Chereads / Chaldea Hentai tales / Chapter 4 - Nyatalanta

Chapter 4 - Nyatalanta

La mañana siguiente amaneció tranquila en Chaldea, pero el ambiente en la base estaba cargado de un aire denso. Mientras muchos de los residentes se encargaban de sus tareas diarias, las tensiones personales seguían gestándose en silencio. Vash, después de la inesperada confrontación con Da Vinci, se encontraba reflexionando en su habitación, aún procesando lo que había compartido con ella la noche anterior. Pero mientras su mente permanecía en conflicto, el ruido suave de unos pasos en el pasillo interrumpió su concentración.

Jalter había decidido que no dejaría a Vash solo. A pesar de las horas que había pasado abrazada a él, su ansiedad no se disipaba. Esa inquietud que había sentido la noche anterior seguía anclada en su pecho. No podía evitar sentirse celosa y territorial. Da Vinci... Esa mujer siempre tan segura de sí misma, tan persuasiva. ¿Qué había hecho allí para que Vash pasara tanto tiempo a su lado? Aunque él le asegurara que no había nada entre ellos, algo en la expresión de Da Vinci, esa sonrisa de triunfo que mostraba al salir de su habitación, la hizo dudar, se aseguro de limpiar la esencia de esa mujer de lo que era suyo. Ciertamente lo disfruto pero eso no la dejaba tranquila.

Así que Jalter decidió seguir a su instinto, aferrándose aún más a Vash mientras ambos caminaban por los pasillos. Había una mezcla de seguridad y vulnerabilidad en su comportamiento estaba a su lado, sí, pero también había algo en sus ojos que delataba su incomodidad, ese temor a perderlo o, incluso, a que alguien más pudiera acercarse demasiado a él.

Esa mañana, mientras Vash repasaba algunos documentos que le habían dejado, sintió una mirada fija sobre él. Volteó hacia la puerta y allí estaba, Jeanne d'Arc (Archer), la hermana mayor de Jalter. Aunque Jeanne se mantenía al margen de muchas de las interacciones cotidianas de los demás, su presencia imponente y su mirada afilada siempre lograban captar la atención de cualquiera. Su actitud calmada pero autoritaria hacía que no se le pudiera ignorar fácilmente.

"Vash," dijo Jeanne, con una expresión seria pero no del todo distante, "Necesito hablar contigo."

Vash levantó una ceja, sorprendiendo un poco. No era común que Jeanne se acercara directamente a él de esa manera. Aunque se conocían bien, había una especie de respeto tácito entre ambos que usualmente evitaba que las conversaciones se volvieran más personales. No obstante, la mirada decidida de Jeanne no dejaba lugar a evasivas.

"Claro," dijo Vash, dejando los papeles a un lado. "¿Qué sucede?"

Jeanne observó a Jalter, que se encontraba cerca de él, abrazándolo con un toque protectivo. El brillo de los ojos de Jalter era claro su hermana mayor estaba buscando respuestas.

"¿Puedo hablar a solas contigo por un momento?" preguntó Jeanne, mirando a Jalter con suavidad, pero con una insistencia contenida.

Jalter frunció el ceño, pero no se apartó de Vash. La tensión en el aire era palpable, y su mirada reflejaba una mezcla de celos y desconcierto. ¿Por qué ahora? ¿Qué quería Jeanne?

"No te preocupes, Jalter," dijo Vash suavemente, acariciando su cabello con un gesto tranquilizador. "Volveré enseguida."

Jalter asintió, aunque su mirada seguía fija en Jeanne, como si no estuviera segura de qué intenciones ocultas pudieran estar tras esa petición.

Una vez que Jalter se retiró a un rincón cercano, Jeanne se sentó en una silla frente a Vash, sin perder su postura erguida. En su rostro se notaba una calma que, de alguna manera, contrastaba con la presión que emanaba de la conversación. Había algo más en juego en todo esto.

"Vash," comenzó Jeanne con voz firme, pero en ningún momento hostil, "Sé que tu relación con Jalter es algo... importante para ella. Pero no puedo evitar notar que hay algo que no me cuadra."

Vash se inclinó hacia atrás, observando a Jeanne con una ligera confusión. "¿A qué te refieres?"

"Me refiero a cómo Jalter se comporta contigo," explicó Jeanne, mirando a su hermana de reojo mientras hablaba. "Siempre la he visto competitiva, posesiva... Pero nunca tan... protectora. Como si temiera que alguien pudiera arrebatarte algo que consideras tuyo."

Vash frunció el ceño, comprendiendo lentamente la dirección que tomaba la conversación. Jeanne había notado algo que él también había percibido, pero no había querido enfrentar directamente. El comportamiento de Jalter... Su celosía y la cercanía casi constante a él. ¿Era posible que se tratara de algo más profundo de lo que había pensado?

"Jalter tiene sus... inseguridades," comenzó Vash, aunque su tono se mostraba más pensativo que explicativo. "No es fácil para ella mostrar lo que siente."

Jeanne lo observó con una ligera sonrisa, casi como si entendiera algo que él no estaba dispuesto a admitir aún. "Eso lo sé, Vash. Pero también sé que hay algo más entre ustedes dos. Algo que va más allá de una simple amistad."

Vash suspiró, sintiendo una creciente incomodidad. No estaba seguro de estar listo para hablar de esos sentimientos con Jeanne, mucho menos con Jalter. Pero Jeanne no parecía tener intenciones de detenerse.

"Te lo pregunto directamente, Vash," dijo Jeanne con calma, pero con una mirada penetrante. "¿Qué sientes por mi hermana?"

Vash se quedó en silencio. Sabía que la respuesta no era sencilla, pero tampoco podía evadirla. Jalter era su amante, su compañera, pero los sentimientos entre ellos parecían ser algo que ni él mismo comprendía completamente. Lo que había comenzado como una amistad sólida había ido transformándose lentamente en algo más complejo, algo que parecía crecer con cada día que pasaba.

"Lo que siento..." comenzó, pero se interrumpió, sin encontrar las palabras adecuadas. ¿Era amor lo que sentía por Jalter? ¿Era simple afecto? El pensamiento lo confundía, y aún no estaba listo para enfrentar la complejidad de su relación con ella.

Jeanne asintió lentamente, comprendiendo la confusión que reflejaba Vash en su rostro. "No te obligaré a responderme ahora, pero lo que sí te pido es que seas honesto con ella, cuando llegue el momento. Porque Jalter merece saber la verdad, y tú también necesitas entender qué es lo que realmente sientes."

Vash la miró, con el peso de las palabras de Jeanne calando en su mente. Era el momento de enfrentar sus propios sentimientos, no solo para él, sino también para Jalter. Pero estaba claro que ese momento aún no había llegado.

