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Chaldea Hentai tales

heydrich2Astaroth
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Synopsis
One shots y partes de vash en su estadia en chladea antes de irse con kuku 7w7 advertencia ⚠️ temas sensibles,para mayores,escenas de lemon entre otras cosas vacicamente el ave perdida teniendo aventuras con diferentes servants prólogo de kukulkan hentai history
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Chapter 1 - invocación

La luz dorada de la explosión resonó en las ruinas del Templo del Tiempo, el último bastión de resistencia en la guerra contra las Singularidades. Goetia, el demonio primordial, el hombre que había decidido aniquilar la humanidad para reiniciar la creación a su voluntad, yacía derrotado. Su cuerpo se desintegraba lentamente, como las sombras de un sueño olvidado.

Vash, el extraño Servant semi-hadou, exhalaba pesadamente mientras observaba el campo de batalla. El cansancio le pesaba en el cuerpo, pero había algo más que lo atormentaba en su alma. Había luchado con ferocidad, como solo un descendiente de Reinhard Heydrich podía hacerlo, pero incluso sus habilidades sobrehumanas no fueron suficientes para salvarlo de la escena que tenía frente a él.

Ritsuka Fujimaru, el último Master de Chaldea, yacía en el suelo, con su cuerpo inmovilizado por la desesperación. La batalla había sido larga y agotadora, y él no había sido capaz de hacer nada más que observar cómo sus compañeros Servants se desmoronaban, uno tras otro. Mash Kyrielight, su leal escudo, se mantenía apenas en pie, sus heridas eran profundas, y la fatiga era visible en su rostro.

"¿Qué... qué estamos haciendo...?", murmuró Ritsuka, su voz rota, casi un susurro. "¿Por qué... no... no pude hacer nada...?"

Vash, con su mirada fría y decidida, se agachó junto a él, su paso resonando con cada paso. Aunque no podía entender del todo los sentimientos humanos (no sin kouha), la desesperación que emanaba de Ritsuka era algo que, incluso un ser como él, podía reconocer.

"Vamos, chico", dijo Vash con una voz grave pero calmada. "No es momento para lamentaciones. La batalla está ganada, Goetia ha caído. Si sigues en este estado, todo lo que hemos logrado aquí será en vano."

Ritsuka levantó la mirada, los ojos llenos de frustración. "Pero... ¿qué pasa con ellos? ¿Con mis Servants? No puedo... no puedo hacer nada para salvarlos."

Mash, con el último vestigio de fuerza que le quedaba, sonrió débilmente. "Senpai... no estás solo. Nosotros... hemos hecho todo lo que podíamos..."

Vash observó la escena, un ligero suspiro escapó de sus labios. No era el tipo de ser que se involucraba demasiado en las cosas, pero había algo en la disposición de los demás Servants, su sacrificio, que lo tocaba de una manera que no esperaba. Al final, la batalla no solo había sido de poder, sino de voluntad. Y esa voluntad había sido puesta a prueba hasta el límite.

Sacó de su cinturón un pequeño fragmento de metal, brillante, casi como una joya. Era una de las armas que había forjado en su propio dominio, una reliquia vinculada a su linaje y poder. Sin decir una palabra más, se lo arrojó a Mash. La joven Shielder lo atrapó con dificultad, sus ojos sorprendidos al ver el objeto tan extraño, casi como si tuviera una conexión mágica con él.

"Cuando las cosas se pongan feas, cuando necesiten ayuda, invóquenme. Pero suerte con que el blanco shav no aparezca por error", dijo Vash, su tono algo decaido. "Pero esta es la última vez que intervengo en esta guerra. El destino de la humanidad es ahora solo de ustedes."ya se estaba cansando de esto, no le estaba llendo bien con limpiar los desastres humanos una y otra vez.

Ritsuka, con su cuerpo aún incapaz de moverse, solo pudo ver cómo Vash se alejó lentamente, su figura desapareciendo en el horizonte de la desolación del Templo del Tiempo. Mash observó la distancia con un atisbo de esperanza, aunque también sabiendo que la lucha de Chaldea no había terminado. Goetia había caído, sí, pero las Singularidades seguían existiendo, y con ellas, el futuro de la humanidad seguía siendo incierto.

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Meses Después

La situación en Chaldea no había mejorado. Aunque Goetia había sido derrotado, nuevas Singularidades seguían apareciendo por todo el mundo, y la amenaza de la extinción de la humanidad aún flotaba sobre ellos como una sombra. A pesar de los esfuerzos de los Masters, la cantidad de Singularidades era abrumadora, y las fuerzas de Chaldea parecían incapaces de enfrentarse a la magnitud de los problemas.

Ritsuka había quedado marcado por la derrota emocional en el Templo del Tiempo. No solo había presenciado la caída de sus Servants, sino que había sido incapaz de liderar con la fuerza necesaria para salvar a todos. En su mente, se repetían los momentos en que se había sentido como un cobarde, cuando se vio incapaz de salvar a aquellos a quienes había llegado a considerar sus amigos.

Con las fuerzas de Chaldea disminuyendo, y sin muchos recursos a su disposición, el Dr. Roman y Da Vinci se reunieron en el laboratorio central de Chaldea. A pesar de la incertidumbre, Da Vinci nunca perdía la calma, siempre viendo un camino hacia adelante. Sus ojos se posaron sobre la pantalla holográfica, que mostraba los informes de las Singularidades actuales.

"Ritsuka", dijo Da Vinci, dirigiéndose al joven Master que acababa de llegar. "Sé que estás pasando por un momento difícil, pero necesitamos tu ayuda. Los problemas no cesan, y necesitamos invocar a ese extraño Servant... el que usaste en el Templo del Tiempo."

Ritsuka frunció el ceño, confundido. "¿Vash...? ¿Por qué... por qué me dices esto ahora?"

Da Vinci sonrió, aunque de una manera enigmática. "Lo que hizo en ese templo no fue solo una intervención. Esa arma... ese fragmento... lo que dejó atrás no era solo un regalo. Era un vínculo. Una llave. Y lo necesitamos ahora."

