrentarse a cualquier desafío.

La espada ahora es una doble hoja imponente y ornamentada, que evoca un estilo oscuro y fantástico. Tiene dos filos anchos y robustos, con un acabado metálico que sugiere fuerza y resistencia. En el centro, las hojas están unidas por una empuñadura de diseño intrincado, decorada con detalles dorados y ornamentaciones que refuerzan su aspecto de reliquia antigua y poderosa.

La empuñadura está formada por un mango ancho y decorado, con un guardamano que parece proteger tanto al portador como al arma misma. El filo de la espada se estrecha hacia las puntas, pero mantiene una anchura suficiente para dar la impresión de un arma pesada y de gran impacto en combate. Los grabados y detalles de la hoja le dan un aspecto mágico, casi como si estuviera imbuida con poderes oscuros o místicos.

Desde las graduadas, Belial observaba la transformación con una mezcla de asombro y comprensión. Al ver a Theo en su forma potenciada, recordó la batalla que tuvo contra él. Una sonrisa amarga cruzó su rostro al darse cuenta de algo.

—Así que… en nuestra pelea no mostraste tu verdadero poder —murmuró para sí misma, con una mezcla de respeto y desconcierto—. Este es el Theo que realmente pone todo en juego.

Theo, ahora completamente preparado, avanzó hacia Lucifer, su espada resplandeciente mientras tomaba posición para atacar. Sin dudar, se lanzó hacia él con una velocidad y potencia impresionantes, su espada bajando como un rayo. Lucifer levantó los brazos para cubrirse, pero en cuanto el impacto de la espada chocó contra sus defensas, sintió una fuerza abrumadora que lo hizo retroceder. El golpe lo lanzó hacia el otro lado de la arena, y Lucifer aterrizó en el suelo con una expresión de sorpresa en su rostro.

—Impresionante… —murmuró Lucifer mientras se incorporaba lentamente, evaluando la situación. El dolor del golpe aún palpitaba en sus brazos, algo que no había sentido en mucho tiempo—. Así que ahora puedes golpearme de verdad, Theo.

Theo, sin perder el ritmo, giró su espada y la sostuvo con firmeza, su mirada fija en Lucifer.

—Parece que finalmente tengo lo que necesito para que esto sea un combate justo —dijo Theo, con una sonrisa desafiante—. Ahora, prepárate, Lucifer. Porque esto recién comienza.

Lucifer observó a Theo, su sonrisa se tornó seria, pero sus ojos brillaban con entusiasmo renovado. Sabía que este combate sería memorable.

Lucifer se levantó, sacudiéndose el polvo de su caída, y observó la espada doble que Theo empuñaba con renovado interés. La expresión en su rostro era de genuino respeto mientras evaluaba el poder que Theo acababa de desatar.

—Esa espada… la Doble Espada del Infierno —dijo Lucifer, su voz llena de una mezcla de admiración y asombro—. Está diseñado para potenciar al portador a un poder absoluto, multiplicándolo por diez mil… pero hacerlo al máximo desgarraría al usuario, destrozando su propio cuerpo en el proceso. Sin embargo, tú… —Lucifer hizo una pausa, observando a Theo detenidamente—. Tú has logrado algo único. Has domado la espada y la has hecho obedecer, controlándola para que solo te aumente al doscientos por ciento de tu poder.

Theo ascendió, aún con la espada en alto, listo para el próximo ataque, pero aprovechó el momento para confirmar la teoría de Lucifer.

—Exacto. Si usara la espada en su máxima capacidad, no duraría ni un segundo… pero controlarla al doscientos por ciento todavía me da la potencia que necesito para enfrentarte sin destruirme —explicó Theo, respirando con intensidad—. Aunque debo admitir que esta forma agota mis energías rápidamente. Solo puedo mantenerla durante un par de horas al día… y ya sabes que cada minuto cuenta en un combate como este.

Lucifer entusiasmado con respeto, notando el desafío y la dedicación en los ojos de Theo.

—Entonces, eso significa que tendré que ponerte a prueba para ver cuánto puedes resistir —dijo Lucifer, adoptando una postura defensiva, su mirada de acero fija en Theo—. Si logras controlar semejante poder, mereces enfrentarte al mío sin restricciones.

Theo, sosteniendo la espada doble con firmeza, sonriendo con determinación.

