12ª. En el punto de mira.
Reilly
era una mujer alta y muy delgada. Nunca sonreía, lo consideraba una
frivolidad. Y cuando lo hacía era una sonrisa perversa, la del cazador
que sabe que su presa estaba perdida. Tenía unos ojos grises, bellos,
pero que desprendían mucha frialdad. Estaba en una azotea de un edificio
con su rifle "Tinma M1v Small" con un visor con capacidad de visión
nocturna. Las malas lenguas decían que ese rifle era su amante, pero
esas personas no repetían por segunda vez ese chiste. Esa mujer se
encargaba de acallar a los bocazas.
Estaba acompañada por su
inseparable compañero Ben, un hombre bajo con una mata de pelo sobre la
cabeza y experto en artes marciales. El hombre llevaba una pequeña
pistola creada por el mismo y un gran machete, que ya había bebido la
sangre de más de uno.
Los dos asesinos, los mejores de su especialidad estaban al acecho de sus dos víctimas,
Ben miró las fotos de sus víctimas y farfulló por lo bajo.
-
¡Dos críos! ¡Nos han contratado para acabar con dos putos críos! -
maldijo en bajo el hombre. No estaba de acuerdo con el encargo. Para él,
ese comisario se estaba riendo de él. Ese trabajo no era digno para un
asesino como él.
-No te quejes, nos pagan bien-contestó la mujer-
es como robar un caramelo a un niño. Dispara a dos chicos. El mejor
trabajo que nuestra organización nos ha encargado. Disparamos, nos
esfumamos y nos pagan. Nadie nos perseguirá, nadie nos hará preguntas. Y
durante un tiempo vivimos en un lugar tranquilo y retirado. Nos
dedicaremos a la buena vida.
La mujer se vio en una isla tropical,
en Bikini, tomando el sol y con un coctel en la mano, y con un ejército
de hombres esperando sus órdenes para hacerle la vida más fácil.
El hombre más reservado se veía en la montaña esquiando, con la cara tapada y que quien nadie supiera quien era.
-Despierta, o eso dos niñatos se escaparán-dijo la mujer al ver al hombre metido en sus sueños.
-No, desde aquí lo veremos durante mucho tiempo. Tendremos mucho tiempo para dispar, sólo esperaremos al momento oportuno.
Y se pusieron en espera que aparecieran los dos chicos.
Los vieron aparecer, parecían muy jóvenes. Daba igual la edad de sus víctimas, les pagarían por hacerlos desaparecer.
Reilly
vio como los dos chicos se paraban. La joven parecía llorar y se abrazó
al chico, esa chica estaba de espaldas, y el chico la abrazó. Reilly
sonrió si tenía suerte una sola bala podía matarlos a los dos, era una
especialista en matar a dos de un disparo. Los dos morirían sin saber
quién los había matado. Nadie investigaría la muerte de los dos jóvenes,
Kyosuke se encargaría que pareciese que se habían suicidado. Ese
comisario era despreciable, pero también era una fuente de ingresos. Los
dos jóvenes no serían los primeros que encargaba matar, y tampoco sería
los últimos. Algo le decía que antes que Kyosuke consiguiese lo que
buscaba con esa familia, serían llamados para cumplir más encargos. Más
tareas de limpieza como lo llamaba ella.
Miró a sus objetivos y
respiró. Se llevó la mano al bolsillo trasero, sacó una petaca con licor
la abrió y echó un trago y se la pasó a su compañero que bebió otro
trago. Ben le devolvió la petaca, y ella volvió a beber, la dejó a lado
suyo. Siempre hacían esto, formaba parte de una tradición, una especie
de ritual. Los dos jóvenes no se habían movido. La asesina cerró un ojo,
miró por la mirilla del visor. Tenía un blanco directo. Apuntó a la
espalda de la joven y disparó.
Ranma y Akane corrían, se dirigían al dojo, hablarían con su familia,
cogerían lo imprescindible para vivir y desaparecerían de Nerima y
posiblemente de Japón. Se esconderían una temporada y después cuando
todo se calmase volverían, y si todo continuase igual, no volverían
nunca.
Ranma miro a su prometida, estaba condenado por protegerla,
pero no se arrepentiría nunca. Iría donde ella fuese, a salvaría de
todos, y moriría por ella.
Akane miró a su prometido, se había
metido de cabeza en un gran problema por ella, lo hizo sin pensarlo dos
veces. Desde el principio supo que él no la dejaría sola. La acompañaría
hasta donde ella fuese, y la salvaría arriesgando su vida. Estarían
juntos hasta que se solucionase todo. Entonces ella tuvo un
presentimiento, uno muy malo y se puso a llorar- se abalanzó sobre el
chico que durante un instante se quedó parado, pero enseguida la abrazó
con fuerza, él también tenía un mal presentimiento. Todo estaba a punto
de acabar y ellos no saldrían enteros de este lance.
-No pasa nada. Nos no pasará nada- mintió el chico, - no dejaré que nada te pase-en eso no mintió.
