El sol de la tarde caía con fuerza sobre el campo de entrenamiento, iluminando cada rincón del patio exterior de Chaldea. Vash se encontraba en plena acción, el sudor deslizándose por su cuerpo mientras manejaba su lanza *Deimos* con una destreza impecable. Cada movimiento era una muestra de control absoluto, una extensión de su voluntad y poder. La lanza giraba y cortaba el aire, produciendo un sonido agudo cada vez que la empujaba hacia adelante. Su concentración era tal que no escuchaba nada más, solo el retumbar de su corazón y el silbido del viento alrededor.
De repente, un ligero ruido a su izquierda rompió su concentración. Se giró rápidamente, la lanza en posición defensiva, solo para descubrir a una figura familiar que se acercaba con paso firme. Penthesilea, la reina de las amazonas, vestida con su armadura ligera exponiendo casi todo su cuerpo, lo observaba con una mirada desafiante y una ligera sonrisa en su rostro.
"Vash," dijo ella con voz firme, "sé que eres un guerrero excepcional, pero… ¿me dejarías entrenar contigo?"
Vash la miró por un momento, evaluando su petición. Habían trabajado juntos en una misión reciente, y aunque había notado su fuerza, también había percibido una chispa de algo más en sus ojos. ¿Por qué querría entrenar con él? ¿Acaso estaba buscando medir su habilidad o simplemente disfrutar de la oportunidad de estar cerca de él? No estaba completamente seguro, pero su tono había sido serio, y no parecía una simple provocación.
"Claro," respondió Vash, relajando la postura, "si realmente lo deseas. Pero prepárate, porque no soy fácil de tratar."guiño su ojo debajo de sus gafas aunque la amazona no reaccionó mucho.
Penthesilea asintió con una mirada confiada. Sin más palabras, ella sacó su propia lanza, la cual brillaba con una intensidad poderosa. La batalla entre ambos comenzó casi al instante, con el sonido metálico de las lanzas chocando resonando por todo el campo.
Vash y Penthesilea se movían en sincronía, como si ambos compartieran un entendimiento tácito de cómo luchar, aunque sus estilos eran completamente diferentes. Vash dominaba el arte de la precisión y la agilidad, mientras que Penthesilea imponía su fuerza bruta y velocidad. Cada ataque de ella parecía destinado a romper su defensa, pero Vash se movía con tal rapidez que apenas lograba rozarle.
El combate continuó durante varias horas ambos agotándose lentamente, aunque la determinación nunca desaparecía en sus ojos. Penthesilea, a pesar de su impresionante resistencia y habilidades de combate, comenzó a sentirse fatigada. La velocidad de Vash, combinada con su destreza, la estaba poniendo a prueba más de lo que había anticipado. Su respiración se hacía más pesada, y las gotas de sudor caían por su rostro y cuello.
Finalmente, tras un intercambio de golpes, Penthesilea cayó de rodillas, exhausta. Su pecho subía y bajaba con rapidez, los músculos de sus piernas temblando por el esfuerzo, pero había algo en su mirada. Aunque su cuerpo estaba agotado, su corazón palpitaba con fuerza, como si algo en su interior hubiera despertado por completo. Algo más allá de la batalla, algo relacionado con el hombre frente a ella: el semi dios Hadou.
Vash se detuvo de inmediato al verla caer. Con un movimiento rápido, bajó la punta de su lanza y se acercó a ella. Aunque la había desbordado en habilidad, había una cierta admiración en sus ojos, algo que la hizo sonrojarse levemente.
"Estás bien?" le preguntó, su tono suave. "No te preocupes, no estamos en una misión. Si necesitas descansar, hazlo."
Penthesilea levantó la mirada, un suspiro escapando de sus labios mientras se esforzaba por recuperar el aliento. "Eres... impresionante, Vash," dijo con una sonrisa cansada, "pero no creí que me dejaras tan atrás."
Vash sonrió levemente, ofreciendo una mano para ayudarla a levantarse. "Es la única forma en que puedo asegurarme de que puedas mejorar. Ahora, ¿qué te parece si nos tomamos un respiro y vamos a la cafetería? Puede que un buen baño y algo de comida te recargue las energías."