Lucifer, en su forma humanoide, abrió la boca y lanzó un rayo láser de calor concentrado, directo hacia Theo. Al ver el ataque, Theo rápidamente activó su habilidad, usando su tela especial para desmaterializar el rayo y rematerializarlo detrás de él, logrando que el rayo atravesara las paredes de la arena sin causarle daño... al menos por un momento.

Sin embargo, Lucifer no detuvo su ataque. El rayo continuó, manteniendo su intensidad, y Theo, sorprendido, intentó moverse a un lado. Pero antes de que pudiera esquivar completamente, el rayo alcanzó su brazo izquierdo, quemando su codo y cortando el antebrazo. El segmento inferior de su brazo cayó al suelo, carbonizado.

—¡Maldita sea! —exclamó Theo, observando su brazo herido y el pedazo faltante—. Así que… lograste quemar la tela que me cubría y atravesarla, Lucifer. Impresionante.

Lucifer observaba con una sonrisa calculadora, satisfecho de haber encontrado una debilidad en la habilidad de Theo.

Pero Theo no se dejó intimidar. Concentrando su energía, comenzó a regenerar su brazo, restaurando rápidamente el antebrazo perdido. Cuando el brazo volvió a estar completo, Theo lo movió con fuerza, comprobando que su regeneración estaba en perfecto estado.

—No será tan fácil derrotarme —dijo Theo, con una sonrisa desafiante mientras se preparaba para la siguiente ofensiva—.

En las graduadas, los jinetes observaban la batalla con una mezcla de asombro y emoción contenida. La intensidad del combate era palpable, y cada uno de ellos sentía la energía brutal que Theo y Lucifer desplegaban en la arena. Algunos de los jinetes empezaron a comentar lo que veían, cada uno con sus propias impresiones.

—¿Están viendo esto? —murmuró Baal, el jinete de la Hambruna, con una sonrisa de incredulidad—. Si Lucifer hubiera lanzado ese rayo antes de que Theo potenciara su poder, esta batalla habría terminado en ese mismo instante. Theo ni siquiera habría tenido tiempo de reaccionar.

Namtar, el jinete de la Plaga, ascendió, sin apartar la vista de la batalla.

—Es cierto, pero Theo ha demostrado una increíble habilidad al controlar esa espada. Ningún otro demonio que conozcamos ha logrado usarla sin destruirse en el proceso —comentó, admirada—. Lo que él ha hecho ya es impresionante, sin importar el resultado.

Hela, el jinete de la Muerte, cruzó los brazos y añadió con una sonrisa enigmática:

—Y eso es lo que hace esta pelea tan interesante, ¿no? Theo está al límite, pero sigue de pie. Se atreve a desafiar a Lucifer con un poder que apenas puede manejar. Muy pocos serán tan osados.

Baal soltó una risa baja y sarcástica.

—Osado? Diría que es más bien temerario —se burló, aunque en el fondo estaba impresionado—. Pero tienes razón, Hela. Esa osadía es lo que lo hace distinto… y lo que podría hacer que esta batalla termine de una forma que nadie esperaba.

Gremory, uno de los guardias de Theo en el castillo, observaba en silencio pero finalmente habló.

—Theo está alcanzando el verdadero potencial de la Doble Espada del Infierno. Si sigue así, podría darle a Lucifer una pelea justa. Pero ambos están agotándose, y eso le da ventaja a Lucifer. La resistencia de nuestro señor es inigualable.

Belial, observando en silencio hasta ahora, miró a Theo con una mezcla de orgullo y desconcierto.

—Theo no ha mostrado todo su potencial aún —murmuró, más para sí misma que para los otros jinetes—. Si continúa evolucionando así, quizás tenga una oportunidad real… aunque eso signifique llevar su cuerpo al límite.

Los jinetes continuaron observando, sabiendo que el combate estaba en un punto crítico y conscientes de que cualquier movimiento podría cambiar el rumbo de la batalla.

Theo, con su regeneración manteniéndolo en perfecto estado, concentró toda su energía en la Doble Espada del Infierno. Cada fibra de su ser vibraba con poder mientras canalizaba su fuerza en la hoja, que comenzó a brillar con una intensidad cegadora, cargada con un aura de energía destructiva que parecía envolver toda la arena.

Al otro lado, Lucifer observaba el cambio con una gravedad inusual. Sabía que, en ese momento, Theo tenía la potencia suficiente para atravesar sus defensas si el ataque alcanzaba su objetivo. Sin dudarlo, Lucifer inhaló profundamente, llenando sus pulmones de un calor abrasador mientras concentraba toda su energía en un rayo de fuego infernal, preparado para lanzarlo a su máxima potencia.

