Joanna se despertó sintiéndose cansada. Se rodó en la cama y forzó sus ojos para abrirlos. Estaba segura de que se había quedado dormida sobre su escritorio, ¿cómo había llegado a casa?
Resopló cuando le vino a la mente una persona, Miguel.
—¿Eso significa que me estaba esperando ayer? —se preguntó a sí misma.
—O tal vez volvió cuando se dio cuenta de que aún no había llegado a casa, quiero decir, solo vino porque no quería que muriera todavía para que mis días de sufrimiento no terminaran —dijo y soltó una risa corta.
—Ohh Joanna, ¿por qué pensaste eso...? —se preguntó y se masajeó la muñeca. Todavía le dolían por lo de ayer.
Su mirada se desvió hacia la hora, y gritó sorprendida al ver la hora. Llegaba tarde al trabajo.
Se apresuró al baño y tomó un baño rápido. Se vistió con un par de pantalones y una camisa, tomó su bolso y salió corriendo.
Ya había un conductor esperándola, así que se subió y él arrancó.