-No
es verdad-contestó ella- todo se ha complicado mucho. Debemos huir, ese
bastardo que tengo por tío nos has puesto la cabeza a precio, tarde o
temprano alguien acabará con uno de nosotros o los dos. No podemos
escapar toda la vida. Mi tío nos encontrará allá donde vayamos. Hace
tiempo oí que tenía contactos con la Yakuza y que formaba parte de un
grupo que intentaba hacerse con el control del país. No hay un lugar
donde estemos a salvo. -Akane estaba desesperada, se veía atrapada.
-Te
juro que saldremos de esta, y que dentro de un tiempo miraremos a este
tiempo como si fuese una pesadilla cada vez más lejana. Venceremos a tu
tío y a los dos idiotas que tiene por hijo. Y a quien se meta por medio.
El
chico la miró, y le sonrió. Ella supo al instante que era una falsa
sonrisa, Ranma estaba tan asustado como ella. Cada vez que ella estaba
en peligro, Ranma entraba en pánico. Y esa vez el joven estaba
terriblemente asustado. La estaba intentando animar sabiendo que todo lo
que hacían era sólo prolongar una agonía que los llevaría de forma
irremediable a la muerte.
-No me mientas- dijo la joven llorando
mirando a Ranma- Nadie nos salvará, estamos acabados. Nos han amenazado,
me han secuestrado y me han entregado a un macarra, aunque tú me has
salvado. Nuestros amigos han detenido a Kyosuke y sus matones, pero sólo
será por unas horas como máximo. Estoy cansada de esto. Me voy a sentar
y esperaré a que venga mi tío y me mate. No quiero que te pase como con
mi amigo de infancia.
La chic se quiso deshacer del abrazo de Ranma, pero este la cogió con más fuerza.
- ¿Dónde
está la Akane Tendo que yo conocí? ¿Dónde está esa chica que no se
dejaba vencer por nadie? ¿Dónde está la Akane que me perseguía por
decirle pecho plano o marimacho? ¡La quiero de vuelta!. ¡Quiero a la
Akane de la que me enamoré!. ¡La Akane que sacaba en cualquier momento
su mazo y lo utilizaba para mandarme a volar!. -la miró con
furia. El chico estaba enfadado con ella, esa actitud cobarde y
derrotista lo ponía furioso- no dejaré que te rindas, aunque tenga que
levarte a rastras te voy a salvar. - de golpe se la quedo mirando y
recordó algo que dijo ella, y no era la primera vez que ella lo
comentaba- ¿Tú amigo de la infancia? ¿Qué fue de él? Si pudiéramos
encontrarlo.
-No sé, el día que caí inconsciente a él le pegaron
una paliza, fue mi tío. Y amenazó a su familia que se alejase de mí. No
los volví a ver, es más no recuerdo como se llamaba. Mi padre me dijo
que lo dejaron moribundo. Sus padres tuvieron que llevárselo lejos.
Aunque con los años le pregunté a mi padre no me dijo nada. Kyosuke les
hizo firma un documento que no podían decir nada.
-Y a mi familia
les hizo firma otro que nos ataba a algo que no sé. Nadie me ha hablado
de eso. Lo único que sé es que hay una clausura que dice que si estoy
prometido contigo debo sepárame de ti y no intervenir, si no la cumplo…
seguiré tu destino y a mí también me mataran.
Ella lo miró alarmada.
-Pues ya sabes lo que debes hacer-dijo ella muy excitada- ¡déjame, y salva tu vida!
El joven la miró de forma extraña, como si ella hubiera enloquecido.
-
¡Ni en sueños! Tú y yo estamos unidos por algo más fuerte que esa
antigua promesa. Nos une que nos amamos y estaremos juntos hasta el
final… si uno cae…
-… El otro también caerá_-acabó la chica.
Se
miraron y se fueron a besar. En ese momento Ranma tuvo un
presentimiento, y en lo alto de un edificio vio brillar algo y de eso
salir humo, supo al instante que era. Cogió a su prometida por la
cintura y se tiró al suelo, arrastrando a la joven. Un segundo después
en la pared donde se habían apoyado se estrelló algo. Los dos jóvenes
supieron al instante que se habían salvado por los pelos. Los dos se
miraron, y ocultándose entre los edificios salieron de allí.
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Ben se acercó a su compañera.
- ¿Has acertado? - En realidad no era una pregunta, era una afirmación.
-
¡Claro que he acertado! Nadie escapa de mis balas. Ahora debemos ver
que esos dos chicos son fiambres y comunicarlo a nuestro cliente y las
islas del sur serán mías.
Los dos asesinos se rieron, pero oyeron
un ruido. Y se giraron, lo que vieron les heló la sangre. Sus dos
víctimas seguían vivas, cosa imposible. Esos dos chicos habían corrido
un motón de metros en segundos, cosa que era también imposible. No
habían sufrido ni un arañazo. El chico llevaba a la joven en brazos,
parecían que habían trepado por la pared. Alrededor de los dos jóvenes
se veía una luz oscura, un aura como en los mangas. Todo eso sumaba un
motón de imposibles. Pero los dos asesinos se recuperaron pronto y se
prepararon para matar a los dos jóvenes, que parecían furiosos. Pero
eran dos niños y serían fáciles de liquidar. Pero esos dos niños eran
todo menos dos indefensos niños fáciles de liquidar
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Ranma
con su prometida, corrieron hacía el edificio desde donde les
dispararon, se ocultaban entre las sombras y llegaron al edificio y lo
miraron.
