Al día siguiente, el sol ya iluminaba los pasillos de la academia cuando Luther salió de su habitación, todavía adormilado pero determinado a afrontar un nuevo día de clases. Mientras avanzaba entre el ir y venir de estudiantes, escuchó una voz conocida llamándolo por su nombre.
"¡Luther!" exclamó Elise, alcanzándolo con pasos ligeros y una sonrisa mañanera. Junto a ella, Borik venía con su expresión jovial de siempre, y Naomi los seguía con su mirada enigmática.
"¿Listos para otra jornada?" bromeó Borik, ajustando la capa de su uniforme.
Elise asintió, posándose a un lado de Luther. "Hoy nos toca historia, si no recuerdo mal creo que estamos juntos en esta clase" comentó, su tono reflejando una mezcla de curiosidad y serenidad.
Naomi, quien caminaba a su propio ritmo, rodó los ojos con una leve sonrisa. "Espero que no sea tan aburrida. Aunque, con la fama de la profesora, dudo que sea un paseo."
"¿Con quien nos toca?" intervino Luther.
"Con Lyanna, escuche que era bastante estricta", dijo Elise, recordando lo que le habían dicho el día anterior.
Conforme avanzaban por los corredores, el grupo llegó al aula asignada para la clase de historia. Era un salón amplio, con pupitres dispuestos en hileras enfrentando un estrado elevado. En el centro, tras un escritorio de madera oscura, se encontraba una mujer encorvada con el cabello gris sujeto en un moño bajo. Sus ojos, a pesar de los años, brillaban con una intensidad inusual.
"Tomen asiento" ordenó la anciana en cuanto entraron. No estaba gritando, pero su voz, aunque calmada, tenía una autoridad que no admitía réplica.
Un par de alumnos, al fondo, seguían conversando en voz baja. Sin perder un segundo, la profesora señaló directamente hacia ellos, frunciendo el ceño.
"¡Silencio!" exclamó, y la respuesta fue inmediata: los estudiantes callaron, enderezándose en sus asientos.
Luther, Elise, Borik y Naomi se acomodaron juntos, intercambiando miradas. Quedaba claro que la profesora no toleraba interrupciones.
"Mi nombre es Lyanna Eldriss" se presentó la mujer, su voz resonando con firmeza. "He impartido esta asignatura más veces de las que puedo recordar, y les aseguro que no tengo paciencia para las distracciones. Si han venido a esta academia, es porque tienen un propósito, y para cumplirlo necesitan entender la historia del mundo en el que se encuentran."
Los murmullos se apagaron por completo. La atención de todos se centró en la anciana, que se paseaba con lentitud frente al escritorio, las manos cruzadas tras la espalda.
"Hoy aprenderán sobre el origen de Aether, el planeta que ahora es su hogar, y sobre las razas que lo habitan. Presten mucha atención, pues conocer el pasado de este mundo les ayudará a comprender su presente y su destino."
Un silencio expectante llenó el aula. Algunos estudiantes inclinaban ligeramente la cabeza para no perder ni una palabra. Elise entrelazó sus manos sobre el pupitre, Luther se inclinó hacia adelante, y Borik apoyó un codo en la mesa con genuino interés. Naomi, con los ojos entornados, parecía evaluar cada gesto de la profesora.
"Aether es un planeta antiguo" continuó Lyanna, su mirada recorriendo las filas, "un mundo construido sobre secretos y leyendas. Según las creencias y registros más antiguos, todo comenzó con un ser supremo que llamamos el Rey Dios."
En ese momento, una mano se alzó tímidamente en la segunda fila. Un alumno de cabello oscuro se atrevió a hacer una pregunta. "¿Quién era el Rey Dios?"
La profesora asintió con aprobación, como si hubiera estado esperando esa pregunta. "Una excelente pregunta. El Rey Dios era un ser de poder inmensurable, el primero y último de su clase. Se le representa en los textos antiguos como un etheliano, pero con un aura divina capaz de moldear la realidad a su voluntad."
Un murmullo de asombro recorrió el salón.
"Pero, como todas las cosas, el reinado del Rey Dios no fue eterno" prosiguió Lyanna. "Un día, desapareció sin dejar rastro. Y con él, se fue el equilibrio de Aether."