Ritsuka miró a la pantalla, el eco de la batalla pasada todavía resonando en su mente. Vash, el semi-dios de habilidades sobrehumanas. La última vez que lo vio, había dejado claro que no deseaba involucrarse más. Pero, si Chaldea necesitaba ayuda, y la situación era tan desesperada, ¿qué opción tenía?

Con determinación renovada, Ritsuka respiró hondo. "Si Da Vinci lo dice... invocaré a Vash."

"Entonces, hazlo. A veces, la respuesta no está en buscar en los lugares donde ya has estado. A veces, la respuesta está en lo inesperado", dijo Da Vinci, mientras manipulaba el terminal para activar el proceso de invocación.

Con un último respiro, Ritsuka cerró los ojos y pronunció las palabras que activaban la invocación. El aire se volvió tenso, y una extraña energía recorrió la sala.

El futuro de la humanidad dependía ahora de un nuevo aliado, uno que había sido más que una simple espada en la oscuridad. Y, tal vez, Vash era lo que Chaldea necesitaba para finalmente ganar esta guerra.

Las luces de la camara de Chaldea parpadearon ligeramente cuando la invocación finalizó. El aire, cargado de una energía mística, se despejó lentamente, revelando una figura imponente que surgió de la invocación: Vash, el semi-dios descendiente de Reinhard Heydrich. Su presencia era abrumadora, tanto en su porte como en el poder que emanaba, una figura con una atmósfera relajada pero inquietante, como si estuviera siempre a punto de desatar un poder que ninguno podría manejar.

Y no estaba del mejor humor.

Da Vinci, con su habitual curiosidad científica, observó a Vash con una fascinación que parecía ir más allá de su papel como analista de los Servants. Mientras los sistemas de invocación procesaban la llegada del nuevo Servant, Da Vinci lo escaneaba mentalmente, intentando captar cualquier dato relevante sobre él. Sin embargo, pronto se dio cuenta de algo extraño.

"¿Qué...?" murmuró para sí misma mientras analizaba la información proyectada ante ella. "No tiene una clase... ¿Y esa esencia...?"

Vash estaba allí, aparentemente impasible, con su habitual actitud relajada. Sus ojos, de un verde combinado con azul como las selvas antes de una tormenta, se fijaron en Da Vinci, pero no con el interés de quien se ve atrapado en el ojo del huracán. En cambio, mostró una leve sonrisa, como si estuviera completamente acostumbrado a la mirada curiosa de aquellos que no entendían su existencia.

"Entonces, ¿qué pasa?", preguntó Vash con un tono algo sarcástico, pero sin perder su calma. "¿Vas a quedarte mirándome todo el día, o me vas a decir qué quieres?"

Da Vinci, fascinada pero también sorprendida por la respuesta directa de Vash, dio un paso hacia él. No pudo evitar sentirse intrigada por su falta de una clase definida, un rasgo raro en los Servants invocados. A pesar de su aura de relajada indiferencia, había algo en Vash que desbordaba la normalidad. La esencia de su ser, como un remolino de antiguas leyendas y secretos, era casi... única.

"Debes ser algo... especial", murmuró Da Vinci, casi para sí misma. Su mente estaba abrumada por preguntas: ¿Quién era este Servant? ¿Cómo era posible que no tuviera una clase definida? ¿Qué lo hacía tan diferente de los otros héroes y seres mitológicos que ella había estudiado a lo largo de su vida?

Vash arqueó una ceja, claramente notando la fascinación que emanaba de Da Vinci. Pero, en lugar de responder a sus preguntas, él la ignoró completamente, su actitud relajada no cambiando ni un ápice. No tenía interés en las inquisitivas miradas ni en los intentos de la científica por sacarle una explicación sobre su origen. Como un demi-dios, Vash sabía que su historia era complicada, y no tenía intención de contarla tan fácilmente.

"Me aburres", dijo, lanzando una mirada despreocupada hacia Da Vinci. "Si quieres saber algo de mí, ya me lo preguntarás más tarde. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer."

Y, con ese simple comentario, Vash dio media vuelta y comenzó a caminar por el pasillo de Chaldea, su figura desapareciendo entre las paredes metálicas de la instalación.

La Sala de Análisis en Chaldea era el corazón neurálgico de todas las investigaciones que se realizaban sobre los Servants. Era un lugar frío, lleno de pantallas y paneles de datos, donde las mentes más brillantes de Chaldea se reunían para estudiar y clasificar a los Servants recién invocados. Sin embargo, en este momento, Leonardo da Vinci estaba sola, frente a la pantalla que mostraba los parámetros de un Servant recién invocado.

Era una vista impresionante, un conjunto de cifras y gráficos que parecían… imposibles. Da Vinci entrecerró los ojos, observando con incredulidad los datos que aparecían en la pantalla. Un pequeño destello de sorpresa cruzó su rostro, seguido de una sonrisa intrigante. Los datos eran mucho más que un simple conjunto de cifras.

Vash.

"Esto no puede ser... ¿Este Servant está... fuera de los parámetros comunes?" murmuró Da Vinci mientras se acercaba aún más a la pantalla, como si esperara que los números fueran un error.

### Parámetros de Vash (pantalla):

- Strength (STR): A

- Endurance (END): A++

- Agility (AGI): A

- Mana (MNA): A

- Luck (LUK): C

(es hijo de mephistofeles no se sorpendan si esta op)

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Da Vinci soltó una risa baja y casi nerviosa. Sabía que los Servants podían ser poderosos, pero lo que veía ahora estaba más allá de cualquier expectativa. En particular, la resistencia (A++) y la fuerza (A) de Vash sobresalían enormemente. No solo eso, su agilidad y mana también eran de un nivel increíblemente alto, especialmente para un Servant cuyo linaje parecía tan confuso y poco convencional.

"No... no puede ser, ¿es esto posible?" Da Vinci se apartó un paso de la pantalla, contemplando lo que estaba viendo. Su mente brillaba con una curiosidad insaciable, la misma que la había impulsado a grandes descubrimientos durante toda su vida. Este Servant, Vash, no solo tenía unos parámetros sobresalientes, sino que también carecía de una clase definida, lo que lo hacía aún más fascinante. ¿Cómo podía un Servant con esos atributos no encajar en ninguna de las clases existentes?

