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Chapter 54 - Episodio 54: Humillación.

Spajit, sentada en una mesa cerca de la ventana, disfrutaba de uno de sus momentos más tranquilos. Frente a ella, un cuaderno abierto y un lápiz descansaban en su mano mientras trazaba líneas con precisión. Dibujar era su refugio, una actividad que le permitía desconectar del agotador entrenamiento diario.

Cada trazo daba vida a sus pensamientos: paisajes que imaginaba, criaturas que solo existían en su mente, y a veces retratos de las personas que formaban parte de su vida. Su concentración era tal que apenas notaba el tiempo pasar. Dibujar no solo era un pasatiempo, sino también una forma de recordar que aún había espacio para la calma en su mundo lleno de caos.

Spajit miró la comisión con una mezcla de sorpresa y fastidio. El pedido era, cuanto menos, peculiar y algo incómodo. Sabía que aceptar este tipo de encargos podría traerle más problemas que beneficios, pero algo en su mente le jugó una mala pasada: la oportunidad de molestar a Dariel, la esposa de Rigor.

Suspiró, dejando el papel sobre la mesa.

—¿De verdad voy a hacer esto? —se preguntó a sí misma mientras se cruzaba de brazos, pensativa. Por un lado, aún amaba a Rigor, aunque sabía que esa historia ya había terminado. Por otro, la idea de hacer algo que incomodara a Dariel le parecía tentadora, como una pequeña venganza personal.

Finalmente, tomó el lápiz y comenzó a esbozar las líneas. Si iba a hacer el dibujo, al menos lo haría con el mejor detalle posible, aunque el dilema moral seguía pesando en su mente. ¿Sería esto una forma de liberar sus emociones o solo un acto impulsivo que podría causar más problemas?

Spajit contempló su obra terminada, sosteniendo el dibujo entre sus manos. Su cabello azul caía en mechones sueltos sobre su rostro mientras sus ojos, del mismo color, analizaban cada detalle de la ilustración. Había puesto todo su esfuerzo, y el resultado lo demostraba: las líneas eran precisas, las sombras añadían profundidad y los colores daban vida a la escena, por más incómoda que fuera la temática.

—Dos días bien invertidos... supongo —murmuró, dejando escapar un suspiro. Aunque el dibujo le parecía una obra de arte, la naturaleza del encargo seguía provocándole una mezcla de orgullo y vergüenza.

Se recostó en su silla, dejando que el papel descansara sobre la mesa. Su mente vagó hacia Rigor, recordando momentos compartidos y la inevitable distancia que los separaba ahora.

—¿Qué pensaría si viera esto? —se preguntó, esbozando una sonrisa irónica. Pero la idea de la posible reacción de Dariel le arrancó una pequeña risa, casi maliciosa.

Guardó el dibujo en una carpeta, asegurándose de protegerlo. Aunque no estaba segura de si lo entregaría, sabía que, al menos para ella, este proyecto había sido una forma de expresar emociones que había guardado durante demasiado tiempo.

Spajit tomó un momento para observar el dibujo una última vez antes de enviarlo. Con precisión, escaneó la obra y guardó dos copias en papel, asegurándose de que estuvieran bien resguardadas en una carpeta dentro de su escritorio.

—Por si acaso —murmuró para sí misma, esbozando una pequeña sonrisa mientras organizaba los papeles.

Luego, con calma, preparó el paquete para enviar el dibujo original a su amigo. Incluyó una breve nota:

"Aquí está tu pedido. Espero que cumpla con tus expectativas. Fue... interesante trabajarlo."

Selló el sobre, y con un leve suspiro, lo colocó en el servicio de mensajería más cercano. Mientras observaba cómo se lo llevaban, cruzó los brazos y se quedó pensando en lo que acababa de hacer.

—Espero que no me meta en problemas por esto... —murmuró, aunque la pequeña sonrisa traviesa que se formó en su rostro indicaba que una parte de ella no estaría tan molesta si lo hacía.

Spajit, con una sonrisa entre traviesa y maliciosa, tomó la segunda copia del dibujo que había guardado. Lo observó detenidamente, asegurándose de que cada detalle estuviera impecable.

—Perfecto, esto definitivamente causará un impacto —dijo para sí misma, mientras buscaba un sobre adecuado.

Colocó el dibujo dentro, añadiendo una nota escrita a mano con un tono sarcástico:

"Un pequeño recuerdo de tiempos pasados. Seguro lo apreciarás tanto como yo."

Sin remordimientos, selló el sobre y lo envió directamente a Dariel. Spajit sabía que este gesto no sería bien recibido, pero la idea de provocar una reacción en Dariel, especialmente considerando su conexión con Rigor, le resultaba demasiado tentadora como para resistirse.

—Que comience el drama —susurró, mientras se reclinaba en su silla, esperando pacientemente la inevitable respuesta.

Dariel abrió el paquete con curiosidad, pero en cuanto sus ojos se posaron en el contenido, su expresión cambió drásticamente. Su mirada pasó del desconcierto a una furia contenida mientras observaba el dibujo explícito de Spajit y Rigor.

El detalle en el dibujo, combinado con el evidente tono burlón, hizo que apretara los puños. Respiró profundamente, tratando de calmarse, pero la nota que acompañaba el dibujo no ayudó en absoluto.

"Espero que lo disfrutes tanto como yo disfruté hacerlo. —Spajit"

—¡Esa maldita...! —murmuró Dariel con los dientes apretados.

Con el dibujo en la mano, Dariel marchó hacia donde sabía que encontraría a Rigor, sus pasos resonando como una tormenta acercándose. Cuando llegó, sostuvo el dibujo frente a él, sin decir una palabra al principio, dejando que la imagen hablara por sí sola.

—¿Tienes algo que decir sobre esto? —dijo finalmente, con una mezcla de ira y decepción en su voz.

