Siete meses habían pasado desde aquella pesadilla, y el aire de paz que ahora rodeaba la vida de Joel y Gaby era casi un alivio. Después de tantas batallas y pérdidas, la calma era un refugio. Sin embargo, algo no estaba bien, al menos para Joel. Había notado que el tiempo había pasado, pero el vientre de Gaby nunca creció, ni una sola señal de embarazo. Algo no cuadraba.
Joel, con su naturaleza observadora, no podía ignorar las pequeñas inconsistencias. Gaby había evitado cualquier conversación sobre el tema, desvió cualquier intento de hablar sobre su salud, o sobre el bebé que ambos habían perdido antes. Aunque Joel no quería presionar, la curiosidad y el dolor por no entender lo que había pasado lo estaban consumiendo.
Una tarde, mientras ambos estaban en su casa, disfrutando de la tranquilidad, Joel decidió confrontarla. Estaba cansado de las evasivas, necesitaba respuestas, no solo por él, sino también para saber si Gaby estaba realmente bien.
Se acercó a ella, que estaba en la cocina, preparando algo ligero. Gaby notó la intensidad de su mirada y el tono en su voz. La situación se volvía tensa.
"Gaby..." comenzó Joel, su voz cargada de preocupación. "Ya han pasado meses, y sé que estás evitándome. ¿Por qué no me dices la verdad? ¿Qué pasó con el bebé? ¿Por qué... no me has contado nada?"
Gaby, que estaba cortando verduras, se detuvo por un momento. La expresión de su rostro cambió, y por un instante, la máscara de calma que había mantenido se rompió. Era evidente que el dolor aún la afectaba, pero no quería enfrentarlo. No quería compartir lo que sentía, no quería ver la pena en los ojos de Joel.
"Joel, por favor..." dijo Gaby, con un susurro apenas audible. "No quiero hablar de eso. No quiero que eso nos consuma más. Ya lo he vivido... ya no quiero revivirlo."
Su voz tembló, y Joel pudo ver que no era solo una simple evasión, sino que había un miedo y una angustia profunda detrás de esas palabras. Joel dio un paso hacia ella, poniendo una mano sobre su hombro, sintiendo el peso de la tristeza que la envolvía.
"No quiero presionarte, Gaby, pero estoy aquí para ti. Siempre lo estaré. No me hagas cargar con esto en silencio."
Gaby cerró los ojos un momento, sabiendo que no podía seguir evadiendo la verdad. Pero aún no estaba lista para compartirla completamente. "No sé si puedo, Joel..." susurró. "Todavía me duele mucho, y no sé si alguna vez dejaré de sentir ese vacío."
Joel la abrazó con fuerza, dejando que el silencio hablara por ambos. No necesitaba que Gaby le diera todas las respuestas ahora. Solo quería estar a su lado, apoyarla mientras ella se recuperaba, aunque él también necesitaba sanar. Sabía que lo importante ahora era tener paciencia, y que eventualmente ella encontraría la fuerza para hablar.
El tiempo lo curaría, pensó. Pero hasta entonces, Joel estaba decidido a estar allí para ella, en el proceso de sanar juntos, sin forzar las palabras, pero siempre con el corazón dispuesto a entender.
Joel, con el corazón apretado, miró a Gaby y repitió suavemente, "¿Qué pasó en esa pelea, Gaby?" Sus palabras eran suaves, pero su mirada mostraba la preocupación y la confusión que lo consumían. No entendía por qué ella había evitado hablar del tema todo este tiempo, pero ahora necesitaba saber la verdad.
Gaby, al escuchar la pregunta, sintió un nudo en el estómago. Sabía que el momento de enfrentar la verdad había llegado, pero no estaba preparada. Respiró hondo antes de comenzar a hablar.
"En esa pelea… no fue solo una batalla física," dijo, con la voz temblorosa. "No solo luchábamos contra un enemigo exterior. Yo estaba luchando conmigo misma… no pude salvar al bebé. No pude evitarlo."
Joel frunció el ceño, sin comprender del todo. "¿Qué bebé, Gaby? ¿Por qué no me lo dijiste antes?"
Gaby tragó saliva, sus ojos llenos de dolor. "Perdí al bebé, Joel. Perdí al hijo que íbamos a tener juntos. Durante la pelea, no pude… no pude hacer nada. Me sentí inútil y… no podía protegerlo."
Joel se quedó en silencio, su mente tratando de procesar las palabras de Gaby. Su rostro se descompuso por la tristeza y el dolor al ver a su esposa tan destrozada. "Gaby… no fue tu culpa. No lo podías evitar, nadie lo podía evitar."
Ella negó con la cabeza, dejando que las lágrimas empezaran a caer. "Sí, lo podía evitar, Joel. Si hubiera sido más fuerte, si hubiera estado más preparada… tal vez lo habría logrado. Pero fallé."
"No fallaste, Gaby," insistió Joel, tomando sus manos con firmeza. "No fallaste. No es tu culpa. No es tu culpa perder algo tan valioso como eso. No es algo que puedas controlar."
Gaby, entre sollozos, dijo en voz baja, "Lo siento tanto… No quiero que me veas débil, no quiero que me veas así."
Joel la miró a los ojos, su propio corazón quebrándose al ver el sufrimiento que ella estaba llevando sola. "Nunca te veré débil, Gaby. Eres fuerte, mucho más de lo que imaginas. Y yo estoy aquí contigo. Siempre."
Sin embargo, a pesar de sus palabras de consuelo, Joel no pudo contener el dolor que también sentía por la pérdida. Sintió cómo el nudo en su pecho se apretaba más y más, y se apartó ligeramente de Gaby, dándole un pequeño espacio.
"Voy a estar bien," dijo en voz baja, con los ojos llenos de lágrimas, "Solo necesito un momento."
Gaby, al ver la tristeza profunda en su rostro, intentó alcanzarlo, pero él se alejó un poco más, caminando en dirección contraria, sin mirar atrás. No quería que ella lo viera vulnerable, ni quería hacerle sentir que estaba fallando también.
Joel caminó a un lugar apartado, donde las lágrimas comenzaron a caer sin poder detenerlas. Se dejó caer sobre una roca, cubriéndose el rostro con las manos, sin querer mostrarle a Gaby el dolor que sentía por dentro. Sabía que ella lo necesitaba, pero él también tenía que encontrar una forma de sanar, de lidiar con la profunda tristeza que lo consumía.
Mientras tanto, Gaby se quedó atrás, observando la distancia entre ellos. Sabía que las palabras de consuelo no podían sanar completamente el dolor, pero al menos podría estar allí para él cuando estuviera listo para hablar.
Joel, alejado de Gaby, se sentó en el suelo, abrazando sus rodillas contra su pecho. Las lágrimas caían sin cesar, como si todo el peso de lo que había pasado en los últimos meses, las batallas, las pérdidas y las emociones no resueltas, estuvieran finalmente saliendo a la superficie. Se sentía vulnerable, pequeño, como si el mundo entero le hubiera dado la espalda. No podía evitar preguntarse si había fallado, si había hecho lo suficiente por proteger a su familia, por proteger a Gaby.
El sonido de sus sollozos era todo lo que podía oír en ese momento, y mientras estaba allí, solo, en ese espacio apartado, se sentía completamente perdido. "¿Cómo pude no darme cuenta antes?" pensó, "¿Cómo no pude ver lo que ella estaba sufriendo? Ahora la he fallado también…"
Se sintió atrapado en su propio dolor, y aunque sabía que Gaby también lo estaba pasando mal, no podía dejar de sentirse impotente. "Soy un fracaso," murmuró para sí mismo entre los sollozos. "No pude salvarla… no pude salvar al bebé… no puedo protegerla de nada."
En esos momentos de vulnerabilidad, Joel deseaba poder retroceder en el tiempo, deshacer todo lo que había ocurrido, pero sabía que no podía. La realidad era que estaba atrapado en su propia angustia, y la soledad lo consumía.
Mientras tanto, la distancia entre él y Gaby parecía cada vez mayor, como si ambos estuvieran atrapados en sus propios mundos de dolor. Pero en lo profundo de su ser, Joel sabía que la única forma de sanar era enfrentarse a sus propios miedos y, eventualmente, a sus propios sentimientos. A pesar de la vergüenza que sentía en ese momento, sabía que no podía seguir evitando la verdad ni huir de lo que sentía por dentro.
Con un suspiro profundo, se quedó allí, bajo la oscuridad del cielo, tratando de encontrar alguna forma de seguir adelante, incluso cuando parecía que todo lo que quedaba era el vacío.
Joel, sentado en el suelo, temblaba incontrolablemente. Las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos, y el llanto se volvía cada vez más fuerte, más desesperado. Se sentía como si todo el dolor de los últimos meses, todas las heridas que había ignorado y los recuerdos que había reprimido, se hubieran desbordado de golpe, ahogándolo. Sus sollozos eran tan profundos que le dolían el pecho, como si estuviera perdiendo una parte de sí mismo.