Penthesilea aceptó su ayuda, levantándose lentamente, todavía sintiendo los efectos del entrenamiento intensivo. Sin embargo, había algo en ella que la hacía sentirse agradecida, una conexión que iba más allá de la simple rivalidad. Aunque su cuerpo estaba agotado, su mente estaba más viva que nunca, una chispa había sido encendida por el desafío, y algo más había quedado grabado en su corazón.
"Lo acepto," respondió con una pequeña sonrisa. "Pero que no olvides.....una revancha en el futuro."
Ambos se encaminaron hacia el edificio central, donde la cafetería de Chaldea les esperaba. A pesar de la tensión física del entrenamiento, el aire entre ellos se había suavizado. Sin embargo, para Penthesilea, la sensación en su pecho era más compleja de lo que habría querido admitir. Algo en la cercanía de Vash la había tocado, y no solo era su habilidad de combate.
El ambiente en la cafetería era relajado y tranquilo. Los Servants ya se habían reunido para la comida, algunos conversando entre sí, mientras otros simplemente disfrutaban de una pausa en sus deberes. Vash y Penthesilea se sentaron juntos, una mezcla de camaradería y algo más, sin palabras que explicaran por completo la tensión entre ellos.
Mientras comían, Penthesilea no pudo evitar observar a Vash de reojo. Cada palabra que él decía, cada gesto, parecía captar su atención más de lo que quisiera admitir. Vash, por su parte, seguía siendo su usual tranquilo y reservado yo, pero había algo diferente en el aire, algo que había comenzado a construir una conexión inesperada.
"Sabes," comenzó Penthesilea, rompiendo el silencio, "siempre me he considerado una mujer independiente, pero ahora... no estoy tan segura de poder mantener la distancia."
Vash la miró de manera inquisitiva, su tono relajado. "¿A qué te refieres?"
Ella dudó por un momento, luego continuó. "Supongo que después de luchar contigo... he comenzado a ver las cosas de otra manera. Tu fuerza, tu determinación... y algo más que no puedo poner en palabras. No sé qué es, pero me has dejado pensativa."
Vash, sorprendido por su honestidad, la miró por un largo momento antes de responder. "A veces, la fuerza no se mide solo en combate. Es más sobre lo que uno es capaz de hacer con lo que tiene. Pero eso no quiere decir que no haya espacio para otras formas de fortaleza."
El intercambio fue breve, pero con un peso significativo. Ninguno de los dos sabía exactamente qué significaba, pero algo en su conversación dejaba claro que su relación había dado un giro, uno que los llevaría a un terreno más profundo.
Ambos siguieron comiendo, pero había un nuevo entendimiento entre ellos, una nueva capa en su relación que se estaba formando. No sabían exactamente a dónde los llevaría, pero sabían que Chaldea no solo era un campo de batalla; también era el lugar donde los lazos más inusuales, como este, podían surgir.
La noche continuó, pero el ambiente en la cafetería parecía ligeramente más cálido, como si el encuentro entre Vash y Penthesilea hubiera dejado una huella más allá del sudor y el esfuerzo físico. Un vínculo, nacido de la lucha, estaba creciendo entre ellos.
Al dia siguiente mientras Vash caminaba por los pasillos buscando a Mash escucho un sonido muy familiar.Desenvainó su espada Pentesilea lo miraba con esos ojos dorados—. Pero estoy aquí y estoy lista para pelear.
vash la miró, por un momento procesando que hacia la amazona que entrenó ayer con el. ".,,,,Para empezar no estamos en entrenamiento y dudo que ritsuka quiera que destrocemos los pasillos", respondió, tratando de mantener el lugar intacto o lidiara con Da vinci y jalter ya lo quemó por eso.
La Reina Amazona entrecerró los ojos. "¿Qué mas podría hacer que no implique luchar?"
vash respiró profundamente, preparándose para la incomodidad que se avecinaba. "Necesito un... compañero.Buscaba a Mash ya que jalter desapareció queria saber si alguna de ellas querría pasar un rato en el exterior".Hasta donde sabía estaban en el ártico y había nieve afuera bien podría relajarse un rato en el clima frío.'como extraño los montes bávaros de casa' recordó algo nostálgico el frío de las montañas en Alemania.