Mientras tanto, Spajit, probablemente, estaba en algún lugar disfrutando del caos que había desatado, completamente satisfecha con su pequeña venganza.

Rigor observó el dibujo con incredulidad, su expresión pasando de la sorpresa a la confusión y luego a una ligera molestia. Miró a Dariel, claramente desconcertado.

—¿Quién diablos dibujó esto? —preguntó, levantando una ceja mientras señalaba el dibujo.

Dariel cruzó los brazos, aún molesta, y lo miró directamente a los ojos.

—No actúes como si no lo supieras, Rigor. Esto vino de Spajit. Tu exesposa.

Rigor parpadeó varias veces, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Spajit? ¿Ella...? —Se llevó una mano a la frente, soltando un largo suspiro.— Esto es ridículo.

Dariel apretó los labios, claramente esperando una mejor reacción.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —replicó con tono cortante.— ¿Ridículo? Ella está burlándose de mí... de nosotros. ¿Acaso no ves lo que intenta hacer?

Rigor asintió lentamente, ahora con un destello de seriedad en sus ojos.

—Lo veo. Esto no es más que una provocación. Spajit siempre ha sabido cómo jugar con las emociones de los demás, pero no voy a caer en su juego.

Dariel lo observó por unos momentos, evaluando sus palabras. Aunque aún estaba molesta, parte de su ira comenzó a disiparse al ver que Rigor parecía genuinamente sorprendido y ajeno al dibujo.

—Más te vale, porque si descubro que esto fue algo más que una simple venganza de su parte, te juro que no lo vas a olvidar —dijo finalmente, dejando el dibujo sobre la mesa antes de salir del cuarto.

Rigor, ahora solo, miró el dibujo una vez más y suspiró profundamente, sintiendo que la tranquilidad de su vida estaba lejos de ser alcanzada con Spajit aún en el horizonte.

Rigor, decidido a deshacerse de cualquier rastro de ese dibujo, extendió su mano y creó un portal brillante frente a él. Su expresión reflejaba una mezcla de molestia y determinación mientras recogía el dibujo de la mesa.

—Esto no merece estar aquí... ni en ningún lugar cercano —murmuró.

Sin pensarlo dos veces, lanzó el dibujo a través del portal, el cual conectaba con las profundidades del espacio. Al otro lado, el vacío infinito esperaba, y el dibujo se desintegró casi de inmediato debido a la radiación y las extremas condiciones del cosmos.

El portal se cerró con un leve destello, y Rigor suspiró con alivio.

—Eso debería ser suficiente para evitar más problemas... al menos por ahora.

Se recostó contra la pared, mirando hacia el techo y reflexionando sobre la paciencia que necesitaría para lidiar con Spajit en el futuro.

Dariel llegó rápidamente al lugar donde sabía que encontraría a Spajit. Su mirada ardía de enojo mientras cruzaba la puerta sin anunciarse. Spajit, completamente ajena a la tormenta que se avecinaba, estaba concentrada cocinando, con su cabello azul recogido y un delantal que apenas ocultaba su usual aire confiado.

—¡Spajit! —exclamó Dariel con voz firme, cerrando la puerta de golpe detrás de ella.

Spajit apenas levantó la vista, un leve destello de diversión en sus ojos al reconocer la furia de Dariel.

—Oh, hola, Dariel. ¿Qué te trae por aquí? ¿Decidiste probar mi cocina? —preguntó con una sonrisa traviesa mientras removía la olla.

Dariel dio un paso adelante, cruzando los brazos con firmeza.

—No te hagas la inocente. Sabes perfectamente por qué estoy aquí. Ese maldito dibujo... ¿¡Qué estabas pensando!?

Spajit dejó la cuchara sobre la encimera y se giró lentamente, apoyándose contra la mesa con una actitud relajada, aunque sus ojos brillaban con malicia.

—Bueno, ¿no te gustó? Pensé que era un trabajo bastante detallado. Me esforcé mucho, ¿sabes? —respondió, fingiendo inocencia, pero sin disimular su burla.

Dariel apretó los puños, conteniéndose para no perder la compostura.

—Esto no es un juego, Spajit. ¡Eso fue una falta de respeto!

—¿Falta de respeto? —Spajit inclinó la cabeza, como si estuviera reflexionando. Luego, con una sonrisa descarada, agregó—: Bueno, tal vez. Pero fue un encargo, y yo siempre cumplo con mi trabajo... además, tenía un propósito educativo.

—¡Propósito educativo! —gritó Dariel, claramente ofendida—. Esto no es más que tu forma de fastidiar a Rigor y a mí.

Spajit se encogió de hombros.

—Tal vez, pero dime, Dariel... ¿por qué te molesta tanto? ¿Celos? —preguntó con una voz suave pero llena de provocación.

La tensión en la habitación era palpable. Dariel sabía que enfrentarse a Spajit siempre sería un desafío, pero no iba a dejar que la situación terminara sin dejar claro su punto.

Spajit dejó el plato sobre la mesa y, con una sonrisa de burla, se giró hacia Dariel.

—Yo fui quien le quitó lo santo a Rigor, su primera vez —mencionó con un tono despreocupado mientras volvía a su comida—. ¿Quieres un poco? Sé que es solo para mí, pero es bueno compartir.

Dariel, visiblemente molesta, cruzó los brazos y frunció el ceño.

—No necesito tu comida ni tus comentarios, Spajit. Ya basta con tus provocaciones.

Spajit se encogió de hombros, sirviéndose un poco más en su plato.

—Provocaciones, provocaciones... Qué palabra tan fuerte. Solo estoy recordando algo que, bueno, pasó. No tiene nada de malo rememorar, ¿no?

—Lo que pasó entre ustedes quedó en el pasado. Ahora Rigor está conmigo, así que te sugiero que dejes de intentar meterte donde no te llaman —respondió Dariel con frialdad, dando un paso hacia ella.