¿Preparada? - preguntó el joven
-Adelante-contestó la chica.
Ranma
cogió a Akane en brazos y saltó hacía arriba y fue trepando por la
fachada del edificio dando pequeños saltos, apoyándose en la pared del
edificio. Al llegar arriba y dar el último salto vieron a los asesinos,
estos los miraron un instante con miedo, pero enseguida se repusieron.
Los dos jóvenes tocaron el suelo, Ranma dejó a su prometida en el suelo.
- ¡A por ellos! No hay piedad- dijo Ranma.
-No, nunca hay piedad para esta gentuza-contestó la joven, y se encaró a Reilly.
La
asesina calculó el poder de su rival, y para su desgracia por primera
vez lo hizo mal. Pensó que esa pequeña niña no era rival para ella. La
mujer buscó entre sus bolsillos y sacó una pistola y apuntó a esa chica.
-Mira la niña, se piensa que me ganará-la mujer se rió- debe comer mucho para estar a mi altura. Si no tiene ni pecho.
Akane la miró furiosa y pensó en sacar su mazo, pero no lo vio claro, no quería jugar con ventaja… aún.
-Tendré menos pechos que tú, pero al menos son míos. Los tuyos son postizos van con el sujetador.
La
asesina se enrabió, esa insolente había descubierto su secreto, ahora
debía matarla, para que nadie lo supiera. Oyó reír al joven.
-
¡Ataca ya! - dijo el joven a su amiga- no le des confianza. No puede
moverse bien, fíjate lleva alza en su zapato para aparentar se más alta.
No es muy buena luchando es una francotiradora, pero no te fíes. El
idiota de su compañero parece mejor, pero tanto tú como yo hemos luchado
contra gente mejor que ellos.
Los dos asesinos miraron a esos dos
chicos furiosos. En ese trabajo había dejado de ser eso, un trabajo,
ahora era personal. Su orgullo estaba en juego. Los dos apuntaron a los
chicos con sus pistolas y empezaron a disparar, pero los chicos
esquivaban las balas.
-Concertante y cargarte a la chica- dijo Ben furioso- si nos cargamos uno el otro se ofuscará y nos será más fácil matarlo.
-
¡Como que es fácil darle!, esa ramera se mueve muy rápido, a una
velocidad imposible- imposible una palabra que en los últimos momentos
repetía continuamente.
La palabra ramera cabreó a Akane, y decidió
dejar de jugar, se acercó a esa asesina, puso una sonrisa siniestra y
atacó con uno de los ataques preferido de su prometido.
- ¡Tenshin amaguri ken!
- gritó la joven mientras daba a la asesina la del pulpo. La mujer
nunca había visto nada igual. Se sintió dolorida en todo su cuerpo. Ella
vencida, ella una experta en artes marciales. Fue vencida por una
joven. Esa chica era mucho mejor que ella. La mujer cayó al suelo
llevándose las manos a donde más le dolía, que era todo el cuerpo.
-Pequeña
furcia de tres a cuatro- dijo Reilly y sacó un machete, pero Akane de
un puñetazo la envió al otro lado de la terraza y la dejó sin dientes.
Mientras
Ranma esquivaba las balas de su oponente. Ben se enfurecía, no acertaba
al joven que huía sin parar, él lo seguía y de golpe vio como el chico
sonreía, su instinto depredador le dijo que se acababa de convertir en
presa, pero ignoró esa advertencia y…
- ¡Hiryu shoten ha!
-gritó el joven. Y un torbellino se elevó arrastrando con él al
asesino- que comprendió porqué lo habían contratado. Esos dos chicos no
eran dos jóvenes normales. Eran dos monstruos, dos yōukais, o dos
demonios. No era un trabajo para asesinos, debían haber llamado a un
exorcista o un cazador de demonios. Pero ya era tarde, ahora esos dos
monstruos se lo comerían.
El hombre cayó al suelo. Y se quedó quieto, tal vez si simulaba estar muerto, se salvaría. Pero…
-Siguen despiertos- dijo el joven, o él que parecía un joven.
-Debemos
hacerlos hablar- dijo la chica y de la nada sacó un mazo. Los dos
asesinos vieron esto con terror, era su primer caso perdido, el jefe no
estaría contento y el cliente menos. Pero ante dos monstruos… ¿que
podían hacer?
Se acercaron a Ben que retrocedió asustado. Pero el joven lo cogió con una mano y con otra cogió el machete.
