—Gabe, ¡ahí estás! Te he estado buscando por todos lados —Angelina llamó mientras caminaba en dirección a la figura de su Prometido, poniendo una débil fachada que acompañaba muy bien su acto sumiso.
Sin importarle con quién estaba conversando, se aferró a su brazo, asegurándose de que el anillo de compromiso que él le había dado hace unas semanas fuera muy visible en cuanto notó que su acompañante, aparte de Christian era una mujer impresionante de cabellos blancos.
—¿¡Huh, una mujer impresionante de cabellos blancos?! —Angelina miró de nuevo en dirección a la mujer, abriendo los ojos de par en par al reconocer el rostro familiar de Leonica.
—Tú... —exclamó, casi perdiendo la personalidad sumisa que había adoptado durante años para ganar el amor y la afectación de Gabriel.
Lo que había sido relativamente fácil durante los años, sin embargo, observando a la mujer que estaba frente a ella, de pies a cabeza, Angelina sintió una profunda sensación de intimidación.