Spajit, aún con una sonrisa desafiante, tomó un bocado de su comida y la miró con aparente inocencia.

—¿Meterme? Oh, Dariel, cariño, no me malinterpretes. No intento nada, simplemente disfruto de mis recuerdos... y parece que tú no puedes evitar que te afecten.

Dariel apretó los puños, tratando de mantener la calma, pero su irritación era evidente.

—Rigor es mi esposo ahora. Lo que sea que pasó entre ustedes no importa. Tú no eres parte de nuestras vidas, así que guarda tus comentarios.

Spajit rió suavemente, disfrutando de la reacción de Dariel.

—Claro, claro, como digas. Solo digo que algunas cosas son difíciles de olvidar, ¿no crees?

La tensión entre ambas era palpable, una mezcla de desafío por parte de Spajit y frustración contenida por parte de Dariel, mientras la conversación parecía estar al borde de un estallido.

Dariel, cegada por la ira, se lanzó hacia Spajit con la intención de derribarla, pero Spajit, con la agilidad que la caracterizaba, se apartó con rapidez y contraatacó.

—¿Eso es todo lo que tienes, Dariel? —dijo con una sonrisa burlona mientras su puño impactaba con fuerza en el estómago de Dariel.

El golpe fue lo suficientemente potente como para mandar a Dariel volando hacia atrás, atravesando varias paredes y dejando un rastro de escombros a su paso. Los destrozos se extendieron mientras la infraestructura de la zona sufría el impacto.

Spajit tomó su plato con calma, llevándolo a la mesa mientras observaba el caos que había provocado.

—Te dije que no era buena idea interrumpir mi comida —comentó, como si nada hubiera pasado, y se sentó nuevamente a comer.

Entre los escombros, Dariel se levantó lentamente, con una expresión de furia en el rostro.

—Esto no ha terminado, Spajit —gruñó, sacudiéndose los escombros mientras su aura comenzaba a emanar con intensidad.

Spajit, sin inmutarse, tomó otro bocado de su comida, mirando a Dariel con un aire de desafío.

—Cuando quieras, querida. Pero primero, ¿segura que no quieres un poco de esto? Está delicioso —dijo con burla mientras señalaba su plato.

Dariel, llena de ira, se lanzó nuevamente hacia Spajit, esta vez con la intención de devolver el golpe directamente al estómago de su oponente. Sin embargo, Spajit, con una calma absoluta y una precisión impecable, levantó una pierna y bloqueó el puñetazo con facilidad, sin siquiera soltar el plato que tenía en las manos.

—¿Eso es todo, Dariel? —dijo Spajit con una sonrisa arrogante, mientras mantenía su equilibrio sin esfuerzo, sosteniendo la pierna en el aire contra el puño de Dariel.

Dariel apretó los dientes, frustrada por la aparente superioridad de Spajit, y empujó con más fuerza, intentando romper su defensa.

—¡No te burles de mí! —gritó, sus ojos brillando con determinación mientras intentaba mover la pierna de Spajit.

Spajit dejó escapar una pequeña carcajada.

—Si esto es lo mejor que tienes, entiendo por qué Rigor no lo pensó dos veces en dejarte por mí —respondió, aumentando deliberadamente la provocación.

Con un rápido movimiento, Spajit giró sobre sí misma, utilizando su pierna como pivote para desestabilizar a Dariel y empujarla hacia atrás, obligándola a retroceder varios pasos mientras recuperaba su postura.

—Te daré un consejo: la fuerza sin control no te llevará a nada —añadió Spajit mientras volvía a sentarse tranquilamente, tomando un nuevo bocado de su comida, sin perder de vista a Dariel.

Dariel, cegada por la ira, logró conectar un leve golpe en la mejilla de Spajit. Aunque el impacto apenas la movió, fue suficiente para que Spajit soltara su plato. La sonrisa confiada de Spajit desapareció, sustituida por una expresión seria mientras tomaba el control de la situación.

—Eso fue un error, Dariel —murmuró.

Aprovechando la proximidad, Spajit giró rápidamente y golpeó con su codo el estómago de Dariel, haciendo que esta se doblara del dolor. Antes de que Dariel pudiera reaccionar, Spajit lanzó un feroz contraataque, conectando un golpe directo al pecho que la dejó sin aliento.

Sin perder el ritmo, Spajit terminó su combinación con un poderoso puñetazo al plexo solar de Dariel, cuyo impacto fue tan fuerte que la lanzó a través del edificio, rompiendo ventanas y paredes hasta que finalmente aterrizó fuera, en el pavimento, creando un pequeño cráter por la fuerza de la caída.

Spajit sacudió el polvo de sus manos, ajustando su cabello azul y retomando su postura tranquila.

—¿De verdad pensaste que ibas a ganarme? —dijo en voz alta, sabiendo que Dariel podía escucharla desde afuera. —Qué patético. Rigor nunca dejaría a alguien tan débil como yo por alguien como tú.

Spajit se inclinó para recoger los restos de su plato roto, mientras en sus ojos brillaba una mezcla de burla y desdén. Afuera, Dariel comenzaba a levantarse, furiosa y decidida a no dejar que las palabras de Spajit quedaran sin respuesta.

Spajit dejó de jugar y, tras tirar su plato roto a la basura, salió volando con determinación hacia Dariel. El impacto de su golpe hizo que ambas atravesaran varios edificios a una velocidad impresionante. Cuando chocaron contra un nuevo edificio, sus puños se encontraron en un enfrentamiento directo, generando una explosión masiva que hizo colapsar toda la estructura.

Ambas salieron del derrumbe, Spajit con una sonrisa confiada y Dariel cada vez más furiosa.

—Hey, así conocí a Rigor, ¿sabes? —dijo Spajit en tono provocador, disfrutando del efecto de sus palabras.