-Elige
habla o deberás elegir entre el machete o el mazo, tu mano está en
peligro. Y los dos jóvenes miraron con maldad al aterrado asesino que
cantó todo. En la esquina Reilly miró la escena con terror. Sus armas
habían quedado inutilizadas. Esa chica las rompió como si fueran de
juguete. La mujer lloró al recordar como esa niña le rompió su amado
rifle. Se sintió desnuda sin él. Si tenía suerte esos chicos torturarían
a Ben un rato y se irían… pero ese día la diosa fortuna le dio la
espalda y los dos jóvenes la hicieron hablar. Después los dos niños se
fueron… o tal vez no.
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En
un coche negro, un Porsche 911 carrera, de los años setenta, iban dos
hombres, miraban las fotos de los dos jóvenes que les habían ordenado
liquidar. Eran los jefes de la organización criminal contractada por
Kyosuke para liquidar a Ranma y Akane. Iban vestidos de negro y con
gafas de sol muy caras.
- ¡No me lo puedo creer!, ¡NOS HAN CONTRATADO PAR MATAR A DOS CRIOS!, ¡DOS PUTOS CRIOS!-exclamó
el que tenía menos categoría. Era de estatura media y un poco
regordete, aunque eso no le quitaba agilidad. Era unos de los mejores
asesinos, pero siempre había estado por debajo de alguien. No le gustaba
tener a nadie a su cargo, no tenía paciencia y a varios compañeros que
lo habían defraudado… no vivieron para contarlo.
- Nos pagan por
este tipo de trabajo sin importar la edad- comentó el otro. Era un
asesino nato, el mejor de su organización. Alto, delgado con unos fríos
ojos verdes, que daban pavor a sus víctimas. Tampoco soportaba que sus
segundos fallasen, aunque él tuviera la culpa sus compañeros pagaban muy
caros los fallos.
-Pero lo que no me explico es como Kyosuke no
se ha liquidado ya a esto dos niñatos. Lleva más de un mes detrás de
ellos. Nunca le han dudado tanto. – el hombre no estaba satisfecho, su
nombre en clave era Ezekiel.
-No nos pagan para pensar, sólo para
acabar con nuestros encargos. Si Kyosuke y sus hijos han fallado es que
han perdido facultades-dijo el jefe, que respondía al nombre de Morlun.
Los
dos guardaron silencio, y condujeron el coche hasta un callejón y
aparcaron hasta lado de una camioneta del servicio telefónico. Bajaron
del coche y subieron a la camioneta, permanecieron unos minutos y
bajaron de ella vestidos con la vestimenta de los trabajadores de dicha
compañía.
Entraron en un edificio y fueron al ascensor y subieron hasta la última planta. Se dirigieron a la puerta de la terraza.
-Supongo que Ben y Reilly habrán acabado con esos dos chicos. -dijo Ezekiel. Y abrieron la puerta.
Al
principio no vieron a sus compañeros. Los dos sacaron sus pistolas,
algo había salido rematadamente mal. Miraron a varios sitios, y al final
vieron en una esquina a dos figuras que temblaban, se acercaron para
descubrir a sus dos mejores asesinos. Esa pareja habitualmente era fríos
y calculadores. No le temían a nada ni a nadie. Y ahora temblaban de
terror.
-Nos habéis fallado. No podemos consentir fracasos en
nuestra organización-dijo Morlun, y él y Ezekiel apuntaron con sus armas
a sus compañeros. En su organización no estaba permitido el fracaso, si
alguien fracasaba… moría.
Ben abrió los ojos y miró a su jefe.
-No
son humanos… son dos monstruos… han venido a destruir a la humanidad.
Han adoptado la forma de dos niños para engañar a los humanos- dijo
mientras sus compañeros lo miraban con incredibilidad. Ese hombre se
había trastornado. De repente sus ojos se volvieron los de un loco y
señalando detrás de sus jefes- y están aquí para matarnos y comernos.
Reilly
gritó de terror. Ezekiel y Morlun se giraron y subidos a la vaya del
edificio vieron a sus dos víctimas. Los dos hombres sintieron un terror
natural hacía esos dos jóvenes, que los dos lograron dominar. Los dos
creyeron ver que un aura negra rodeaba a los dos chicos, que tenían los
ojos amarillos, fue una visión que duró unos segundos. Rápidamente
apuntaron a los dos chicos con las pistolas y dispararon, pero cuando lo
hicieron los dos jóvenes ya habían desaparecido de allí. Sin dejarse
dominar por el pánico los dos asesinos buscaron a los dos chicos, pero
cuando lo lograron encontrar. Los dos chicos estaban delante de ellos. Y
fue cuando esos dos hombres conocieron el verdadero terror.
Cundo
Morlun se despertó, recordó con terror el momento que le hizo pasar ese
joven, como había dicho Ben, era un monstruo. Ese chico desplego todo
un abanico de golpes imparables y una técnica de rayos y tornados no al
alcance de un humano. Vio como Ezekiel era perseguido por una joven de
una fuerza inhumana, como esa "Chica" sacaba un mazo de la nada y lo
estampaba contra su segundo.
Abrió los ojos y descubrió a Ezekiel
metido en una chimenea, al pobre sólo se le veía las piernas que movía
para escapar de allí, el hombre gritaba de terror. Ben y Reilly estaban
atados. Y a él los habían atado a las cuerdas de tender la ropa, sus
pies estaban a medio metro del suelo.