Jeanne se levantó, dando por terminada la conversación. "Lo que sea que decidas, Vash, lo importante es que no sigas alargando este dilema. A Jalter le está costando mucho aceptarlo."

Vash asintió en silencio, mirando a Jeanne mientras ella se retiraba, dejando que el eco de sus palabras resonara en su mente.

Por fuera, todo seguía igual. La gente de Chaldea seguía con sus rutinas, y la vida continuaba sin mayores alteraciones. Pero dentro de Vash, las preguntas y emociones seguían agolpándose.

¿Qué sentía realmente por Jalter? Y más importante aún... ¿cómo debía enfrentar esos sentimientos sin romper la confianza que había entre ellos?

Al final del día, el dilema personal de Vash solo había comenzado, y las respuestas parecían más lejanas que nunca.

Los días en Chaldea parecían desmoronarse en una mezcla de tensiones no resueltas y emociones intensas. Mientras Vash lidiaba con su propio dilema sobre su relación con Jalter, ella, por su parte, no hacía más que acercarse a él. Su necesidad de estar cerca de él, de demostrarle su afecto de una manera casi obsesiva, se intensificaba cada día. No importaba si estaban en una misión o en la base, Jalter no dejaba de estar a su lado, buscándolo en cada rincón y buscando excusas para quedarse cerca de él. Cada vez que Vash se sentaba, ella se acurrucaba a su lado cada vez que se alejaba un poco, Jalter encontraba una razón para acercarse de nuevo.

Vash, aunque apreció la cercanía y sentía una conexión con ella, se encontraba al mismo tiempo abrumado. No sabía cómo manejar la intensidad de los sentimientos que Jalter parecía estar desarrollando. Sin embargo, con todo lo que sucedía, lo último que esperaba era ver a Mash Kyrielight tan afectada.

Mash, siempre tan fuerte y decidida, había comenzado a mostrar un lado de sí misma que Vash no había notado tan claramente: una vulnerabilidad que, aunque oculta bajo su habitual determinación, había comenzado a salir a la luz. Era por Ritsuka.

Mash había desarrollado sentimientos por Ritsuka, algo que había guardado en secreto durante mucho tiempo. Pero cuando finalmente intentó confesarse, las palabras que había preparado se quedaron atrapadas en su garganta, como si su corazón temiera el rechazo. Intentó hablar con Ritsuka en varias ocasiones, pero él nunca parecía estar en el lugar o el momento adecuado, siempre absorbido en su trabajo, las misiones, o simplemente demasiado ocupado con otras servants.

Un día, Mash se armó de valor. Había decidido que no podía seguir escondiendo lo que sentía. Encontró a Ritsuka en los pasillos de Chaldea, tan concentrado en una conversación con un grupo de colaboradores, que ni siquiera la notó. Sin pensarlo dos veces, se acercó a él, sintiendo la fuerza de su propio nerviosismo.

"Senpai, yo... necesito hablar contigo," dijo, pero en cuanto Ritsuka la miró, pareció distraído.

"Oh, Mash, claro. Ahora no puedo, estoy un poco ocupado. ¿Podemos hablar después?" Ritsuka apenas la miró antes de volverse hacia el grupo que lo rodeaba.

Mash se quedó en silencio, el corazón doliendo un poco. Esa era la tercera vez que intentaba hablarle de esa manera en el dia. Tres veces que él la había ignorado en el dia y ni contar las anteriores.

Sintiendo cómo sus emociones se desmoronaban, Mash intentó darle la vuelta a la situación, pero la tristeza se filtró rápidamente en su rostro. Comenzó a caminar por los pasillos, buscando algún lugar donde pudiera estar sola, pero sus pasos la llevaron por un camino inesperado.

En su prisa, Mash no vio que alguien venía en su dirección. Bam. En un instante, cayó al suelo con un suave golpe, el dolor en su muñeca recordándole que el choque había sido más fuerte de lo que pensaba.

"¡Oye! ¿Estás bien?" una voz familiar preguntó. Vash había sido el que la había golpeado accidentalmente, pero en cuanto la vio en el suelo, se apresuró a agacharse y ayudarla a levantarse.

Mash, sorprendida, miró a Vash mientras él la levantaba suavemente. Su amabilidad era siempre algo que la había tocado, pero ahora parecía más significativa que nunca. Sin decir una palabra más, Vash la guiñó un ojo.

"Estás bien, ¿verdad?" preguntó él, preocupado, mientras la ayudaba a estabilizarse.

Mash asintió, aunque no podía evitar sentirse un poco avergonzada por la caída. "Sí... solo fue un tropiezo. Gracias, Vash."

"Me alegra que estés bien." Vash le sonrió de forma cálida. "Vamos, ven conmigo. Te invito a algo para comer. Estás pálida, ¿seguro que estás bien?"

Mash, que no sabía si aceptarlo o no, no pudo resistirse a la bondad que Vash irradiaba. "Lo... lo agradecería mucho."

Vash sonrió, y sin pensarlo dos veces, la condujo a la cafetería. A medida que caminaban por los pasillos, Mash notó cómo Vash le hablaba con una tranquilidad que hacía que cualquier preocupación se disipara, aunque fuera solo un poco. El gesto era tan sencillo, tan desinteresado, que Mash se sintió agradecida, pero también confundida. ¿Era solo amabilidad de su parte o algo más?

Jeanne d'Arc (Archer), que casualmente había pasado cerca, observó desde lejos. Había visto todo Vash ayudando a Mash a levantarse, llevándola a la cafetería, y ese gesto tan genuino de amabilidad que Vash siempre tenía hacia los demás. Jeanne no pudo evitar sentirse intrigada. ¿Qué tan adecuado sería Vash para ser la pareja de su hermana Jalter? Su mirada seguía a los dos con cautela.

Decidió seguirlos discretamente, escondiéndose un poco tras una esquina, sin hacer ruido. Estaba claro que, aunque no lo admitiera abiertamente, había algo en su interior que no podía ignorar. Jeanne quería asegurarse de que Vash fuera el tipo de persona que podría hacer feliz a Jalter, y ahora, al observar cómo Vash trataba a Mash, Jeanne no podía dejar de preguntarse si, quizás, había algo más en ese chico de lo que ella pensaba.

En la cafetería, Vash se sentó junto a Mash y comenzó a prepararle un pequeño plato. Sabía que no estaba del todo bien, y aunque intentaba no presionarla demasiado, su actitud amable y preocupada dejó en claro que estaba allí para ella. Mash, aún triste por lo ocurrido con Ritsuka, se sintió un poco más aliviada en su compañía.

"Gracias, Vash," dijo Mash, mirando el plato con una ligera sonrisa, aunque sus ojos todavía reflejaban cierta melancolía.

"No hay de qué. Me gusta cocinar, y creo que esto te hará sentirte mejor," respondió él con una sonrisa genuina recordo los dias con five y Phillips. "A veces, la comida es lo único que puede arreglar un mal día."