La tensión en el pasillo era palpable mientras Penthesilea consideraba sus palabras. Siempre se había visto a sí misma como una guerrera ante todo, no como alguien con quien compartir el simple acto humano como salir afuera y apreciar la vista. Pero había algo en la forma en que vash la miraba y en la fuerza que había demostrado al luchar a su lado, la hizo querer intentarlo. Ella asintió lentamente, envainando su espada. "Muy bien. Seré tu compañera…en esto".
vash se movía con suavizante en la nieve viendo el cielo y los arcos de luz que los rayos del sol causaban. Penthesilea lo observaba, sus ojos trazando las líneas de su cuerpo, la forma en que sus músculos se flexionaban bajo su camisa mientras respiraba el aire frio. Sintió una sensación extraña en el estómago, una que nunca antes había experimentado. Era... placentera.
A medida que avanzaba la actividad, la actitud gentil de vash y su conversación sincera hicieron que la calidez que bullía en Penthesilea creciera. Se encontró riendo por lo que él decía y respondiendo a sus preguntas. Era una conversación sin sentido, y muy poco común en ella, pero extrañamente satisfactoria. Él habló sobre su vida, su tiempo en lo que parecía una brigada que velaba por el bienestar humano, habló con tanto anhelo que ella no pudo evitar sentirse atraída. Cuando la miró, sintió que una calidez se extendía por su cuerpo, un sentimiento que nunca había asociado con un hombre. Pero fue cuando la elogió, no como guerrera o como mujer, sino como una persona normal, que supo que tal vez el era diferente.
Su cuerpo respondió de una manera que no comprendió del todo. Sus mejillas se sonrojaron y su respiración se volvió superficial. Nunca se había sentido así antes, era diferente a cuando ■■■■■■■■ la llamaba mujer en contra de su voluntad. El deseo de que vash la viera como una mujer era abrumador. Siempre había odiado la idea de ser vista como una, no solo como una guerrera antes... pero ahora...
Una vez tomada la decisión, Penthesilea esperó hasta que vash estuviera completamente concentrado en una figura de nieve que estaba haciendo. Acababa de moldearlo cuando ella se puso de pie. Con un movimiento rápido, se quitó la armadura, dejando al descubierto su cuerpo desnudo. Se acercó a él, con el corazón acelerado por una mezcla de emoción y miedo. —Así es como luce una mujer —murmuró, con la voz desprovista de confianza—. Soy una mujer.
Los ojos de vash se abrieron de par en par debajo de sus gafas.Genial primero jalter y ahora una berserker ... .que sigue una Moon cancer. Tosió, tratando de aclararse la garganta, su rostro enrojeció. "Penthesilea, ¿qué estás...?"
Pero ella no le dio la oportunidad de terminar. Saltó sobre el y se sentó a horcajadas sobre él, presionando su cuerpo contra el suyo, y lo besó con tanta fuerza que penso le comeria los labios. Sus manos recorrieron su pecho, sintiendo los músculos firmes debajo de su camisa. Fue un beso lleno de hambre y desesperación, un beso que decía que necesitaba que él la viera como algo más que una compañera.
vash se sorprendió al principio, su mente se aceleró para procesar lo que estaba sucediendo. Pero mientras la saboreaba, sentía su cuerpo contra el suyo, algo se agitó dentro de él. Confiaba en sus habilidades y kouha para recolectar información, incluso si había aprendido desde el principio a no hacer comentarios al respecto. Pero ahora... ella se estaba ofreciendo a él de una manera que él no habia previsto. Le devolvió el beso, sus manos se movieron hacia su cintura y luego se deslizaron hacia arriba para ahuecar sus pechos firmes y musculosos. Penthesilea gimió en su boca y el sonido le provocó un escalofrío en la columna.
El beso se hizo más intenso y sus cuerpos se movían en una danza tan cautivadora. Las manos de vash recorrieron su espalda, explorando los contornos de su forma musculosa. Era gentil, casi amable, como si supiera que ella le estaba ofreciendo algo precioso. Y lo estaba haciendo. Por primera vez en su vida, Penthesilea quería ser vista no solo como una reina guerrera, sino como una mujer. Una mujer que deseaba amor, que deseaba ser deseada. Por un solo hombre. Él.
Penthesilea interrumpió el beso, jadeando. —Te deseo —dijo, con la voz ronca por el deseo—. Quiero sentirte dentro de mí. Quiero aprender lo que significa ser mujer.