No quería volver a ver a
esos dos niños, sólo en pensar en ellos se aterrorizaba. Cuando logró
escapar con sus compañeros del edificio y llegar al coche. Recibió la
llamada de su jefe. Ellos no eran los únicos asesinos de la organización
que habían mandado a asesinar a Ranma y Akane. Y todos los grupos
habían fracasado, todos habían sido derrotados por los dos niñatos. Esa
organización decidió pasar de ese trabajo., acabar con monstruos no era
su trabajo. Pasaría un tiempo antes de que aceptasen otro trabajo.
Ninguno volvería a atentar contra jóvenes de viviesen en un dojo.
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Después
de deshacerse de varios grupos de asesinos. De comprar en un
supermercado unos helados y comérselos. Apalizar a varios cazadores de
recompensas. Pegarles la paliza de su vida a un pobre vampiro joven y a
un joven hombre lobo, que los implicaron en su pelea. Y mandar a volar
un vendedor de seguros. Al final legaron al dojo.
Entraron al
edificio, no sabían que había sido ocupado por cazadores de recompensas,
algunos okupas y políticos que se creían en posesión de la verdad. Unos
minutos después, estas personas salieron asustadas del dojo, jamás
osaron volver.
En la casa fueron recibidos por las dos hermanas
Tendo mayores y Nodoka. Las tres estaban espantadas, habían oído lo que
les había pasado a los jóvenes. También sabían que los dos chicos debían
huir si querían salvarse, y alejar el peligro de su familia.
Los
dos chicos miraron a su familia, podía ser que era la última vez que se
vieran en mucho tiempo… o que no se volvieran a ver nunca. Las cinco
personas allí reunidas sabían eso.
Akane se abalanzó sobre sus
hermanas y las abrazó llorando. Ranma miró la escena y después se quedó
mirando a su madre. No quería parecer débil y abrazar como un niño a su
madre. Quería hacerlo y dar a esa mujer ánimos.
-Si me abrazas no
serás menos hombres-dijo la mujer- eres un hombre y debes ser duro, pero
también flexible. Y cuando lo requiera puedes llorar- la mujer conocía
bien a su hijo. Y sabía lo que ocultaba en su corazón.- Tu padre no te
pudo eliminar todos los sentimientos que tienes en tu corazón. Ellos te
han llevado a apoyar a tu prometida. Eres noble y generoso, aunque lo
intentas ocultar tras esa fachada de insolente. Intentas ocultar que
tienes sentimientos, pero a mí no me lo ocultas- y miró a Akane- y a tu
prometida tampoco.
Ranma miró a su medre, hipo y la abrazó llorando como un niño.
-No
quiero dejarte sola de nuevo, pero esta vez es mi deber hacerlo. No
puedo dejar a Akane, es lo que más quiero. No seré como mi padre que te
dejó y me llevó con él. Debemos huir para salvarnos los dos-miró a su
prometida que seguía abrazada a sus hermanas hablando con ellas. Miró a
su madre muy serio- no te voy ocultar nada, volveré cuando ella esté a
salvo, si nunca lo está… nunca volveré. Si ella cae… yo también caeré.
Su madre lo miró con orgullo.
-Eres
un hombre, aunque algunos dirán que te has lanzado al peligro sin
pensarlo, al ser tan joven e inmaduro, yo no te lo diré. Haces lo que
debes. No huyes ante el peligro para salvar lo que amas, estás alejando
el peligro de tu prometida, es lo debes hacer. Salvarás a Akane de quien
intenta hacerle daño. Sé que volverás. Te esperaré siempre… -miró a
Akane-… os esperaré a los dos. Sé que volveréis aquí.
La mujer lloraba al tener que separarse de su hijo por segunda vez.
-Volveré, te lo prometo-miró con desconfianza a su madre- pero no te firmaré nada, no firmaré hacerme el sepukku.
La mujer miró a su hijo y se rió.
-No te lo haré firmar. Creo en tu palabra, no me falles.
-No
lo haré madre, volveré y Akane lo hará conmigo. Juntos nos libraremos
de este problema-dijo el joven. Y su madre lo abrazó y acunó como si
fuera aún un niño, el niño que le arrebataron de sus brazos. Mientras
madre e hijo lloraban.
Akane abrazaba a sus hermanas, se tenía que
separar de ellas, no quería. Mientras ella estuviera cerca ellas
estarían en peligro. Y más ahora que Kyosuke había dado orden de matar a
tanto ella como a su prometido. No quería poner en riesgo a sus
hermanas, su permanencia en el dojo se había vuelto un peligro para
todos lo que vivían en él.
-Debo irme, os pongo en peligro-dijo la
más joven de las hermanas. Lloró con más fuerza- no quiero dejaros. Os
voy a buscar problemas, mi tío y esos seis vendrán a sacaros donde hemos
ido.
-Nosotras tampoco queremos que te vaya, pero debes
hacerlo-dijo Nabiki, la joven estaba a punto de llorar, esa chica que
siempre estaba tranquila, como si nada fuese con ella. En eso momento se
vino abajo, se puso a llorrar. A pesar de aparentar ser de hielo, una
mujer sin sentimientos, en ese momento se sentía hundida y desgraciada.
