Sale con facilidad la forma en la que someto a mi oponente debajo de mi carne fatigada, mis palmas sueltas rodeando su garganta mientras ella lucha por respirar y sus uñas rasguñan continuamente mis muñecas sensibles. En cuestión de unos pocos segundos llenos de tensión, su rostro se inclina hacia un lado mostrándome el pulso de su cuello en señal de sumisión, la señal que estaba buscando y que ella me ofrece sin dudarlo. He triunfado.
Jadeo audiblemente, mis ojos se ensanchan por lo que acabo de lograr de esta loba y, mientras mi pecho se llena de expectativa, miro hacia Vůdce buscando su aprobación, sus elogios. Cinco meses de entrenamiento riguroso e implacable y hoy es la primera vez que hago que una loba se someta a mi esencia.
Sin duda es una loba más pequeña que yo y si optara por luchar con una de las lobas entrenadas por Vůdce, sin duda perdería, pero aún así es mi primer logro en estas tierras. De una manera, finalmente he dado ese primer paso para ser digna como su Luna.