Mash no sabía si lo decía en serio o si era solo una forma de consolarla, pero la amabilidad de Vash era reconfortante. "Tienes razón. Gracias por ser tan... amable conmigo."

Mientras tanto, Jeanne, desde su escondite, observaba cada gesto, cada palabra entre ellos. El trato de Vash hacia Mash era cálido, cercano, pero también sutilmente protector. Aunque en su mente, Jeanne estaba evaluando todo con escepticismo, una parte de ella no pudo evitar pensar que Vash podría ser el tipo de persona que su hermana Jalter necesitaba. Pero el tiempo diría si realmente sería el adecuado para ella.

Jeanne suspiró, guardando sus pensamientos para sí misma mientras continuaba observando. Por ahora, lo único que tenía claro era que no podía dejar que Jalter se acercara a alguien que no estuviera a su altura.

Al final, la comida que Vash preparó para Mash no solo fue un simple gesto de amabilidad, sino una puerta a nuevas posibilidades. Aunque Mash no lo sabía aún, ese día marcaría el inicio de un cambio profundo en ella, mientras sus sentimientos por Ritsuka comenzaban a dar paso a algo diferente.

Pero por el momento, con Vash a su lado, todo parecía un poco más claro.

pero en los pasillos del complejo se respiraba una tensión silenciosa. Jalter, como de costumbre, buscaba a Vash. Había algo en su interior que la hacía sentir inquieta cuando no estaba cerca de él. Aunque intentaba disimularlo, la creciente obsesión por su compañía la empujaba a estar siempre tras sus pasos, a veces de forma más notoria de lo que se daba cuenta.

En esa mañana, como muchas otras, Jalter entró al comedor-cafetería, sus ojos buscando al único rostro que podía calmar su ansiedad. Lo encontró, por supuesto, en su lugar habitual, rodeado de comida y una atmósfera cómoda, pero lo que no esperaba ver fue a Mash Kyrielight sentada junto a él, compartiendo un momento agradable.

El corazón de Jalter dio un pequeño brinco, y por un momento, un atisbo de celos se encendió en su pecho. Mash, con su mirada suave y reservada, estaba sentada allí, sonriendo mientras Vash le servía un plato de comida con una amabilidad que Jalter conocía bien. La atmósfera cálida entre los dos la hizo sentir incómoda.

Sin embargo, Jalter, al ser consciente de que la celosía solo la haría parecer más vulnerable, respiró profundo. Decidió calmarse. Sabía que no tenía razón para sentirse celosa. Mash siempre había sido una amiga confiable, y Vash no hacía más que mostrar su habitual amabilidad hacia todos. Era solo un simple gesto de cortesía. Nada más.

Cuando Vash la vio entrar, su rostro se iluminó con una sonrisa. "Jalter, ¡justo a tiempo! Estaba por ir a buscarte," dijo mientras levantaba una ceja juguetonamente. "¿Te gustaría comer algo?"

Jalter, aún con ese ligero nudo en el estómago, asintió y se acercó a ellos, tratando de parecer tranquila. "Sí, por favor," respondió con una sonrisa más controlada. "Pensé que no ibas a terminar de cocinar nunca."

Vash se rió mientras le servía un plato similar al que había hecho para Mash. "No es para tanto, solo estaba asegurándome de que todo quedara perfecto."

La tensión en el aire comenzó a disiparse a medida que Vash servía la comida con su toque habitual de amabilidad. Jalter se calmó, encontrando consuelo en la cercanía de él. No podía dejar que su mente divagara demasiado. Vash era suyo.

Por otro lado, desde el rincón de la cafetería, Jeanne d'Arc (Archer) observaba la escena. Había algo que no la dejaba tranquila, una sensación de incertidumbre sobre cómo se estaba desarrollando todo. Si bien su hermana parecía encontrar consuelo en Vash, Jeanne no estaba completamente convencida de que él fuera la persona adecuada para ella. No porque no confiara en Vash, sino porque no estaba segura de los sentimientos de él hacia Jalter. Además, la forma en que Vash trataba a Mash, con una atención igualmente cálida, la hacía preguntarse si sus sentimientos por Jalter eran realmente profundos o si solo era amabilidad.

Jeanne suspiró y se retiró discretamente de su posición, sin ser vista, y se dirigió a sus propios asuntos. Aún tenía dudas, y aunque Vash parecía ser una buena persona, ella sabía que su hermana merecía algo más que solo cortesía.

Mientras tanto, en el laboratorio de Da Vinci, la inventora caminaba de un lado a otro, evaluando una serie de dispositivos que estaba construyendo con su característico entusiasmo. El laboratorio estaba lleno de artilugios, maquinaria y herramientas de todo tipo, la mayoría de ellas creadas para propósitos que muchos consideraban imposibles. Da Vinci era una experta en la creación de inventos complejos, pero en ese momento, su mente estaba centrada en algo que la fascinaba aún más el misterio de la descendencia de los Servants.

¿Era posible que los Servants pudieran tener descendencia? Da Vinci se detenía a menudo a pensar en esa posibilidad, pero la pregunta se volvía más relevante ahora que su vientre comenzaba a sentirse cálido o solo era por toda la sustancia pegajosa que vash vertió ahi. Un extraño calor se estaba acumulando dentro de ella, una sensación que la hacía pensar en algo más que simplemente curiosidad. ¿Y si pudiera recrear un "Hadou"? Había estudiado la historia de esos seres enigmáticos, seres que no solo eran poderosos, sino profundamente ligados a la magia y al misterio.

Su mente ya estaba maquinando cómo podría conseguir más muestras de Vash para sus experimentos. Sabía que, para llevar a cabo algo tan complejo como la creación de un ser como el Hadou, necesitaría de muestras genéticas. Y Vash, siendo un ser especial, era el candidato perfecto.

El plan de Da Vinci empezó a tomar forma. Conseguir mas muestras de Vash sin que él sospechara demasiado podría ser complicado, pero no imposible. Sabía que, si lograba manipular un poco las circunstancias, podría obtener lo que necesitaba. Quizás unas muestras mas y sería suficiente. Todo lo que tenía que hacer era conseguir que Vash confiara en ella, y el resto sería sencillo.

"Si todo sale bien," murmuró Da Vinci mientras sonreía para sí misma, "podría lograr algo grandioso. Algo que nunca antes se había visto."

El pensamiento la emocionaba. La posibilidad de crear algo tan único como un Hadou —una criatura con la fusión de los poderes divinos y humanos— la llenaba de entusiasmo y expectativa. Pero sabía que debía proceder con cautela. Vash no podía enterarse de sus intenciones hasta que todo estuviera listo.