Los ojos de vash la buscaron, buscando cualquier señal de duda o vacilación. Pero todo lo que vio fue pasión y anhelo. Asintió, su propia necesidad reflejaba la de ella. "Como gustes", susurró, poniéndose de pie la abrazo y con 'rojo' ambos ya estaban en su habitacion, jalter no estaba cerca.
La habitación estaba tenuemente iluminada, unas gafas redondas de color azul reposaban en un estante. La acostó en la cama, sus ojos absorbiendo su vista. Su cuerpo era un testimonio de fuerza y belleza, una mezcla armoniosa de poder y gracia. Se quitó la ropa, con el corazón palpitando en su pecho.
Mientras se posicionaba sobre ella, Penthesilea extendió la mano hacia él, envolviendo sus manos alrededor de su longitud. Su toque era sorprendentemente suave, sus ojos llenos de una vulnerabilidad que desmentía su feroz exterior. Vash respiró profundamente, luego la penetró con un empuje lento y deliberado. Sus ojos se abrieron y se mordió el labio, su cuerpo se tensó mientras se sentía estirada alrededor de su longitud, la primera en entrar en ella.
Las embestidas fueron lentas y profundas permitiendo a la servant acostumbrarse. Las uñas de Penthesilea se clavaron en su espalda mientras lo acercaba más, instándolo a profundizar más. "¡Más fuerte ahhhhhh!", exigió. vash obedeció. Podía sentir sus músculos tensarse a su alrededor, sus piernas envolviéndose alrededor de su cintura mientras lo recibía embestida tras embestida. La habitación se llenó con el sonido de sus cuerpos chocando, el aroma de su pasión espeso en el aire.
Él observó su rostro mientras se movía, buscando cualquier señal de que ella no estuviera sufriendo, pero todo lo que vio fue placer. Sus ojos estaban cerrados, sus dientes al descubierto en un gruñido silencioso mientras recibía todo lo que él tenía para darle. Su pequeño pecho se estremecía con cada impacto, los firmes montículos encajaban perfectamente en su musculoso cuerpo. Él se inclinó para agarrar sus caderas, sus dedos se hundieron en su carne mientras la embestía con una intensidad que coincidía con los latidos de su corazón.
Su piel estaba resbaladiza por el sudor, sus músculos tensos y definidos mientras arqueaba la espalda, ofreciéndose a él. Podía sentir sus uñas clavándose más profundamente, sentir el calor de su cuerpo contra el suyo, el calor de su deseo. Se inclinó para besarle el cuello, mordiéndola suavemente mientras se movía más rápido. Su respiración se volvió irregular, sus gemidos se hicieron más frecuentes, pero no se corrió. En cambio, lo empujó más fuerte, sus caderas se levantaron para recibir cada una de sus embestidas.
"Ahhhhhh~ AHhhhhhhhh Ahhhhhhhh~ !mas! !mas! !mas! !mas! !mas! !más!"
Su ritmo se volvió errático, impulsado por el hambre que los consumía. vash podía sentir su estrechez, la forma en que su cuerpo intentaba desesperadamente aferrarse a él. Sabía que estaba cerca, podía sentirlo en la forma en que se tensaba a su alrededor, pero no quería que terminara. Quería explorar cada centímetro de ella, aprender cada curva y línea de su cuerpo.
"Cugghh Y-ya casi" el sonido de sus embestidas sonaban tan audiblemente y pentesilea rasgaba su espalda empujándola más.
—¡Ahhhh Llámame por mi n-n-nombre! —gimió Penthesilea. La polla de vash chocó contra su punto G y ella se estremeció de placer. Su voz sonaba tensa y su respiración era irregular.
vash se tomó un momento para saborear la sensación de su cálido y apretado coño envolviéndolo. Sus músculos se contrajeron alrededor de su miembro y él gimió, sus caderas se frotaron contra ella. Se inclinó y le susurró al oído: "Berserker".
Ella sacudió la cabeza con violencia. "¡No! ¡Llámame por mi verdadero nombre!" Pudo sentir su miembro ser estrujado por su vagina por haberla llamado por su clase.
vash no dejó de embestir. "Ah ah la palabra clave es".