El aire frío de la noche no ayudaba, y sentía que su cuerpo temblaba no solo por el frío, sino por la carga emocional que llevaba dentro. Cada vez que intentaba calmarse, el llanto lo superaba nuevamente, como si fuera imposible detener ese torrente de emociones reprimidas.
Se tapó la cara con las manos, tratando de ahogar sus sollozos, pero no podía evitar que su cuerpo se sacudiera de dolor. Las lágrimas caían como un torrente incontrolable, y sentía que cada suspiro le costaba más. "¿Por qué no vi lo que pasaba? ¿Por qué no supe protegerla?" pensaba, sintiendo que todo el peso del mundo recaía sobre sus hombros. "Perdí al bebé, perdí su confianza… y la estoy perdiendo a ella."
El dolor lo estaba desbordando, y no importaba cuánto intentara mantener su compostura, no podía dejar de sentir que estaba fallando en todo. La culpa lo ahogaba, y en esos momentos, todo parecía demasiado. El miedo de perder a Gaby de una forma irremediable, el miedo a que ella nunca lo perdonara, era un peso que le impedía respirar con normalidad.
"Soy débil... soy un fracaso," pensó mientras temblaba, sus manos cubriendo su rostro, pero el llanto no se detenía. El dolor físico que sentía en su pecho parecía un reflejo del dolor emocional, y aunque sabía que el tiempo podía sanar las heridas, en ese momento solo veía oscuridad.
Gaby, con el corazón apesadumbrado, se acercó lentamente a Joel, viendo cómo su cuerpo temblaba, cómo sus sollozos eran tan profundos y llenos de desesperación. No sabía qué hacer, pero no podía dejarlo así, no podía ver cómo se desmoronaba ante sus propios sentimientos. Sabía que había pasado por tanto, que había enfrentado tanto dolor, y ver a Joel en ese estado le partió el corazón.
Sin decir palabra alguna, se agachó y, con toda la fuerza que le quedaba, lo abrazó. Era un abrazo sencillo, pero lleno de significado. Sus brazos lo rodearon con la mayor ternura que pudo reunir, como un consuelo silencioso, un intento de calmarlo, aunque sabía que las palabras no serían suficientes para aliviar el dolor que ambos sentían. No quería que estuviera solo, no quería que se hundiera más en su desesperación.
Joel, al sentir el abrazo, dejó que el llanto fluyera con mayor intensidad. Se aferró a ella, tembloroso, como si fuera su único ancla en ese momento de caos emocional. Sus manos se aferraron a la tela de su ropa, buscando algo a lo que aferrarse, algo que lo conectara de nuevo con la realidad. Pero no podía evitar sentirse perdido, vacío, atrapado en su propia tormenta de emociones.
"Lo siento... lo siento tanto, Gaby," murmuró entre sollozos, su voz quebrada por la pena. "No sé qué hacer… no puedo dejar de sentirme como si te hubiera fallado, como si te hubiera perdido."
Gaby, mientras lo abrazaba con más fuerza, se mordió el labio para evitar que las lágrimas también escaparan. Sabía que, aunque no podía quitarle su dolor, al menos podía estar ahí, ser su apoyo en ese momento. "No estás solo, Joel," susurró suavemente, tratando de reconfortarlo con la verdad, aunque no fuera fácil. "No me has perdido... solo necesitamos sanar, los dos. No tienes que cargar con todo esto solo."
El abrazo duró un largo rato, ambos quietos, como si el tiempo se hubiera detenido para darles un espacio donde el dolor pudiera existir, pero también donde pudieran encontrar consuelo el uno al otro. Aunque las heridas no desaparecerían de inmediato, el simple hecho de estar juntos, de compartir ese momento, les daba la esperanza de que tal vez, con el tiempo, todo podría mejorar.
Gaby, con el corazón pesado al ver cómo el dolor de Joel se desbordaba, intentó calmarlo, aunque las palabras parecían ser insuficientes ante la magnitud de su sufrimiento. Su propia tristeza estaba a flor de piel, pero se mantuvo fuerte para él.
Lo abrazó con más fuerza, acariciando su espalda suavemente, buscando consolarlo con su presencia. "Está bien, Joel... ya está bien," murmuró, aunque las palabras no parecían tener el poder de aliviar la tormenta que sentía en su pecho. "No tienes que estar solo en esto, estoy aquí." Su voz era baja, pero llena de una ternura que solo podría expresar en ese momento tan vulnerable.
Mientras sus lágrimas seguían cayendo, Joel apretó más su abrazo, como si al aferrarse a ella pudiera encontrar algo de consuelo en medio de la tormenta que lo arrastraba. Su respiración era irregular, entrecortada, y su cuerpo temblaba bajo la presión de sus propios sentimientos. "Perdón... perdón por todo, Gaby..." su voz era casi un susurro, rota por el llanto.
Gaby apretó su rostro contra el de él, dejando que sus propios sentimientos se calmaran poco a poco, asegurándole con un leve suspiro que no tenía que pedir perdón. "No tienes nada de qué disculparte. Estamos juntos en esto, Joel. No te alejes de mí."
Y aunque el dolor seguía ahí, palpable entre ellos, en ese abrazo, en esa quietud, parecía que el amor y el apoyo mutuo podían ofrecer un respiro, un pequeño alivio para sus almas heridas. Sabían que no sería fácil sanar, pero al menos en ese momento, no tenían que enfrentarlo solos.
Gaby comenzó a alejarse poco a poco de todos. Su sonrisa, antes constante, desapareció, y sus ojos reflejaban un vacío que nadie podía llenar. El peso de la culpa y la tristeza la sumieron en una profunda depresión. Sentía que había fallado, que había perdido algo irremplazable, y esa ausencia la consumía en silencio.
Pasaba horas encerrada en su habitación, apenas comiendo o hablando. A veces, simplemente se sentaba en la ventana, mirando el horizonte sin realmente verlo, atrapada en sus propios pensamientos. Joel intentaba acercarse, pero ella, envuelta en su dolor, se alejaba, incapaz de enfrentar la realidad o a él.
La única persona con quien Gaby encontraba algo de consuelo era su madre, Luci. A menudo, se refugiaba en sus brazos, dejando escapar lágrimas silenciosas mientras Luci la abrazaba, sin decir nada, sabiendo que las palabras eran insuficientes.
"No es tu culpa, hija," le susurraba Luci en uno de esos momentos. "El dolor es inmenso, lo sé, pero no puedes culparte por todo lo que pasó."
Pero Gaby apenas respondía, atrapada en su duelo. "No sé cómo seguir, mamá... todo se siente tan... vacío." Su voz era un susurro quebrado, reflejando el peso que cargaba en su pecho.
Luci, con paciencia infinita, la sostuvo. Sabía que el proceso sería largo, pero estaba dispuesta a acompañarla en cada paso, ayudándola a encontrar la luz nuevamente, aunque ahora solo hubiera sombras.
Joel, al igual que Gaby, se encontraba atrapado en su propio abismo de dolor. Aunque intentaba mantener una apariencia fuerte frente a los demás, por dentro estaba roto. Las noches eran las más difíciles; cada vez que cerraba los ojos, revivía la pelea, el miedo, y la pérdida. El recuerdo de lo que pudo haber sido lo atormentaba.
Intentaba acercarse a Gaby, pero cada intento terminaba en silencio incómodo o en evasivas. La distancia entre ellos crecía, y eso solo profundizaba su desesperación. Se sentía impotente, incapaz de romper el muro que el dolor había levantado entre ambos.
Una noche, sentado en el borde de la cama, con la habitación sumida en penumbras, Joel suspiró profundamente. "¿Por qué todo se siente tan distante, Gaby?" murmuró, aunque sabía que ella no respondería. La habitación parecía más fría, más vacía. El amor que compartían aún estaba allí, pero el dolor lo había envuelto todo en una niebla densa.
En su soledad, Joel buscaba formas de sobrellevarlo. Caminaba por las calles, entrenaba hasta el agotamiento, pero nada lograba calmar la sensación de pérdida y el vacío que lo consumía. Lo peor era la sensación de desconexión con Gaby, su compañera, su todo. "Quiero ayudarte... pero no sé cómo," pensaba constantemente.
Ambos estaban atrapados en un ciclo de dolor, cada uno lidiando a su manera, pero sin poder encontrar el camino de regreso al otro.
Victor, preocupado por la situación, decidió hablar con Luci en la privacidad de su habitación. Cerró la puerta con cuidado y se acercó a ella, su expresión seria pero llena de preocupación. Luci, que también había notado el cambio en Gaby y Joel, lo miró con comprensión.