Mientras tanto, en la cafetería, la atmósfera seguía siendo relajada, aunque la sensación de celos seguía flotando en el aire. Jalter miraba a Vash, quien disfrutaba de la conversación con Mash, aunque a ella le molestaba un poco la idea de que él fuera tan amable con todo el mundo. ¿Por qué no podía ser solo para ella?

Mash, ajena a las inquietudes de Jalter, sonreía tímidamente mientras probaba la comida que Vash había preparado. El plato estaba delicioso, y aunque su corazón seguía un poco adolorido por la indiferencia de Ritsuka, sentía una pequeña chispa de consuelo en la amabilidad de Vash.

En un rincón distante del comedor, Jeanne continuaba observando desde la sombra, sin que nadie la notara. Era un espectador silencioso de los sentimientos que se desarrollaban entre ellos, y aunque no estaba completamente convencida, no podía evitar admirar a Vash. Pero, al mismo tiempo, algo dentro de ella le decía que Jalter merecía mucho más que un simple amigo amable.

Y así, mientras las relaciones y los sentimientos entre los habitantes de Chaldea seguían complicándose, un nuevo y misterioso objetivo se cocinaba en los laboratorios de Da Vinci. Algo grande estaba por venir, algo que podría cambiarlo todo.

Sin embargo, nadie, ni siquiera Vash, sabía que todo lo que había sucedido hasta ahora solo era la antesala de lo que estaba por desatarse.

La vida en Chaldea seguía su curso, con el ir y venir de misiones, investigaciones y entrenamientos. Sin embargo, algo en el aire había cambiado, una corriente de susurros que se había colado por los pasillos de la base. Los rumores acerca de la relación entre Vash y Jalter no tardaron en esparcirse entre los Servants. Nadie había visto nada explícito que confirmara un romance, pero las miradas, los gestos, y las actitudes de ambos hablaban por sí mismas.

Los más curiosos, los más chismosos, no tardaron en fijarse en los pequeños detalles que nadie más notaba. Entre ellos, Cu Chulainn (Caster), Ibaraki Douji, Lancelot, Koyanskaya y Elizabeth Báthory (Assassins) estaban especialmente atentos. Cu Chulainn y Ibaraki Douji, siempre divertidos por las interacciones humanas, estaban entre los primeros en reírse entre ellos al ver cómo Jalter se acercaba a Vash con una mezcla de afecto y celo. Lancelot, con su lealtad obsesiva y su sentido del honor distorsionado, veía en Vash a un rival potencial, aunque en silencio, y Koyanskaya y Elizabeth, siempre intrigadas por cualquier forma de drama, disfrutaban esparciendo rumores sin pronunciar una sola palabra sobre el asunto frente a Ritsuka.

Pero había una regla no escrita nadie mencionaba nada frente a Ritsuka. A pesar de que todos sabían que Ritsuka sentía algo por Jalter, las tensiones románticas no se mencionaban cuando él estaba cerca. Ritsuka no era ciego, y aunque sus sentimientos por Jalter eran evidentes para muchos, había algo que lo frenaba. Sabía que ella ya estaba cerca de alguien más, y la posibilidad de complicar las cosas solo lo hacía más reacio a actuar. Sentía que, tal vez, su afecto por ella no sería correspondido, o peor aún, que sus sentimientos podrían hacerle daño a ella y a los demás.

Por lo tanto, mientras Ritsuka estaba ocupado en sus propias tareas, los Servants continuaban con sus bromas y observaciones, sabiendo que no debían cruzar ciertas líneas, pero disfrutando del espectáculo que Jalter y Vash creaban inconscientemente.

Pero entre todos esos Servants, había uno que no se conformaba solo con observar. Morgan Leafy, un Berserker, siempre había tenido un enfoque más directo en todo lo que hacía. Morgan era una de esas personas que se quedaban en las sombras esperando a que las cosas pasaran por sí solas pero ella era más de actuar, de mover las piezas por sí misma.

Lo que la intrigaba no era simplemente el hecho de que Vash y Jalter parecieran estar cada vez más cerca. No. Lo que realmente le interesaba era la figura enigmática de Vash, su estatus de semi-dios y las habilidades sobrehumanas que parecía poseer. Había escuchado rumores sobre su extraño poder, algo que superaba a muchos Servants en términos de resistencia y habilidad. Pero lo que realmente despertaba su curiosidad era la posibilidad de que, tal vez, él tuviera una conexión con algo mucho más antiguo, algo que se asemejaba a lo que se había denominado el "Hadou".

Hadou... esa palabra resonaba en su mente, como una sombra que no podía sacarse de la cabeza. Un semi-dios, una figura que combinaba lo humano y lo divino. Algo en su interior le decía que, si lograba descubrir más sobre Vash y sus capacidades, podría encontrar algo útil. Algo que podría darle la ventaja en futuras batallas. Después de todo, Morgan no era solo una Berserker poderosa, también tenía un sentido instintivo de cómo manipular las situaciones a su favor.

Y no había mejor manera de acercarse a Vash que a través de la comida. Morgan sabía que los guerreros de Chaldea, independientemente de su clase, tenían un amor compartido por la buena comida. Ella lo había visto en innumerables ocasiones cada vez que alguien cocinaba, no importaba quién fuera, todos se acercaban, atraídos por el aroma y la promesa de un buen festín. Vash, con su dedicación a la cocina y su amabilidad, era conocido por preparar platillos deliciosos, y Morgan sabía que ese sería su punto de entrada.

Así que, una tarde, mientras Vash se encontraba en la cocina preparando algo para los Servants, Morgann decidió hacer su jugada.

Vash estaba concentrado en la preparación de un plato especial para las Artorias, quienes se habían mostrado particularmente interesados en probar algo nuevo. Con los ingredientes extendidos por la mesa, sus manos se movían con destreza mientras picaba, mezclaba y sazonaba los ingredientes. La cocina era uno de sus lugares favoritos, un espacio donde podía desconectar de las preocupaciones de Chaldea y enfocarse en algo simple pero gratificante.

De repente, sintió una presencia en la puerta. No era una presencia molesta, sino una que estaba llena de curiosidad. Morgan Leafy apareció en el umbral de la cocina, una sonrisa desafiante en su rostro. "¿Qué estás cocinando, Vash?" preguntó, su tono relajado pero con una mirada evaluadora que no pasaba desapercibida.

Vash levantó la vista, sorprendido por su aparición, pero rápidamente se recuperó. "Oh, hola, Morgann," respondió con una sonrisa. "Estoy preparando algo para las Artorias. No sabía que tenías interés en la cocina."

Morgan se acercó con pasos tranquilos, mirando los ingredientes sobre la mesa. "He oído hablar mucho de tus habilidades en la cocina," dijo, sin ocultar su interés. "Pensé que tal vez podrías enseñarme algo. La comida siempre me ha parecido una forma interesante de... acercarme a la gente."