Penthesilea se sonrojó reprimiendo sus gemidos con cada embestida. —P-p-enthesileaaaaaaa. ¡Reina ahhhhh de las Amazonaaaaaaaas! ¡Llámame Penthesilea! pooooor faaaavoooor ahhhhhhh —gimió al ritmo de sus embestidas, sus palabras casi se perdieron en la sinfonía de su apasionado encuentro.
vash asintió, con los dientes apretados por el esfuerzo de contenerse. —Pentesilea —murmuró, con la voz ronca por la necesidad. Comenzó a penetrarla con una ferocidad que reflejaba la feroz guerrera que era. Cada embestida era una declaración de su propia fuerza, un encuentro de sus voluntades mientras la reclamaba. Las piernas de ella rodearon su cintura, sus talones se clavaron en su espalda, instándolo a entrar más profundamente. —¡Pentesilea! —gimió de nuevo. Su nombre era como un himno, una declaración de pertenencia.
Sus cuerpos se movían en una sinfonía de lujuria, una danza de poder y deseo. Los músculos de Penthesilea temblaban mientras lo recibía, sus paredes internas se tensaban y se relajaban alrededor de su longitud en una súplica silenciosa por más. La observaba, su rostro era un lienzo de éxtasis y concentración, sus ojos fuertemente cerrados. La vista de ella, tan poderosa y a la vez tan abierta a él, era embriagadora.
Él se inclinó y capturó uno de sus firmes pezones con la boca, acariciándolo con los dientes antes de succionarlo con fuerza. Ella jadeó y arqueó la espalda. Él pasó al otro pezón y le dio el mismo tratamiento, sintiendo que su cuerpo respondía a cada toque. Las manos de ella encontraron el camino hacia su cabello y lo acercaron más mientras susurraba su nombre.
Sus movimientos se volvieron más frenéticos, el aire se llenó del aroma de su excitación. Las caderas de vash chocaron contra las de ella, cada impacto enviaba ondas de choque a través de su cuerpo. Sin embargo, ella no se corrió. En cambio, se arqueó contra él, sus piernas se apretaron alrededor de él mientras se empujaba más cerca del borde.
—Más ahhhh ahhhhh ahhh maaasssss —jadeó, con una mezcla de desesperación y exigencia en su voz—. ¡Más fuerte, vash!
Él obedeció, su propia necesidad crecía con cada momento que pasaba. Sus embestidas se volvieron más erráticas, su respiración más agitada. Podía sentir la tensión acumulándose en su vientre, el comienzo de su clímax, pero la reprimió. Quería saborear esto, explorar cada centímetro de ella, hacerla gritar su nombre de placer.
Las uñas de Penthesilea le arañaron la espalda, dejando marcas a su paso. Él gruñó, pero no se detuvo; sus caderas se movían más rápido, más fuerte. Su coño estaba resbaladizo y apretado, su calor lo envolvía, la fricción lo volvía loco. Metió la mano entre ellos y su pulgar encontró su clítoris. Comenzó a frotarlo en círculos apretados, sintiendo que su cuerpo se estremecía con cada pasada.
Abrió los ojos de golpe y lo miró a los ojos, con las pupilas dilatadas por la lujuria. —Sí —susurró—. Justo ahí.
La vio desmoronarse, su cuerpo temblando a su alrededor, sus músculos tensándose y relajándose en oleadas de placer. Sus ojos se pusieron en blanco y gritó su nombre. Era el sonido más hermoso que había oído jamás y lo hizo perder el control.
Con un rugido, vash se vació dentro de ella, llenándola con su esencia. Su cuerpo lo ordeñó, sus contracciones enviaron réplicas a las de él. Se quedaron así por un momento, respirando con dificultad, los cuerpos entrelazados.
Su respiración se hizo más lenta y sus cuerpos se enfriaron. vash extendió la mano y encontró la de ella. Entrelazó sus dedos y la abrazó con fuerza. Esto era nuevo para ambos, una conexión más allá del campo de batalla, un vínculo que trascendía sus roles de amo y sirviente.
Se desplomaron sobre la cama, jadeantes y sudorosos. Por un momento, hubo silencio, y luego Penthesilea comenzó a reír, un sonido grave y profundo que llenó la habitación. "Nunca pensé que pudiera sentirse así", murmuró, con los ojos todavía cerrados. "Me gusta ser mujer". Se inclinó y lo besó. "Tu mujer"
...…..Genial encontro a otra Eleonore.