No pudo cumplir lo que prometió a su madre, proteger a su hermana
pequeña- No diremos dónde vas, si viene alguien, lo distraeremos lo
suficiente para que podías huir.
Kasumi miró a su hermana pequeña y la besó.
-Te
tengo que pedir perdón-dijo la hermana mayor- yo te tenía que haber
protegido… a ti y a Ranma-la chica calló y bajó la cabeza- no he podido
hacerlo. Te he fallado a ti, a Ranma… y a mamá, ella puso su confianza
en mí y yo la he defraudado.
Akane la miró y sonrió.
-No te
preocupes, hiciste cuanto pudiste. Nuestro tío es muy poderoso, y no
pudiste. Ahora nosotros dos desapareceremos y nadie nos encontrará.
Cuando esto se solucione volveremos. Sed fuerte, como lo fue nuestra
madre. -la chica miró a su prometido que seguía abrazado a su madre-
estaré bien, Ranma me protegerá y yo a él. Volveremos y nos reiremos de
estos días. Os juro que volveremos.
Ranma deshizo el abrazo con su
madre, en contra de su voluntad tuvo que separarse de su madre, que lo
miraba orgullosa, pero llorando.
-Akane, sé que es doloroso, pero
debemos irnos. Tu tío puede aparecer, él o sus sicarios. Debemos
alejarnos de aquí cuanto antes. - Se giró a Kasumi- Gracias por todo,
por recibimos en esta casa, cuando llegué con mi padre, por cuidar de
todos. Por todas tus atenciones. Has sido muy buena y atenta y ahora yo,
como soy un desagradecido me llevo a tu hermana, sin el consentimiento
de tu padre, y te alejo de ella. Espero que me perdones por acerté
sufrir, pero no dejaré que ella muera, ¡Qué sea asesinada por ese
bestia! Lo dije hace tiempo para mi ella ya es mi esposa. Mi deber es
protegerla, es lo que yo quiero.
Kasumi lo miró.
- ¡Gracias a
ti! Desde el primer día has protegido a mi hermana, la has ayudado
cuando tenía problemas, te has preocupado por ella. Sé que la quieres
como nada en el mundo-el chico se sonrojó y bajó la cabeza- no debes
vergonzante de lo que siente por ella. Sé que la cuidarás y protegerás
de ahora en adelante. Confío en ti, yo te confío a mi hermana. Eres un
buen hombre y que darás todo para que ella este a salvo. -miró a su
hermana- volver lo dos, sé que tú también protegerás y cuidarás a Ranma.
Confía en él, como él confía en ti. Volveréis y cuando lo hagáis
haremos una gran fiesta, con la comida que más os gusta. -La chica
estaba llorando y se abrazó a los dos prometido-volver los dos, si no lo
hacéis me enfadaré mucho con vosotros. Sois mis dos hermanos y os
quiero mucho. No me dejéis sola.
Ranma y Akane se sonrojaron.
-Te prometemos que volveremos-dijeron los dos prometidos.- no te dejaremos sola.
Nabiki se le acercó y les entregó un sobre.
-Aquí
tenéis mis ahorros de estos últimos dos años-dijo la joven – os harán
falta. La mayoría de este dinero lo gané con vuestras fotos. No quiero
que me lo devolváis, ni os cobraré intereses. Sólo quiero que me
pagareis de una forma-los miró y lloró- ¡Volver los dos! Si no lo hacéis
os arremeteréis. ¡Quiero teneros de vuelta! Para reírme de vosotros,
para haceros fotos, y para teneros cerca y me sienta completa… yo
también os quiero, y no quiero que nadie aquí diga ni una palabra de lo
que acabo de decir- miró a todos- Una tiene una reputación que tiene que
mantener, nadie debe saber que tengo sentimientos.
Todos la miraron y sonrieron. ¡Nabiki había tenido un momento de debilidad!, ¡Esa chica tenía sentimientos!
La joven se sintió incomoda, la habían descubierto, por suerte nadie la chantajearía, o eso pensaba ella.
-Nabiki
ya sabía que tenía sentimientos- dijo Kasumi. Nabiki miró a su hermana
mayor asustada, esa chica preparada algo en su contra, se lo decía su
instinto manipulador. Pero Kasumi se volvió- voy a acabar de prepárales
algo para que se lleven eso dos chicos- y la hermana mayor salió del
comedor, y la oyeron trastear por la cocina.
- ¡Ranma, Akane!
Tenéis preparadas vuestras mochilas de viajes desde hace días- dijo
Nodoka- las hicimos por qué teníamos un mal presentimiento. Sólo falta
que os duchéis, si queréis lo podéis hacer juntos.
Los dos chicos
se miraron y se sonrojaron, Nodoka tenía razón, ducharse juntos
ahorraría tiempo, ahora que estaban escasos de él. Y así lo comunicaron a
las dos mujeres que estaban con ellos.
