Durante días, continuó leyendo Corazón de Fuego, encontrando difícil dejarlo, llevándolo a todas partes y no prestando tanta atención a todo ni molestando a sus sirvientes con preguntas como solía hacer. Esto no era solo por lo interesante que era el libro, sino por los comentarios del Rey que estaban dispersos aquí y allá en el libro.
Esos eran los que más la mantenían interesada.
Algunos comentarios los discutiría en contra, algunos le harían reír, y con algunos asentiría con la cabeza en acuerdo, como si él estuviera justo frente a ella, hablándole mientras leían el libro juntos.