El brillo tenue de las luces en el laboratorio de Da Vinci iluminaba la escena, mostrando a la genio en su zona habitual de trabajo, rodeada de una maraña de cables, pantallas y complejas máquinas. El aire estaba impregnado de un ligero olor a metal y a algo más, algo químico. Da Vinci, sumida en su experimento, había alcanzado un hito importante: había logrado crear un avance, una forma de energía pura que podría, en teoría, inducir la creación de un Hadou. Sin embargo, algo no iba bien.
La máquina, que había estado zumbando con fuerza, comenzó a emitir un extraño sonido chirriante, un ruido que Da Vinci conocía demasiado bien. La intensidad de la energía estaba superando los límites de lo que sus cálculos habían anticipado. Su expresión se endureció mientras observaba la pantalla, donde el 'homúnculo' empezaba a desestabilizarse, como una llama a punto de salirse de control.
"Esto no está bien", murmuró para sí misma, ajustando los controles y presionando botones con rapidez. La máquina titilaba con luces intermitentes, pero pronto comenzó a emitir un olor acre, como si estuviera a punto de sobrecalentarse. La cantidad de energía que había reunido era abrumadora, y las estructuras de sus dispositivos no estaban diseñadas para soportar semejante presión.
"Debo hacerlo de la forma tradicional", pensó en voz baja, frustrada. Si quería crear un Hadou de manera artificial, la única opción que le quedaba era una práctica más antigua y satisfactoria, que implicaba manipulaciones físicas en el cuerpo humano. Ya había considerado este camino, pero nunca lo había ejecutado. Necesitaría de alguien adecuado… y esa persona, por supuesto, era ella misma.
Mientras Da Vinci se encontraba sumida en sus cálculos, la mente de ella también giraba con pensamientos sobre el propósito final de su experimento. ¿Qué pasaría si lograba crear un Hadou artificial? ¿Cómo afectaría eso a Chaldea, a Vash, a todos? Las implicaciones eran vastas y peligrosas, y aunque era tentadora, Da Vinci sabía que los riesgos podían ser más altos de lo que incluso ella estaba dispuesta a admitir.
***
En otro rincón de Chaldea, en un pequeño salón privado, Jalter se encontraba sentada, cruzada de brazos y con una expresión de aburrimiento evidente. Frente a ella, Jeanne d'Arc, su compañera y supuesta hermana mayor, parecía estar disfrutando de la situación mucho más de lo que Jalter desearía. El tema de conversación era, como siempre, el mismo: bodas, parejas y el futuro de Vash con Jalter.
Jeanne, con su voz suave y amable, estaba mirando a Jalter con una sonrisa burlona mientras hablaba-"Bueno, sabes que no puedes evitarlo. Ya lo hemos hablado antes. Es hora de que Vash asuma su rol como tu esposo, Jalter." como buena cristina no podia permitir a su hermana vivir en pecado.
Jalter frunció el ceño y se acomodó en su asiento, claramente impaciente. No era la primera vez que Jeanne tocaba este tema, y no parecía que fuera a ser la última. Lo cierto era que, aunque Vash y Jalter compartían una relación especial, la idea de que Vash asumiera una etiqueta formal de "esposo" la ponía incómoda. En su mente, las etiquetas no definían lo que sentía por él, y además, en Chaldea, las relaciones no eran siempre tan simples.
"No quiero hablar de eso, Jeanne", dijo Jalter, con una voz algo tensa. "Ya sabes lo que pienso sobre las expectativas de todos con nosotros. Esto no es un cuento de hadas."
Jeanne, sin embargo, no parecía dispuesta a dejar el tema. "Pero Jalter, no puedes negar lo que está pasando entre ustedes. Vash es especial, lo sabes. Y lo que están construyendo es... importante. No puedes seguir ignorando que hay una conexión entre los dos. ¿No lo sientes?"
Jalter suspiró, claramente más molesta de lo que quería admitir. "Lo sé, pero... no me gustan los términos con los que la gente lo describe. No soy una princesa esperando ser rescatada, Jeanne. Y no quiero que Vash se vea atrapado en una obligación."
Jeanne, en su estilo tan directo, se acercó un poco más, suavemente colocando una mano en el hombro de Jalter. "Jalter, no es una obligación. Es amor. Es una relación que se forja a través de la confianza, el respeto y el apoyo mutuo. Vash lo necesita tanto como tú. No todo tiene que ser complicado."