Con rapidez, Da Vinci comenzó a revisar el resto de los datos disponibles, y pronto se encontró con un nuevo gráfico, uno que mostraba las habilidades de Vash. Sus ojos se abrieron aún más.

### Habilidades de Vash:

- "Descendiente de Reinhard" (A)

- "Herencia de Deimos" (A)

- "Navegante del Destino" (C)

- "Líder de Valhalla" (B+)

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"Esto... esto es una locura," dijo, completamente sorprendida. "Herencia de Deimos". Esa habilidad, en particular, llamó su atención. La idea de que la ira de su linaje se manifestara en forma de un poder que aumentaba su fuerza en momentos críticos era intrigante, pero también muy peligrosa. ¿Cómo era posible que una persona tan volátil pudiera tener tanta fuerza?

Da Vinci frunció el ceño por un momento, mirando los números de "Luck" y "Navegante del Destino". Su suerte era baja, lo cual era inusual para un Servant tan potente. En muchos casos, Servants con atributos tan altos solían tener suerte de nivel B o A... Pero el hecho de que Vash tuviera C en suerte le daba un aire impredecible. Un Servant extremadamente poderoso, pero con una suerte incierta. La mezcla perfecta de caos y potencial.

"¡Este hombre no tiene clase! No encaja en nada de lo que conocemos... es como si fuera una anomalía, una excepción a las reglas del sistema de invocación. Un Servant que desafía toda lógica. Y sus Noble Phantasms..." Da Vinci miró los detalles de cada uno, observando las descripciones. Ritsuka ya se había ido cuando vash cruzo la puerta y regresó a su habitación.

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### Noble Phantasms de Vash:

1. "Lanza de Deimos" (Reliquia Sagrada) - EX 

 La descripción de este Noble Phantasm la dejó sin palabras. Una lanza capaz de destruir ejércitos enteros con facilidad. El poder de Deimos, el dios del miedo, corriendo a través de la lanza.

2. "Batallón de Valhalla" - A++ 

 Una invocación de guerreros divinos caídos de la SS, todos con habilidades que podrían rivalizar con los Servants de categoria media. Un ejército de guerreros que respondían a su llamada. La capacidad de invocar a Valhalla era una habilidad temible y perfecta contra tropas sobre todo si estas eran de otra raza ecnica.

3. "Ave de Hermes" - EX 

 Este Noble Phantasm era, sin duda, el más impresionante de todos. La invocación de una quimera monumental, capaz de destruir montañas y alterar el espacio. Da Vinci casi pudo ver la imagen de esa bestia colosal a través de la descripción. Un poder destructivo que alteraba la realidad misma. ¿Qué tipo de Servant era este?

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"Una lanza sagrada, un batallón de guerreros nazis y un ave mitológica que destroza montañas... Su poder es... ¡su poder es absolutamente descomunal! Y eso sin mencionar la forma en que manipula el destino..." Da Vinci apretó los puños, su mente girando. "¿Quién... quién es realmente este Servant?"

De repente, la puerta de la sala se abrió suavemente, y un sonido de pasos resonó en el pasillo. Da Vinci, sin despegar los ojos de la pantalla, murmuró:

"¿Cómo puede alguien tan… enigmático existir? ¿Y qué significa para Chaldea? No es un Servant común, eso está claro..."

En ese momento, se giró, y vio a Ritsuka Fujimaru (Gudao) entrar con una expresión de cansancio en su rostro, como si hubiera estado en una serie de batallas sin descanso. Sin embargo, el joven se detuvo en seco al ver la expresión de Da Vinci, algo que rara vez se veía en ella: una mezcla de asombro y fascinación.

"¿Da Vinci? ¿Qué pasa?" preguntó Ritsuka, con una mirada algo confundida.

Da Vinci se giró hacia él con una sonrisa ladeada, su tono lleno de una mezcla de entusiasmo y asombro. "Ritsuka, *ese Servant*... es más que lo que parece. Vash es una anomalía. Tiene poderes que desafían todo lo que sabemos sobre la invocación de Servants. No encaja en ninguna de las clases conocidas. Y sus parámetros... son simplemente... impresionantes."

"¿Vash?" Ritsuka frunció el ceño, sin saber a qué se refería exactamente. "¿El nuevo Servant?"

"Exactamente," Da Vinci asintió. "Y me parece que Chaldea acaba de recibir a alguien que podría alterar por completo el curso de nuestra lucha. Pero... también podría ser impredecible. Si podemos manejar su poder... tendríamos una ventaja considerable."

Ritsuka observó la pantalla, ahora consciente de la magnitud del poder que estaba viendo. La figura de Vash, aunque distante y tranquila, comenzaba a tomar una nueva dimensión en su mente. Este no era solo otro Servant más. Este era un semi-dios (hadou) con un potencial que podría tanto salvar como destruir a todos si no se manejaba correctamente.

Da Vinci sonrió con algo de malicia. "Este Servant no solo cambiará el curso de la guerra. Creo que podría cambiar incluso a Chaldea."

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Mientras Vash recorría los pasillos de Chaldea, su paso tranquilo y algo arrogante lo llevó a cruzarse con varios Servants que se encontraban en su camino. Aquiles, el héroe de la guerra de Troya, y Atalanta, la cazadora, lo observaron al pasar. A pesar de ser conocidos por su rapidez y habilidades excepcionales, no pudieron evitar notar la presencia imponente de Vash, incluso si él no parecía hacer mucho al respecto.

"¿Quién será ese...?", murmuró Aquiles, viendo cómo la figura de Vash desaparecía por el pasillo. "¿Un Servant nuevo?"

Atalanta, siempre más reservada, asintió con un gesto de duda, pero sus ojos seguían la figura de Vash con atención. "No es como los demás... hay algo en él que no encaja con lo que conocemos."

