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Los Espíritus Me Llaman

🇨🇷Imelyhi
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Synopsis
Kayl, un joven de 18 años, quien lleva una vida privilegiada y tranquila, pero todo cambia de la noche a la mañana cuando comienza a recordar su vida pasada como un ser espiritual sanador, uno de los más importantes en el mundo de los espíritus. Ahora, los espíritus lo necesitan de vuelta. Deberá enfrentar las amenazas que lo rodean y ayudar a sus seres queridos del pasado.
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Chapter 1 - Los Sueños De Kayl

   En un mundo donde lo espiritual se conectaba con lo humano, existen seres que habitan en lo oscuro, invisibles a los ojos de la mayoría específicamente en aquellos que no quieren verlo. Animales espirituales, demonios de luz y oscuridad: criaturas de asombroso poder y belleza, cada uno de ellos vaga entre nosotros. Solo aquellos con una energía espiritual especial pueden verlos o al menos sentir su presencia. Son seres guardianes de secretos olvidados y grandes portadores de sabiduría antigua, pero también son reflejos de la existencia de quienes los encuentran y logran percibirlos.

   Kayl, un joven de 18 años, vivía en una lujosa mansión, rodeado de riqueza y comodidades, pero, sin embargo, solía tener una vida de constante soledad. Su vida, a simple vista era perfecta, pero detrás de eso había un pasado que, en ocasiones, lo acechaba. A menudo se sentía atrapado en su propio mundo, aunque los lujos de su hogar lo rodearan por donde fueran.

   Esa noche mientras tras dar mil vueltas sobre su cómoda cama, finalmente tuvo éxito al conciliar el sueño. Dormía tan profundamente que lo llevó a tener un extraño sueño:

Un joven luchaba con una fuerza sobrenatural. Su aspecto era impresionante: era alto, un cabello largo, negro y lacio que se movía al compás del viento, y una mirada decidida y hermosa. Sus ojos eran tan azules que cualquiera que los viera no podría dejar de mirarlos, eran hipnotizantes. A su lado se podía ver un animal muy parecido a un gato, era majestuoso, parecía moverse junto al joven quien sanaba a sus compañeros caídos con su poder espiritual de la sanación.

Kayl se miró a sí mismo en ese sueño, era como si su propia voz narrara lo que veía:

Kayl: "Era un ser sanador… Mis habilidades eran lo más importante, un poder que me conectaba con el mundo de los espíritus. Pero… No lo entiendo, ¿por qué me condenarían por ser yo mismo?"

   De pronto, todo empezo a desvanecerse hasta convertirse en oscuridad. En ese momento Kayl despertó de un salto, estaba sudando, con la respiración agitada y su corazón latiendo rápidamente.

   Kayl se levantó rápidamente de su cama y fue directo a su jardín a despejar su mente. Ese sueño... ¿por qué se sentía tan real?

   Apenas dio un paso afuera de su casa sintió la presencia de unos ojos que lo miraban fijamente. "¿Era esto una coincidencia?", pensó al ver a la inusual criatura que se encontraba enfrente: un gato de pelaje negro y brillante, sus ojos eran amarillos y grandes.

—¿Desde cuando hay un gato aquí? —murmuró mientras se miraban al mismo tiempo. —Debe ser de la señora Lourdes, nunca antes lo había visto por aquí.

   La señora Lourdes era la niñera de los hermanos de Kayl. Era de esperarse que tuviera un gato ya que era fanática de ellos, siempre decía que era animales mágicos e importantes.

   Trató de acercarse al gato misterioso, pero este se alejaba manteniendo una distancia entre los dos; sin embargo, Kayl sentía una fuerte conexión con el felino, como si fueran amigos.

   Los días pasaron y el gato era parte de la rutina de Kayl. Cada vez que salía de su casa el gato negro estaba allí sentado observándolo fijamente. Parecía que lo estuviera esperándolo como si tuviera algo que decirle.

  El joven hizo el intento de ignorarlo, pero la curiosidad lo estaba matando por dentro, comenzaba a sentir que había algo más allá de su llegada.

— ¿Quién eres en realidad? Estoy seguro que no apareces todos los días aquí por casualidad — dijo mientras el gato lo miraba como si quisiera decirle algo

   Esa mañana, Kayl se encontraba en la cocina mientras su madre preparaba el desayuno. Amelia y Leo sus hermanos menores, jugaban cerca de la ventana

—Kayl, ¿tienes todo listo para el nuevo semestre? —preguntó su madre con una sonrisa.

—Sí, eso creo. No sé si estoy listo para lo que viene —respondió Kayl, mirando de reojo al gato que se acomodaba en la repisa.