Mientras los dos jóvenes se duchaban. Nabiki y Nodoka se miraron asombradas.
-No esperaba que se lo tomasen en serio-dijo la madre de Ranma- yo lo dije en broma.
Dentro
del baño se oían reír y pelearse a los dos jóvenes. Insultos como
pervertido, marimacho, mirón, pervertida y otras salieron de las bocas
de los dos prometidos. Pero no sonó ningún golpe, no fue utilizado un
mazo, ni nadie salió volando. Sólo se oía reír a los dos chicos. Fue un
momento que los dos utilizaron para relajarse, tranquilizarse. Los dos
se sentaron en la bañera y se miraron con seriedad. Por un momento
olvidaron que estaban siendo cazados. Que no disponían de tiempo. Se
fueron acercando, aproximaron sus cabezas y se besaron. No era su primer
beso, ni el menos casto de todos, pero si en él que expresaron la
pasión que lo invadía. Con ese beso alejaron por un momento todo el
sufrimiento por el que estaban pasando. Se abrazaron como si fuese en
ello todo, como si no hubiera un mañana, para ellos ese mañana no podía
llegar nunca. Él chico la besó en el cuello, sabía que ella enloquecía
cuando la besaba ahí. Le mordisqueó la oreja, en esos momentos Akane
estaba loca de placer y besó a su prometido en la barbilla y después en
los labios y aprovechó para morderle suavemente en el labio inferior.
Ranma exhaló un suspiró. Había perdido totalmente la razón, notaba que
ese día se entregarían él uno al otro. Se miraron seriamente y se
lanzaron con avidez sobre el otro para expresar con sus cuerpos lo que
sentían el uno por el otro. Y allí metidos en la bañera hicieron el amor
de una forma impetuosa, con fuerza y sin controlarse lo más mínimo. Fue
el único momento de paz que tuvieron hasta ese momento, y el único que
tendrían ese día.
Desde fuera las tres mujeres oyeron a los dos
chicos bramar mientras hacían el amor. Seguramente los oirían en todo el
barrio. Las tres mujeres se miraron no dirían nada. Los dos chicos se
encontraban metido en un lio muy gordo. Y si así rebajaban tensión por
ellas estaba bien.
Nodoka suspiró, su hijo era todo un hombre, un
hombre entre los hombres, y por la forma que Akane chillaba, su hijo era
todo un semental, todo lo contario que Genma. Pensó en su ex marido con
tristeza, que poco había disfrutado con ese medio hombre en la cama.
Genma era un incapaz, diría que incluso era frígido.
Kasumi
lloraba. Su hermana menor ya era mujer, y disfrutaba de su cuerpo. En
cambio, ella con veinte años no tenía novio, el único que podía serlo,
hacía tiempo que desapareció de la noche a la mañana, y la dejó
compuesta y sin novio. Tal vez debía hacer caso a su mejor amiga, y
tener relaciones con ella, cada vez le gustaba más esa idea. Pero por
ahora dejaría sus relaciones amorosas, fuesen del signo que sean,
aparcadas. Por ahora y en un futuro cercano su único objetivo era
intentar salvar a los dos chicos que estaban en el baño. Y alejar las
sucias manos de los Tanaka de ellos. Y en caso contario… se vengaría con
crueldad de su tío y primos. Sonrió con maldad, que fue vista con
terror por las otras dos mujeres, su madre le dio los medios para acabar
con sus parientes.
Nabiki sintió celos, dentro del baño su
hermana estaba pasando un buen rato. No había derecho, ese chico debía
haber sido suyo, una vez lo fue. Aunque en el fondo siempre supo que
Ranma siempre fue de Akane. Era ella la que debía disfrutar del joven.
Era ella la que debía chillar de placer y en cambio lo hacía Akane. Pero
su parte materialista empezó a pensar, si hubiera puesto una cámara en
el baño, Kasumi no le dejó, con el video podía forrarse, aunque fuese un
video para mayores, e incumpliese la censura japonesa. Oyó a su
escandalosa hermana pequeña chillar. Y sintió más celos y envidia.
- ¡QUE ENVIDIA! ¡QUÉ SUERTE TIENE AKANE! -exclamaron
a la vez las dos hermanas con envidia, mientras lanzaban un suspiro de
frustración. Las dos jóvenes se miraron con extrañeza, y volvieron a
suspira, ahora se arrepentían de haber dejado a ese joven tan dotado en
brazos de Akane, esta había descubierto lo útil que podía ser el chico.
Los
dos jóvenes en la bañera, acabaron de hacer el amor y descansaron el
uno en brazos del otro. Y fue en ese momento fue cuando se dieron cuenta
asustados que se habían excedido. No disponían de tiempo para nada, y
ellos habían desperdiciado un tiempo precioso en un acto… maravilloso.
No se arrepintieron, estaban pletórico por el acto hecho. Se vistieron
corriendo, aunque mientras lo hacían aprovecharon para besarse un par de
veces y meterse mano. Cuando iban a salir del baño lo miraron, habían
agrietado la bañera, estaba a punto de romperse, no sabían como Nabiki
explicaría eso a la aseguradora.