Vash no prestó atención a sus comentarios. Su única preocupación era llegar a su destino. No tenía tiempo para presentarse o involucrarse en chismes. Sabía que Chaldea, con sus múltiples Servants y miembros, estaría llena de curiosos que intentarían saber más de él, pero eso no era asunto suyo. Sin embargo, la mirada inquisitiva de Atalanta no le pasó desapercibida. Aquel que no tenía clase, aquel que era hijo de Reinhard Heydrich, aquel que se consideraba un (falso repuesto)... no era alguien que se dejara encasillar tan fácilmente. Y no pensaba darles la satisfacción de obtener respuestas rápidas.

Finalmente, Vash llegó a una habitación. No fue asignada a él ni por Chaldea ni por nadie más. Simplemente, eligió un espacio vacío que le resultaba adecuado, y con un pequeño gesto, dejó ver una insignia en su capa: un escudo con las iniciales "H.D." grabadas en él, la insignia de la Casa Heydrich, un emblema que representaba a una de las familias más antiguas y poderosas de Europa, de la cual él era descendiente (bastardo).

Con calma, Vash empujó la puerta y entró en la habitación. Cerró la puerta detrás de él con un suave golpe. Esta sería su "base", por decirlo de alguna manera, en Chaldea. No pensaba pedir permiso a nadie para quedarse aquí. Lo había reclamado por derecho.

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La noticia sobre el nuevo Servant comenzó a esparcirse rápidamente por Chaldea. Al principio, los miembros de la organización pensaron que era una simple invocación más, una adición a las filas de los héroes. Pero cuando comenzaron a enterarse de la ausencia de una clase en este Servant y de su origen casi mitológico, las cosas tomaron un giro mucho más intrigante.

Se corrió el rumor de que Vash no era un Servant común, sino un ser cuya existencia no seguía las reglas de la invocación de héroes. Un semi-dios, un hijo de Reinhard Heydrich, el líder de los nazis que había sido un personaje controvertido en la historia. Aquello ya era más que suficiente para hacer que varios Servants, algunos incluso antiguos y con grandes egos, se sintieran curiosos o inquietos.

Pero Atalanta y Aquiles ya sabían que Vash no sería un Servant fácil de tratar. Aunque su actitud relajada lo hacía parecer como alguien sin pretensiones, sus acciones indicaban todo lo contrario. Este no era un Servant cualquiera, y su relación con Chaldea sería, sin duda, muy diferente a la de los demás.

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En su habitación, Vash se dejó caer en una silla, lanzando un vistazo a la insignia que llevaba en su pecho. La Casa Heydrich. Un vínculo que lo ataba a una historia compleja, pero que también le otorgaba el derecho de estar aquí. No importaba qué pensaran los demás. Si Chaldea lo había invocado, era porque lo necesitaban.

Y él, por supuesto, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario… pero solo si eso le convenía.

Los días en Chaldea transcurrían con la misma rutina. Las singularidades y sus constantes amenazas seguían siendo la principal preocupación, pero mientras tanto, había pequeñas distracciones que mantenían a los miembros de la organización ocupados y, a veces, un poco más tranquilos.

Vash no era una presencia común en la base. Si bien su poder era extraordinario y su potencial de combate inigualable, su actitud relajada lo mantenía alejado de los entrenamientos rigurosos o de cualquier evento importante que requiriera de su intervención directa. En lugar de eso, optaba por pasar el tiempo en lugares menos concurridos y más tranquilos, donde pudiera relajarse y, por qué no, disfrutar de algo tan mundano como la comida.

Y fue así como, de alguna manera, terminó en la cafetería de Chaldea, sin hacer mucho alboroto, pero con una presencia que rápidamente atrajo la atención de quienes se encontraban allí. Emiya Shirou (archer), Boudica, Tamamo Cat y Vash habían terminado compartiendo una sesión en la cocina, preparando una comida para los demás. Vash, siempre con su estilo relajado, había sorprendido a todos al sugerir que se hiciera cargo de la comida. Aunque al principio Emiya se mostró escéptico, rápidamente se dio cuenta de que Vash no era solo una molestia… sino también un chef sorprendente.

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La Cocina de Chaldea era un caos organizado, un lugar donde los aromas de diversas culturas se mezclaban a diario. Sin embargo, ese día algo era diferente.

Emiya cruzó los brazos, mirando con escepticismo mientras Vash comenzaba a manipular los ingredientes con una destreza que solo alguien con experiencia podría poseer. Boudica, por su parte, observaba en silencio desde un rincón de la cocina, sus ojos siguiendo cada movimiento de Vash como si estuviera viendo algo que solo ella reconocía. Tamamo Cat, siempre alegre y juguetona, fue la primera en romper el silencio.

"¡Wauff! ¡Déjenlo cocinar! ¡Si se le da tan bien destruir, seguro que también puede hacer magia en la cocina!"

Tamamo levantó las manos o lo que eran sus manos y soltó una carcajada, apoyándose en el banco de la cocina. Sabía que el ambiente podía ser tenso, pero también disfrutaba de la idea de ver cómo demostraba sus habilidades de una manera completamente diferente.

"No me convencen esos ojos tan tranquilos..."Emiya observó a Vash con desconfianza. A pesar de su habilidad en combate y su impresionante poder, Emiya aún no estaba completamente seguro de que alguien como él mereciera estar tan cerca de los demás, especialmente en un lugar tan vulnerable como la cocina. "Nunca me ha gustado que los extraños se metan en la cocina... Hay algo extraño en todo esto." 

Vash, sin embargo, parecía completamente ajeno a la tensión que se generaba a su alrededor. Con calma y precisión, comenzó a preparar los ingredientes. Tomó una olla grande y comenzó a calentar el aceite, mientras con su mirada relajada y sus manos seguras, manejaba el cuchillo con una destreza que sorprendió a todos.

Pero fue cuando comenzó a preparar un platillo que nadie esperaba que las cosas realmente cambiaran: Jambalaya.

La Jambalaya, un plato tradicional de Louisiana, era algo que Vash había aprendido a hacer en sus años de viaje por el mundo junto a five y Howard. Aunque su origen era de los Estados Unidos, la combinación de arroz, mariscos, carne y especias le gustaba particularmente. Vash la consideraba una de las pocas comidas que realmente podían hacerle sentir algo más allá de la paz absoluta. La Jambalaya de Vash tenía un toque único, una mezcla entre la tradición alemana de su familia y el estilo creole de los Estados Unidos.