—Luci, esto no puede seguir así. Joel y Gaby están destrozados. —Victor suspiró, pasando una mano por su cabello. —He visto a Joel vagar por la casa como una sombra. Y Gaby… apenas habla.
Luci asintió, sentándose en la cama y cruzando las manos sobre su regazo. —Lo sé, Victor. Gaby ha estado evitándome, pero cuando logramos hablar, solo llora. Está atrapada en su propio dolor. Y Joel... está perdido.
Victor se sentó a su lado, tomándole la mano. —¿Crees que haya algo que podamos hacer? No quiero que ellos pasen por esto solos.
Luci pensó por un momento, su mirada suave pero decidida. —Tal vez lo mejor sea reunirlos, pero no para hablar de lo que pasó, sino para recordar lo que todavía tienen. Necesitan apoyo, no presiones. Puedo hablar con Gaby, pero tú deberías hablar con Joel primero.
Victor asintió lentamente, comprendiendo el plan. —Lo haré. No dejaré que se hundan más en esto. Joel es fuerte, pero incluso los más fuertes necesitan ayuda.
Luci apretó su mano con cariño. —Y Gaby también lo es. Solo necesitan encontrar el camino juntos otra vez.
—Voy a ir a la casa donde viven esos dos. Por lo menos Gaby está con nosotros, así que tú encárgate de ella, Luci. —Victor suspiró, frotándose el rostro con cansancio. —Si puedes, llama a Bianca, Karen y María… ya sabes, mis otras esposas.
Luci arqueó una ceja, cruzando los brazos. —¿De verdad, Victor? ¿Tienes que mencionar eso como si fuera un peso? —bromeó con una sonrisa cansada.
Victor se encogió de hombros, sonriendo ligeramente. —No es un peso, es más bien... una responsabilidad múltiple. —Se levantó, tomando su chaqueta. —Pero ahora mi prioridad es Joel. No puedo dejar que siga así.
—Lo sé. Ve y haz lo tuyo. Yo me encargo de Gaby. —Luci lo despidió con una mirada firme, aunque en el fondo preocupada por todos.
Victor salió de la habitación, caminando hacia la puerta principal con determinación. Sabía que tenía que llegar a Joel antes de que se encerrara más en su propio dolor.
Victor abrió la puerta y encontró a Joel sentado en el sofá, rodeado de botellas vacías y con una mirada perdida, el olor a alcohol impregnaba el aire. Joel sostenía un vaso a medio llenar, mirándolo fijamente como si buscara respuestas en el fondo del líquido.
—¿De verdad, Joel? —dijo Victor, cruzando los brazos mientras entraba, su voz firme pero contenida. —¿Así piensas resolver todo esto?
Joel levantó la mirada, sus ojos rojos e hinchados por el llanto y la falta de sueño. —¿Qué quieres que haga, Victor? Perdí a mi hijo. Perdí... todo. —Su voz temblaba, y las palabras apenas salían de sus labios.
Victor se acercó y le quitó el vaso de las manos, colocándolo en la mesa con un golpe seco. —No vas a encontrar paz en el fondo de una botella. Lo sé porque lo intenté una vez, y créeme, no funciona.
Joel soltó un suspiro pesado, pasándose una mano por el cabello. —No sé cómo seguir adelante. Cada vez que la miro, veo lo que perdimos. No sé cómo hablar con ella, cómo ayudarla… cómo ayudarme a mí mismo.
Victor se sentó a su lado, colocando una mano firme en su hombro. —No tienes que hacerlo solo. Gaby tampoco. Ambos están rotos, pero eso no significa que no puedan reconstruirse juntos.
Joel cerró los ojos, intentando contener las lágrimas. —¿Y si no puedo, Victor? ¿Y si esto nos destruye?
—No va a hacerlo. —Victor apretó su hombro, transmitiéndole fuerza. —Porque tú eres más fuerte de lo que crees. Y porque no voy a dejar que te hundas.
Joel asintió lentamente, sintiendo por primera vez en días un atisbo de esperanza.
Victor tomó las botellas de alcohol una por una, con expresión severa, y las arrojó al basurero sin contemplaciones. El sonido del vidrio rompiéndose resonó en la habitación, llenándola de un silencio tenso.
—Es casi decepcionante que tomes, Joel. —Su voz era baja, pero cargada de desaprobación. —Nunca te vi como alguien que se rindiera tan fácil.
Joel bajó la cabeza, evitando la mirada de Victor. —No es rendirse... es solo que... no sé cómo enfrentar esto.
Victor exhaló lentamente, cruzándose de brazos. —Enfrentarlo no significa huir ni entumecerte con alcohol. Significa sentir el dolor, aprender a vivir con él y levantarte más fuerte.
Joel apretó los puños, su mandíbula tensa. —¿Y qué pasa si no puedo levantarme?
Victor se inclinó, mirándolo directamente a los ojos. —Puedes y lo harás. Porque si yo pude salir del infierno en el que estuve, tú también puedes.
El silencio volvió a instalarse, pero esta vez estaba cargado de determinación. Joel sabía que Victor tenía razón, aunque aceptarlo era difícil.
Victor y Joel caminaron en silencio hacia un bosque frondoso, alejándose de la casa y del ruido del mundo. El viento susurraba entre las hojas, pero no lograba disipar la tensión que flotaba entre ambos. Cuando llegaron a un claro, Victor se detuvo y miró a Joel con seriedad.
—Escucha, Joel. —dijo Victor, cruzando los brazos y dejando escapar un suspiro—. Evil Victor ha estado queriendo tomar control de mi mente. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran. —Si necesitas desquitarte, si quieres liberar ese dolor que llevas dentro… puedes pelear con él.
Joel levantó la mirada, sorprendido por la oferta. —¿Estás seguro de esto? —preguntó, todavía incrédulo.
Victor asintió lentamente. —Lo estoy. A veces, enfrentar lo peor de nosotros mismos es la única forma de encontrar paz.
Joel apretó los puños, sintiendo la mezcla de dolor y furia en su interior. —Si eso es lo que necesitas… entonces lo haré.
Victor cerró los ojos por un momento, permitiendo que Evil Victor emergiera. Una energía oscura comenzó a rodearlo, transformando su cuerpo mientras su rostro adoptaba una sonrisa siniestra. Evil Victor abrió los ojos, ahora brillando con un tono rojo profundo, y se inclinó hacia adelante con una postura amenazante.
—¿Listo para jugar, Joel? —se burló Evil Victor, su voz resonando con malicia.
Joel respiró hondo, adoptando una postura de combate. —No estoy aquí para jugar. Estoy aquí para vencerte.
Y así comenzó la batalla, con ambos guerreros liberando todo su poder en aquel bosque que pronto se convirtió en un campo de destrucción y redención.
Evil Victor suspiró profundamente, sus ojos clavados en el suelo, como si los recuerdos pesaran más que el aire a su alrededor. Dio un paso lento hacia adelante, dejando que el viento frío del bosque agitara su cabello. —Es… extraño. —murmuró con voz áspera, casi rota—. Tener el poder de mi otro yo… y sus recuerdos.
Su mano tembló mientras se la pasaba por la cabeza, intentando disipar el peso de las imágenes que lo atormentaban. Luego levantó la mirada, y en sus ojos se reflejaba una oscuridad insondable. —Logré matarlos a todos en esa línea de tiempo. Cada uno. —Su voz se quebró, pero la sonrisa que apareció en su rostro no era de victoria, sino de resignación—. No quedó nadie.
Joel lo observaba, el pecho subiendo y bajando con una mezcla de ira y dolor. —¿Y eso es lo que querías? ¿Eso es lo que te llena? —espetó, con la voz cargada de reproche y decepción.
Evil Victor soltó una risa amarga, sin humor. —Querer... —repitió, como si la palabra le resultara extraña—. No era cuestión de querer, Joel. Era… necesario. —Hizo una pausa, sus ojos clavados en el rostro de Joel, buscando algo que ni él mismo entendía—. Todo por el equilibrio. O al menos, eso me repetía para no enloquecer.
Joel apretó los puños, luchando contra las emociones que le quemaban por dentro. —Eres un monstruo. —susurró, con la voz quebrada.
Evil Victor asintió lentamente, sin desviar la mirada. —Sí… y tú también podrías serlo. —Dio un paso más cerca, sus ojos ardiendo con intensidad—. ¿Puedes manejar este poder, Joel? Porque si quieres desquitarte, aquí estoy. No escaparé.
El silencio que siguió fue como un abismo entre ellos, cargado de todo lo no dicho, de todo lo perdido.
Joel cayó de rodillas al suelo, sus lágrimas brotando con furia y dolor, golpeando el suelo con ambos puños mientras un grito desgarrador salía de su garganta. —¡Todo esto… todo esto es tu culpa! —exclamó, su voz temblando, mezclando rabia y sufrimiento. Su cuerpo temblaba, y sus ojos, enrojecidos por el llanto, se clavaron en Evil Victor.