Dariel, al escuchar eso, explotó en ira. Sus ojos se tornaron de un intenso color rosado, mientras su cabello se oscurecía hasta volverse negro como la noche. Pero esta vez no era Dariel quien reaccionaba, sino Aiko, quien tomó el control de su cuerpo con una sonrisa cruel.

Aiko colocó sus manos en una postura Yoni Mudra, mientras una energía oscura se arremolinaba a su alrededor.

—¡Sangre corrupta eterna! —exclamó Aiko, desatando un poder oscuro y devastador.

Spajit, viendo el cambio, ajustó su postura con rapidez. Con las manos unidas en Anjali Mudra, respondió:

—¡Amor eterno!

El choque de energías creó un campo de fuerza combinado que las envolvió a ambas, separando el entorno del mundo exterior. Dentro de esta dimensión, los poderes de ambas se manifestaron visualmente: del lado de Spajit, un brillante sol rodeado de innumerables estrellas que representaban el amor y la luz eterna; del lado de Aiko, un mar infinito de sangre corrupta que simbolizaba el caos y la destrucción.

Ambas fuerzas comenzaron a enfrentarse en una batalla cósmica de luz contra oscuridad, creando un espectáculo de energía pura mientras la tensión entre ellas alcanzaba un punto de ebullición. Cada movimiento, cada mirada, parecía decidir no solo el resultado de su pelea, sino también el equilibrio de sus propios destinos.

Spajit, aún en postura defensiva, observó atentamente el cambio en Dariel. La energía oscura que rodeaba a su oponente, junto con la expresión cruel y la postura que no pertenecían a la mujer que conocía, le dejaron claro lo que estaba ocurriendo.

—No eres Dariel, ¿verdad? —dijo con una mezcla de curiosidad y desdén, como si tratara de confirmar lo que ya sospechaba.

Aiko sonrió ampliamente, con un destello malicioso en sus ojos rosados.

—Dariel ya no está aquí —respondió con un tono burlón y cruel—. Ahora soy yo quien tiene el control. Puedes llamarme Aiko, aunque no te servirá de nada saber mi nombre. No vivirás lo suficiente para recordarlo.

Spajit, lejos de mostrarse intimidada, esbozó una sonrisa desafiante mientras la energía de su propio poder se intensificaba a su alrededor.

—He peleado contra cosas mucho peores que tú, Aiko. Si crees que voy a caer tan fácil, estás muy equivocada.

El campo de energía que las rodeaba comenzó a temblar con la colisión de ambas fuerzas. Spajit se preparó para atacar, pero decidió mantener la calma y analizar los movimientos de Aiko, buscando una oportunidad para contrarrestar el caos que ahora enfrentaba.

El enfrentamiento entre Spajit y Aiko fue inmediato y explosivo. Ambas se lanzaron al combate, chocando sus puños con tal intensidad que generaron ondas de choque que resonaron por todo el área. La velocidad de sus movimientos era casi imposible de seguir para el ojo humano.

Aiko, con su energía corrupta, intentaba aprovechar su fuerza bruta, enviando una serie de golpes rápidos y precisos hacia los puntos vitales de Spajit. Sin embargo, Spajit, con su experiencia y agilidad, logró bloquear cada ataque con movimientos calculados.

—Eres más rápida de lo que esperaba —comentó Spajit mientras esquivaba un golpe dirigido a su rostro y lanzaba una patada directa al abdomen de Aiko.

Aiko retrocedió ligeramente, pero no se inmutó.

—Y tú eres más molesta de lo que imaginaba —respondió, liberando una ráfaga de energía oscura que Spajit apenas logró esquivar, girando en el aire para aterrizar con gracia.

Ambas siguieron intercambiando golpes, cada una buscando una apertura en la defensa de la otra. Aiko lanzó un puñetazo directo al pecho de Spajit, quien lo bloqueó con su antebrazo antes de contraatacar con un codo al rostro de Aiko, que la obligó a retroceder unos pasos.

—No está mal, pero deberías saber que los que juegan con fuego suelen quemarse —dijo Spajit, con una sonrisa desafiante, mientras su energía comenzaba a rodearla como un aura dorada.

Aiko, con una sonrisa torcida, dejó escapar una carcajada.

—Entonces, ¡quemémonos juntas! —exclamó mientras canalizaba más energía corrupta en sus manos, preparándose para el siguiente intercambio de golpes.

La batalla continuó con una ferocidad implacable, cada choque de puños y energías llevando el enfrentamiento a un nivel más intenso. Ambas peleaban como si todo dependiera de ese momento, mostrando que ninguna estaba dispuesta a ceder.

El choque de los ataques fue apocalíptico. Las estrellas creadas por Spajit atravesaban el aire, iluminando la dimensión con un resplandor celestial, mientras la esfera de sangre energética de Aiko crepitaba con una intensidad oscura y destructiva.

Ambos ataques se encontraron en el centro del campo de batalla, creando un impacto tan masivo que la dimensión misma comenzó a fragmentarse. El espacio se dobló sobre sí mismo, y un sonido ensordecedor resonó como un grito del tejido de la realidad al colapsar.

Spajit, impulsada por la fuerza de su propio ataque y la explosión resultante, fue lanzada hacia un extremo, atravesando lo que quedaba de la dimensión. Su cuerpo golpeó contra un terreno desconocido, rodando varios metros antes de detenerse, con su respiración agitada y rastros de energía aún chisporroteando a su alrededor.

Aiko, por su parte, fue lanzada en la dirección opuesta. La explosión la empujó violentamente hacia un plano diferente, dejando un rastro de sangre oscura en el aire mientras su energía corrupta intentaba mantener su forma intacta. Cayó de rodillas en un terreno desolado, su respiración pesada y su sonrisa maliciosa aún presente.