Vash se detuvo por un momento, observando el tono y la actitud de Morgann. Había algo en ella que no era tan simple como parecía. A pesar de su apariencia relajada, sabía que ella no venía solo por la comida. Su mirada era afilada, casi evaluadora, como si estuviera buscando algo en particular.

"Claro, puedo mostrarte un par de trucos," dijo Vash, decidido a ser amable, como siempre lo era. "Pero no te quedes solo con la comida. En Chaldea, todos somos una gran familia, y siempre es bueno compartir un buen momento juntos."

"Eso suena encantador," respondió Morgann, sonriendo de manera un tanto siniestra. "Creo que aprenderé mucho más que solo cómo cocinar."

Vash, ajeno a los verdaderos motivos de Morgann, siguió explicando los secretos de su receta, sin saber que ella no solo estaba interesada en la cocina, sino también en descubrir su fuerza y sus habilidades. Sabía que un hombre como él, con su aura mística, podría ser una pieza clave en sus propios planes.

Mientras tanto, desde su escondite en los pasillos cercanos, Cu Chulainn (Caster) y Ibaraki Douji observaban con diversión desde las sombras. "Vash tiene esa habilidad de hacer que todos se acerquen a él, ¿eh?" bromeó Cu Chulainn, guiñando un ojo.

Ibaraki Douji rió entre dientes. "¡Es un imán para las mujeres! Pero no solo para ellas, ¿no?" Su mirada se centró en Morgann, que parecía estar disfrutando de la interacción con Vash. "Creo que tenemos una nueva competidora. Morgann es una pieza interesante."

Y así, entre las bromas y los susurros, la situación en Chaldea continuaba desarrollándose, con más tensiones, más secretos y más enredos que ninguno de ellos podía prever. Mientras tanto, Vash seguía ajeno a las tramas que se tejían a su alrededor, centrado en su tarea: hacer que todos a su alrededor se sintieran cómodos y felices, como siempre había hecho.

Pero en el horizonte, los desafíos y las pruebas para Vash y sus allegados comenzaban a cobrar una nueva forma, y ni siquiera él sabía cómo sus habilidades, sus relaciones y su destino se entrelazaban de formas que cambiarían todo.

El día comenzaba como cualquier otro en Chaldea, pero la sensación de calma solo parecía acentuar las tensiones y las emociones no resueltas que se cernían en el aire. Vash, como de costumbre, se despertaba temprano, enroscado en sus sábanas, acompañado por la calidez que Jalter le otorgaba al dormir cerca de él. Cada mañana, ella se encontraba abrazándolo, su rostro escondido en su pecho mientras se aferraba a él como si el mundo a su alrededor no existiera o incluso aveces encargandose de su erección matutina y lograr extraer bastante de su esencia.

Jalter disfrutaba de esos momentos de intimidad en los que no había presiones ni secretos, donde solo estaba él y ella. Pero incluso en esos momentos de paz, algo persistía en su mente. ¿Podría ser feliz siempre a su lado? Sentía que los lazos entre ellos eran fuertes, pero la incertidumbre sobre el futuro de esa relación aún la inquietaba.

Vash se despertó lentamente, acariciando el cabello de Jalter mientras la miraba con una suave sonrisa. Ella siempre lo hacía sentir necesario, aunque él no lograba comprender completamente el alcance de sus sentimientos. El día a día con ella era sencillo y claro, pero con tantas cosas que ocurrían a su alrededor, había algo que siempre lo mantenía alerta. ¿Podría ser esto lo que realmente buscaba, o solo una ilusión momentánea de calma?

Luego de un rato, Jalter se despertó, estirándose perezosamente antes de darle un beso en el cuello a Vash. "Buenos días..." murmuró con una sonrisa, recostándose sobre él. Sin decir mucho más, se levantó, mostrándose relajada pero con una mirada que delataba sus pensamientos. "Hoy entrenas, ¿verdad?"

"Sí," respondió Vash, algo distraído. "Voy a practicar un poco antes de que lleguen las misiones."

Vash siempre aprovechaba estos momentos para entrenar en solitario, sin demasiados espectadores. La soledad del entrenamiento era algo que le permitía liberar la mente y centrar su energía. Aunque nunca estuvo completamente solo, había algo en esos entrenamientos que lo conectaban consigo mismo de una manera que no conseguía en ninguna otra actividad.

Esa mañana, como parte de su rutina, Vash se encontraba en una de las zonas de entrenamiento de Chaldea, preparando su reliquiario sagrado: un artefacto misterioso de su linaje, conocido como Deimos, que se manifestaba como una poderosa lanza. El metal oscuro de la reliquia brillaba tenuemente mientras la cargaba con la destreza de alguien que había entrenado durante toda su vida en el uso de armas.

En medio de su concentración, una sombra se movió cerca, observando en silencio. Scáthach, la reina de la Tierra de las Sombras, había aparecido sin hacer ruido, como solo ella sabía hacerlo. La legendaria guerrera de Lancer se mantenía en la periferia de su campo de visión, fascinada por los movimientos fluidos y expertos de Vash. Con una gracia inhumana, se acercó a él, observando sus movimientos con una intensidad que no podía pasar desapercibida.

"Tu técnica con la lanza... es impresionante," comentó Scáthach, su voz suave pero firme. "¿Te importaría si me uno?"

Vash levantó la vista, sorprendido de verla allí. Scáthach era conocida no solo por su belleza inhumana, sino también por su habilidad con la lanza, una maestra en combate. Sin embargo, Vash no estaba acostumbrado a que alguien como ella se ofreciera a entrenar con él. "¿Te gustaría unirte a mí? No soy un experto en el combate, pero... no me molesta," respondió con una sonrisa un tanto incómoda.

"Eso es lo que quiero ver," dijo Scáthach con una sonrisa desafiante.

El combate comenzó con rapidez. Vash se movió con fluidez, empuñando Deimos con la habilidad de alguien que había sido entrenado en su uso durante años. Sin embargo, Scáthach no era una oponente fácil. Se movió como un espectro, su propia lanza brillando con la fuerza de su entrenamiento milenario. El choque de las dos lanzas resonó por todo el campo de entrenamiento.

A medida que el combate avanzaba, Scáthach se dio cuenta de algo: Vash no solo usaba la lanza con maestría, sino que su poder parecía provenir de algo mucho más grande, algo que trascendía el simple entrenamiento físico. La fuerza de Deimos no solo era de fuerza bruta, sino también de un tipo de energía mística que imponía respeto.

Al final, tras un intercambio feroz de movimientos, Scáthach terminó en el suelo, sorprendida por la habilidad de Vash para anticipar sus ataques. No era solo su destreza, sino algo más profundo en su ser, algo que la fascinó por completo. "Eres increíble," dijo, respirando pesadamente pero con una mirada de admiración en sus ojos. "Tu habilidad... ¿quién fue tu maestro?"