El ambiente en la cocina cambió. Los ingredientes comenzaron a mezclarse, y los olores especiados comenzaron a llenar el aire. Emiya se acercó, sus ojos entrecerrados mientras observaba cómo Vash seguía cocinando con una precisión casi mística.

"Espera, ¿eso es... Jambalaya? ¿De verdad sabes hacer eso?"

Vash levantó la vista por un momento, una ligera sonrisa jugando en su rostro."¿Tienes alguna objeción? Es uno de mis platillos favoritos, pero si prefieres algo más... puedo improvisar."

Emiya frunció el ceño, aún no completamente convencido, pero antes de que pudiera decir algo, Boudica dio un paso adelante, los ojos ligeramente húmedos.

"Eso... huele... como algo de mi hogar..."*Sus palabras fueron suaves y llenas de nostalgia. No parecía estar hablando con Vash directamente, sino más bien consigo misma. La fuerza y el respeto que emanaban de la Reina Boudica se diluían por un momento, como si el plato de comida la conectara con un pasado que había dejado atrás. 

Vash, al notar la reacción de Boudica, dejó de mezclar los ingredientes por un momento y la observó, pero no dijo nada. Boudica, rápidamente, se dio la vuelta y comenzó a limpiarse una lágrima que había caído, evitando la mirada de todos. En ese instante, Vash se dio cuenta de que el comer era mucho más que simplemente satisfacer el hambre. Podía tratar de otra incongruencia de su presencia hacia la reina.Tal Vez una variante llego aquí antes. Pero no dijo una palabra al respecto. Solo siguió cocinando en silencio.

Tamamo Cat, al ver la atmósfera que comenzaba a formarse, saltó por encima de la mesa con una actitud juguetona."¡Vaya, vaya! ¡Esto está tomando un giro interesante! ¡Déjenlo, déjenlo, chicos! ¡Es hora de probar!"* 

Ella agitó sus colas como un látigo, saltando por encima de los ingredientes, y sin más, hizo lo que mejor hacía hacer el ambiente un poco más liviano.

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Finalmente, después de algunos minutos más, el Jambalaya estuvo listo. Vash sirvió el plato cuidadosamente en un par de tazones. El aroma que invadió la cocina era increíble: un sabor a especias suaves, carne tierna y un toque de marisco. Al colocar el plato frente a Emiya, Boudica y Tamamo Cat, Vash sonrió.

"Prueben esto. No soy un chef profesional, pero sé lo que me gusta."

Los tres lo miraron por un momento antes de probar el platillo. Emiya fue el primero en dar un bocado. Sus ojos se agrandaron por un momento.

"Esto... esto está realmente bien hecho..."

Luego, Tamamo Cat, que ya había probado un poco, levantó su cola con entusiasmo."¡Wauff! ¡Esto es... increíble!"

Boudica, que aún parecía pensativa, finalmente probó un poco. Sus ojos brillaron levemente antes de que soltara un suspiro. Aunque no dijo nada, se sintió un poco más ligera, como si la comida de Vash le hubiera traído algo de consuelo.

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Emiya, finalmente, no pudo más que asentir, su rostro suavizándose. "Está bien, Vash. Te concedo esto. Puedes quedarte para ayudar con la cocina."

Vash simplemente sonrió de nuevo, sin decir más. Mientras tanto, Boudica siguió mirando en silencio, algo distraída, pero sus ojos, aunque no decían mucho, mostraban una aceptación que no había estado allí antes.

Era una mañana tranquila en Chaldea, una de esas raras mañanas en las que el caos de las singularidades parecía estar en pausa por un breve momento. Vash, como siempre, estaba en la cocina, con las manos ocupadas en la preparación de otro platillo, el aroma de una Jambalaya recién hecha llenando el aire. Estaba completamente relajado, disfrutando del proceso y del ambiente familiar que se había formado en la cocina. No era un guerrero en ese momento, solo un hombre que encontraba placer en una de las formas más sencillas de la vida: la comida.

Sin embargo, su tranquilidad estaba por verse interrumpida de una forma muy... peculiar.

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Altria Alter entró en la cocina con una bandeja de alimentos exquisitamente preparados. Su expresión estaba tan seria como siempre, pero hoy había algo diferente en su mirada una ligera chispa de determinación. Llevaba una gran bandeja cuidadosamente dispuestos, pero ninguno de ellos parecía haber sido preparado por ella misma.

"Vash,"* su voz grave resonó en el aire, *"he preparado algunos platillos, pero quiero que los pruebes y me des tu opinión."*

Vash, que estaba en medio de cortar algunos ingredientes, levantó una ceja al escucharla. Él no era un chef convencional, pero había aprendido que, en Chaldea, todos parecían tener sus propios gustos y enfoques hacia la comida. Altria Alter, con su actitud solemne, no parecía ser una persona que disfrutara de la cocina de manera tradicional.

Vash no dijo nada, solo se acercó y tomó una pequeña porción de uno de los platillos que Altria Alter había traído. Probó el bocado, evaluando su sabor con un leve movimiento de la cabeza.

"No está mal, aunque el sazón... podría mejorar. Si me dejas, puedo ajustar algunas cosas."

Altria Alter no dijo una palabra, pero en un parpadeo, y para sorpresa de Vash, la tomó del cuello con una rapidez sorprendente, levantándolo ligeramente del suelo, como si fuera un muñeco de trapo. Vash, lejos de asustarse, simplemente la miró con curiosidad, aunque no pudo evitar una ligera sonrisa irónica. Parecía que algo realmente interesante estaba a punto de suceder.

Sin decir más, Altria Alter lo arrastró hasta la Mesa Redonda (lugar en la cafeteria), donde ya se encontraban reunidas todas las Artorias de diferentes clases, sentadas alrededor de la mesa, observando la escena con expresiones que variaban desde la sorpresa hasta la curiosidad.

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Artoria Pendragon (Lancer) observó con una mirada intrigada, mientras Artoria Pendragon (lily) sonreía levemente. Artoria Alter se sentó con serenidad al frente de la mesa, sin soltar a Vash, y lo colocó en una silla. Luego, alzando la voz, hizo una declaración inesperada:

"He encontrado un chef. Y no uno cualquiera. Este es Vash, y lo he traído para que cocine para todas nosotras. Ya no necesitamos secuestrar a Emiya para que nos prepare nuestra comida."