Evil Victor observó la escena en silencio, su expresión neutral, como si entendiera el peso de esas palabras pero no pudiera cargar con él. Con un suspiro profundo, levantó lentamente su mano hacia el cielo. —Lágrimas y odio... una combinación poderosa. —murmuró, casi con melancolía.
El cielo se oscureció en un instante, las nubes arremolinándose mientras un rayo gigantesco descendía con estruendo, impactando directamente sobre él. La tierra tembló bajo sus pies, y una explosión de luz bañó el bosque. Cuando la tormenta se disipó, Evil Victor emergió en su forma original: su cuerpo había crecido, sus cuatro brazos se alzaban imponentes, y en sus manos, una lanza titilaba con energía oscura y antigua.
—Hace mucho tiempo… —dijo, con una voz profunda y resonante, sus ojos brillando como brasas—. No utilizo esta forma desde la era eónica.
Joel, aún en el suelo, lo miró con una mezcla de horror y desafío, sus lágrimas todavía cayendo. —¿Qué quieres demostrar con eso? —gritó, poniéndose de pie, tambaleante pero decidido.
—Nada que no puedas soportar… si es que tienes el valor. —respondió Evil Victor, flexionando sus brazos y haciendo girar la lanza con elegancia mortal—. Este es tu momento, Joel. Desahógate. Golpea con todo lo que tengas.
Joel, lleno de furia y desesperación, sintió el poder de Azrakil fluir a través de él, tomando control de su cuerpo. Su forma cambió, su presencia se volvió abrumadora, y su energía aumentó drásticamente. Un aura oscura rodeó su ser, como si las sombras mismas lo abrazaran. La fuerza de Azrakil, un poder ancestral, ya no era solo una parte de él, sino su totalidad. "Te voy a destruir," gruñó, su voz resonando con un eco profundo.
Evil Victor observó el cambio, su sonrisa sádica creció mientras veía a Joel transformarse, pero también notaba la desesperación en sus ojos. "¡Eso es! Lucha, Joel. ¡Muéstrame el verdadero alcance de tu dolor!"
Con un grito de furia, Joel se lanzó al ataque, su cuerpo moviéndose a una velocidad vertiginosa. El suelo temblaba bajo sus pies mientras cada paso lo acercaba más a Evil Victor. Su puño, envuelto en energía oscura, se dirigió directamente hacia el rostro de Evil Victor con una brutalidad inhumana.
Evil Victor, al ver el ataque, apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con un movimiento rápido, utilizó sus cuatro brazos para bloquear el golpe, pero la fuerza de Joel lo empujó hacia atrás, rompiendo parte del terreno. "No me subestimes, Joel. Aún no sabes lo que soy capaz de hacer."
Con un giro de su cuerpo, Evil Victor contraatacó con su lanza, lanzando un feroz golpe hacia el pecho de Joel, pero Joel esquivó por poco, el filo de la lanza rozando su piel. Sin embargo, su furia seguía creciendo, y con un rugido, sus ojos se iluminaron en un resplandor maléfico, dispuesto a destruir esa maldición que había atormentado su vida.
"¡Te voy a hacer pagar por cada instante de dolor que me has causado!" Joel gritó, y su cuerpo comenzó a irradiar aún más poder mientras se preparaba para el siguiente ataque, decidido a acabar con la maldición que representaba Evil Victor.
Joel, lleno de furia y sin dar tregua, seguía lanzando golpes implacables, cada uno más poderoso que el anterior. Su Purgatorio Conceptual destrozaba la defensa de Evil Victor, la energía oscura y devastadora cortaba el aire mientras sus puños golpeaban la barrera del mal. "¡No me detendrás!" gritó Joel, y con un último golpe brutal, envió una onda destructiva directamente a Evil Victor.
Pero, en el último momento, Evil Victor, aprovechando su velocidad y agilidad, esquivó por un suspiro, deslizando su cuerpo hacia atrás y evitando el impacto directo. "Demasiado predecible, Joel." Con una sonrisa sádica, alzó ambas manos al cielo, y en un abrir y cerrar de ojos, desató un Destello Solar, una explosión de energía cegadora y abrasadora que golpeó a Joel de lleno.
El impacto fue brutal. La luz solar parecía derretir el aire mismo mientras la onda de energía se estrellaba contra el cuerpo de Joel, lanzándolo hacia el suelo con una fuerza tan grande que creó un cráter gigante. El cuerpo de Joel se estrelló contra la tierra, causando que las rocas se fragmentaran a su alrededor, el dolor atravesaba cada fibra de su ser.
"Patético," susurró Evil Victor, acercándose lentamente, sus ojos brillando con una satisfacción sádica. "Creí que podías darme más pelea."
Joel, malherido y con el cuerpo convulsionando por el daño de la energía solar, apenas podía mantenerse consciente. Sus fuerzas comenzaban a decaer, pero su voluntad seguía intacta. "Esto no... ha terminado," murmuró, su voz rasposa, mientras intentaba levantarse, aún con un aura oscura y peligrosa rodeando su cuerpo.
Con gran esfuerzo, Joel comenzó a levantarse, el dolor era insoportable, pero la rabia que sentía por la pérdida y la maldición que Evil Victor representaba lo mantenían en pie.
Evil Victor, con una risa macabra, levantó a Joel del suelo, tomando su cabello con fuerza. "Mocoso, no entiendes," dijo con desprecio, su voz impregnada de odio y burlas. "Ese otro yo tuyo mató a tu hijo para poder comérselo. ¡¿Qué crees que es el mal, Joel?! ¡Es puro caos y devorar lo que más amas!"
Con un brutal tirón, Evil Victor alzó a Joel, llevándolo a la altura de sus ojos, donde se reflejaba la satisfacción sádica de su rostro. Los cuatro brazos de Evil Victor se movían con agilidad, y su presencia era como un peso abrumador sobre Joel, que ya luchaba por mantenerse consciente.
"Tu dolor, tu sufrimiento... es solo el inicio," susurró Evil Victor, acercando su rostro al de Joel. "Esa sensación, esa desesperación... sé que lo sientes, porque yo soy todo lo que temes."
Joel, con los ojos llenos de ira, trató de zafarse, pero la fuerza de Evil Victor era inmensa. Sin embargo, no iba a permitir que el monstruo siguiera desquiciándolo con sus palabras. "¡No voy a dejar que me hagas esto!" gritó Joel, el dolor y el miedo dándole fuerza mientras trataba de concentrar sus energías.
Con una mirada feroz, Joel comenzó a canalizar lo que quedaba de su poder. "¡No me importa lo que hayas hecho!" rugió, su cuerpo recibiendo pequeñas descargas de energía mientras intentaba liberarse.
Pero Evil Victor, sin perder la calma, lo miró y con una sonrisa burlona, simplemente lo sostuvo más firme. "Tú, como todos los demás, terminarás como carne para mi banquete. No importa cuán fuerte te vuelvas, el sufrimiento es lo único que nos queda."
De repente, la lanza que había dejado clavada en el suelo vibró con un poder sombrío. Evil Victor la levantó con una sola mano, lista para usarla contra Joel, pero algo en los ojos de Joel comenzó a brillar con una determinación renovada.
Joel, con un movimiento veloz y decidido, lanzó su cabeza directamente hacia Evil Victor, sorprendiendo al monstruo por un momento. "¡Purgatorio eterno!" gritó, concentrando toda su energía en un golpe devastador que fue directo hacia el alma de Evil Victor.
Sin embargo, Evil Victor, con su aguda percepción y reflejos mejorados, esquivó el ataque con una rapidez aterradora. "¿Creíste que eso me haría daño?" rió Evil Victor, su voz llena de desprecio. "Tu alma está condenada, no puedes vencerme tan fácilmente."
Con un rápido movimiento, Evil Victor usó su fuerza para golpear a Joel de lleno en el rostro, enviándolo a volar por varios metros. El impacto fue brutal, haciendo que Joel cayera al suelo, respirando con dificultad y sintiendo el dolor recorriendo su rostro.
"¡No eres nada más que una marioneta!" exclamó Evil Victor, avanzando hacia él mientras Joel se levantaba tambaleante. La sonrisa macabra en su rostro era la de alguien que sabía que tenía el control total de la situación.
Pero Joel, pese al dolor, no se dio por vencido. "No... ¡no me rendiré!" murmuró entre dientes, apretando los puños mientras la energía de Azrakil comenzaba a revivir dentro de él, preparándose para el siguiente asalto.
La sangre de Joel, saliendo a chorros, se dirigió directamente al ojo de Evil Victor, quien, con un grito de sorpresa y disgusto, intentó apartarla furiosamente con su mano. El líquido vital de Joel se mezclaba con el aire, creando una atmósfera cargada de tensión.