Vash, algo incómodo por la atención que recibía, bajó su lanza y dio un paso atrás. "Mi padre... Lord Heydrich." La mención de su padre le resultaba siempre incómoda, pero era inevitable. "Él usaba una lanza como esta, aunque pocas veces realmente entrenó conmigo. La mayoría de lo que sé lo aprendí por mí mismo."siendo masacrado en valhalla por Leonore o por su medio hermano.

Scáthach se quedó pensativa, mirándolo fijamente con una nueva intensidad en su mirada. "Interesante..." murmuró, ahora más intrigada que nunca. Había algo en Vash que la atraía, algo que no podía explicar completamente. Quizás fuera su habilidad con la lanza, o tal vez fuera algo más en su energía. Pero lo cierto era que ella quería saber más sobre él tal vez el pueda....matarla.

Sin decir mucho más, Scáthach se levantó y le dio un leve asentimiento con la cabeza. "Parece que tenemos mucho que aprender el uno del otro," comentó antes de retirarse, dejándole a Vash con una sensación extraña en el aire.

Mientras tanto, en otra parte de Chaldea, Jalter se encontraba descansando en la habitación de Vash. Había pasado tanto tiempo ahí que ya sentía que este lugar era su hogar. Acurrucada sobre la cama, rodeada por el suave aroma a Vash, se encontraba sumida en sus pensamientos. ¿Podría seguir siendo feliz junto a él? Sabía que su relación con él estaba creciendo, pero las dudas seguían ahí, su entrepierna escurría con sus jugos manchando las sabanas blancas.

En el fondo de su corazón, Jalter deseaba que la relación fuera más profunda, que pudiera mantenerse a su lado por siempre. ¿Pero cómo podían hacerlo con tantas incertidumbres alrededor?

"Todo lo que quiero es estar a tu lado," susurró Jalter para sí misma, mirando el techo mientras se acurrucaba en las sábanas, buscando la calidez que solo Vash podía brindarle.

Mientras ella se encontraba sumida en sus propios pensamientos, Mash Kyrielight estaba en otro rincón de Chaldea, enfrentando una creciente tristeza. Había estado tratando de acercarse a Ritsuka, pero él parecía más interesado en Kama, la diosa del amor. Mash no podía evitar sentirse invisible. El rechazo de Ritsuka le había causado un dolor profundo, y aunque intentaba mantener su compostura, no podía evitar sentirse desconectada y solitaria.

"¿Qué tengo de malo?" pensaba mientras lágrimas caían en sus mejillas. "¿Por qué él no me ve?"

La pregunta rondaba en su mente mientras se encontraba sentada sola, completamente ajena a las historias que se tejían a su alrededor. Ritsuka se encontraba a su lado, pero su corazón parecía estar en otro lugar, y Mash solo deseaba ser vista, deseaba ser alguien que pudiera tener la oportunidad de ser amada.

La misión que Vash recibía era simple en apariencia: un farmeo para obtener materiales, un trabajo rutinario que no debería de haber sido tan difícil. Ritsuka, como siempre, se encontraba al mando, aunque su energía no parecía estar en su mejor momento. Atalanta y Penthesilea lo acompañaban en la misión, y, por alguna razón, la combinación de estas tres figuras junto a Vash parecía tener más tensiones de las que cualquier misión simple debería generar.

"No te acerques a mí," dijo Atalanta, con una mirada aguda mientras mantenía una distancia considerable de Vash. "No me gustas. No quiero trabajar contigo."pequeña broma él era un ave en esencia.

Vash levantó una ceja, aunque la respuesta de Atalanta no lo sorprendió. "¿Te molestan tus rasgos de gato?" bromeó, con una sonrisa juguetona mientras levantaba sus manos de manera exagerada, imitando el movimiento de un gato que se estira. "Sé que no puedes resistirlo, lo sé."

Atalanta frunció el ceño y le dio una mirada fulminante. "No soy un gato. Y no estoy aquí para soportar tus tonterías," respondió, claramente incómoda.

Pero Vash, siempre disfrutando de un poco de caos amistoso, no se rindió tan fácilmente. Mientras caminaban hacia el punto de la misión, Vash sacó de su bolsillo un pequeño frasco que había invocado a través de uno de sus artefactos. Hierba gatera, una planta que tenía un efecto casi instantáneo en los gatos. A Vash le había parecido divertido probarlo en Atalanta, quien ya estaba visiblemente irritada por su cercanía.

"¿Sabías que las plantas mágicas pueden ser muy eficaces para calmar a alguien con tus... temperamentos?" dijo Vash con una sonrisa picaresca, dejando que el aroma de la hierba se dispersara hacia ella. "Solo necesitas... un toque de magia."

Atalanta frunció el ceño y casi gruñó, sin entender lo que estaba pasando, hasta que un cambio sutil ocurrió. Sus orejas se movieron hacia arriba, y sus ojos, por un momento, se relajaron. "¿Qué... qué me diste?" preguntó, su tono de voz de repente mucho más suave, pero aún lleno de desconfianza.

Vash, mientras tanto, intentaba contener la risa. "No te preocupes, es solo una hierba especial para aliviar tensiones," dijo, disfrutando de la confusión en los ojos de Atalanta mientras comenzaba a ronronear involuntariamente. "Te dije que los gatos no pueden resistirse a este tipo de cosas."

Atalanta, completamente sorprendida, intentó mantenerse seria, pero no pudo evitar la respuesta natural de su cuerpo ante el aroma. En lugar de seguir resistiéndose, comenzó a frotar su rostro y a moverse más suavemente. Vash, divertido, comenzó a acariciar sus orejas con más energía, y Atalanta no pudo evitar un suspiro de relajación, aunque su rostro se mantuvo rojo de vergüenza.

"¡No... te acerques a mis orejas!" exclamó, aunque la suavidad de su voz delataba su incomodidad mezclada con una extraña calma.

Mientras tanto, Penthesilea, la imponente Berserker, observaba la escena con cierto desdén, como si los juegos de Vash y Atalanta fueran una distracción innecesaria. Ella era conocida por su temperamento explosivo, especialmente cuando alguien intentaba elogiarla o ponerla en una situación que consideraba una pérdida de tiempo. En su mente, no había espacio para trivialidades. La batalla era lo único que la mantenía en pie.

A pesar de su actitud habitual, algo en Vash le hizo sentir algo diferente. Cuando él, de manera completamente seria y casi carente de emoción, mencionó su destreza en combate, Penthesilea se quedó callada por un momento.

"Eres una luchadora increíble," le dijo Vash, sin ninguna exageración, solo una afirmación directa y sincera. "Tu habilidad con la fuerza bruta es innegable."

