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Chapter 5 - 5. EL COMIENZO DE LA GUERRA

Tras regresar al castillo, Theo no pierde tiempo. Su mente ya está procesando la información recibida durante la reunión con Lucifer. Sabe que Belial es una amenaza real y que su territorio no puede estar desprevenido. Con pasos firmes, cruza los pasillos del castillo hasta llegar a la sala de estrategias, donde un gran mapa de su dominio se despliega en la mesa central.

—Muevan las tropas hacia las fronteras —ordena Theo a sus oficiales, que esperan con atención sus instrucciones—. Duplicaremos la seguridad en las zonas vulnerables y reforzaremos los puntos clave. No podemos permitir que Belial tome ventaja.

Uno de los comandantes demoníacos levanta la mano, preocupado.

—¿Crees que Belial atacará pronto, maestro?

Theo asiente, con una mirada fría pero segura.

—Si ella intenta algo, no tendrá el lujo del tiempo. Nos adelantaremos a sus movimientos. Quiero que los exploradores informen cada mínimo detalle. Si encontramos el más leve indicio de actividad en los territorios vecinos, quiero que se me notifique de inmediato.

—Como ordenes, mi señor —responden al unísono los oficiales, inclinándose antes de dispersarse para ejecutar las órdenes de Theo.

Theo observa el mapa una vez más. "No puedo permitir que Belial gane esta guerra antes de que comience", piensa mientras se dirige a la torre principal para observar cómo sus fuerzas comienzan a movilizarse.

 

En un lugar oscuro y secreto, debajo de un bar ruinoso en las profundidades del infierno, Belial se reúne con sus aliados más cercanos. Moloch, siempre sigiloso y calculador, se mantiene de pie junto a Mot, un demonio encapuchado cuya presencia causa una incomodidad palpable.

Belial sonríe con malicia, su presencia imponente en el pequeño escondite. Estaba claro que tenía un plan mucho más audaz de lo que Lucifer imaginaba.

—Lucifer piensa que tiene tiempo —comienza Belial, su voz goteando veneno—. Que tardaré un mes en llegar a su castillo, pero vamos a sorprenderlo. El nuevo jinete de la guerra es nuestra llave. Si tomamos su castillo, tomamos su teletransportador.

Mot, con un gruñido, parece impaciente.

—¿Crees que será tan fácil? Ese chico... Theo, ¿es digno de ser el jinete de la guerra?

Belial entrecierra los ojos, mostrando una calma amenazante.

—Es joven, inexperto. Lucifer lo habrá subestimado también. Y si el jinete cae... con el teletransportador en nuestras manos, llegaremos al castillo de Lucifer en un instante.

Moloch asiente lentamente, su expresión siempre inescrutable.

—Es un plan arriesgado, pero si resulta... Lucifer no lo verá venir.

Belial cruza los brazos, satisfecha con la estrategia.

—Exacto. Mientras Lucifer mueve sus tropas para intentar encontrarme, su castillo estará vulnerable. Atacaremos rápido, eliminaremos al nuevo jinete y entonces... Lucifer será el siguiente.

Mot asiente con entusiasmo, ansioso por la batalla que se avecina. Moloch, más cauto, simplemente permanece en silencio, pero en su mente ya calcula los próximos movimientos.

Belial, ahora más confiada que nunca, concluye la reunión.

—Preparaos. Cuando tomemos el castillo del jinete de la guerra, se acabará la era de Lucifer.

Con esas palabras, el plan está en marcha, y el destino de Theo y de todo el infierno está por definirse.