Las Artorias se miraron entre sí, claramente desconcertadas por la repentina aparición de Vash, pero también había algo de intriga en sus ojos. Mordred, que estaba sentada en una esquina de la mesa, frunció el ceño con una expresión escéptica.

"¿Chef? ¿Otro más? ¿Qué te hace pensar que este tipo es mejor que el idiota de Emiya? No le veo cara de cocinero..."

Vash, completamente relajado, se inclinó ligeramente hacia adelante, sin mostrar signo alguno de incomodidad. Su voz sonó tranquila y con un toque de diversión.

"No soy un chef, pero sé lo que me gusta... y lo que no me gusta."

Altria Alter lo miró fijamente, y sin mediar más palabra, les hizo una señal a las demás Artorias para que probaran la comida que Vash había preparado, una nueva Jambalaya con un toque más alemán, con un sazón distinto al de la versión original. Era un platillo que reflejaba tanto la herencia de Vash como su habilidad para adaptarse a diferentes estilos de cocina.

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Las Artorias comenzaron a probar el platillo en un silencio expectante. Artoria Pendragon (Alter) tomó un bocado y, en cuanto el sabor entró en su boca, sus ojos se iluminaron levemente. Era un sabor tan complejo, tan inesperadamente bueno, que incluso ella, conocida por su naturaleza seria, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

"Este... es excelente."

 

Artoria Pendragon (Lancer) asintió rápidamente, su expresión solemne suavizándose.

"Puedo ver que hay algo especial en tu cocina. Es... como si tu sabor estuviera imbuido de algo más allá de la comida misma."

Mordred, que al principio había sido escéptica, probó la Jambalaya a regañadientes. Después de unos segundos de silencio, sus ojos se abrieron de par en par. "¿Qué demonios? Esto es... delicioso." Mordred no era alguien que diera su aprobación fácilmente, pero parecía haber encontrado algo que realmente disfrutaba.

Artoria Pendragon (Caster), por su parte, observó en silencio. Había algo fascinante en la forma en que Vash parecía tomar el control de la cocina sin ningún esfuerzo aparente. "Impresionante..." murmuró, sin despegar la mirada de su plato.

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Con todos satisfechos con el platillo, Altria Alter, con una expresión seria pero complacida, se levantó de su asiento. "He tomado una decisión. Vash será ahora nuestro chef personal, y su cocina será nuestra exclusividad."

Las demás Artorias se miraron entre sí, como si estuvieran de acuerdo en la votación tácita que había tenido lugar. Mordred, aunque aún desconfiada, no dijo nada más. Parecía que Vash había ganado la batalla de la cocina, y Emiya ya no sería el único chef que serviría a la familia de las Artorias.

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Mientras tanto, en el taller de Da Vinci, las cosas tomaban un giro aún más extraño.

Da Vinci estaba en su escritorio, rodeada de pilas de información sobre Vash. Había pasado días recopilando todo lo que podía, buscando cualquier pista que pudiera explicar los misterios que rodeaban a este Servant tan inusual. Cada fragmento de información la llevaba a más preguntas que respuestas. No podía comprender cómo alguien con tan pocos registros y un origen tan difuso había llegado a ser tan poderoso. La idea de no poder controlar completamente a Vash la estaba volviendo loca.

Finalmente, Da Vinci tomó una decisión. Si no podía obtener información de manera tradicional, recurriría a métodos más... *intrusivos*.

Con un suspiro de resignación, colocó una pequeña cámara espía en la habitación de Vash. No quería parecer paranoica, pero su mente científica necesitaba respuestas, y si no podía obtenerlas de manera directa, entonces lo haría de manera indirecta."Voy a averiguar todo sobre ti, Vash... Cueste lo que cueste."

La vida de Vash en Chaldea había tomado un giro inesperado. Después de su descubrimiento como el chef oficial de las Artorias, pasó la mayoría de sus días en la cocina, perfeccionando platillos que asombraban incluso a los héroes más poderosos de la base. Aunque su habilidad para cocinar era ampliamente reconocida, prefería mantenerse alejado de los entrenamientos y las confrontaciones. Se consideraba un hombre tranquilo, alguien que solo quería disfrutar de su tiempo en paz. Y por lo general, esa paz era fácil de encontrar. Después de todo, la cocina era su refugio, un lugar donde no había batallas ni tensiones.

Pero esa tarde, Vash se encontró con algo que no esperaba un encuentro con Jeanne Alter.

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Era un día común en Chaldea. Las actividades seguían su curso habitual y, como era de esperar, Vash estaba en la cocina, probando una nueva receta que había querido experimentar para las Artorias. Sin embargo, al salir por un momento para buscar ingredientes, se encontró con una escena bastante peculiar cerca de los pasillos.

Ritsuka Fujimaru (el maestro) estaba siendo acosado por Jeanne Alter, quien lo rodeaba mientras soltaba bromas juguetonas sobre temas como el afecto. Ritsuka, que en ese momento no parecía tener mucho control sobre la situación, se veía avergonzado y algo incómodo. Jeanne, con su mirada desafiante y una sonrisa traviesa, parecía disfrutar de cada segundo mientras jugaba con los nervios de su maestro.

"Vamos, maestro... ¿de verdad vas a seguir fingiendo que no te importa? ¿No has pensado en alguna vez ser un poquito más directo? Quizás una pequeña confesión aquí y allá... ¿qué opinas?"

"¡Jeanne, no empieces otra vez! ¡No estoy interesado de esa manera!"

"¿Seguro? Porque en ese caso, me parece que hay algo que no me estás contando. ¡Lo noto en tus ojos!"

"¡Te lo juro, no es eso!"

Vash, que pasaba por el pasillo en ese momento, observó la escena con algo de curiosidad. Jeanne Alter siempre había tenido una personalidad impredecible, pero nunca había visto a Ritsuka tan incómodo por sus bromas. Aunque se sentía un poco fuera de lugar, no pudo evitar sonreír con diversión.