Pero Jalter, al escuchar esas palabras, apretó los dientes. Había algo en su interior que se revolvía, una sensación de incomodidad que no podía sacudir. Aunque sentía lo mismo por Vash, el pensamiento de ser catalogada como su "esposa" o "pareja" la hacía sentirse como si estuviera perdiendo su propia independencia, algo que siempre había valorado.
"Ya basta, Jeanne. No quiero hablar más de esto", dijo, levantándose de golpe. La incomodidad era palpable. "Déjame en paz. Tengo cosas más importantes en las que pensar que… eso."
Jeanne la miró con suavidad, pero entendió. No insistió más, aunque en su corazón sabía que lo que sentía Jalter era algo más profundo que simple resistencia a las etiquetas. Era miedo, miedo a perder lo que más le importaba: su autonomía y su identidad. Pero no lo dijo. No quería presionar más.
"Está bien, Jalter. Solo quiero que pienses en ello. Sabes que siempre estoy aquí para ti."
Jalter salió del salón, dejando a Jeanne con su sonrisa melancólica, pero con un ligero suspiro de alivio. Sin embargo, a medida que caminaba por los pasillos de Chaldea, no podía evitar preguntarse a sí misma si, en el fondo, tenía razón. Si Vash realmente necesitaba algo más formal, ¿qué haría ella? Sabía que las cosas entre ellos no eran tan sencillas, pero también sabía que, de alguna manera, ese futuro compartido podría llegar, aunque aún no estaba lista para enfrentarlo.
***
Mientras tanto, en la habitación Vash estaba sentado en la cama, observando esa pequeña imagen. Su mente estaba lejos, sus pensamientos dispersos. Sentía la presión de las expectativas, tanto ajenas como propias, y aunque las palabras de Marie le rondaban en la cabeza, también estaba consciente de que había algo más grande sucediendo alrededor de él: los secretos de su linaje, el poder que llevaba dentro y las consecuencias que eso traería a todos.
Vash caminaba lentamente por los pasillos de Chaldea, su mente llena de pensamientos dispersos. A pesar de la sensación de haber dejado atrás un día largo, no podía descansar completamente. Penthesilea se había quedado dormida en su habitación, exhausta después de su encuentro, y Vash aprovechó ese momento para salir, buscando algo de calma en el silencio del edificio. Su mente volvía una y otra vez al pasado, a sus días en la SS bajo el mando de su padre, el frío y despiadado Reinhard Heydrich.
Recordaba los momentos de su infancia o lo que debio ser su infancia, ese vacío que sentía mientras estaba marcado por el linaje de muerte, pero también por la influencia de su padre. A pesar de estar rodeado siempre de conflictos, Vash había aprendido a ayudar a los que estaban en el suelo, a aquellos que pedían auxilio sin entender por qué se les negaba. Aunque era un hombre endurecido por el tiempo, no podía despojarse del impulso de proteger, de intentar aliviar el sufrimiento de los demás, una cualidad que había mantenido aún en su vida como semi Hadou.
A medida que avanzaba por el pasillo, los recuerdos de su tiempo en ese oscuro pasado lo hicieron sentir un nudo en el estómago. Pero algo lo sacó de sus pensamientos: un sonido bajo y solitario, un llanto débil, pero claramente audible. Vash se detuvo, la curiosidad y un impulso de protección que siempre llevaba consigo lo impulsaron a acercarse al origen de ese sonido.
Al llegar frente a una puerta entreabierta, el llanto se volvió más claro. Vash, sin pensarlo, empujó ligeramente la puerta y entró, encontrándose con una escena inesperada. En la habitación, Boudica estaba sentada en una esquina, abrazando sus piernas contra su pecho. Sus ojos, enrojecidos por las lágrimas, se levantaron hacia él en cuanto entró, una expresión de tristeza y, al mismo tiempo, una sonrisa que parecía estar impregnada de una mezcla de melancolía y aceptación.
"Vash..." murmuró Boudica, la voz quebrada por las lágrimas que aún caían de sus ojos. "Sabía que no eras él. No eres mi Vash."