Penthesilea, lista para explotarle a la cara como solía hacer con todos los que intentaban adularla, se quedó en silencio, sorprendida por la falta de emoción en la voz de Vash. Las palabras de elogio no venían con ningún tipo de ánimo extra, pero de alguna manera, en ese momento, la desarmaron. Ella, que siempre se había enfrentado a elogios vacíos y palabras llenas de motivaciones ocultas, no podía evitar sentir que las palabras de Vash eran genuinas, aunque frías.

Su cara se sonrojó levemente, y por un segundo se preguntó por qué las palabras de Vash habían provocado esa reacción en ella. No estaba acostumbrada a sentirse vulnerable por una simple frase.

"No te metas conmigo," dijo con su habitual tono feroz, pero ahora había algo diferente en su mirada. Algo más suave. "Tú... no eres como los demás."

Vash simplemente sonrió, sin saber exactamente lo que pensaba Penthesilea, pero disfrutando de la pequeña victoria silenciosa.

Al final, la misión transcurrió sin mayores incidentes, aunque Ritsuka, quien parecía más agotado de lo habitual, se mostró algo cansado a pesar de no haber hecho mucho en la misión.

"Lo siento, chicos," murmuró, caminando lentamente hacia la salida. "Estoy demasiado agotado. Creo que el trabajo de campo no es para mí."

"No te preocupes, Ritsuka," dijo Vash, con una ligera sonrisa, ayudando a llevar parte del equipo de materiales mientras Atalanta aún se frotaba las orejas, visiblemente avergonzada por el efecto de la hierba. "Lo más importante es que todos estemos bien."

De vuelta en Chaldea, Vash regresó a su habitación, donde una escena tranquila le esperaba. Al entrar, vio a Jalter, que ya estaba acostada sobre la cama, esperándole. Estaba completamente relajada, cubierta por las sábanas, y con una expresión de satisfacción en su rostro, como si el día hubiera sido perfecto solo por tenerlo cerca.

Vash cerró la puerta tras de sí, dejando el bullicio de la misión atrás. Caminó lentamente hacia la cama, donde Jalter le sonrió. "Estás tarde," comentó suavemente, sentándose para mirar a Vash.

"No fue nada fuera de lo normal," respondió Vash, sacando un suspiro cansado mientras se tumbaba a su lado. "Solo un día más de farmeo... y bromas."

Jalter rió suavemente, acurrucándose más cerca de él. "Aunque no me gusten tus bromas, me alegra que estés aquí," dijo, envolviendo sus brazos alrededor de él. "Te esperé."

Vash sonrió, sintiendo una calma que solo ella le proporcionaba. "Siempre estaré aquí, Jalter."

Y, mientras la quietud se asentaba sobre ellos, Vash cerró los ojos, rodeado por el suave calor de la mujer que le esperaba, el mundo exterior olvidado por el momento.

"P-podemos hacerlo"

medito por un rato, Jalter siempre parecía,estar lista para tener relaciones y a vash casi le asusta el apetito que tiene. Llevan semanas haciéndolo, día, mañana, noche, en la hora de la cocina claro cuando boudica, emiya y tamamo no estaban presentes.

".....esta bien" ella se alegró y se despojo de las matas ya desnuda para y excitada para el.

" Aa ...

Sus piernas temblaban, sus hombros y espalda le dolían por sostenerse mientras se dejaba caer sobre su amante, el calor subía de su trasero como un reguero de pólvora mientras resistía el impulso de caer hacia adelante.

Ella podría haberse apoyado sobre su pecho con las manos, pero no pudo. Estaban demasiado ocupados agarrándole los brazos por detrás de la espalda, permitiendo que sus tetas se movieran hacia adelante para que su amo las viera y jugara con ellas.

Jalter inhaló profundamente y agradeció que la habitación de vash estuviera bien ventilada, de lo contrario se habría desmayado por el calor.

Sintió el dolor de la palmada en el trasero. No hubo descanso para ella, no hasta que ella lo dijera que había terminado con el. "¡S-sí ahh~!", jadeó, sacando fuerzas que no sabía que tenía mientras se equilibraba y volvía a rebotar sobre vash, la cabeza de su polla arrastrándose contra las paredes de su trasero mientras salía.

—Hngg . —La oscuridad se deslizó por los rincones de su visión ante la sensación, su cuerpo apretando tanto su trasero como su coño vacío más por reflejo que por cualquier otra cosa.

Qué bueno. Qué... T-t-tan bueno .

Las tetas de Jalter rebotaron mientras se dejaba caer una vez más sobre su amor, el dolor y el placer dominaban sus sentidos mientras la abrían de par en par. El interior suave y blando de su trasero le dio la bienvenida mientras su esfínter se apretaba alrededor de la raíz de su pene, un sello hermético hecho para maximizar su placer. De la misma manera que toda ella estaba hecha para su placer.

El cabello le caía sobre los ojos, pegado a las mejillas por el sudor, mientras que el resto le caía sobre la parte superior de la espalda. A vash le gustaba que tuviera el pelo suelto. Le gustaba agarrarlo cuando la tomaba por detrás, verlo cubrir su rostro cuando estaba boca abajo mientras la follaba, verlo rodearla como un halo cuando la apretaba contra la cama.

Sus caderas se sacudieron sobre él otra vez, metiendo y sacando su pene, sintiendo que el tamaño dominaba casi todas las demás sensaciones. Tenía que seguir. Su amor aún no había terminado.

La boca de jalter se abrió en un grito sin palabras, la baba caía de sus labios y su lengua colgaba. Un peso cayó sobre su entrepierna como un rayo cuando una vez más se dejó caer sobre su regazo, las piernas y el torso temblaron mientras sus dos agujeros se apretaban y se corrían. Su trasero alrededor de su polla y su coño solo.

Fue casi doloroso levantarse de nuevo. Sus caderas todavía temblaban y sus piernas apenas podían sostener su cuerpo. Él la rozó por dentro, el cielo y el infierno a la vez, y ella gimió mientras la sensación y su hipersensibilidad prolongaban su orgasmo.

Tenía los ojos muy abiertos, pero no podía ver. Todo lo que veía era un calor blanco y abrasador, y deseaba con todas sus fuerzas poder agarrarse a algo que la ayudara a mantenerse en equilibrio durante la tormenta mientras completaba otro arco y se dejaba caer.

Un grito escapó de sus labios mientras se sacudía de nuevo, y su semen chorreó por todo el pecho de vash en otro orgasmo. jalter cayó hacia adelante, sus tetas cayeron sobre el rostro de vash y se estremeció cuando sus dientes se hundieron en su pezón.

Ella sintió que su mano agarraba la parte de atrás de su cabeza, tirándola hacia arriba mientras ella gemía.

—Ah... Continúa. —Su voz sonaba entrecortada. No sabía cómo se le había escapado, pero estaba cerca.

