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Chapter 4 - El Portal Hacía Lo Desconocido

—Basta de presentaciones, tenemos que irnos, estamos perdiendo tiempo —dijo el dios.

—Es cierto, debemos irnos ya —mencionó Lucio—. ¿Qué te parece si yo abro el portal, Eliam?

—¿Eliam? ¿Ese quién es? —preguntó Kayl con una expresión de sorpresa.

—Soy yo. El hecho de que sea un ser divino no significa que no tenga nombre —dijo el dios de la vida y la muerte, casi harto de esperar—. Y haz como prefieras, Lucio; no creo que ninguno de ustedes soporte mi manera de viajar.

Kayl miraba al vacío con un nudo en el estómago. El horizonte de su vida había cambiado por completo, y con ello, todas las preguntas que antes parecían triviales se multiplicaban. "¿Qué pasará con la escuela?" se preguntaba una y otra vez, como si esa fuera su única preocupación ahora, aunque en el fondo sabía que su vida nunca sería la misma.

Lucio, parado frente a él, parecía tan sereno como siempre. Su rostro, tan impasible, contrarrestaba la tormenta interna de Kayl. Había algo en ese hombre que lo hacía sentir pequeño e insignificante, y no solo por su poderosa presencia, sino por la manera en que parecía tener todo bajo control.

—¿Qué pasará con la escuela? No puedo simplemente dejarla así… —Kayl se atrevió a preguntar, mirando a Lucio con una mezcla de frustración y duda. No podía concebir el hecho de que todo en su vida estuviera siendo arrasado por algo tan surreal como un mundo espiritual.

Lucio le dedicó una mirada tranquila, sin prisas por responder, como si la respuesta fuera lo más sencillo del mundo.

—No tienes que preocuparte por eso —dijo, y su tono era tan firme que casi parecía que su voz fuera a detener el tiempo. —Avisé en la escuela que estás muy enfermo; tienes un justificante médico por una semana.

—Kayl, por favor, no te olvides de llevarme —dijo el pequeño gatito.

—Claro que no, no puedo ir a un mundo desconocido sin mi pequeño guía.

—Qué cursi —comentó Isaac mientras observaba junto a Eliam esa dramática escena.

Kayl frunció el ceño, intentando procesar esa información. La idea de perderse su vida por algo tan ambiguo como el tiempo le resultaba difícil de aceptar. Sin embargo, había algo que no podía dejar pasar.

—Espera, antes de irme… —murmuró, mirando a su alrededor y buscando con la mirada algo que no veía. —Necesito algo.

Se apresuró a caminar hacia su habitación. No estaba seguro de por qué, pero una sensación extraña le decía que no podía ir al mundo espiritual sin ese pequeño accesorio, tan insignificante, pero tan necesario. Abrió el cajón de su escritorio con rapidez y, entre varios papeles, sacó un par de lentes. Al ponérselos, sintió una pequeña sensación de alivio. Siempre había tenido problemas de vista, pero esa pequeña acción le daba la tranquilidad de poder ver con claridad.

—No puedo ver bien sin ellos —dijo en voz baja, como si justificara un hábito que, de alguna manera, le daba cierta estabilidad.

Al regresar, encontró a los demás observándolo en silencio. Isaac, con una sonrisa tranquila, parecía más relajado que los demás. Ellie, por otro lado, tenía una expresión de impaciencia, pero al verlo, su rostro pasó a mostrar sorpresa.

—Creo que sí es buena idea que los uses —mencionó mientras parecía admirar su rostro—. Vaya…

Kayl se sonrojó por completo; era muy tímido con los halagos y trató de disimular una leve sonrisa que se le escapó sin darse cuenta.

La grieta que se había abierto en el aire ya había crecido considerablemente. Era una abertura flotante, con bordes brillantes, que casi parecía una ventana al vacío. El resplandor que emanaba de ella iluminaba la habitación con una luz etérea, haciéndola sentir como si el tiempo se hubiera detenido allí. El espacio a través de la grieta era un caos de luces y sombras, como si todo el universo estuviera en movimiento constante.

—Eso… ¿es el portal? —preguntó Kayl, su voz un tanto vacilante mientras sus ojos seguían la grieta que comenzaba a engullir todo a su alrededor.

Lucio asintió, sin darle mayor importancia a su pregunta.

—Sí, es el portal al mundo espiritual. Pero no tienes por qué preocuparte. Ya lo he atravesado muchas veces; es completamente seguro, te lo prometo— respondió, y su tono era tan casual como si hablar de viajar entre dimensiones fuera una tarea cotidiana.

Pero antes de que pudiera dar el siguiente paso, Kayl sintió que algo no estaba bien. Un fuerte mareo lo golpeó de repente, su estómago se retorció, y el suelo debajo de él pareció desvanecerse por un instante.

Intentó mantenerse erguido, pero las palabras de Eliam lo alcanzaron antes de que pudiera reaccionar.

—Te mareaste?, ¡Qué débil eres, humano! Todos los humanos son débiles, incapaces de soportar algo tan sencillo como una pequeña distorsión en la realidad. Ni siquiera un viaje simple como este… —Eliam comenzó, su tono altivo y condescendiente, pero de repente hizo una rara pausa.

Sus palabras se cortaron al instante, y un leve estremecimiento recorrió su cuerpo. Eliam se detuvo en medio de su discurso, su rostro mostrando un leve malestar. Con una mano, cubrió brevemente su boca, como si estuviera luchando contra un impulso de vomitar.