La dimensión que habían destruido quedó reducida a fragmentos flotantes en el vacío, como piezas de un rompecabezas imposible de reconstruir.

Spajit, levantándose con dificultad, miró hacia el horizonte con una mezcla de frustración y admiración.

—Tienes talento, lo admitiré... pero no soy alguien que se rinda fácilmente —murmuró, mientras sus ojos azules brillaban con determinación.

Aiko, por su parte, se puso de pie lentamente, limpiándose la sangre que corría por una de sus comisuras.

—Esto apenas comienza, querida. Me aseguraré de que sientas el peso de lo que has provocado —dijo con una risa baja, mientras la sangre a su alrededor comenzaba a reformarse en nuevas armas.

Ambas sabían que el enfrentamiento estaba lejos de terminar, y la intensidad de sus poderes ahora amenazaba con desatar el caos en cualquier lugar al que fueran.

Nyx'thoran observaba con un destello de curiosidad mientras el brazo cortado de Victor Zombie se regeneraba, y el miembro amputado comenzaba a mutar, tomando la forma de un nuevo Victor Zombie. La grotesca transformación lo hizo sonreír.

—Interesante... Un virus colmena con la capacidad de autorreplicarse. Veamos hasta dónde puede llegar tu potencial.

Con un movimiento de su mano, Nyx'thoran abrió un portal y arrojó al recién creado clon de Victor Zombie hacia la Tierra, específicamente al lugar donde Spajit y Aiko se enfrentaban.

—Es un buen campo de pruebas. Veamos cómo lidian con esto —murmuró, mientras observaba el portal cerrarse tras el clon.

En la Tierra

El clon de Victor Zombie emergió del portal con una energía desbordante. Su presencia era aterradora, y el aire a su alrededor parecía pudrirse. Emitía un rugido gutural mientras comenzaba a caminar hacia donde Spajit y Aiko estaban recuperándose de su reciente choque.

Spajit, aún adolorida pero alerta, notó la perturbación en el ambiente. Giró la cabeza hacia la dirección del ruido y frunció el ceño al ver a la criatura avanzando hacia ellas.

—¿Qué demonios es eso? —dijo, poniéndose en guardia.

Aiko, por su parte, observó al clon con una mezcla de interés y desdén.

—Una creación absurda, parece. ¿Crees que puedes enfrentarlo sola o necesitas mi ayuda? —se burló, aunque su postura indicaba que también estaba lista para luchar.

El clon de Victor Zombie no esperó a que terminaran su conversación. Con un salto increíblemente rápido, se lanzó hacia ellas, extendiendo sus manos deformadas y goteando un líquido oscuro que corroía todo lo que tocaba.

La pelea estaba a punto de comenzar, y tanto Spajit como Aiko sabían que este enemigo no sería fácil de derrotar.

El clon de Victor Zombie se lanzó con brutalidad hacia Spajit y Aiko, pero ambas, sincronizadas por la urgencia del momento, reaccionaron al unísono. Spajit cargó su puño con energía estelar, mientras que Aiko infundió el suyo con la corrupta fuerza de la sangre modificada.

Ambas golpearon con toda su fuerza, impactando directamente en el pecho del clon. El golpe combinado generó una onda expansiva que hizo temblar el terreno, enviando al clon de Victor Zombie volando hacia atrás.

Aiko se giró hacia Spajit, todavía respirando con pesadez por el esfuerzo.

—Sigues viva por ahora —murmuró con un tono cortante—. Pero cuando esto termine, retomaremos nuestra pelea.

Spajit, limpiándose un poco el polvo de su cara, sonrió de lado, aunque su mirada no dejó de estar fija en el clon de Victor Zombie.

—Claro, claro... Pero primero, deshagámonos de este engendro. No me gusta compartir el escenario.

El clon de Victor Zombie, aunque dañado por el impacto, comenzó a regenerarse rápidamente, sus heridas cerrándose como si nada hubiera pasado. Rugió con furia y se lanzó de nuevo hacia ellas, sus movimientos mucho más rápidos y agresivos, como si estuviera adaptándose al combate.

Spajit y Aiko intercambiaron una mirada rápida. Sin necesidad de palabras, sabían que, al menos por ahora, tendrían que colaborar para eliminar a este nuevo y peligroso enemigo.

El clon de Victor Zombie, con su mano extendida, canalizó el blaster solar azul que emergía desde el núcleo de la tierra. La energía era descomunal, sacudiendo la tierra bajo sus pies mientras impulsaba a Spajit y Aiko hacia el aire, atrapándolas en un torrente de luz abrasadora.

—I SEE YOU —rugió el clon, sus ojos resplandeciendo con un brillo enfermizo mientras sonreía con un hambre inhumana, sus dientes mostrando su intención de devorar.

Spajit, aún atrapada en la columna de energía, cruzó sus brazos para generar un escudo estelar que absorbiera parte del impacto.

—¡Este tipo no solo es asqueroso, es molesto! —gritó, tratando de ganar estabilidad.

Aiko, por su parte, utilizó su sangre corrupta para formar una burbuja protectora que mitigara la potencia del blaster. A pesar de estar rodeada por la energía destructiva, sonrió con una expresión sádica.

—¿Eso es todo? Qué decepcionante...

Ambas, sincronizadas por la desesperación y la necesidad, lanzaron un ataque conjunto desde dentro del blaster solar.

Spajit concentró toda su energía estelar en un solo punto, formando una esfera solar comprimida, mientras que Aiko mezcló su energía corrupta con una descarga explosiva de sangre manipulada al nivel atómico.

—¡Ahora! —gritaron al unísono.

El impacto de ambas energías chocó contra el blaster, creando una explosión masiva que rompió el flujo de la energía azul y lanzó al clon de Victor Zombie hacia atrás.