Justo cuando Jeanne Alter estaba a punto de hacer otra de sus observaciones burlescas, levantó la vista y vio a Vash caminando tranquilamente por el pasillo.

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Jeanne Alter dejó de molestar a Ritsuka en un instante. Su mirada cambió a algo más intenso, como si algo le hubiera llamado la atención. En lugar de seguir con su acoso juguetón hacia el maestro, Jeanne dirigió sus pasos hacia Vash, como si estuviera buscando algo en él.

Ritsuka, al ver que la situación parecía cambiar, se aprovechó del momento para retirarse discretamente, aunque aún visiblemente avergonzado. Vash, por su parte, apenas notó la desaparición del maestro, ya que Jeanne Alter se acercaba rápidamente a él.

Vash, sin mucha sorpresa, levantó una ceja al notar que Jalter lo seguía. Ella nunca había sido alguien fácil de leer, pero su actitud de desafío y rebelión era algo que Vash entendía bastante bien.

"Así que tú eres el nuevo "perro" de las Artorias, ¿eh? Qué interesante... no pensé que alguien como tú fuera capaz de cocinar una mierda."

Vash no dijo nada de inmediato. Miró a Jeanne con una ligera sonrisa, manteniendo su postura relajada.

"No soy un chef profesional, pero parece que me ha tocado ese rol por ahora. ¿Te gustaría probar algo?"

Jalter lo observó con desconfianza, pero no fue la comida lo que le interesaba. Estaba más intrigada por Vash mismo. Había algo en él que la atraía. Algo que no podía explicar del todo, y eso la ponía ligeramente nerviosa.

"¿Probar algo? ¿De qué estás hablando maldito idiota? No soy una niña para que me ofrezcas tu comida... pero he oído cosas sobre ti."

Vash la miró directamente a los ojos, su expresión imperturbable. Era obvio que Jalter no era el tipo de persona que abría su corazón fácilmente, pero algo en su mirada mostraba que Vash captaba su atención.

Sin embargo, Jeanne no quería admitir que, de alguna forma, el presente Vash había descolocado su usual fachada arrogante.

"Te he estado observando desde hace un rato... y no sé por qué, pero me pareces interesante. Quizás deberíamos hablar un poco más, ¿no?"

En un movimiento rápido y preciso, Vash giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia un rincón alejado del pasillo, buscando un lugar tranquilo. Jalter sin perder su paso, lo siguió, decidida a averiguar más sobre él.

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Una vez llegaron a un rincón apartado, Jalter se acercó con una intensidad algo desconcertante, mirando a Vash con sus ojos dorados brillando con una mezcla de curiosidad y desafío.

"¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada maldito tonto? ¿Acaso estás tan aburrido que ahora te dedicas a huir de las chicas? Estoy segura de que puedo encontrar algo interesante sobre ti... no es tan difícil."

Vash, sin dejar que su expresión cambiara, de repente giró con una velocidad impresionante. En un par de segundos, Jeanne Alter se vio acorralada contra la pared, Vash sonriéndole de forma tranquila pero segura. La expresión en el rostro de Jeanne Alter cambió al instante. Aunque no había pánico, había algo en su mirada que no mostraba a menudo: inseguridad.

"¿Huir de las chicas? No es eso, solo que me parece que estás un poco perdida, Jeanne. No me hagas pensar que eres como todas las demás, ¿eh?"

Jalter no pudo evitar una ligera incomodidad al ver a Vash tan cerca de ella. Él, con su calma y sonrisa juguetona, parecía capaz de hacerle frente sin ningún problema. De alguna forma, le resultaba más... intimidante de lo que había anticipado.

"¡S-Suéltame maldito bastardo! No tienes derecho a acorralarme, ¿entiendes?"

Vash sonrió con calma y soltó una ligera carcajada."¿Por qué no tomas una pausa y dejas de hacer todo tan complicado? No estoy aquí para pelear, simplemente... pensé que podríamos pasar más tiempo juntos, Jalter."

Jalter, sorprendida por su respuesta, se tensó por un segundo. Ella, que siempre había sido la que controlaba las situaciones, se sintió algo fuera de lugar por un momento. Aunque de inmediato intentó esconder esa incomodidad, algo había cambiado en su actitud. La mirada que ahora le daba a Vash era una mezcla de frustración y... curiosidad.

"No estoy interesada en pasar tiempo contigo... No soy una tsundere ni nada de eso."

Pero, al igual que muchas veces antes, sus palabras no coincidían con sus acciones. A pesar de su rechazo inicial, no pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro cuando Vash se apartó de ella, dejándola con una sensación extraña. Aunque trató de mantener su actitud desafiante, sabía que en el fondo, algo en él le había llamado la atención.

"Bueno, ya sabes donde encontrarme si cambias de idea. No soy tan difícil de encontrar."

Con una ligera sonrisa, Vash se alejó, dejando a Jeanne Alter en el rincón con un poco más de confusión de la que había llegado.

Los días en Chaldea parecían seguir su curso habitual, pero Jeanne Alter no podía dejar de pensar en el extraño Servant conocido como Vash. Aunque al principio lo había visto como simplemente otro de los muchos héroes que cruzaban por los pasillos de la base, pronto se dio cuenta de que había algo único en él. No solo su habilidad en la cocina, que había sorprendido incluso a las Artorias, sino también su forma tranquila y confiada de ser. Algo en él la atraía, aunque se negaba a admitirlo.

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Al principio, Jeanne lo seguía en su forma habitual, tratando de parecer indiferente, burlona, algo distante. Pero pronto, esos gestos de molestia y provocaciones comenzaban a perder fuerza. Vash, con su actitud relajada y su disposición a no tomar las cosas demasiado en serio, comenzaba a ganarse la confianza de Jeanne, aunque ella misma no entendiera del todo por qué.

Poco a poco, las interacciones con él se hicieron más frecuentes, y Jeanne, aunque no lo admitiera abiertamente, se sentía cómoda con su presencia. Algo en su manera de hablar, en la forma en que le sonreía y en su actitud tan relajada, hacía que ella bajara las barreras que tan a menudo levantaba para protegerse.

