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Chapter 3 - 3. LA PRISIÓN DEL INFIERNO: UN SÓTANO DE SOMBRAS

En una parte del infierno ahí una prisión, las paredes de la prisión eran de un negro azabache, desgastadas y cubiertas de inscripciones que hablaban de antiguos castigos y traiciones. Las luces parpadeaban, lanzando sombras inquietantes que danzaban por los pasillos. Un aire frío y denso impregnaba el lugar, casi palpable, como si los propios gritos de los prisioneros aún resonaran en cada rincón. Los guardias, a pesar de su brutalidad, no podían ocultar su inquietud; sabían que aquellos a quienes custodiaban no eran simples demonios, sino las encarnaciones del caos.

—¿Por qué el silencio es tan pesado hoy? —murmuró un guardia, mirando nerviosamente a su alrededor.

—Es solo la presión de mantener a estos monstruos a raya. —respondió otro, con una sonrisa sardónica—. Pero si alguna de estas bestias se atreve a moverse, les haré ver lo que es el verdadero infierno.

De repente, un grito desgarrador resonó en el pasillo. Un guardia se desvaneció en el aire, como si nunca hubiera existido. La inquietud se apoderó de los demás, y un demonio disfrazado de guardia, con una mirada oscura y un aire de confianza, avanzó por el pasillo. Con un movimiento ágil, escaneó su tarjeta de acceso en el terminal de la prisión y se abrió un pasaje hacia la celda de Belial.

La celda de Belial era diferente a las demás. Las paredes parecían absorber la luz, oscureciendo el entorno aún más. Una figura imponente se alzaba en el centro de la celda, su risa resonando en el aire como un eco de locura.

—Me alegra verte, Moloch. —dijo Belial, sus ojos brillando con una luz maligna—. ¿Te has decidido a liberar a los nuestros?

—Por supuesto, querida Belial. —respondió Moloch, con una sonrisa calculadora—. Pero hoy, el caos reinará en el infierno.

Al pronunciar esas palabras, Belial una mujer de apariencia de unos 20 años pelo rojo y ojos negros extendió su mano, y un círculo de energía apareció, vibrando con poder. Un estallido de luz estalló en el interior de la celda, mientras ella liberaba su verdadero poder. Las cadenas que mantenían cautivos a los demonios temblaron y se rompieron, liberando a los prisioneros, quienes se abalanzaron hacia la libertad como animales salvajes.

De pronto, el alcaide apareció, su armadura metálica reluciendo a pesar de la penumbra.

—¡Detente, Belial! —gritó, su voz resonando con autoridad—. No dejaré que destruyas la armonía del infierno.

Belial se giró lentamente, una sonrisa irónica en su rostro.

—¿La armonía? ¿Acaso este lugar no es un festín de dolor? —dijo con desdén—. ¡Prepárate para conocer la verdadera esencia del infierno!

El alcaide lanzó una serie de proyectiles metálicos hacia ella, pero Belial levantó una mano. El metal comenzó a fluir como si tuviera vida propia, transformándose en aves de metal que se lanzaron contra el alcaide.

—Imposible... —murmuró el alcaide, su mente aturdida por la magnitud del poder que estaba presenciando—. Lo que se dice de ti es cierto.

—Mi habilidad de alterar la realidad es solo un fragmento de lo que puedo hacer. —respondió Belial, con una risa burlona—. Y ahora, serás solo una pieza más en este juego.

Con un movimiento sutil, comprimió al alcaide en una esfera de energía, aplastándolo con una fuerza brutal. La sala resonó con el eco de su grito de agonía, seguido de un silencio mortal.

Con el alcaide derrotado, Belial se volvió hacia los prisioneros, su rostro iluminado por la emoción de la inminente venganza.

—¡Escúchenme! —gritó, su voz cargada de poder—. Hemos estado encerrados demasiado tiempo. ¡Hoy comenzamos una guerra civil en el infierno! ¡Caos y destrucción serán nuestra bandera!

Los demonios, llenos de emoción y ansia, alzaron sus voces en un grito de guerra.

—¡Caos! ¡Caos! ¡Caos!

—¡Vamos! —ordenó Belial, con determinación—. Causen caos en todo el infierno. Desaten la furia de los oprimidos.

Mientras se retiraba al territorio de guerra, una sombra de estrategia y venganza se cernía sobre ella. Belial sabía que debía acumular energía y aliados, pero la hora de la venganza contra Lucifer se acercaba rápidamente.