Un ligero escalofrío pareció recorrer a los alumnos al oír esta afirmación. Era como si, al pronunciar esas palabras, la profesora estuviera abriendo una puerta hacia un pasado turbulento.
"Poco después de su desaparición" continuó, con un tono más grave, "Aether fue testigo de un evento que cambiaría su historia para siempre: la aparición de un gigantesco monstruo, conocido como T'harak. Esta bestia cósmica surgió en las cercanías del planeta, devorando otros mundos y generando constantemente criaturas monstruosas que amenazaban todo lo que encontraban a su paso."
Aquí algunos estudiantes contuvieron el aliento, e incluso Luther sintió un leve nudo en la garganta al imaginar una bestia semejante.
"Para algunos, T'harak es visto como una amenaza que debe ser destruida. Para otros, su aparición es una prueba dejada por el Rey Dios, una especie de test cósmico para medir la valía de las razas y los individuos. Ven a T'harak como una extensión de la voluntad divina, una mascota del antiguo soberano, cuya presencia nos desafía a demostrar nuestro verdadero valor."
"A lo largo de los siglos," prosiguió Lyanna, "las razas de Aether han evolucionado en respuesta al mana y las amenazas externas. Las razas principales que ven aquí son humanoides, aunque cada una posee características únicas. En este planeta, cada raza era convocada en periodos de cien años para asegurar la supervivencia y la diversidad de Aether."
La profesora Lyanna se detuvo unos instantes, permitiendo que las últimas palabras se asentaran en la mente de sus alumnos. Algunos, entre los que se contaban Elise, Luther, Borik y Naomi, mantenían sus ojos fijos en la maestra, intentando absorber cada fragmento de información. Otros murmuraban en voz baja, intentando comprender las implicaciones de aquel panorama histórico complejo.
"Ahora, es importante aclarar algo más" prosiguió Lyanna, cruzando sus manos tras la espalda, adoptando una postura más reflexiva. "A lo largo de las eras, la presencia de los convocados a este mundo ha sido una constante, repitiéndose cada cien años. Sin embargo" hizo una pausa, observando las reacciones, "hace quinientos años que esta secuencia se interrumpió. Por razones aún desconocidas, las invocaciones de ethelianos, y de muchas otras razas, se detuvieron. Solo hace unas semanas, y bajo una premonición de la princesa, se han reanudado con la llegada de ustedes."
Un rumor de sorpresa recorrió el aula. Luther y Elise se miraron, impresionados. Borik frunció el ceño, intrigado, mientras Naomi entornaba los ojos, sopesando las implicaciones.
"Es un misterio sin resolver" continuó Lyanna. "Nadie sabe por qué las invocaciones dejaron de ocurrir ni por qué han comenzado de nuevo ahora. Lo que sí se ha observado es que algunas razas llevan más de un milenio sin recibir nuevos convocados. Antes de la interrupción, había épocas en las que las invocaciones se volvían más frecuentes e intensas. En esos períodos, llegaban a este mundo seres heridos, agotados, clamando que en sus planetas natales se libraban guerras devastadoras."
La mención de guerras en otros mundos generó un silencio tenso. Los estudiantes comprendieron que ellos mismos eran parte de este ciclo incierto, traídos desde otras realidades para una prueba mayor, o quizás para huir de un conflicto remoto e implacable.
"Con el tiempo" continuó la profesora, inclinando ligeramente la cabeza, "algunas razas aceptaron que su planeta de origen pudo haber caído en ruinas. Sin posibilidad de retorno, se han olvidado de esa posibilidad y se enfocaron en iniciar una nueva vida aquí, en Aether."
Elise apretó suavemente el antebrazo de Luther, compartiendo con él la mezcla de desconcierto y determinación que sentía. Borik soltó un leve suspiro, procesando la magnitud de lo que oía. Naomi permanecía en silencio, su mirada afilada observando a la profesora y a sus compañeros, evaluando cada matiz de la información recién revelada.
"Esta academia existe, en parte, para prepararlos ante lo desconocido" concluyó Lyanna. "Sus clases no serán solo ejercicios de magia o historia. Quien comprenda la verdadera amplitud del universo, las fuerzas que lo moldean y el papel de las invocaciones, estará mejor equipado para sobrevivir, prosperar y, tal vez, cambiar el rumbo de esta historia."