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Un día, después de una larga jornada de entrenamientos y actividades en Chaldea, Jeanne Alter decidió seguir a Vash de una manera un tanto... directa. Al principio, pensó que simplemente sería otra de sus provocaciones, pero cuando vio que él no se apartaba ni la ignoraba, algo cambió. Vash no huyó, no la rechazó, ni siquiera mostró signos de molestia, sino que simplemente la aceptó como quien acepta a un viejo amigo.

Esa noche, después de una cena algo más tranquila, Jeanne Alter la invitó a su habitación de manera repentina, un acto que sorprendió a Vash pero que él no rechazó. La puerta se cerró suavemente detrás de ellos, y el ambiente que normalmente había sido tenso entre ellos ahora parecía más... cálido.

Jeanne, que normalmente nunca mostraba vulnerabilidad, cerró los ojos y dio un paso hacia él. El silencio entre los dos era casi palpable, pero había algo en la atmósfera que no podía ignorarse: una sensación de cercanía que nunca había experimentado con nadie.

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"No creas que esto es porque me guste estar cerca de ti, solo... no quiero estar sola hoy."

Vash la miró con una leve sonrisa. No dijo nada en respuesta, solo se acercó lentamente y la envolvió en sus brazos. En ese momento, no había necesidad de palabras. Jeanne Alter, con su orgullo casi inmenso, no lo rechazó. Al contrario, algo dentro de ella cedió. Cerró los ojos y, con un suspiro, se permitió descansar en sus brazos.

El abrazo fue breve pero reconfortante. No hubo palabras entre ellos, solo una quietud profunda, como si ambos supieran que no necesitaban más. En un mundo lleno de luchas y sufrimiento, ese momento de calma era más que suficiente. Vash se quedó a su lado hasta que ambos cayeron en un sueño tranquilo.

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Pero esa noche, mientras Jeanne Alter estaba entre sueños, un pensamiento comenzó a rondar su mente, un pensamiento que no podía evitar hacerse más fuerte. A la mañana siguiente, cuando despertó, se dio cuenta de que Vash aún estaba a su lado, abrazándola sin ningún signo de molestia, sin ninguna expectativa.

Jeanne sintió un extraño calor en su pecho, algo que no había sentido en años. Recordó su vida, su leyenda, su muerte... y por un momento, las emociones que había estado reprimiendo salieron a la superficie.

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Vash, al ver que Jeanne no se movía, decidió hacerle una pregunta que había estado rondando en su mente. Algo sobre la mujer en sus brazos lo había inquietado, algo más profundo que simplemente una conexión superficial.

"Jalter... ¿No tienes un apego hacia Ritsuka? No sé si me equivoco, pero parecía que tú... bueno, te acercabas mucho a él."

Jeanne Alter negó con la cabeza casi instantáneamente, como si la idea de tener ese tipo de sentimientos fuera algo que ella jamás aceptaría.

"Ritsuka nunca podría compararse contigo, Vash. No es... que no lo aprecie, es solo que..."* Su voz se volvió suave y casi inaudible, como si estuviera confesando algo muy personal. *"Nunca lo vi como... alguien con quien compartir algo más allá de lo que ya hemos pasado. Él nunca entendería lo que he vivido, lo que soy."

Vash asintió, sintiendo que en su tono había algo más. Jealter no era alguien que confiara fácilmente, pero las palabras que acababa de decirle parecían más sinceras de lo que ella misma esperaba. La conversación se desvaneció en silencio, y ambos se quedaron abrazados, el uno al otro,compartiendo un beso hasta quedarse profundamente dormidos.

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Al despertar por la mañana, Jeanne Alter se sintió extrañamente tranquila. El calor de Vash, su presencia constante, parecía haber roto las barreras que tanto se había esforzado por levantar a lo largo de su vida. Mientras él dormía junto a ella, Jeanne sintió por primera vez que no estaba sola. El abrazo que había recibido la noche anterior, ese gesto tan sencillo pero lleno de significado, se había quedado grabado en su memoria.

Sin embargo, esa calma no duró mucho. La leyenda de Jeanne Alter estaba marcada por un final trágico: su vida, marcada por la traición, la venganza y la muerte. La sombra de su pasado seguía acechándola, y en lo más profundo de su ser, un dolor que no podía borrar seguía latente. No era solo la batalla o el hecho de haber sido rechazada en su vida anterior, sino el vacío emocional que nunca había sido llenado por nada ni nadie.

Jeanne Alter cerró los ojos por un momento, dejando que las lágrimas cayeran en silencio. No podía evitarlo; el peso de su historia la había marcado profundamente.

Vash, al despertar, notó que algo había cambiado en la atmósfera. Al mirarla, vio las lágrimas en sus ojos, y sin decir una palabra, la abrazó más fuerte. Sabía que Jeanne tenía un pasado complicado, uno lleno de sufrimiento, pero no le pidió explicaciones. Sabía que con el tiempo, ella misma se abriría si así lo quería.

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"No tienes que enfrentarte a todo esto sola, Jeanne."

Jeanne, aunque sorprendida por sus palabras, se permitió relajarse un poco más en sus brazos, sintiendo algo que no había sentido en mucho tiempo: seguridad. La conexión que había entre ellos parecía ser más que simple compañía. Tal vez era la compasión, o tal vez algo más profundo, pero Vash le ofreció lo que siempre le había faltado: un refugio, aunque solo fuera por un momento.

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Mientras tanto, desde su taller, Da Vinci había estado observando todo desde su cámara espía secreta. Al principio, se había sentido un poco culpable por la invasión de la privacidad, pero cuando vio lo que estaba sucediendo entre Vash y Jalter, su naturaleza científica no pudo evitar tomar nota. Escribió rápidamente todo lo que había visto en su cuaderno.

"Interesante... muy interesante."

Aunque sintió una ligera sonrisa en su rostro por la escena emocional, rápidamente se centró en los datos. Vash había dado un paso importante al conectar con Jeanne Alter, algo que no muchos Servants podrían lograr. Aunque Da Vinci se sonrojó un poco al ver esa intimidad, su interés científico superó cualquier otra emoción. Todo esto podría ser útil en el futuro.