El clon cayó al suelo, gruñendo mientras su cuerpo se regeneraba rápidamente, pero ahora más lento debido al daño masivo. Spajit y Aiko descendieron del aire, cada una exhausta pero lista para continuar la batalla.

—Esto va a tomar más tiempo del que esperaba... —dijo Spajit, mirando al clon con desdén.

—No importa cuánto tarde —respondió Aiko, su tono oscuro—. Lo despedazaremos hasta que no quede nada.

El clon zombie de Victor, en un despliegue de velocidad y fuerza abrumadoras, tomó la delantera con movimientos devastadores. Su pierna brilló intensamente mientras lanzaba un destello solar directo al torso de Aiko, quien fue lanzada violentamente a través de edificios, derribándolos como si fueran de papel. La trayectoria de su cuerpo culminó en una montaña cubierta de árboles, donde el impacto formó un enorme cráter, dejando al bosque en ruinas.

Sin detenerse, el clon Victor Zombie se movió con una velocidad casi imperceptible, apareciendo detrás de Spajit. Su proximidad hizo que el aire se tornara pesado, y antes de que ella pudiera reaccionar, el clon acercó sus labios a su oído.

—Yo soy Victor, la cura de todo —susurró con una voz grave y fría.

Las palabras apenas resonaron cuando, con una fuerza titánica, golpeó la cabeza de Spajit con un puño envuelto en energía azul. El impacto fue tan brutal que el cuerpo de Spajit salió disparado como un misil, atravesando el cielo a una velocidad increíble, hasta aterrizar en un continente completamente distinto, dejando una estela de destrucción tras su caída.

El clon Victor Zombie permaneció inmóvil unos segundos, con una sonrisa cruel curvándose en su rostro. Sus risas suaves y perturbadoras resonaron en el ambiente mientras su mirada fija parecía buscar más caos por desatar.

—Ellas no entienden... —dijo, más para sí mismo que para nadie—. Todo debe ser purgado. Solo entonces habrá verdadera paz.

Mientras tanto, Aiko, maltrecha pero no derrotada, comenzó a levantarse entre los escombros de la montaña, su sangre corrupta formando un manto alrededor de su cuerpo. A lo lejos, una explosión marcaba el punto donde Spajit había aterrizado, y el aire estaba cargado con la promesa de un contraataque feroz.

Victor apareció junto a Rigor, ambos surgiendo de un portal en el lugar donde el clon Victor Zombie se encontraba, aún con su sonrisa perturbadora y las marcas de su reciente ataque en el ambiente. El aire se volvió pesado y opresivo, una energía abrumadora emanaba del clon, un poder que parecía superior y completamente fuera de control.

Rigor observó a la criatura con una mezcla de preocupación y desconcierto, su cuerpo tenso ante la presencia de algo tan claramente fuera de lo común. Giró hacia Victor, esperando alguna respuesta.

—Victor, ¿qué demonios es esa cosa? —preguntó, con el ceño fruncido.

Victor no respondió de inmediato, su mirada fija en el clon. Había algo inquietante y familiar en esa criatura, pero al mismo tiempo, un abismo de diferencia. Finalmente, rompió el silencio, su tono grave.

—No lo sé... pero algo en mí reconoce ese poder. Es como... una parte de mí, llevada al extremo. Pero esto... esto es diferente.

El clon Victor Zombie los observó, su sonrisa ensanchándose mientras daba un paso hacia ellos. Su voz, un susurro que resonaba como un eco en sus mentes, rompió la tensión.

—Yo soy la evolución... soy la cura. Ustedes no pueden detener lo inevitable.

La energía a su alrededor comenzó a fluctuar, formando un aura azul oscura que parecía devorar la luz misma. Rigor apretó los puños, su postura reflejando la preparación para el combate, mientras sus ojos brillaban con determinación.

—Sea lo que sea, no podemos dejar que siga destruyendo todo.

Victor asintió lentamente, sus músculos tensándose.

—Esto va más allá de cualquier amenaza que hayamos enfrentado. Pero no voy a retroceder. Juntos, acabaremos con esto.

El clon Victor Zombie soltó una carcajada fría, levantando su mano cubierta de sangre seca.

—Entonces, demuéstrenme que merecen existir... antes de que los purgue como al resto.

La tensión era palpable. El enfrentamiento estaba a punto de comenzar, con la certeza de que esta batalla sería diferente a cualquier otra.

El aire se cargó de una energía densa y tensa, una energía tan poderosa que parecía distorsionar la misma realidad a su alrededor. Spajit y Aiko se materializaron en el campo de batalla, la velocidad de Spajit en su regreso siendo casi imperceptible, mientras que Aiko se teletransportaba, desapareciendo y reapareciendo en el lugar justo a su lado. Ambas no hicieron comentarios, sabían que el momento de hablar había quedado atrás.

Victor observó a las dos con una sonrisa burlona, intentando aliviar la presión del ambiente, pero el peso de la situación no les permitió relajarse. Spajit y Aiko intercambiaron una mirada, conscientes de la gravedad del enfrentamiento que se avecinaba.

De repente, el clon de Victor Zombie adoptó una postura de dedos precisa, realizando un Mudra Marici, y el aire a su alrededor comenzó a vibrar con una energía desconocida. Victor, sin dudarlo, replicó el gesto con la misma postura de manos, imitando al clon de manera exacta. En el mismo instante, ambos gritaron al unísono:

—Infernal Eternal.

Una esfera de energía negra los envolvió por completo, dejando fuera de la burbuja a Spajit, Aiko, y Rigor. Dentro de la esfera, las reglas de la realidad parecían doblarse. Victor y el clon de Victor Zombie estaban atrapados en un dominio del caos absoluto, la energía fluía como una tormenta destructiva, cada elemento del espacio se torcía en la distorsión creada por la interacción de sus habilidades.