Vash se quedó de pie en el umbral de la puerta, inmóvil por un instante. Las palabras de Boudica resonaron en su mente, y una sensación extraña y dolorosa recorrió su pecho. Ella había dicho lo que muchos otros ya habían insinuado, pero Boudica lo decía de una manera que era casi un susurro, como si estuviera reconciliándose con algo que había aceptado pero aún no entendía completamente.
Él dio un paso hacia ella, sintiendo el peso de la historia que compartían. El Vash que ella conoció, aquel hombre que la protegía incansablemente, con su afecto y su dedicación inquebrantable, ya no estaba. ¿Y él? ¿Quién era él,acaso una version mas joven sacada del trono?vash entendió el porqué de su actuar 'ella conoció a una variante de mí' no era raro que variantes o visores existieran disperso en toda la creación. Un visor siempre actuaria como el avatar de su dios creador o como una vida independiente, incluso una variable creada en otro cielo.
"Lo siento, Boudica..." Vash finalmente habló, su voz grave y llena de tristeza contenida. "Sé que no soy el hombre que conociste, ni el que esperabas. No puedo volver a serlo."
No existe como tal.
No es el.
Boudica lo miró fijamente, sus ojos brillando por el dolor que sentía, pero también por una fuerza que ella misma había cultivado a lo largo de los años. Se había enfrentado a tantas batallas, físicas y emocionales, que las lágrimas ya no eran signo de debilidad, sino de algo mucho más profundo: la aceptación de lo que había perdido y la comprensión de lo que había cambiado.
"No necesitas disculparte", dijo Boudica, su voz llena de una tristeza resignada pero también de una extraña paz. "Ya no espero que seas el mismo Vash. Sabía que eso no iba a ser posible, pero..."
El cielo resplandeciente de oro, los gritos de su gente.
Suspiró y apartó la mirada, como si no pudiera sostenerla más. "Pero sigo recordando ese hombre. Ese Vash que me cuidaba, que no se rendía. Aunque sé que no eres él, no puedo evitar seguir viéndote como el mismo, aunque el tiempo haya cambiado tantas cosas." el brazo izquierdo que tenia era de carne y hueso. No frio y de metal como el vash que la acompaña.
Vash dio un paso más, se agachó ante ella y la miró con una expresión que reflejaba comprensión. "No puedo ser él Nunca podría tomar su lugar ya él existe o existió, soy solo un reflejo de un camino diferente. Perdón, pero... podría al menos fingir como era él."Que tan difícil podría ser actuar como lo hizo un visor.
Boudica levantó la vista, sus ojos fijos en los de él, buscando algo que no podía nombrar, algo que le ayudara a encontrar consuelo. Su corazón palpitaba, no solo por la tristeza, sino por la necesidad de entender a este Vash, un hombre que compartía la esencia del ser que había conocido, pero que al mismo tiempo había sido transformado por algo mucho más grande.
"No puedo prometer que volveras a encontrarlo", continuó Vash, su voz ahora más suave, casi como un susurro. "Pero quiero que sepas que si alguna vez necesitas algo, no importa lo que sea, estaré aquí."
Boudica lo miró en silencio, una mezcla de emociones cruzándose por su rostro. Finalmente, con una leve sonrisa, asintió. "Lo sé. Y aunque no seas el Vash que conocí, tal vez... tal vez eso no importa tanto." su corazon palpitaba el rostro la expresiones incluso su vestimenta es parecida, mientra su vash usaba un abrigo rojo y ropa negra este portaba un uniforme militar de los mismos colores.
Vash, al ver su aceptación, se levantó lentamente. "Voy a dejarte descansar. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme."
Boudica asintió de nuevo, pero esta vez, cuando miró a Vash, sus ojos no solo mostraban tristeza, sino una leve chispa de esperanza. Quizás, a pesar de todo, había algo en este nuevo Vash que podía ser la base de algo distinto, algo que solo el tiempo podría revelar.
Vash salió de la habitación, y mientras caminaba por los pasillos vacíos de Chaldea, reflexionó sobre la conversación. ¿Qué significaba realmente ser él mismo en un lugar como este, rodeado de seres poderosos y cargado de secretos oscuros? La respuesta seguía siendo incierta, pero en ese momento, en ese pequeño acto de compartir un momento de comprensión con Boudica, Vash sintió que tal vez no todo estaba perdido.
Tal vez, solo tal vez, había algo en ese futuro incierto que todavía valía la pena explorar.