Cuando salieron del baño vieron a
las tres mujeres que los miraba con una mezcla de emociones. Los dos se
sonrojaron y miraron a las tres mujeres con vergüenza. Pero esas tres
mujeres no preguntaron nada. Tal vez Nabiki lo hubiera hecho, pero
Kasumi y Nodoka la amenazaron y ella calló.
Poco después los dos
jóvenes estaban en la puerta de la casa. Akane abrazó a sus hermanas y a
Nodoka. Ranma fue abrazado por las tres mujeres que se quedaban en
casa. Su turbación fue enorme.
-En las mochilas hay vuestras
ropas, la tienda de campaña, vuestros sacos de dormir- dijo Nodoka-
vuestros documentos no os servirán, y alguien de confianza os ha mandado
estos documentos con identificación falsa, nadie detectará que son
falsos. Fueron hechos por funcionarios con papel legal. - Ranma miró a
su madre, es mujer tenía mucho contacto, aunque no podía salvarlos. Esos
documentos, aunque con falsa identidad, eran auténticos y expedidos en
una oficina acreditada para esa labor.
Kasumi le entregó una bolsa.
-Aquí
tenéis medinas, comida, latas de conserva, y utensilios de cocina, como
platos, cucharos, alguna sartén y olla para hacer la comida. Han
colaborado mucha gente para que tengáis esto.
Nabiki se le acercó y les entregó algo.
-Este
dinero lo reunieron vuestros compañeros de Furinkan y vecinos del
barrio que os aprecian, a apoquinado todos. Sabían que tarde o temprano
os tocaría huir, y no quieren que paséis calamidades. Con lo que yo es
dado y esto habéis reunido una buena cantidad, no lo malgastéis. Todos
en Nerima esperan vuestra vuelta.
Ranma miró a las tres mujeres y
sonrió. Esas mujeres y otras personas se prepararon para cuando ellos
huyeran, debían estar agradecidos a mucha gente
-Debemos irnos-
dijo el joven. Y haciendo tripas de su corazón salió de la casa, cogió a
su prometida en brazos. Miró a las tres mujeres que lloraban en el
jardín. Akane también lloraba mirando a sus hermanas. No sabía si
volvería a verlas.
Los dos chicos hiparon apenas conteniendo sus emociones, soltaron un a última lagrima.
- ¡Adiós! ¡Volveremos pronto! -dijeron los dos chicos.
Y
Ranma saltó al tejado, llevándose con él Akane, mientras en la puerta
de la casa tres mujeres lloraban por los dos chicos obligados a huir.
Los
dos chicos huyeron, saltando de tejado en tejado. Mientras en las
calles del barrio había estallado una revolución. Los habitantes del
barrio se levantaron contra el comisario y sus hombres. La gente seguía a
los policías se Kyosuke, los asaltaban, le quitaban sus armas, las
destrozaban y con los miembros de seguridad practicaban tiro al blanco
con huevos, yogures y frutas y hortalizas.
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Kyosuke
seguía atado y sufría el aquelarre de los compañeros de Ranma y Akane.
En un momento dado la plaza se llenó de gente, Kyosuke y sus secuaces
atados y amordazados empezaron a recibir un castigo mayor, la gente
danzaba alrededor suyo lanzándole basura, se reían de ellos y el aspecto
de ese prisionero era cada vez peor. El comisario estaba cada vez de
peor humor, sus dos presas habían volado, aunque con un poco de suerte
la gente que habían contratado para eliminarlos había tenido suerte,
pero pronto supo que esas personas también habían fracasado y que Ranma y
Akane seguían vivos.
Un grito salió de la boca de Kyosuke, aun
amordazado su grito se oyó en todo el barrio. Se prometió que eso no
quedaría así. Se vengaría de todos los que lo habían traicionado, se
vengaría de ese maldito barrio… de Soun y Genma por no parales los pies a
sus hijos, de sus rivales políticos, y de todos los que se
interpusieron en su camino, pero sobre todo se vengaría de Ranma, y de
Akane… y él siempre cumplía sus amenazas.
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Los
seis rivales oyeron salir del dojo Tendo los gritos de los dos
prometidos, pero, aunque sabían lo que hacían, no lo quisieron creer.
Era imposible que los dos prometidos se entregaran el uno al otro. Las
chicas pensaron que Ranma se entregaría a ellas. Y Kuno y Ryoga pensaban
que Akane no caería en los brazos de Ranma y que los esperaría a ellos.
Mousse sabía que estaba pasando dentro del dojo y los que hacían los
dos jóvenes, no lo negaría. Sintió lastima por ellos, no les quedaba
mucho tiempo, que disfrutasen ahora que podían. Ese joven miró a sus
acompañantes y negó con la cabeza, estaban locos. Estaban en el bando
incorrecto, ellos debían ayudar a los dos jóvenes a escapar y no
entregarlos a Kyosuke. Eso acabaría mal y todos ellos se arrepentirían
todo el resto de sus vidas. Y aunque esa vida durase dos minutos, esos
dos minutos podían ser más largos que cien años.