Victor, dentro de la esfera, vio como su propio dominio comenzaba a reaccionar con el del clon. Su esfera era familiar, una representación del infinito espacio, donde dos agujeros negros flotaban, fusionándose en una danza caótica, lo que representaba el control absoluto de la gravedad y el tiempo. Pero algo estaba mal. Algo había cambiado. La energía del clon comenzaba a afectar el dominio de Victor, distorsionando la representación del espacio.

Lo que antes era una técnica conocida, Infernal Eternal, comenzó a cambiar ante sus ojos. En lugar de ser simplemente un juego de energías cósmicas y gravitacionales, la habilidad del clon de Victor Zombie se transformó en una forma mucho más peligrosa: Neurocaos Eterno.

El Neurocaos Eterno era un poder capaz de afectar directamente los sistemas neuronales de cualquiera dentro de la esfera. La distorsión en los patrones cerebrales comenzó a manifestarse, y Victor sintió como si su propia percepción de la realidad se desmoronara. La energía del clon se infiltró en sus pensamientos, alterando el flujo de su mente, desquiciando la forma en que procesaba las cosas.

Los efectos fueron inmediatos. Victor sintió su visión tornarse borrosa, su mente comenzando a disociarse de su cuerpo, incapaz de controlar completamente sus propios movimientos. Su percepción del tiempo se distorsionó, creando un estado de caos mental absoluto.

El clon de Victor Zombie observó a su alrededor con una sonrisa aún más cruel, sabiendo que estaba ganando. La energía de su técnica estaba diseñando un infierno mental para Victor, uno del que podría ser difícil escapar.

Sin embargo, Victor no era alguien fácil de derrotar. A pesar de la confusión y el dolor mental, su voluntad seguía siendo fuerte. Sabía que la única forma de vencer el Neurocaos Eterno era enfrentarlo con su propia energía, resistiendo la manipulación mental.

—No... voy a caer en esto... —murmuró, apretando los dientes y concentrando su energía.

A su alrededor, los dos agujeros negros de su dominio se expandieron, absorbiendo toda la distorsión creada por el clon zombie, mientras Victor intentaba recuperar el control de su mente. Era una batalla en dos frentes: el caos externo de la realidad y el caos interno de su mente. Pero la lucha apenas comenzaba.

Spajit y Aiko, afuera de la esfera, sentían la gravedad de la situación. Si Victor no podía recuperar el control, todo podría colapsar, y ellos también serían absorbidos por el caos. Ambos sabían que era solo cuestión de tiempo antes de que el poder de ese clon desbordara todo lo que conocían.

El caos dentro de la esfera era insoportable. El Neurocaos Eterno del clon de Victor Zombie había alcanzado su punto máximo, afectando profundamente la mente de Victor. Enfrentado a un dolor agudo y una distorsión de la realidad, su cerebro sufrió un derrame, pero su determinación y fuerza de voluntad lo mantuvieron de pie.

Con la mente nublada, Victor extendió su mano hacia los dos agujeros negros en su dominio, sintiendo cómo la energía de la distorsión lo envolvía. A pesar de la confusión, su experiencia y el control sobre su poder fueron sus salvavidas. La combinación de ambos agujeros negros parecía estar alcanzando su punto culminante, fusionándose en una singularidad de energía pura.

En el instante crítico, Victor soltó el ataque decisivo:

—Blaster Solar Gris.

La energía gris disparada por Victor atravesó la singularidad, disparando una onda de energía intensa hacia el clon de Victor Zombie, absorbiendo su existencia en un destello cegador. El clon zombie fue aniquilado, su energía consumida por el agujero gris mientras la dimensión misma comenzó a desintegrarse alrededor de ellos.

La dimensión en la que se libraba la batalla colapsó, se deshizo en fragmentos de energía y materia, desvaneciéndose en el vacío. El terreno bajo los pies de Victor se desintegró, y todo lo que había a su alrededor se redujo a nada.

Cuando la energía finalmente se disipó, Victor quedó de pie, con la respiración agitada, su cuerpo aún con el impacto de los efectos del derrame cerebral, pero sobreponiéndose. El clon había sido destruido. La amenaza había sido eliminada.

Victor miró alrededor, dándose cuenta de que había regresado al mundo real, el combate finalmente había terminado. Sin embargo, la sensación de vulnerabilidad y dolor que quedaba en su mente le recordaba lo que había estado en juego. Su cuerpo estaba agotado, pero su mente era fuerte.

A lo lejos, Spajit y Aiko observaban desde fuera de la esfera de energía. Sabían que la batalla no había sido fácil para Victor, pero confiaban en su fuerza. Mientras Victor se recuperaba, Spajit y Aiko se acercaron, dispuestas a brindarle apoyo.

—Lo lograste... —dijo Spajit, aliviada pero sabiendo que aún había más por enfrentar.

Victor, con una sonrisa débil, simplemente asintió. Había ganado, pero su mente y cuerpo necesitaban descanso. Sin embargo, la amenaza de la oscuridad aún acechaba, y Victor sabía que no podía dejar de estar alerta.

Victor respiró profundamente, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a regenerarse. A los pocos segundos, su poder de regeneración alcanzó su punto máximo, reparando el daño en su cerebro y restaurando su concentración. El dolor y la confusión que lo habían consumido desaparecieron, y con una calma renovada, se puso de pie con firmeza.

—Fue difícil, pero lo logré. —dijo Victor, su voz ahora más tranquila y controlada.

El rostro de Spajit mostró una expresión de alivio mientras observaba a Victor, claramente impresionada por su capacidad de recuperación.

—Impresionante, Victor. Pensé que este sería el final, pero parece que tu determinación no tiene límites. —comentó Spajit, cruzando los brazos.

