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Chapter 36 - Lección Privada

Todos se giraron para ver al profesor Seraphis Morvane, el hombre alto y delgado, vestido con su túnica oscura, a pocos metros de distancia. Sus ojos, penetrantes, se posaron en Luther con una expectación silenciosa. Elise sintió un escalofrío recorrerle la espalda, Naomi entrecerró los ojos con sospecha, y Borik se quedó quieto, como esperando el siguiente movimiento.

Luther tragó saliva, notando cómo el profesor le dedicaba esa mirada inescrutable, casi como si pudiera ver a través de él. La incomodidad se hizo palpable, y un leve nudo se formó en su estómago. No obstante, sabía que no podía negarse.

"¿S-sí, profesor?" respondió con voz calma, intentando mostrarse sereno.

"Acompáñame a mi oficina, por favor" dijo Seraphis, con un tono que no admitía réplicas. "Necesito discutir algunos detalles sobre tu entrenamiento."

Luther miró a sus amigos. Elise le dedicó una mirada cargada de preocupación, Naomi arqueó una ceja y Borik se encogió de hombros, como queriendo decir "Ten cuidado". Tras un breve instante, Luther asintió al profesor y dio un paso adelante.

"Nos vemos luego" dijo, dirigiéndose a sus compañeros con una media sonrisa, intentando transmitir seguridad donde no la sentía del todo.

"Cuídate" murmuró Elise, su voz casi un suspiro.

Seraphis giró sobre sus talones y se encaminó por un pasillo adyacente, sus pasos seguros y silenciosos, como si la propia sombra del hombre se moviera con la misma elegancia. Luther lo siguió, con la mente llena de preguntas.

La oficina de Seraphis resultó ser un espacio más amplio de lo que Luther habría imaginado. Al entrar, la luz de un par de lámparas mágicas proyectaba su suave resplandor sobre estantes repletos de pergaminos, libros de tapas oscuras y frascos que contenían líquidos de colores inciertos. El aire tenía un aroma extraño, mezcla de polvo antiguo y hierbas secas, y cada rincón parecía guardar un secreto.

Seraphis indicó a Luther que se sentara en una silla de madera frente a un escritorio sencillo, sin adornos, sobre el que descansaban unos pocos pergaminos y una pluma. El profesor se ubicó tras la mesa, sin perder esa mirada intensa y analítica que ya había mostrado antes.

"Luther" comenzó Seraphis, con voz calmada, "entiendo que tu afinidad con el mana oscuro te inquiete. Es normal. Por naturaleza, el mana oscuro es inestable y agresivo. No responde a la lógica y el orden de la magia elemental o a la serenidad de la magia de luz; en cambio, se alimenta de tus emociones. Cuanto más intensas y descontroladas sean, más salvaje será el mana que canalizas."

Luther tragó saliva, asintiendo con un leve movimiento de cabeza. Su mirada se mantenía fija en las manos del profesor, que descansaban sobre el escritorio sin moverse.

"La clave" continuó Seraphis "no está en forzar el mana a actuar a tu antojo, sino en entender que es un espejo de tu estado interno. Si estás irritado, temeroso o furioso, el mana oscuro responderá con violencia, amplificando el dolor en tu cuerpo. Para manejarlo, debes mantener tus emociones bajo control. Domina tu ira, tu frustración, y obtendrás a cambio una chispa estable, una herramienta útil, sin dolor."

El profesor se levantó y fue hacia un pequeño mueble. De un cajón sacó una esfera transparente que contenía un líquido oscuro que se movía con lentitud en su interior, como si tuviera vida propia.

"Intentaremos un breve ejercicio" explicó, colocando la esfera frente a Luther sobre el escritorio. "Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración. Siente el mana fluir en ti, no lo fuerces. Deja que él perciba tu calma."

Luther obedeció, inspirando profundamente. Intentó vaciar su mente de dudas, de recuerdos de dolor. Sintió el mana oscuro en su pecho, como una masa inquieta que quería liberarse y golpearlo con más dolor. Pero en vez de resistirse, intentó calmarlo, como quien tranquiliza a un animal asustado. En lugar de rabia, buscó una emoción neutra, serena, imaginando el rumor de un río calmo o el susurro del viento entre los árboles.

Sintió un leve ardor en las manos, pero no el dolor punzante de antes. Seraphis asintió con aprobación.

"Bien. ¿Lo notas? Ya no duele tanto. El mana oscuro, cuando se ve reflejado en tu paz interna, no encuentra motivos para desgarrarte. Debes recordar esta sensación y practicarla hasta que te resulte natural."

Luther abrió los ojos con cuidado y asintió. Era un pequeño avance, pero un avance al fin y al cabo.

"Con el tiempo" prosiguió Seraphis, inclinándose sobre la mesa, "aprenderás a convocar y usar el mana oscuro sin que este te cause daño. Pero no pienses que será fácil. Tendrás que enfrentarte a tus demonios internos, a tus miedos y rabias. Solo así lograrás verdadera maestría."

El profesor rodeó la mesa y se detuvo junto a Luther. Con un gesto lento y casi sorprendentemente amable, tomó las manos del muchacho entre las suyas. Luther no pudo evitar sentir una incomodidad repentina ante ese contacto tan personal.

"Sé que has sufrido, Luther" dijo Seraphis, con una voz curiosamente suave. "Los usuarios de mana oscuro son despreciados, temidos, tratados con desdén. Aether no es misericordioso con quienes portan este poder. Lo entiendo. Lo siento de veras."

Luther sintió un escalofrío al escuchar aquellas palabras cargadas de compasión. Estaba acostumbrado a la frialdad o el temor que su afinidad provocaba, pero no a la lástima. Seraphis, notando la tensión, le acarició el dorso de las manos en un gesto breve y luego las soltó, enderezándose.

"No pretendo incomodarte" dijo el profesor, recuperando su tono distante y controlado.  "Mi interés es que domines tu don y que no te destruya en el proceso. A partir de ahora, cada lunes vendrás a mi oficina para continuar con estos ejercicios, evaluar tu progreso y enseñarte nuevas técnicas."

Luther asintió en silencio, intentando asimilar la extraña mezcla de sensaciones que experimentaba ante la cercanía de Seraphis, su voz suave, el ambiente cargado en la oficina y la promesa de un entrenamiento difícil pero necesario.

"Puedes marcharte" concluyó Seraphis, con un gesto de la mano. "Sigue con tus clases. No te retrases. Tu futuro en esta academia depende de muchas variables, y el tiempo es una de ellas."

Luther se puso de pie con cierto alivio. Deslizó la mirada por el cuarto una última vez, fijándose en los libros, las notas y la esfera con líquido oscuro, antes de encaminarse hacia la puerta.

"Gracias, profesor" logró decir, con una leve inclinación de cabeza.

Seraphis no respondió, limitándose a un suave asentimiento. Luther abrió la puerta y salió al pasillo, sintiendo el aire más libre, como si hubiera escapado de una habitación sin ventanas. Caminó hacia las clases, consciente de que acababa de dar un paso importante en su camino, pero también sabiendo que el camino ante él seguía siendo oscuro y sinuoso.