—Necesito… Solo esperen…— decía mientras se apoyaba a una pared sin poder terminar su oración.

Kayl, atónito, miró al dios con incredulidad. Aquel ser que acababa de tildarlo de "débil", el mismo que lo había estado mirando desde arriba todo el tiempo, estaba… mareado.

Y fue entonces cuando Isaac, incapaz de contenerse, rompió el silencio con una risa explosiva. La carcajada de Isaac resonó en todo el lugar, haciéndolo sonar casi como un niño travieso disfrutando de la ironía de la situación. Ellie, no menos sorprendida, comenzó a reírse también, y las dos risas se entrelazaron, aumentando aún más la incomodidad en el aire.

—¿De verdad? ¿El gran Eliam mareado por un pequeño portal? —rió Isaac, su tono burlón dejando claro que no podía creer lo que veía.

Ellie, con una sonrisa traviesa, se unió a la risa.

—Pensé que los dioses no se mareaban ni tenían síntomas de "humanos"—dijo, mientras miraba cómo Eliam tenía su boca tapada con su mano.

Eliam, sin embargo, se recompuso rápidamente, dejando escapar un resoplido de molestia.

—No te confundas —respondió, intentando recuperar su compostura. —Esto no tiene nada que ver con mi poder. Los humanos son demasiado sensibles para resistir estas fluctuaciones. Ya lo dijimos antes: tú serás el más afectado.

Lucio observó la escena con una calma casi distante. No parecía sorprenderle que Eliam estuviera luchando por controlar el mareo, pero su expresión era de desaprobación.

—No creo que pueda hacerlo; cada vez que me acerco, siento una presión que me hace marearme —decía Kayl con un tono de decepción.

—En ese caso, podemos intentar irnos a mi modo —mencionó Eliam, tratando de disimular su expresión de alivio—, aunque, por supuesto, no creo que lo aguantes tampoco.

Isaac, que había estado observando la interacción, soltó una risa suave y burlona, como si la actitud de Eliam fuera algo que ya esperaba.

—No te preocupes, Eliam —dijo Isaac con un tono juguetón—. Lo que pasa es que… Kayl no está acostumbrado a la "fortaleza espiritual" que tenemos algunos. ¡Tu también te mareaste de nuevo, ¿verdad?! —agregó con una risa sin filtro, apuntando hacia Eliam.

Ellie, que había permanecido algo callada y sería hasta ahora, no pudo evitar soltar una carcajada también, aunque de una manera mucho más sarcástica.

—¿Eliam mareado? —exclamó ella, con una sonrisa traviesa—. ¡Eso es lo más gracioso que he oído en mucho tiempo!

Eliam, que por un momento había permanecido inmóvil, se llevó una mano a la cabeza, tratando de disimular su incomodidad. Durante un instante, parecía como si el aire alrededor de él estuviera cargado de tensión. Sin embargo, su orgullo era tan grande que rápidamente se recuperó de nuevo, volviendo a su postura altiva.

—Esto no es por debilidad —respondió con una voz que trató de sonar firme, pero una ligera pausa traicionó su incomodidad—. Mi viaje es… distinto. Yo soy un dios, y no me mareo por… estas… frivolidades.

A pesar de su intento de mantener la compostura, Kayl notó que Eliam estaba más pálido de lo normal. La mirada que le lanzó al chico fue de una arrogancia aún mayor, como si su pequeño tropiezo no hubiera sido nada significativo.

—Te lo dije —dijo Isaac, volviéndose hacia Kayl con una sonrisa que mostraba claramente su diversión—. Este tipo viaja diferente, pero ni siquiera él está a salvo de las mareas de la grieta.

Ellie, por su parte, se acercó a Kayl con una mirada pícara.

—No te preocupes por Eliam —dijo ella, su tono mezclando ternura con sarcasmo—. Tiene un ego más grande que su paciencia, pero nada que un buen "mareo" no pueda poner en su lugar.

Lucio, que había estado observando la escena, finalmente dio un paso hacia adelante, interrumpiendo la broma que se estaba desarrollando.

—El mundo espiritual no es un lugar fácil de entender —dijo, su voz mucho más grave y seria—. Los mareos y los efectos de este lugar no son algo de lo que debas burlarte, Eliam.

Eliam lanzó una mirada fulminante hacia Lucio, pero antes de que pudiera responder, el aire a su alrededor comenzó a cambiar. La luz del entorno se intensificó por un momento, como si el mundo mismo reaccionara ante la tensión en el aire.

—Deja de perder el tiempo —dijo Eliam, con una sonrisa algo forzada—. Ya hemos estado aquí el tiempo suficiente, vámonos.

—Tienes razón, basta de bromas. Kayl, sigue a Isaac y Ellie, prepárate para atravesar el portal —dijo con firmeza.

El caos de risas y bromas entre Isaac y Ellie se detuvo tan rápidamente como había comenzado, y el grupo se preparó para cruzar el portal. Kayl no estaba seguro de qué esperar al otro lado, pero, de alguna manera, las palabras de Lucio lo tranquilizaron. Si alguien conocía ese lugar, era él.

—Puedes sostener mi mano si quieres —dijo Ellie a Kayl al ver su expresión de preocupación—. Es algo muy rápido; casi no lo vas a notar.

Con un suspiro, Kayl dio un paso hacia el portal junto a Ellie y su nuevo gato, sin mirar atrás, seguido por los demás. En ese mismo instante, la grieta que se había abierto ante sus ojos los tragó por completo.