   Amelia se acercó, los ojos llenos de brillo.

—¡Mira, mamá! ¡hay un gato! ¿Podemos quedárnoslo?

—No es solo un gato... —murmuró Kayl,

mientes el gato seguía mirándolo

con intensidad.

   La escuela no era un lugar horrible como todos lo describían, al menos no para Kayl ya que era un estudiante de honor, aunque no siempre es acogedor. Al llegar, notó un grupo de estudiantes murmurar en una esquina. Kayl los describía como personas patéticas.

—Me dan ganas de vomitar cada vez que los escucho, espero no se me pegue la estúpidez —pensó Kayl mientras pasaba cerca de ellos

   En ese instante, Isaac, el nuevo estudiante, entró al aula. Era un joven moreno y apuesto, ojos grandes y tenía un cabello ondulado y castaño que caía con gracia. Su mirada era seria y su postura, decidida. Se acercó a Kayl, ignorando las risas de aquel grupo de estudiantes.

—¿Eres Kayl, cierto? —preguntó Isaac, con una confianza que resonaba en su voz —. El profesor Jackson me sugirió que me acercara a ti, que eras alguien en quien podría confiar.

   Kayl frunció el ceño, estaba sorprendido.

—¿Yo? ¿Por qué?

  Isaac dio un paso adelante, con determinación en su mirada.

—Siento una vibra extraña en este lugar. Hay algo... diferente. Algunas personas no me parecen de confianza —mencionó, dirigiendo su mirada al grupo en la esquina—, y mucho menos inteligentes. Necesito ayuda con algunas materias; pensé que podrías ayudarme.

   Mientras la conversación continuaba, un chico rubio con el rostro marcado por golpes se acercó apresurado a los dos jóvenes. Kayl sintió el estómago apretarse al verlo.

—¿Ale? ¿Qué te pasó? —preguntó Kayl, sin ocultar su preocupación mientras lo sostenía por los hombros.

—Fueron ellos otra vez —respondió Ale con voz temblorosa, desviando la mirada—. Les dije que no haría sus recados y... —hizo una pausa, luchando por contener las lágrimas—. Me golpearon.

   Ale, cuyo verdadero nombre era Alessandro, siempre había sido más vulnerable, una presa fácil para los demás por su origen humilde. Se conocían desde niños, y Kayl, sin dudarlo, se había convertido en su protector, el único que podía levantarlo cuando el mundo parecía aplastarlo. Su mirada se oscureció al ver el rastro de violencia en el rostro de su amigo.

—Esto no puede seguir así, no soporto a esos idiotas —murmuró Kayl entre dientes, una mezcla de rabia e impotencia en su voz.

   Miro a Isaac, que parecía haber entendido el contexto de la situación, y en total silencio asintió, era como si entre ellos se hubiera formado una alianza implícita

   Mientras estaban en clase Kayl se veía un poco desconcertado.

—!Oye Kayl! —susurró su amigo Alessandro, lo miraba con una mezcla de diversión y preocupación—. ¿Estás bien? Pareces ido

   Kayl sonrió, disimulando su inquietud

—Sí, estoy bien. Solo... no dormí mucho —respondió.

   Alessandro lo observaba con esa mirada penetrante que siempre usaba cuando intentaba descubrir si Kayl le estaba ocultando algo. Habían pasado tanto tiempo juntos, y Kayl sabía que Alessandro podía leerlo como si fuera un libro abierto. Pero esta vez, se resistió a hablarle de ese sueño.

  "Es solo un sueño", se repetía a sí mismo, intentando convencerse. Pero en el fondo sabía que había algo más, algo que escapaba de su comprensión.

   En la noche Kayl no logró dormir bien, la situación de Alessandro y la llegada de Isaac lo mantenían despierto, pero había algo más: esa fuerte y rara presencia que se sentía al otro lado de su ventana. Se levantó a observar en su balcón y pudo notar al gato negro quien aún continuaba observándolo desde el mismo lugar de siempre. Como esperando que Kayl no lo olvidara.

   La inquietud y curiosidad por saber que era lo que estaba pasando lo hizo salir para estar más cerca de ese misterioso gato. Al momento de tenerlo enfrente y mirar sus ojos amarillos y brillantes surgió un recuerdo en su mente, no parecía ser suyo, sin embargo se sentía como si fuera propio:

  Un paisaje oscuro y desolado apareció ante él. Él joven que veía en sus sueños apareció de pie mientras enfrentaba a un enemigo que no conocía, pudo notar que estaba acompañado del mismo gato que ahora mismo lo observaba. Un poder surgía de sus manos daba la sensación de ser un poder de paz y fuerza. "Yo era un ser sanador" pensó Kayl, recordando de nuevo esa voz de su antiguo sueño, "pero fui castigado injustamente y ahora debo permanecer aquí atrapado viviendo en una vida de un simple mortal".

