—Si hay algo que Miguel Salvador odia, es que la gente intente joderlo robando su dinero.
Los coches tenían varios accidentes, pero eso no era su preocupación. Cargó su pistola y la apuntó fuera de su coche.
La alzó y apuntó al neumático del coche. Disparó y acertó.
—El neumático chirrió, y el tipo intentó controlar el coche, pero no pudo. Perdió el control y se estrelló contra un edificio.
Miguel aparcó su coche y caminó hacia el edificio. Todos los que lo veían salían corriendo por miedo a que los lastimara. Se agachó y sacó al tipo con rapidez con una mano.
—Estaba malherido en la cabeza, Miguel tomó la maleta y arrastró al tipo consigo. Los metió a ambos en la cabina y se marchó.
Llamó a Norman, quien confirmó que había liquidado a los demás, y Miguel pidió que se encontraran en la casa de tortura.
—Su camisa estaba manchada de sangre, pero no era la suya. Era la sangre del otro tipo.
Miguel detuvo el coche y bajó. Sus muchachos ya lo estaban esperando allí.