Aiko asintió lentamente, sin palabras, pero su mirada estaba llena de respeto por la resiliencia de Victor. Aunque el combate había sido feroz y la batalla no había sido fácil, era evidente que Victor había superado una de las pruebas más difíciles de su vida.

Victor miró al horizonte, los recuerdos del combate aún frescos en su mente, pero no había tiempo para relajarse. La paz era temporal y sabía que nuevas amenazas surgirían en cualquier momento.

—Este no es el final... Solo es un descanso. —añadió Victor con determinación.

Ambos, Spajit y Aiko, compartieron una mirada entendida. Sabían que el camino por delante sería largo y peligroso, pero también sabían que, con aliados como Victor, había esperanza.

Spajit y Aiko intercambiaron una mirada decidida antes de volar hacia el bosque cercano, cada una dispuesta a continuar el combate. El aire vibraba con la tensión de la batalla que aún no había terminado, mientras ambas desplegaban su energía en el ambiente, preparando sus próximos movimientos.

Aiko, con su aura oscura y la sangre corrupta a su alrededor, aumentaba la presión con cada paso. Spajit, con su dominio del sol y las estrellas, respondía con la misma intensidad, sus ojos brillando con fuerza.

—No me rendiré tan fácilmente, Aiko. —dijo Spajit mientras aceleraba el vuelo, dispuesta a atacar.

Aiko sonrió, sus ojos brillando con una luz macabra mientras se preparaba para responder con una onda de sangre sólida que comenzó a formarse entre sus manos.

—Lo sabía. Este combate va a ser memorable. —respondió Aiko, liberando su ataque en un torrente de energía.

Ambas chocaron en el aire con una explosión que hizo temblar el suelo bajo ellas, destruyendo parte de los árboles cercanos. La batalla continuaba, sin que ninguna de las dos estuviera dispuesta a ceder.

El bosque se convirtió en el escenario de una lucha que resonaría en el tiempo, con la magia, el poder y la fuerza de ambas envolviendo el lugar, mientras el eco de su combate llenaba el aire.

Lo que fuera que ocurriera a continuación, sería una nueva prueba para ambas, pero también una oportunidad para ver quién prevalecería al final.

Rigor llegó justo a tiempo para presenciar cómo Spajit lanzaba un golpe preciso al pecho de Aiko, dirigido hacia una zona nerviosa del corazón. Aunque el impacto fue suficiente para hacer que Aiko se desmayara, su corazón seguía latiendo, asegurando que su vida no estaba en peligro inmediato.

Spajit, con su respiración agitada, bajó los brazos mientras observaba a Aiko desplomarse. No mostraba ninguna satisfacción; su mirada reflejaba un conflicto interno, como si el combate hubiera sido una necesidad más que un deseo.

—Ya fue suficiente... —murmuró Spajit, limpiándose el sudor de la frente.

Rigor descendió rápidamente, aterrizando junto a las dos combatientes. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y desaprobación. Observó a Aiko, ahora inconsciente, y luego miró a Spajit.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó, su voz firme pero calmada.

Spajit lo miró, cruzando los brazos.

—Nada que no pueda manejar, Rigor. Solo estaba resolviendo... algunos asuntos pendientes.

—¿Asuntos pendientes? —replicó Rigor, señalando a Aiko en el suelo—. Esto parece más un intento de matarse entre ustedes que otra cosa.

Spajit suspiró, su postura relajándose un poco.

—No te preocupes, no le hice daño permanente. Sólo la dejé fuera de combate por ahora.

Rigor se agachó para comprobar el estado de Aiko. Al ver que seguía viva, dejó escapar un leve suspiro de alivio antes de ponerse de pie nuevamente.

—Esto tiene que parar, Spajit. No podemos permitirnos más conflictos internos, no con todo lo que está pasando alrededor.

Spajit lo miró a los ojos, su expresión endureciéndose.

—Lo sé, Rigor. Pero algunas batallas... no se pueden evitar.

La tensión entre ambos era palpable, pero Rigor sabía que forzar una solución no serviría. Por ahora, lo importante era llevar a Aiko a un lugar seguro para que se recuperara.

Rigor observó cómo el cabello de Dariel volvía a su color natural, café con un mechón amarillo, y sus ojos recuperaban ese azul característico. Soltó un suspiro de alivio al darse cuenta de que Aiko ya no estaba al mando. Sin embargo, su expresión cambió a una mezcla de seriedad y cansancio mientras se dirigía a Spajit.

—Spajit... ya no vuelvas a enviar esas cosas, por favor. Y tampoco hagas nada que pueda herir a Dariel de esa manera. Sé que me amas, pero... estoy casado, lo sabes.

Spajit lo miró fijamente, cruzando los brazos. Su postura seguía siendo desafiante, pero había un destello de vulnerabilidad en sus ojos.

—Rigor, nunca fue mi intención hacerle daño de verdad. Solo... me cuesta dejar ir ciertas cosas. Pero no te preocupes, no lo volveré a hacer.

Rigor asintió, aunque su mirada seguía siendo seria.

—Espero que lo cumplas. Lo que pasó aquí no puede repetirse. Tenemos demasiados problemas allá afuera como para que también estemos en conflicto entre nosotros.

Spajit se encogió de hombros, aunque había una leve tristeza en su semblante.

—Entendido, Rigor. Pero recuerda algo: si alguna vez necesitas ayuda... yo siempre estaré aquí, incluso si no soy la que está a tu lado.

Rigor no respondió de inmediato, pero su mirada suavizada dijo más de lo que las palabras podían expresar. Finalmente, recogió a Dariel con cuidado, asegurándose de que estuviera estable, y comenzó a caminar.

Antes de irse, se detuvo y volteó hacia Spajit.

—Cuídate, Spajit. Y encuentra algo más que te haga feliz. No puedes vivir en el pasado.

Con esas palabras, se fue, dejando a Spajit sola en el claro del bosque, pensativa.

Fin.