Las rodillas le dolían cuando se levantó de nuevo, otro orgasmo amenazaba con apoderarse de ella mientras se follaba sobre su miembro. Intentó enderezar la espalda, pero él la sujetó de la cabeza mientras volvía a llevarse la teta a la boca.

—P- por favor… —Su voz sonaba débil y tenía la garganta reseca—. Por favor, maashhhsss... ¡Hnggaah !

Ella se corrió otra vez, ahora todo su cuerpo temblaba, incluso mientras la mano de vash mantenía su cabeza en su lugar y su boca en su teta mordía para que no se moviera. El dolor no había ayudado, su orgasmo se estaba volviendo más violento, ahora incluso sus piernas y brazos se rindieron. Solo la fuerza de vash la mantuvo en pie.

—Ngaah. —jalter sintió que la baba le bajaba por la barbilla, el poco cabello que no estaba en manos de vash cubría la mirada vergonzosa en su rostro, y se preguntó si el estaba complacido con ella.

" ¡P-por favor! ", suplicó, "¡Por ​​favor, maaaasssshhhh!".

La presión sobre su cabello se hizo más fuerte y luego se retiró. Ella arqueó la espalda ante la orden tácita mientras sus labios se separaban de su pezón magullado. —Continúa —gruñó .

Un sollozo la invadió mientras se levantaba de nuevo, ahora usando solo sus muslos y apenas logrando sacar y meter su polla. Apenas podía meter y sacar la mitad de él, la gran cabeza todavía raspaba su interior.

Ella chorreó de nuevo.

—¡Vaaaaaashhhhh ! ¡ Córrete para mí! —La saliva caía de su boca mientras le rogaba, goteando de su lengua en largos hilos—. ¡Lo necesito! ¡ Lo necesito !

Por primera vez en lo que parecía una eternidad, sintió que él empujaba sus caderas hacia arriba para encontrarse con ella. El agarre alrededor de su cabello le picaba mientras luchaba contra el movimiento. Sintió que su pene latía.

¡Jalter se acercaba!

Ella era suya. Su amante, su compañera. Alguien con quien podia estar siempre. Y si ni siquiera podía hacerlo correrse, ¿de qué servía?

—Córrete para mí. Córrete dentro de mí. —jalter estaba casi llorando ahora, las lágrimas se mezclaban con el sudor de sus mejillas y la baba que corría por sus pechos. A pesar de sus súplicas, su cuerpo todavía estaba encendido, su trasero lleno de electricidad mientras él entraba y salía con los pequeños movimientos que aún podía hacer mientras su coño empapado se frotaba contra su piel y su culo se apretaba alrededor de su miembro.

"Úsame… Ah… dame lo que quiero…"

Sus embestidas se hicieron más rápidas, su mano la atrajo aún más hacia atrás mientras hundía los dientes en su hombro de un mordisco. Con la otra mano la envolvió en las caderas y la atrajo hacia abajo mientras se sentaba.

"Vaaaaashhhhh-- ¡Aaaaaah !"

Un calor derretido la recorrió, su semen caliente brotó en las partes más profundas de su trasero mientras el dolor de su mordida y su agarre en su cabello extendían la sensación al resto de su cuerpo. Sus tetas rebotaban, sus hombros se sacudían, sus piernas se perdían en su orgasmo cuando finalmente fue recompensada con el semen de su amor. Jalter finalmente había cumplido su propósito.

Su grito se había vuelto inaudible antes de que toda sensación la abandonara, el resto de su cuerpo siguió el camino de sus ojos. Todo estaba blanco.

~TtT~

vash se maravilló ante el cambio cuando jalter cayó inconsciente. Se había aflojado en sus brazos y colgaba sin fuerzas de la mano que sostenía su cabello mientras su esfínter se aflojaba alrededor de la base de su pene.Él se recostó y la dejó caer sobre él, sus gloriosos pechos cubriendo su rostro.

Sin embargo, el culo de la mujer todavía le daba placer. Caliente, suave, blando y, oh, tan apretado por dentro a pesar de todo, palpitaba a su alrededor con los restos de su orgasmo, sirviéndole incluso cuando su mente consciente no podía y extrayendo más semen de su polla aún dura.

A él le había encantado esto. Era lo más que la había presionado desde que había empezado a tomarla. Era lo más que había estado rota. Le encantaba cómo se sacudía, le encantaba cómo se deshacía para él incluso mientras se obligaba a rebotar sobre su polla. Le encantaba poder hacer que una mujer tan hermosa, una servant nada menos, se deshaga de placer, hacerla rogar no solo piedad, sino su semen aunque solo fuera para terminarlo porque había estado tan sobreestimulada que se había convertido en una mezcla de placer y dolor.

Le encantaba la forma en que su garganta se cerraba alrededor de la mitad superior de su pene mientras ella decia limpiar el hedor de otra. Cómo latía mientras intentaba tragar la carne que no se movía cuando la sostenía contra su base, y el dulce zumbido de su garganta cuando tarareaba feliz. Cómo la hacía correrse para él de todos modos incluso sin manos para darle placer a su coño.

Hacerla follarse sobre él, orgasmo tras orgasmo, había sido la guinda del pastel.

vash definitivamente la estaba haciendo a hacer esto otra vez.

Pero el día no había terminado. La giró y le dobló las piernas contra los hombros en un gesto de apareamiento, disfrutando de la forma en que sus intestinos lo apretaban mientras lo hacía.No, tenía ganas de follarla mientras dormía. Para ver si la despertaba y luego follarla aún más fuerte si lo hacía.

Ella le había pedido un favor cuando llegó hoy, y él habia aceptado su peticion., un jodido maratón como nunca antes habían tenido.se preguntaría después de despertarse, tal vez después de que ella se lo hubiera chupado y hubieran almorzado.

Oh,fue lo que más lo excitó. La polla de vash se endureció cuando la sola idea de eso hizo que sus caderas se empujaran dentro de su pareja inconsciente. Y aunque su esfínter no se contrajera, la encantadora sensación de su interior era exquisita, como terciopelo caliente alrededor de su polla.

Fue buena idea venir a este lugar, si tenia sus contratiempos pero por el resto, estaba bien.Sus caderas se movían con más fuerza ahora, sus manos presionaban los muslos de jalter para mantenerlos elevados y su culo accesible. Se inclinó y puso su peso sobre ella, su baja estatura puso su cabeza en sus pechos mientras ella se recuperaba de lo que le había hecho.

Él sonrió, pero no la iba a dejar. vash quería ver si ella seguiría cuerda cuando él terminara.

Pero mientras penetraba sus profundidades aterciopeladas, el calor de sus jugos y su propio semen mantenían el agujero resbaladizo para su uso.

Oh, sí. No podía esperar .