"¡Maldito!" rugió Evil Victor, incapaz de ver bien por un momento, su furia intensificándose al sentir la mancha roja sobre su ojo. Intentó frotarse el rostro con una mano, pero al hacerlo, perdió de vista a Joel por un segundo.
Fue justo ese segundo de distracción el que Joel necesitaba. Sin pensarlo, se lanzó hacia adelante con una fuerza renovada, dando un golpe directo al estómago de Evil Victor, justo en el plexo solar. El impacto fue brutal, enviando una onda de choque que hizo que Evil Victor retrocediera violentamente, la presión en su abdomen haciéndole perder momentáneamente el aire.
"¡Eso... duele!" gruñó Evil Victor, tambaleándose por la fuerza del golpe. Sus ojos brillaban con furia mientras intentaba recuperar el control de su respiración, pero Joel, aunque herido, no le daba respiro.
"No te voy a dejar ganar. ¡Este es el fin!" dijo Joel, su voz llena de determinación mientras sus ojos brillaban con la energía de Azrakil, preparándose para el siguiente golpe.
Con un solo movimiento rápido y certero, Joel aprovechó el momento de debilidad de Evil Victor, lanzando un golpe directo al rostro de su enemigo. La fuerza del golpe fue tan intensa que la cabeza de Evil Victor se movió bruscamente hacia un lado, haciendo que sus ojos se nublaran por el impacto.
Sin darle tiempo para reaccionar, Joel canalizó toda la energía de Azrakil en su cuerpo y, con un grito de pura furia, levantó su mano hacia el cielo. La energía oscura de su ataque se acumuló en su puño, creando una esfera de poder mortal. "¡Destello del Purgatorio!" gritó, liberando la energía acumulada en un solo y devastador ataque.
El rayo de energía oscura se disparó hacia Evil Victor, arrasando todo a su paso. El aire se distorsionó alrededor del ataque, y la luz del bosque se oscureció mientras la energía pura de Joel recorría el espacio, dirigiéndose imparable hacia Evil Victor.
"¡NO!" gritó Evil Victor, pero no tuvo tiempo de evadir. El ataque impactó con tal fuerza que lo lanzó varios metros atrás, su cuerpo retorciéndose por el dolor mientras la energía lo envolvía por completo.
Cuando el resplandor del ataque se desvaneció, el lugar quedó en silencio, con una nube de polvo flotando en el aire. La figura de Evil Victor yacía en el suelo, completamente inmóvil. La batalla había llegado a su fin, y el destino de Evil Victor parecía sellado.
Joel, exhausto y sangrante, cayó de rodillas, mirando a la figura derrotada de su enemigo mientras se deslizaba hacia el suelo, respirando pesadamente. "Esto... no termina aquí," murmuró, pero sabía que había dado un paso importante hacia la victoria.
Evil Victor se erguía sobre las ruinas de su anterior forma, su risa resuena como un eco de horror mientras las cicatrices de la batalla se curaban lentamente en su cuerpo. Sus ojos rojos brillaban con intensidad, llenos de una furia incontrolable, y su respiración se hacía pesada, como si estuviera disfrutando cada momento del sufrimiento que había causado.
"¿Aún crees que puedes detenerme, Joel?" Su voz retumbó en el aire, profunda y llena de desprecio. El sonido de su risa se entremezclaba con los susurros del viento, como si el mundo mismo le temiera.
Con un solo gesto, sus manos se alzaron, manipulando la energía oscura a su alrededor. La tierra temblaba bajo sus pies, como si el mismo universo reaccionara al poder que emanaba de su ser. Las sombras se alargaban, y cada golpe que había recibido de Joel parecía haberse absorbido por su ser, volviendo aún más imparable.
"¿Creías que tu dolor era suficiente? No entiendes nada... soy la maldición, la encarnación de lo que jamás debió existir. Este poder no es solo mío... es el de todos los que he destruido, el de todos aquellos que he devorado." Su voz era un siseo venenoso, una amenaza palpable que golpeaba el alma de Joel.
El aire se volvía denso, pesado, casi imposible de respirar. "¿Y tú? Eres solo un niño jugando con fuerzas que no entiendes. ¿Acaso crees que tus golpes y tus gritos pueden deshacer lo que soy?"
En ese instante, el suelo bajo sus pies se agrietó, y con un rápido movimiento, Evil Victor apareció frente a Joel, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar. "Sufre... ¡y entiende!" rugió mientras le lanzaba un ataque tan brutal que las ondas de energía destrozaron el paisaje a su alrededor.
Joel, que había sido golpeado de lleno, sintió como si el peso de un millón de almas lo aplastara. Sus fuerzas comenzaban a flaquear, su cuerpo sangraba y la visión se nublaba. "Esto no es solo tu batalla..." susurró Evil Victor con una sonrisa sádica mientras observaba cómo Joel caía al suelo, derrotado, pero no completamente rendido.
"Es una batalla contra la oscuridad que habita en todos nosotros. El poder del mal es eterno... y tú, Joel, nunca podrás escapar de él."
Con una última mirada a su oponente, Evil Victor se alejó, su figura fundiéndose con la oscuridad que lo rodeaba. "Te dejaré vivir un poco más... Solo para que entiendas que la verdadera pesadilla apenas está comenzando."
La batalla no había terminado, pero la esperanza de victoria se desvanecía con cada palabra de Evil Victor, dejando a Joel atrapado en una espiral de dolor y desesperación, incapaz de ver la salida.
Evil Victor observó su cuerpo, los ojos rojos todavía brillando con furia mientras el poder de su transformación desaparecía lentamente. La energía oscura que lo había rodeado comenzaba a disiparse, y su apariencia se desmoronaba, dejándolo de nuevo con el cuerpo original, aunque ya no era el mismo. La batalla, los recuerdos de todo el sufrimiento, y la constante lucha por la supremacía lo habían desgastado.
"Creo que ya he jugado lo suficiente con este cuerpo..." murmuró con una sonrisa sádica, limpiándose el sudor de la frente. Se dio la vuelta, mirando al vacío, como si fuera la última vez que vería esa versión de sí mismo.
El poder de Evil Victor, alimentado por la maldad y la oscuridad, palpitaba en su interior, y podía sentir cómo esa energía lo llamaba, queriendo consumirlo todo. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que había agotado todas las posibilidades en ese cuerpo, su alma oscura ya no encontraba más propósito allí.
"Este cuerpo es demasiado... débil." Su tono estaba lleno de desprecio, casi como si estuviera disgustado por haber estado en él. "La verdadera fuerza no se encuentra aquí, sino en lo que aún puedo devorar."
De repente, sus ojos se fijaron en el horizonte. Sintió la presencia de algo, alguien que estaba luchando por salir del agujero que él mismo había creado. Ese alguien era Victor—el verdadero, el que se mantenía inquebrantable a pesar de todo.
"Es hora de cambiar..." Evil Victor exhaló una última vez, y con un movimiento rápido, comenzó a extraer su alma de ese cuerpo. Un resplandor oscuro iluminó el aire mientras su energía oscura fluía hacia otro lugar, dejando atrás a ese cuerpo derrotado y vacío.
El cuerpo de Victor, sin la influencia de Evil Victor, finalmente comenzó a restablecerse, recuperando su equilibrio. Evil Victor observó desde la distancia, su mirada fija en el objetivo. Sabía que el cuerpo original de Victor lo aguardaba, una nueva oportunidad para él, una oportunidad para poseer y destruir aún más.
"Ahora, en el cuerpo de mi otro yo... tomaré lo que me pertenece. Nada podrá detenerme."
Con esa sentencia, Evil Victor desapareció, dejando atrás el caos y la destrucción, y avanzando hacia su siguiente objetivo: Victor, quien aún no sabía que la batalla por su alma estaba lejos de haber terminado.
Evil Victor, ahora en el cuerpo del clon de Victor, despertó en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas y el calor de la presencia de Victoria a su lado. Miró hacia su izquierda, donde la mujer dormía tranquilamente, ajena a lo que realmente estaba ocurriendo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de lo fácil que había sido tomar el control de este cuerpo, de la perfección de la forma en que se había infiltrado en la vida de Victor.
"Esto es tan fácil..." pensó, sintiendo la incomodidad de la nueva posesión mientras se giraba lentamente, no queriendo despertar a Victoria. La sensación de estar en este cuerpo era... extraña, más suave que el suyo original, pero igualmente poderosa. Sintió sus músculos relajados, el pulso lento y sereno, y, sin embargo, no podía ignorar la oscuridad que latía dentro de él.
El clon de Victor no solo le ofrecía una oportunidad de poder físico, sino también una vida tranquila, una existencia perfecta junto a Victoria. Pero, en su corazón, Evil Victor sabía que no podía mantenerse aquí mucho tiempo. Él no era alguien que pudiera conformarse con la estabilidad, con la paz. Solo había un deseo en su alma: destruir, devorar, controlar.