Ambos oponentes se miraron fijamente, conscientes de que este ataque decidiría la pelea. Theo sostuvo su espada con ambas manos, y Lucifer abrió la boca, dejando entrever el fuego que brillaba en su interior. Finalmente, los dos desataron sus ataques al unísono. La estocada de Theo y el rayo láser de Lucifer se encontraron en el centro de la arena en un estallido de poder puro, impactando y creando una onda de choque que sacudió toda la estructura.

Los espectadores, tanto los jinetes como los guardias y Belial, observaron la colisión en completo silencio. Algunos estaban emocionados, otros perplejos, pero todos sabían que este era el momento decisivo.

—¡Increíble! —exclamó Baal, sin apartar la vista de la batalla—. ¡Esto… esto va más allá de cualquier cosa que haya visto!

—Están en sus límites absolutos —murmuró Namtar, con una mezcla de respeto y asombro—. Nadie esperaba que Theo pudiera enfrentarse de esta manera a Lucifer.

La energía de ambos ataques luchaba en el aire, cada uno tratando de superar al otro. Theo apretó los dientes, poniendo toda su fuerza en la espada, mientras Lucifer, con los ojos brillando, hacía lo mismo con su rayo de fuego. La colisión parecía interminable, hasta que lentamente, la estocada de Theo comenzó a ganar terreno.

—¡Vamos, Theo! —pensó Belial en silencio, sintiendo una mezcla de orgullo y esperanza.

Finalmente, con un último grito de esfuerzo, la energía de la estocada de Theo rompió el equilibrio de la colisión y atravesó el rayo de Lucifer, avanzando en línea recta hacia su objetivo. En un destello cegador, la estocada de Theo perforó el pecho de Lucifer, quien soltó un gruñido de sorpresa y dolor mientras el impacto lo hacía retroceder. Lucifer cayó de rodillas, su pecho atravesado, respirando con dificultad, pero aún con vida.

El polvo comenzó a asentarse, y un silencio reverente invadió toda la arena. Todos los espectadores, jinetes y demonios por igual, miraban la escena con asombro absoluto, conscientes de que habían presenciado algo extraordinario.

Theo, aún de pie frente a Lucifer, comenzó a brillar mientras su cuerpo regresaba lentamente a su forma normal. Con una respiración profunda y una expresión serena, levantó su espada, declarándose silenciosamente como el vencedor. Los espectadores quedaron boquiabiertos; incluso los jinetes, los seres más poderosos del infierno después de Lucifer, no pudieron ocultar su asombro. Un murmullo de incertidumbre y respeto llenó la arena mientras cada uno procesaba lo que acababa de presenciar.

—Theo… ¿derrotó a Lucifer? —murmuró Baal, incrédulo—. No puedo creerlo. Nunca imaginé que alguien pudiera lograr algo así.

—Esto cambia todo —añadió Hela, su voz temblando ligeramente—. Si Theo venció a Lucifer… ¿significa que es el nuevo rey del infierno?

Belial observaba en silencio, sus pensamientos llenos de confusión y cierta admiración. No era solo el hecho de que Theo hubiera ganado; Era que, hasta el último momento, había demostrado un poder absoluto y controlado.

—Theo realmente nos mostró de lo que es capaz —murmuró Belial—. Si ahora es el más fuerte, ¿cómo cambiará todo en el infierno?

Namtar frunció el ceño, su mirada preocupada mientras consideraba las implicaciones.

—Si Theo toma el poder, las cosas no volverán a ser como antes. ¿Qué será el orden actual? —se preguntó en voz alta, consciente de que muchos demonios podrían cuestionar su lealtad o buscar nuevas alianzas.

La tensión en el ambiente se hizo palpable cuando demonios sanadores se apresuraron hacia el centro de la arena, listos para asistir tanto a Theo como a Lucifer. Uno de los curadores se acercó a Theo, pero él levantó una mano y le dedicó una sonrisa cansada.

—No se preocupen por mí —dijo Theo con voz tranquila—. Estoy bien, solo… un poco agotado.

Mientras los demonios sanadores asistían a Lucifer, los jinetes intercambiaban miradas nerviosas. Aunque no se decían nada, cada uno sabía que este combate había dejado una marca imborrable en el infierno, y el futuro parecía más incierto que nunca.