   Inmediatamente se apartó del felino, que aún seguía en frente de él, y respiró profundamente, intentando mantenerse en calma después de haber visto todo con más claridad que en sus sueños.

—¿Qué es lo qué intentas decirme? —murmuró, mientras el gato lo miraba con naturalidad—. Sería más fácil si pudieras hablar, ¿sabes?

   A la mañana siguiente, mientras caminaba por los largos e interminables pasillos de la escuela, Alessandro apareció frente a él. Su mirada era tranquila, pero Kayl notó las marcas de la reciente golpiza. Alessandro siempre había sido alguien alegre y optimista, incluso en sus peores momentos, pero en ese momento se veía más frágil que nunca.

—No tienes que preocuparte —dijo Alessandro con una sonrisa forzada, mientras notaba la mirada de enojo en el rostro de Kayl—. Sabes que no es la primera vez, ni será la última... pero no quiero que te metas en más problemas por mi culpa.

  Kayl frunció el ceño.

—No me voy a quedar mirado mientras esos idiotas te golpean como si fueras un saco de boxeo. No es justo que los profesores siempre los justifiquen. Claro que voy a defenderte.

   En ese momento apareció Isaac, y parecía haber escuchado gran parte de la conversación. Su expresión seria, reflejaba todo lo que quería decir; parecía entender perfectamente lo que estaba pasando.

—Alessandro, ¿verdad? —dijo Isaac con voz tranquila—. Si necesitas ayuda, puedes contar conmigo. No tienes por qué enfrentarte a esos idiotas solo.

   Alessandro los miraba a ambos con una expresión de gratitud y sorpresa. La amistad entre los tres parecía comenzar a tomar forma, como si hubiera algo más grande que los uniera. Alessandro se sintió un poco más seguro al escuchar las palabras de los otros dos jóvenes.

   Kayl sentía que la llegada de Isaac no era casualidad; era como si lo conociera desde hace mucho. Había una parte de él que aún no lograba entender lo que estaba pasando. "¿Por qué siento que ya lo conozco?", pensaba Kayl mientras caminaba junto a Isaac.

   Isaac le devolvió la mirada, como si pudiera leer sus pensamientos.

—Estoy seguro de que esta escuela no es lo que parece. Hay algo más en el aire, pero no puedo explicarlo. ¿Alguna vez has sentido que este lugar te observa? —decía Isaac, mientras observaba la expresión de confusión de Kayl.

   Kayl asentía en silencio. Las palabras de Isaac resonaban en él como un eco lejano; cada una de ellas despertaba nuevas preguntas en su mente, recordándole todo lo que había pasado en los últimos días.

   Esa misma tarde, mientras el joven estaba en su casa, una extraña sensación lo invadió. Decidió ir al jardín con la esperanza de encontrarse con el gato que veía todos los días; sin embargo, esta vez el felino no estaba solo. Frente a él apareció una chica de apariencia misteriosa. Su figura emanaba delicadeza y suavidad, y su mirada transmitía dulzura, aunque, al mismo tiempo había una cierta sensación de autoridad. Curiosamente, tenía un cierto parecido con Isaac, solo que ella era una chica de baja estatura; sus ojos brillaban con una intensidad casi hipnótica y su cabello era muy largo y ondulado.

—Kayl —dijo ella, ¿cómo sabía su nombre?—. Isaac me dijo que te encontraría aquí; al parecer, era cierto —continuó la joven mientras observaba la expresión de terror de Kayl—. Veo que ya te encontraste con Félix —hizo referencia al gato mientras lo señalaba—. No puedo creer que nos encontramos de nuevo.

   Kayl sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar su nombre, sintiendo la misma conexión que había experimentado con Isaac cuando se conocieron. La atmósfera se volvió más densa, como si la misma naturaleza esperara ansiosamente su reacción.

—¿Quién eres? —logró preguntar, aunque su voz sonaba temblorosa y su expresión de terror persistía. Kayl creía que se veía tranquilo. Mientras tanto observaba de reojo cómo el gato se frotaba contra la chica.

   Ella sonrió, sus ojos brillantes destilaban una mezcla de dulzura con... ¿locura?

—Soy Elizabeth. Pero para ti, soy Ellie.

¿Te asusté?