"No puedo quedarme aquí. Esta tranquilidad... esta mentira... no es para mí." Murmuró en silencio, mirando a Victoria mientras su respiración se calmaba. "Tú... tú eres solo una distracción. Mi verdadero objetivo aún está allá afuera."
Con un suspiro pesado, Evil Victor se levantó de la cama cuidadosamente, sin hacer ruido, para no despertar a la mujer a su lado. Sabía que no podía quedar atrapado en la rutina de un clon de Victor, viviendo una vida común. Este cuerpo, esta vida, solo era temporal.
Con una sonrisa torcida en su rostro, Evil Victor caminó hacia la ventana, mirando hacia el horizonte, sabiendo que, aunque estaba disfrutando del momento, su destino estaba marcado por algo mucho más grande. "El verdadero Victor... y mi venganza... todo esto está solo comenzando."
Y mientras la figura de Evil Victor se desvanecía en la oscuridad de la noche, dejando a Victoria en su sueño, una sombra de incertidumbre caía sobre la casa, pues el caos no había terminado. Solo había cambiado de forma.
Victoria, con sus ojos entrecerrados y una expresión seria, sintió una perturbación en el aire, algo no estaba bien. En un parpadeo, sus reflejos se activaron, y antes de que Evil Victor pudiera moverse, ella lo tomó firmemente de la cabeza, inmovilizándolo con una fuerza sobrehumana.
"¿A dónde crees que vas, querido?" Su voz, calma pero peligrosa, resonó en la habitación mientras sus dedos apretaban más y más la cabeza de Evil Victor, impidiendo que pudiera escapar.
Evil Victor, sorprendido por la fuerza de Victoria, intentó liberarse, pero la presión que ella ejercía sobre su cráneo era inquebrantable. "Tú... ¿cómo?" dijo entre dientes, sintiendo cómo su energía comenzaba a drenarse lentamente. No esperaba que ella fuera capaz de reaccionar con tal rapidez. Nadie jamás lo había detenido así.
Victoria no soltó su agarre. "No sé qué te crees, pero no permitiré que te escapes tan fácilmente. No importa qué cuerpo habites, no importa cuánto poder tengas. Si te atreves a jugármela, lo lamentarás." Su tono era firme, y su mirada penetrante estaba llena de un enojo controlado.
La expresión de Evil Victor pasó de sorpresa a una mezcla de desconcierto y enfado. Por un momento, estuvo a punto de usar su poder para librarse de su agarre, pero entonces, recordó quién era ella: Victoria. No solo era su esposa en esta vida, sino alguien con una fuerza y astucia que rara vez alguien podía prever. Ella sabía de su oscuridad, y ahora, eso le daba una ventaja que no había anticipado.
Evil Victor, respirando con dificultad, finalmente cedió un poco. "Tú... ¿qué harás conmigo?" Su voz era baja, como si comenzara a calcular las probabilidades de que su resistencia fuera en vano.
Victoria no mostró piedad, su agarre no aflojaba. "Te quedas aquí, con nosotros. No vas a escapar, ni dañar a nadie más. Y si intentas algo, asegúrate de estar listo para enfrentar las consecuencias."
Finalmente, con un último esfuerzo, Victoria lanzó a Evil Victor contra la pared, dejando en claro que no había espacio para la negociación.
"Ahora quédate quieto. Y si vuelves a intentar algo, no será solo tu cuerpo el que sufra. Esta es mi última advertencia."
Evil Victor, atrapado y sabiendo que su tiempo en este cuerpo de clon de Victor era limitado, comprendió que aún tenía que trazar un plan, pero por ahora, su revancha debía esperar.
Evil Victor, aunque molesto por la situación, se quedó allí, sintiendo la presión de la situación y la furia de Victoria que emanaba de ella. Se recargó contra la pared, mirando a su esposa con una mezcla de irritación y algo de resignación. ¿Por qué? pensó para sí mismo. ¿Por qué ella siempre tiene que arruinarlo todo?
A pesar de estar tan enojado, algo en su interior lo hacía quedarse quieto. La fuerza de Victoria era innegable, y aunque le molestaba ser tratado de esta forma, había algo en su mirada que lo hacía dudar. La manera en que se había enfrentado a él con tal seguridad y sin titubear... Era como si siempre lo hubiera estado esperando, como si todo lo que él hacía fuera simplemente parte de un guion que ya conocía.
Con un suspiro de frustración, Evil Victor dejó que la furia se disipara lentamente. No vale la pena pelear aquí, pensó mientras sentía el peso de sus acciones. Era difícil admitirlo, pero esa mujer... Victoria... podía ser una amenaza formidable. Había algo sobre ella que lo mantenía en línea. Algo que nunca había experimentado antes.
"No tienes que hacer esto," dijo con un tono ligeramente más suave, aunque aún cargado de enojo. "¿Qué esperas lograr? ¿Crees que me dejaré controlar por ti así como si nada?" Sus ojos brillaban con una mezcla de furia y desafío. "Te equivocas, no soy tan fácil de manejar."
Victoria lo observó con frialdad, sin moverse ni un milímetro. "Lo que quiero es simple," respondió con calma. "Que te quedes en tu lugar. Ya basta de juegos." Su tono no era de amenaza, sino de resolución. Sabía que controlarlo de esta forma no era lo ideal, pero había dejado claro lo que esperaba.
Evil Victor, por un momento, consideró sus opciones. Su poder era vasto, pero esta mujer había logrado desestabilizarlo de formas que no entendía. Tal vez... solo tal vez, pensó, esto no sería tan fácil como pensaba.
"Te vas a arrepentir de esto," murmuró, más para sí mismo que para ella. "No soy un juguete, ni una mascota."
"Y yo no soy una princesa que necesite ser rescatada," respondió Victoria, con una sonrisa casi imperceptible. "Recuerda eso."
Con ese último comentario, Victoria dio un paso atrás, dejando a Evil Victor en la esquina, mientras él se quedaba allí, inmóvil, intentando entender lo que acababa de suceder.
Evil Victor, aún recostado en la cama, observó con incredulidad a su esposa mientras ella regresaba con el collar en la mano. El brillo en sus ojos se volvió aún más oscuro, un destello de furia se encendió dentro de él al ver lo que tenía en la mano. "¿Qué diablos crees que estás haciendo?" gruñó, su tono cargado de desprecio.
Victoria, sin inmutarse, avanzó hacia él. "Lo que debería haberte puesto hace mucho tiempo," respondió con calma, mientras se inclinaba para colocar el collar alrededor de su cuello. "No eres más que un animal, Evil Victor. Y un animal necesita ser domesticado."
Evil Victor intentó zafarse, pero algo en ella, en su presencia y determinación, lo hizo dudar por un momento. Había algo sobre cómo ella lo trataba, como si realmente lo conociera, como si supiera cómo domar la bestia que él representaba. Se retorció en la cama, pero sus esfuerzos fueron en vano. La fuerza de Victoria era imparable, y el collar encajó perfectamente en su cuello.
"Esto no se queda así, Victoria," dijo, su voz un susurro de furia. "No tienes idea de lo que acabas de hacer."
"Oh, creo que sí," respondió ella, colocando su mano firmemente sobre el collar y apretando suavemente. "Sé exactamente lo que estoy haciendo."
Evil Victor, por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de impotencia. Esa mujer... Victoria... había logrado algo que nadie más había conseguido. Había tomado el control, y por alguna razón, eso lo hacía sentir más vulnerable que nunca.
"Ahora," continuó Victoria, sin dejar de mirarlo fijamente, "te quedarás aquí hasta que aprendas tu lección."
Evil Victor apretó los dientes, sabiendo que no podría enfrentarse a ella de inmediato. Algo en su interior le decía que no iba a ser fácil liberarse de esta situación. Tal vez, solo tal vez, pensó, este control que ella tiene sobre mí será más difícil de lo que imaginaba.
Pero mientras tanto, en esa cama, se encontró a merced de su esposa, una sensación que nunca habría considerado antes.
La atmósfera se tensó en la habitación mientras Victoria tomaba el control de la situación con una calma fría, una determinación inquebrantable en sus ojos. Evil Victor, molesto pero incapaz de resistir la presencia de su esposa, se recostó en la cama con frustración. La furia se reflejaba en su rostro, pero algo dentro de él también lo mantenía atado, como si la figura de Victoria lo dominara de una manera que no comprendía completamente.
"No te atrevas a tocarme," dijo Evil Victor, su voz un gruñido de advertencia, pero Victoria no mostró miedo ni vacilación.
Con una calma absoluta, se acercó a él, su mirada fija en su esposo mientras comenzaba a quitarle la ropa. "Te recuerdo, querido," dijo en un tono suave pero firme, "que estás en mi dominio ahora."
Evil Victor intentó resistirse, un intento vano, ya que Victoria lo observó con una intensidad que lo hacía sentir vulnerable de una manera que nunca había experimentado antes. La incomodidad crecía dentro de él a medida que ella seguía quitándole la ropa, dejándolo aún más expuesto, tanto física como emocionalmente. El collar alrededor de su cuello parecía pesar más con cada movimiento que ella hacía.
"Esto no está bien," murmuró Evil Victor entre dientes, su enojo siendo sustituido poco a poco por una sensación de impotencia que no podía ignorar. Había estado tan acostumbrado a controlar a los demás, a ser el que mandaba, que la sumisión forzada a las manos de su esposa lo desestabilizaba.
"Lo sé," respondió Victoria, sin inmutarse, "pero necesitas entender quién realmente está al mando aquí."
Mientras Victoria continuaba con sus acciones, Evil Victor no pudo evitar sentirse desconcertado. Había dominado imperios, destruido mundos, pero estaba claro que no podía manejar lo que su esposa le imponía. Esta nueva dinámica lo dejaba sin palabras, y aunque su enojo aún ardía en su interior, no podía negarlo: su esposa tenía el control total sobre él, y esa realidad lo desbordaba.
Aunque en su corazón, Evil Victor aún deseaba rebelarse, una parte más profunda de él se preguntaba si realmente quería luchar contra esta nueva forma de poder que Victoria poseía. Algo en él, aunque no lo aceptaba abiertamente, parecía reconocer la verdad de lo que ella estaba haciendo: tomaba el control, de manera imparable.
"Te quedarás aquí," dijo Victoria, y por primera vez en mucho tiempo, su voz resonó en los oídos de Evil Victor como un recordatorio de su nueva vulnerabilidad.
Al día siguiente, Evil Victor despertó, atónito y con una ligera sensación de incomodidad. No era por el collar (que, para ser sincero, estaba algo ajustado), sino porque la energía de la noche anterior aún rondaba en el aire. Al abrir los ojos, vio a Victoria sonriente, sentada en el borde de la cama, mirando su reacción.
"Eres un desastre, sabes eso, ¿verdad?" dijo ella, con tono juguetón, mientras le daba un pequeño empujón en el hombro.
Evil Victor frunció el ceño y se incorporó, mirando el collar con resignación. "Nunca pensé que terminaría en esta situación... pero, ¿qué se le va a hacer?"
Victoria, no sin una sonrisa traviesa, le entregó una taza de café, como si todo fuera lo más normal del mundo. "No te preocupes, cariño, solo fue una noche divertida. Ahora, ¿quieres que te prepare el desayuno? Tengo un par de huevos con tu nombre, aunque sin los 'trucos' extra."
Evil Victor, aún algo confundido, tomó la taza y suspiró. "Al menos, esto sí parece normal..." Pero cuando miró su reflejo en el espejo, no pudo evitar pensar que tal vez su vida había dado un giro inesperado.
Al ver los chupetones en su cuello y pecho, Evil Victor no pudo evitar un largo suspiro de frustración. "Realmente, esto es demasiado..." murmuró para sí mismo, tocando uno de los más visibles con una mezcla de desdén y resignación. Sentía que su dignidad había sido puesta a prueba de formas que ni siquiera su poder podría haber anticipado.
Victoria, al notar su expresión, soltó una pequeña risa. "¿Qué pasa, cariño? No te quejes, hiciste todo el trabajo anoche. Ahora solo es parte del recuerdo."
Evil Victor la miró con una mezcla de incredulidad y molestia. "No estoy seguro de si eso es un cumplido o una burla," dijo mientras se levantaba de la cama, intentando evitar cualquier comentario más que pudiera hacer la situación aún más incómoda.
Victoria, con su eterna sonrisa juguetona, se acercó y lo abrazó por detrás. "Oh, no te preocupes, cariño. Cuando quieras descansar de este 'trabajo', solo me avisas."
Evil Victor se deshizo de su abrazo, poniéndose de pie y comenzando a vestirse con rapidez. "No sé si puedo aguantar más días como este," pensó, mientras lanzaba una mirada al espejo, aún intentando digerir la experiencia. Aunque, por dentro, sabía que la situación estaba lejos de ser algo que podría controlar.
"El siguiente desafío va a ser mucho más interesante," murmuró, alistándose para lo que el destino le deparara a continuación, con una mezcla de desesperación y aceptación.
Joel, con la respiración agitada y su cuerpo cubierto de heridas, se levantó con dificultad del suelo. Sentía cada músculo de su cuerpo ardido por el dolor, pero su determinación lo mantenía de pie. Observó a lo lejos, donde Victor estaba sentado tranquilamente sobre una roca, aparentemente en profunda reflexión.
Joel, con el rostro lleno de sangre y cansancio, caminó hacia él, tambaleándose por momentos. La batalla contra Evil Victor lo había dejado al límite, pero no podía permitirse el lujo de rendirse ahora. A pesar del agotamiento, su mente estaba centrada en una sola cosa: la conexión con su amigo y mentor.
"Victor..." dijo con voz rasposa, tratando de mantener la compostura mientras se acercaba.
Victor, al escuchar su voz, levantó la mirada y lo observó con una ligera sonrisa en los labios. "Te ves como si hubieras estado en un campo de batalla, Joel," dijo con tono tranquilo. A pesar de la gravedad de la situación, parecía estar en paz.
Joel, aún respirando con dificultad, se dejó caer en el suelo frente a él, sin importarle el dolor. "Evil Victor... ese maldito..." dijo entrecortado. "No entiendo cómo pude... ¿por qué no pude detenerlo?"
Victor lo miró con seriedad, pero también con comprensión. "Porque no era solo él. Era una parte de mí... de lo que podría haber sido... lo que temía ser. Esa batalla no era solo externa, Joel. Era interna, algo que todos llevamos dentro. Y tú, luchando contra él, también estabas luchando contra algo que podrías llegar a ser."
Joel lo miró con confusión. "¿Qué quieres decir?"
Victor suspiró profundamente. "Lo que enfrentaste no fue solo una copia malvada de mí. Era la representación de mis propios miedos, mis deseos oscuros. El hecho de que hayas sobrevivido a esa batalla significa que tienes la fuerza para controlarlo, para evitar convertirte en lo que él representaba."
Joel se quedó en silencio, procesando sus palabras. La imagen de Evil Victor aún lo perseguía, pero la idea de que esa batalla no solo fue física, sino también psicológica, lo ayudó a comprender mejor lo que había sucedido.
"Entonces... ¿es posible que todos tengamos esa parte oscura dentro?" preguntó, finalmente entendiendo lo que Victor quería transmitir.
Victor asintió lentamente. "Sí. Todos tenemos sombras dentro de nosotros. Pero la clave está en aprender a convivir con ellas, a no dejar que nos definan."
Joel cerró los ojos por un momento, tomando un respiro profundo. A pesar de las heridas, sentía que había recibido una lección valiosa. "Gracias, Victor. No sé qué haría sin ti."
Victor sonrió suavemente. "No tienes que preocuparte por eso. Siempre estaré aquí, amigo."
Ambos se quedaron en silencio, observando el horizonte, sabiendo que la batalla más importante no era la que acababan de librar, sino la que libraban dentro de sí mismos cada día.
Joel llegó finalmente a la casa en El Salvador, la primera residencia de Gaby. Cuando tocó la puerta, Luci, la madre de Gaby, fue quien abrió. Al ver a Joel, su rostro se iluminó brevemente, pero enseguida su expresión se tornó seria al notar el dolor en su mirada.
—Joel, ¿qué haces aquí? —preguntó Luci, con suavidad, notando que algo no estaba bien.
Joel, cansado y con una mezcla de tristeza y arrepentimiento, asintió. —Vengo a ver a Gaby... Necesito hablar con ella. Sé que las cosas entre nosotros no están bien, pero quiero hacer las paces. Quiero saber cómo está.
Luci lo miró un momento, evaluando la situación. Sabía que las heridas entre su hija y él no iban a sanar de la noche a la mañana, pero también conocía el dolor que sentía Joel. Finalmente, asintió y lo dejó pasar.
—Ella está en su habitación —le indicó—. Está en una etapa difícil, pero si realmente deseas hablar con ella, tal vez sea lo mejor. Asegúrate de ser paciente con ella, Joel. No ha sido fácil para Gaby.
Joel asintió en silencio, agradecido por la comprensión de Luci, y se dirigió hacia las escaleras. Caminó lentamente hacia la habitación de Gaby, cada paso lleno de incertidumbre.
Al llegar, tocó suavemente la puerta.
—Gaby... soy yo, Joel —dijo en voz baja, temiendo la respuesta que podría recibir.
La puerta se abrió lentamente, y allí estaba Gaby, con los ojos apagados y el rostro marcado por el cansancio. No dijo nada al principio, solo lo miró en silencio, como si tratara de comprender si su presencia significaba algo genuino o si era solo otra promesa rota.
Joel la observó con un corazón lleno de tristeza, pero también de esperanza. —Gaby... lo siento tanto. Sé que las cosas no han sido fáciles y que he cometido muchos errores. No tengo derecho a pedirte que me perdones, pero quiero que sepas que estoy aquí. Quiero luchar por nosotros, por lo que solíamos ser.
Gaby lo miró con cautela, pero sin rechazarlo. Su voz salió baja, casi temblorosa. —No sé si pueda perdonarte, Joel... Hay mucho dolor en mí. No solo por lo que pasó, sino por todo lo que he tenido que cargar sola. Pero... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—... quiero intentarlo. No sé si pueda sanar de inmediato, pero estoy dispuesta a ver si podemos arreglar las cosas.
Joel, al escuchar sus palabras, sintió un alivio y una esperanza renovada. —Te prometo que lo intentaré, Gaby. Quiero que esto funcione. Por nosotros. Por lo que aún queda.
Gaby lo miró durante un largo momento, sintiendo la incertidumbre en su interior. Finalmente, asintió, aunque con cautela. —Está bien... pero va a llevar tiempo. Y no prometo que sea fácil.
Joel asintió, con la certeza de que no importaba cuánto tiempo llevara, él estaría allí, dispuesto a luchar por lo que quedaba de su relación.
En ese momento, Luci observó desde el pasillo, viendo cómo su hija y su yerno daban, aunque con cautela, el primer paso hacia la reconciliación. Aunque aún quedaba mucho por sanar, al menos ahora había un atisbo de esperanza en sus corazones.
Victor entró en la casa con paso cansado, la puerta se cerró suavemente detrás de él. Luci, que estaba en la sala, levantó la vista y rápidamente notó su agotamiento. Las heridas en su rostro y su postura cansada no pasaron desapercibidas.
—¿Qué pasó? —preguntó Luci con tono preocupado, sin dejar de observarlo detenidamente.
Victor dejó escapar un largo suspiro antes de responder. Sabía que no podía ocultarle nada a Luci, especialmente cuando ella ya sospechaba lo que había ocurrido.
—No me preguntes cómo, pero tanto Joel como yo... nos vimos involucrados en una pelea difícil. No solo física, sino también emocional. —Victor se sentó en el sofá, tomándose un momento para descansar, mirando sus manos como si estuviera procesando todo lo que había sucedido—. Fue una confrontación con mi otra mitad, esa maldición que lleva dentro de mí.
Luci frunció el ceño, comprendiendo a qué se refería. Sabía lo que Victor había tenido que enfrentar con su otro yo y cómo eso afectaba tanto su vida como la de quienes estaban cerca de él.
—Esa otra parte de ti... ¿cómo terminó todo, Victor?
Victor cerró los ojos un momento, recordando lo difícil que había sido para ambos.
—Joel y yo tuvimos nuestras diferencias. La pelea no fue solo física, Luci. Tuvimos que enfrentarnos a muchas cosas internas. Pero al final... al menos pudimos hablar. Estoy seguro de que, a su manera, está dispuesto a arreglar las cosas con Gaby. Pero... ha sido complicado.
Luci lo miró fijamente, entendiendo que detrás de sus palabras había algo más profundo. Era obvio que Victor no solo había peleado con su otra mitad, sino también con las emociones y las tensiones que se habían acumulado.
—Lo entiendo —dijo Luci suavemente, acercándose y sentándose a su lado—. Debes estar agotado, no solo físicamente, sino emocionalmente. Pero, ¿Joel? ¿Cómo está él después de todo esto?
Victor suspiró de nuevo, mirando hacia el suelo por un momento antes de levantar la vista hacia Luci.
—Está perdido, Luci. Pero creo que aún hay esperanza para él. Lo más importante es que, aunque no lo haya dicho directamente, está dispuesto a tratar de sanar las heridas con Gaby.
Luci asintió, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y comprensión. Sabía que las batallas internas de los demás a veces eran mucho más difíciles de enfrentar que las externas.
—Espero que lo logren —dijo Luci, poniendo su mano sobre la de Victor—. Y recuerda, siempre estás rodeado de los que te queremos. No estás solo en esto.
Victor sonrió con gratitud, pero una sonrisa cansada. Sabía que aún quedaba mucho por sanar, pero al menos en ese momento, tenía el consuelo de saber que podía contar con Luci.
—Gracias, Luci.
Luci lo miró con una leve sonrisa, entendiendo perfectamente lo que él necesitaba.
—Vacaciones, ¿eh? —dijo con suavidad mientras se acercaba, sentándose a su lado. — A veces un cambio de escenario es todo lo que hace falta. Pero, ¿dónde iríamos? Necesitamos algo completamente tranquilo, sin sorpresas.
Victor suspiró profundamente, relajándose un poco más al tener la oportunidad de hablar de algo tan sencillo como unas vacaciones.
—Lo que quiero es un lugar donde podamos desconectarnos de todo… sin luchas, sin amenazas, solo… paz. Quizá un lugar apartado, donde podamos olvidarnos del mundo por un rato —respondió, con los ojos ligeramente cerrados, como si ya pudiera imaginar ese escape.
Luci asintió, tomando su mano con delicadeza.
—Lo entiendo. Puede que ese descanso sea justo lo que ambos necesitamos. Quizás podamos ir a algún lugar apartado en las montañas o junto al mar. Algo tranquilo, sin nadie que nos moleste.
Victor sonrió levemente, aliviado por la idea.
—Eso suena perfecto. Algo lejos de todo el caos… solo tú, yo y el silencio.
Luci le acarició la cabeza con cariño, sabiendo que había mucho más detrás de su cansancio. Victor había pasado por tanto en los últimos meses, y no solo en las batallas, sino también en los conflictos emocionales. Aunque todo parecía estar calmado por el momento, sabían que la paz era frágil.
—Lo prepararemos, amor. Solo asegúrate de descansar ahora. Mañana comenzamos a planear. Y por favor, no te preocupes más por todo lo que pasó. Ya enfrentaste tanto, lo menos que podemos hacer ahora es cuidar de ti —dijo, mientras se acurrucaba junto a él.
Victor asintió, agradecido por el apoyo y el cuidado de su esposa. En ese momento, por primera vez en mucho tiempo, se permitió cerrar los ojos con la certeza de que unas vacaciones serían el respiro que tanto necesitaba.
Después de dos días de planificación, Luci y Victor finalmente tenían todo listo. El lugar elegido era una isla tranquila, alejada del ajetreo del mundo, donde podían relajarse por completo. Decidieron quedarse en un hotel boutique frente al mar, rodeados de naturaleza y un ambiente sereno.
A la mañana siguiente, se dirigieron al aeropuerto. Victor y Luci abordaron el avión con una sensación de alivio. A medida que despegaban, el sonido del motor y la vista de las nubes rodeándolos les daban una sensación de escape, como si estuvieran dejando atrás todo el caos de sus vidas, aunque solo fuera por unos días.
Luci miró a Victor, quien ya parecía más relajado, su rostro menos tenso de lo que había estado en semanas.
—Este es el comienzo de unas vacaciones que realmente necesitamos —dijo Luci, sonriendo mientras tomaba su mano.
Victor asintió, mirando por la ventana del avión mientras el paisaje cambiaba, convirtiéndose en un mar azul profundo rodeado de pequeñas islas.
—Estoy listo para descansar… y para disfrutar de un poco de paz. No más peleas ni problemas… solo tú y yo.
El avión aterrizó en la isla después de unas horas. Al salir, el aire cálido y salino del mar los envolvió. Era el tipo de lugar que solo parecía existir en postales: el sol brillante, las olas rompiendo suavemente en la orilla y palmeras moviéndose lentamente con la brisa.
Al llegar al hotel, un pequeño y acogedor complejo junto a la playa, fueron recibidos con una copa de jugo tropical. Luci y Victor se miraron con una sonrisa cómplice, sabiendo que estaban en el lugar perfecto para dejar atrás las sombras de sus pasados recientes.
—¿Qué opinas de una caminata por la playa, antes de cenar? —sugirió Luci, sin prisas, disfrutando de la tranquilidad del lugar.
Victor, sintiendo la paz que tanto deseaba, sonrió.
—Me parece perfecto. Vamos a aprovechar cada momento.
Y así, con el sonido de las olas como su banda sonora, comenzaron a caminar por la playa, disfrutando del tiempo que tenían juntos, completamente alejados de todo lo demás. Era el descanso que ambos merecían, y por fin, podían relajarse y simplemente ser una pareja sin preocupaciones.
Fin.